Trabajo doméstico
“La sociedad ha tomado conciencia de la importancia de los cuidados”
Graciela Gallego Cardona lleva 19 años trabajando en el cuidado de personas mayores. La pandemia ha traído el reconocimiento social a las trabajadoras del sector pero siguen demandando el reconocimiento pleno a sus derechos laborales.
Graciela Gallego Cardona es una docente colombiana que lleva desde 2001 trabajando en el sector de los cuidados. Apenas llegó a nuestro país comenzó a realizar tareas como interna, el ámbito en que ha desarrollado gran parte de su actividad laboral en nuestro país.
Con la pandemia y la cantidad de fallecimientos de personas de la tercera edad está “convencida de que la sociedad ha tomado conciencia de la importancia de los cuidados”, pero se muestra escéptica sobre si pasados estos días de conmoción generalizada, seguirán considerándose imprescindibles. “Se nos olvida todo muy rápido”, lamenta.
Vive “con incertidumbre y miedo en el cuerpo” lo que sucede con el coronavirus a ambos lados del océano. Del otro lado quedaron familia y amistades. Esa dualidad que le toca experimentar a miles de personas migrantes que habitan nuestras ciudades y pueblos, cuidando de nuestros hijos e hijas y personas mayores o dependientes. Una sensación similar, que no igual, están pasando muchas familias españolas sin posibilidad de despedirse de un ser querido, con los últimos días de la enfermedad conectándose solo por el móvil e incluso, sin trabajo y sin red de contención, una desagraciada posibilidad de comprender al menos un poco lo que se vive cuando se emigra. “No creo que se entienda, mucha gente pasa, esto solo le interesa a la parte académica”, reflexiona.
Cuerpos obligados a cuidar y condenados a no recibir cuidados casi nunca. La historia de Graciela es la de miles de mujeres que siguen a la espera de que el Gobierno español deje de considerarlas trabajadoras de segunda categoría incorporando su labor al régimen general y con eso, reconociendo derechos que les siguen prohibiendo, como la cobertura de riesgos laborales o el paro.
Relacionadas
Asturias
Las Seis de la Suiza consiguen el tercer grado penitenciario a la espera del indulto prometido por el Gobierno
Laboral
Legislación laboral en condiciones de calor extremo: existe pero ¿se aplica?
Portugal
La derecha y la extrema derecha portuguesas acuerdan una ley antimigrantes sin precedentes
El Salto n.79
Galicia dice 'no' al capitalismo verde y en el último número de la Revista El Salto te lo contamos
Opinión
Nunca es tarde: sobre justicia transicional y régimen colonial español en el Franquismo
Euskal Herria
La transferencia a Euskadi de los subsidios de desempleo se atasca
Incendios
El vecindario de la Cañada responsabiliza del incendio a Ayuso y denuncia la actuación de Emergencias
Grecia
Grecia muestra su peor cara ante el aumento de llegadas de personas migrantes a Creta
Torrejón de Ardoz
Torrejón clama justicia por Abderrahim un mes después de que muriera asfixiado por un policía de Madrid
Palestina
El ataque de Israel a una iglesia indigna al Gobierno francés, que sigue sin hacer nada contra el genocidio
Últimas
Comunidad El Salto
El Salto estrena nueva página: una web como una casa
Cómic
Simon Hanselmann y el arte de lo obsceno
Región de Murcia
Más de mil organizaciones piden que se castiguen los discursos de odio que incentivan las agresiones racistas
El Salto Radio
Yupanqui, la música en colectivo
Región de Murcia
Bulos y algaradas: la estrategia internacional para promocionar el supremacismo
Estados Unidos
No es una guerra de Trump contra el fentanilo, es una guerra contra los pobres
Justicia
Organizaciones civiles y de derechos humanos piden protección para el hijo menor de Juana Rivas
Francia
Francia se ensaña con los más desfavorecidos con su nueva batería de recortes
Recomendadas
Pensamiento
Nuria Romo
“Los procesos de medicalización no son neutros, se hacen sobre todo hacia las mujeres”
Comunismo
Jodi Dean
“Sin organización, los movimientos surgen y desaparecen como setas”
Arte contemporáneo
Palabras contra el poder: la vigencia radical de Barbara Kruger
Málaga
Málaga, el punto de inversión para los fondos israelíes a pie de playa
Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.
Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!