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Ecofeminismo
Eco-poesía en el Valle del Jerte: Un lugar para el encuentro, el asombro y el descubrimiento
Imposible aterrizar en un entorno como el del Valle del Jerte en noviembre y no sentir lo mucho que nos agasaja la Tierra. El otoño todo lo llena de matices y habita en los pliegues de esos matices la posibilidad del encuentro, del asombro, del descubrimiento. De esos pliegues de colores, voces y posibilidades emerge también desde hace tres años el encuentro de poesía Voces del Extremo Jerte. Esta tercera edición ha reunido en torno a 50 poetas y creadores en distintas disciplinas y más de 500 personas interesadas o intrigadas por la poesía.
Imposible aterrizar en un entorno como el del Valle del Jerte en noviembre y no sentir lo mucho que nos agasaja la Tierra. Castañas acomodadas en sus erizos, manzanas y kiwis envueltos en una abundancia de amarillos-ocres-naranjas-rojos donde antes hubo otra inmensidad de verdes. Frutales que se preparan para desacelerar y comenzar un sueño de invierno al ritmo de una abundante lluvia. El otoño todo lo llena de matices y habita en los pliegues de esos matices la posibilidad del encuentro, del asombro, del descubrimiento.
De esos pliegues de colores, voces y posibilidades emerge también desde hace tres años el encuentro de poesía Voces del Extremo Jerte. Esta tercera edición ha reunido en torno a 50 poetas y creadores en distintas disciplinas y más de 500 personas interesadas o intrigadas por la poesía. En un territorio que se desangra de población, ante los gritos de alarma que lanzan las personas que se quedan debido a un modelo de desarrollo insostenible y frente a las llamadas al miedo y a la cerrazón que algunas posiciones políticas proponen, la cultura crítica se afirma para ayudarnos a derribar muros y construir puentes, tanto hacia nuestro interior como hacia el exterior. Con las personas que nos rodean y con la naturaleza. La poesía, en especial la que se conoce como poesía de la conciencia crítica, constituye una parte esencial de esa cultura crítica y cuenta con una larga trayectoria de abrir caminos y llamar a la barbarie que nos rodea por su nombre.
La interdependencia entre seres humanos y la eco-dependencia de las personas con su medioambiente es algo que se palpa en estos días de intenso intercambio entre poetas y el resto de habitantes del Valle, agricultoras y agricultores de la asociación Tierra Sana, asociaciones de mujeres, grupos de jóvenes y el público en general. Por todo eso, este año el equipo coordinador del encuentro decidió abrazar el término “eco-poesía” como aglutinador de las poéticas que se escucharon en el Valle. Eco-poesía como algo que nos (con)mueve y nos ayuda, en palabras de Ángel Calle, poeta y coordinador del encuentro, a “re-andar el mundo. Mostrar nuestras pupilas heridas y nuestros labios alegres. Viajar de nuevo entre seres vivos, materia orgánica y otros universos. Poblarnos de versos humildes y sostenedores como un injerto o un fermento de ortiga. Preguntar con la boca necesitada la necesidad de otras bocas.”
Así que, con la conciencia de la vulnerabilidad compartida del planeta que nos acoge y la nuestra propia, el encuentro llama a sumarse a quienes quieran compartir versos y expresión poética a la vez que practicar una escucha activa de todo lo que nos rodea. Se trata de un encuentro abierto, con una lógica de coordinación descentralizada, que hace posible que seis pueblos distintos hayan participado como organizadores de distintos espacios en el programa. Un grupo de coordinación formado en su mayoría por poetas: Ángel Calle, María José Muñoz, David Trashumante, Belinda Basilio, María Campanita Becerra y una servidora.
Gracias a una red de confianza con algunas de las voces poéticas más inspiradoras del país, pero también gracias a la respuesta de nuevas voces que se van uniendo cada año, este año ha sido posible contar con figuras de la talla de: Juan Carlos Mestre, doble Premio Nacional de Poesía y de Grabado; Ana Pérez Cañamares, Premio de Poesía Blas de Otero; Jorge Riechmann, poeta y filósofo; Antonio Orihuela, creador de Voces del Extremo en 1999; así como Dionisio Cañas, Carlos Da Aira, Ana Deacracia, María Luisa Domínguez Borrallo, Tahra Erena Sarmiento, Inma Luna, Isabel Martín, Eladio Méndez, Javier Pérez Wallias, Tirso Priscilo Vallecillos, Javier Sánchez Durán, Rafael Santana, Bernardo Santos, Montserrat Villar, Esaú Alonso, Laura Álvarez Corraliza, Alba Gándara Gallego, Suso B. Solano, Cristina Torres, José Ernesto Vicente Pérez, etc. La llamada del Valle no falla y a ella acuden, año tras año, poetas que repiten y poetas que llegan por primera vez porque se disfruta de una compañía única: versos, saberes, personas y campo que reflejan y amplifican la honestidad que se desprende de los demás. Un existir en simbiosis con la naturaleza en respuesta a la obsesión por dominarla que constituye el paso primero y esencial en el camino de superar la grave crisis socioecológica que vivimos.
Y así, de mano de la poesía y sus expresiones artísticas aliadas nos vamos entrelazando con la vida, esa que carece de filtros y retoques: performance poético-musical compuesto de voz y pandero, poetas con estudiantes del Instituto de Educación Superior Valle del Jerte, lecturas colectivas de poesía, explicaciones espontáneas de tradiciones locales como la “carbotada”, que “no se hace nunca para una persona sola sino que por definición hay que disfrutar en compañía”, aclaraba la señora Julia, poeta de Navaconcejo. Una de estas aliadas, la música, ha enriquecido este año una iniciativa que persigue transmitir la riqueza de un tejido cultural ciudadano, de abajo a arriba, para hacer emerger la riqueza de las personas que habitan territorios. La pareja poético-musical compuesta por Lucía Aldao y María Lado, Aldaolado, no defraudaron: prometieron la lluvia y ésta no se ausentó ni un minuto durante todo el encuentro. Pero fue sobre todo la exquisitez de sus versos, la calidez de sus voces, el arrullo de su guitarra, el humor con el que todo lo hilvanan y, sobre todo, la familiaridad con la que acercan su lengua gallega a quienes les escuchamos, haciéndonos pensar, por un momento, que no existen barreras para un lenguaje vivo, cercano; una lengua de tierra que mira al mar.
Además, las mujeres de Navaconcejo y Piornal ofrecieron recitales de poesía, mientras que las de Casas del Castañar interpretaron cantes locales a punto de caer en el olvido. Estas mujeres, cantoras de un patrimonio cultural devuelto a la vida, nunca habían sentido que escucharlas pudiera ser de interés de nadie. Por eso, ante la oportunidad de compartir estos cantes con el público del encuentro, se animaron a reunirse, ensayar y prepararse. “La capacidad de unirnos, de poner en común las estrofas que guardábamos en la memoria o anotadas en libretas y de trabajar juntas nos ha permitido recuperar una parte de nuestra cultura a la vez que reforzábamos nuestros lazos”, explica Teresa Regodón Solís, presidenta de la Asociación de Mujeres de Casas del Castañar. Este patrimonio cultural invisibilizado, no reconocido, es a menudo atesorado por mujeres, aunque en esta ocasión –señalan– fuera duro enfrentarse al lenguaje machista que caracterizaba a algunas de estas composiciones, “escritas y cantadas por hombres en noches de ronda. Aunque hemos tratado de ser lo más respetuosas posibles, en alguna ocasión hemos tenido que intervenir cambiando alguna palabra que era, sencillamente, inaceptable”, nos confesaba Iluminada Martín Llorente, también parte de la asociación y encargada de transcribir estas letras. Las mujeres cantoras son también responsables de dar vida a otras manifestaciones culturales en la zona pero reconocen el valor que este encuentro tiene para ellas y su pueblo.
La acción artística en la calle ha ofrecido más oportunidades para experimentar de primera mano cómo la eco-poesía empapa, enriquece y dialoga con otras disciplinas y estrategias artísticas. Siguiendo la estela de los situacionistas franceses pero sin más ambición que la de sacar el verso a la calle, el grupo de “artivistas” venidos de Huelva Militancia Poética logró crear, a pesar de la lluvia, una atmósfera poblada por “ceretáceas”, seres mitad ballena mitad cereza preñados de verso. “La idea original no tiene nada que ver con la decoración. Somos artistas, poetas y amantes de la poesía que perseguimos llamar la atención de gente que de otra manera no se acercaría a la poesía” explica Camino Benedicto, una de las fundadoras de este grupo que ha realizado más de 20 intervenciones su corto, pero intenso, año y medio de vida.
Por último, la fotografía ha brillado por su elocuencia, su belleza y su capacidad de hacer que la eco-poesía destaque aún más. La juventud de la fotógrafa y el fotógrafo que han desembarcado en Voces del Extremo Jerte sorprende: sus trabajos, reflexionados y frescos a la vez, son portadores de una mirada fotográfica única. Demian Ortiz, fotógrafo madrileño, logra en cada mirada que capta encapsular las voces de esas poetas envueltas en su universo más personal, ya sea real o inventado, metafórico o literal. La exposición incluida en esta tercera edición de Voces del Extremo Jerte pertenece a la serie Perdidos. Un lugar para encontrar a la que Demian ha dedicado más de seis años de trabajo, inspiración y pasión y que ha dado como resultado el fotolibro del mismo nombre. Una tarea titánica la de capturar el espíritu de toda una comunidad (informal y sin carnet) de poetas que sacude a golpe de verso las conciencias de quienes les escuchan o leen. La minuciosidad con la que el fotógrafo ha llevado a cabo dicha tarea, aún en marcha y con destinación final de un documental, es digna de los más notables proyectos de documentación fotográfica.
La segunda exposición, Punctum, fue el resultado del cruce de la mirada de Alba Prieto (fotógrafa) y de las poesías de Olga Toribio (poeta) que sus propias autoras describían como “Esencia. Son miradas. Letras que sobrevuelan la imagen y detalles fotográficos que empapan el poema. Es alma. Son emociones. Visión. Son historias. Ideas surgidas de noches arreglando el mundo. Esperándonos en bares. Son muchos nombres. Son nuestras manos. Sonrisas. Llantos. Son semillas de girasoles.” La presentación del libro de Ortiz, entre retratos acompañados por poemas que reforzaban las imágenes, y la muestra de complicidad entre el dúo Prieto-Toribio abren la puerta a un futuro entusiasmante para el diálogo poesía-fotografía para Voces del Extremo Jerte.
Como escribía Laura Álvarez, poeta participante en el encuentro y periodista, los poetas han alzado su voz por la ecología, el feminismo y una sociedad más justa. El encuentro se adhirió desde el primer momento a la acción Poesía que acoge para mostrar su solidaridad con el pueblo italiano de Riace y con la situación de creciente desamparo que sufren refugiados e inmigrantes en todo el planeta. La acción movilizó a más de 400 personas repartidas entre 80 lecturas colectivas de poesía en más de 50 ciudades en 17 países. Como decíamos, poesía que (con)mueve.
Y es que, como recordó Jorge Riechmann, frente a la cultura que alimenta modos de vida insostenibles y que está generando una sexta gran extinción, lanzamos una propuesta de musgo aferrado, de hojas caídas, de bosque en pausa, de miradas cómplices. Palabras y gestos que denuncian la barbarie que conlleva no detenernos, no cuidarnos. Sin duda, tiempo de plantar semillas de cambio. De eso va la cosa.
Contacto de Voces del Extremo Jerte: vocesdelextremo.jerte@gmail.com
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Que bello texto!, que bién que reflejas lo que allí vivimos y lo que hay por debajo de esa tierra que se impregna en lo que sois, en lo que trasmitís los que vivís allí escuchando la música de las Gargantas y haciendo que en las nuestras se arranque un canto. Más veces y más poesía amasada en medio de "ese pan de castañas"