Residuos
Residuos y crisis climática: la basura como invento humano
La española Alianza Residuo Cero y la chilena Fundación Basura reclaman la inclusión de otro modelo de gestión de residuos. El 62% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la producción, consumo y tratamiento de los bienes de consumo.

Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @pablorcebo.bsky.social, pablo.rivas@elsaltodiario.com
Un dato da la clave de la importancia de la gestión de residuos a nivel global. “La producción, el consumo y el tratamiento de todos los bienes en el mundo es responsable del 62% de las emisiones de gases de efecto invernadero”. La frase, que remarca César Sánchez, director de comunicación de Retorna, organización que trabaja para mejorar el sistema de recogida de residuos, la recoge de Claire Arkin, integrante del equipo de Campañas de otra organización que busca mejorar los sistemas de gestión de residuos, la Global Alliance for Incinerator Alternatives (Alianza Global para las Alternativas a la Incineración, GAIA).
Sánchez ha presentado este martes en la Cumbre del Clima de Madrid (COP25) un acto sobre la relación entre la gestión de la basura que generamos y la crisis climática, y a la luz de los datos no es menor. “Los productos que consumimos son responsables en gran parte del problema y aplicar políticas de basura cero o residuo cero ayudaría enormemente en esta tarea”, apuntaba, con un matiz terminológico para arrancar: “La basura no debería existir”.
Macarena Guajardo: “La basura es un invento del ser humano, en la naturaleza no existe algo que no sirva”
Macarena Guajardo, de la chilena Fundación Basura, va más allá. “La basura es un invento del ser humano, en la naturaleza no existe algo que no sirva”. Por ello, desde la Alianza Residudo Cero, coalición a la que pertenecen Greenpeace, Ecologistas en Acción, Surfrider España, Rezero, Retorna y Amigos de la Tierra, plantea la necesidad de cambiar el modelo de gestión de residuos para acercarse a un paradigma de residuo cero en el que la totalidad de los productos que la humanidad desecha tenga utilidad.
“La producción desmesurada de residuos en el norte global es uno de los mayores problemas medioambientales con los que nos estamos encontrando, es algo que está basado en el actual modelo de consumo y producción y que lleva a una sobreexplotación de los recursos naturales”, ha señalado por su parte Cristina Alonso, responsable de Residuos de Amigos de la Tierra.
En el caso de los envases del contenedor amarillo, España solo tiene tasas de reciclado en torno al 30%, según señalan las organizaciones ecologistas
Por ello, desde las organizaciones ecologistas abogan por enfocar la política de residuos “dentro de una estrategia más amplia que esté enfocada a la reducción del uso de recursos naturales”, indica Alonso, estrategia en la que deben entrar la reducción del uso de materiales y la reutilización, además de la transformación de los residuos orgánicos. “El 40%de nuestra basura es materia orgánica, que no es un residuo: con el compostaje se produce abono que puede luchar contra la desertificación de los suelos para que sean sumideros de dióxido de carbono (CO2)”, apunta la responsable de Amigos de la Tierra. “Además, es algo al alcance de todo el mundo”.
Puntos de ataque
“Para llegar a un cambio de paradigma asociado al residuo cero y la economía circular —señala Alba Cabrera, de Rezero— es imprescindible la corresponsabilidad de todos los actores de la cadena de producción, pero el principal es el productor, y tiene que aplicarse el principio de responsabilidad ampliada del productor”. Dicho principio, que en España se aplica en los Sistemas Integrados de Gestión, con resultados muy deficientes para la comunidad ecologista, se basa en que el productor de un envase debe hacerse cargo de él en toda su vida útil, incluida su recogida y reutilización o, en su caso, destrucción. Sin embargo, casos como los de Ecoembes o Ecovidrio no son muy sostenibles, ya que, en el caso de los envases del contenedor amarillo, España solo tiene tasas de reciclado en torno al 30%, según señalan las organizaciones ecologistas.
Ángela Ballester: “Los productores de envases son empresas muy potentes, con mucha fuerza, a veces más que la que tenemos los propios gobiernos”
Los sistemas de depósito, devolución y retorno (SDDR), versión moderna del antiguo retorno del casco, que en países como Alemania o Suecia han aumentado considerablemente las tasas de reciclado, son una de las soluciones que defienden las organizaciones defensoras del medio ambiente. “Estos sistemas son una de las principales herramientas”, indica Cabrera. “Una botella reutilizada puede conseguir ahorrar hasta medio kilo de CO2, ese es el camino”.
La industria se resiste
Pero las resistencias a un cambio de modelo son múltiples. “Solo en España se producen 53.000 envases de un solo uso al día, una cifra similar a lo que ocurre en Chile o Alemania, por ejemplo”, indica Ana Gutiérrez, responsable de Relaciones Institucionales de Retorna. “Hay una solución muy sencilla para cambiar este modelo: voluntad política”.
Ángela Ballester, directora general de Coordinación Institucional de la vicepresidencia segunda de la Generalitat Valenciana, una región que intentó implantar, sin éxito, un modelo SDDR, está de acuerdo con la responsable de Retorna. “La voluntad política es lo primero y eso tiene que ver con una primera resistencia, que es que las personas que estamos ocupando esos puestos desde los que se pueden aplicar esos cambios nos lo creamos”.
Sin embargo, aunque desde el gobierno del País Valencià “hubo voluntad”, según indica, dicha administración se encontró con otra serie de resistencias desde el principio. “La principal es de tipo económico y viene de un sector empresarial que tiene en la producción de residuos un incentivo empresarial en sí mismo”, relata, añadiendo que, en el proceso su administración “recibió muchas presiones”. “Los productores de envases son empresas muy potentes, con mucha fuerza, a veces más que la que tenemos los propios gobiernos”, finaliza.
Pero hay ejemplos donde esas resistencias se rompen. Un ejemplo es Chile, que prohibió a principios de año el uso de bolsas de plástico en grandes tiendas y supermercados, una iniciativa que comenzó de abajo arriba, tras la decisión de varios municipios chilenos de acabar con ellas, lo que produjo un efecto en cadena que acabó en la prohibición a nivel estatal.
Sin embargo, aún queda mucho camino en el país andino. “Estamos intentando acabar con los envases desechables de un solo uso y queremos trabajar con la fracción orgánica”, señala la directora de la Fundación Basura. “También queremos trabajar con la responsabilidad ampliada del productor y estamos impulsando que la fracción orgánica sea recuperada a nivel individual, comunitario o regional”.
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