Opinión
Violación y silencio, ¿estamos normalizando las agresiones sexuales?

Educamos a las niñas con normas tan poco claras que ni siquiera tienen herramientas para identificar la violación cuando la ven, tanto que hace un año fui violada y no lo sabía.

Blanca Testimonio Violencia Sexual Amnistía Internacional
Mujer víctima de una agresión sexual cuyo testimonio forma parte del informe de Amnistía Internacional 'Ya es hora de que me creas' publicado en 2016. Javier Herrera (Amnistía Internacional)
20 abr 2020 07:02

Hace un año fui violada y no lo sabía. Como en casi todos los discursos en torno el sexo, tenemos una idea muy errónea y secreta sobre la violación. Educamos a las niñas con normas tan poco claras que ni siquiera tienen herramientas para identificar la violación cuando la ven. Tenemos impuesta la idea de que durante la violación la víctima es plenamente consciente y mediante la fuerza y la coacción física es agredida sexualmente a pesar de su resistencia. No obstante, en la mayoría de casos de agresiones sexuales la víctima no era consciente de serlo y el agresor era conocido por la víctima y muchas veces hasta mantenían una relación afectiva.

Desgraciadamente, la violación es un delito más común de lo que nos pensamos, demasiado común para lo poco que se trata, y deberíamos romper el estigma en torno las agresiones sexuales así como dejar de normalizarlo.

Aunque en las violaciones no se use constantemente la fuerza, la violación siempre es violenta ya que es violento el hecho de apropiarse de un cuerpo de una persona sin su consentimiento y es violento el lastre con el que se quedará la víctima el resto de su vida. Es violencia en tanto que a la víctima se le despoja de su humanidad. El afectado se convierte en un mero instrumento para disfrute y uso del agresor. Su palabra y, por lo tanto, su consentimiento no cuenta. A la persona agredida se la despoja de su individualidad y se te convierte en cuerpo; se reduce a su uso.

No todos los violadores son psicópatas, simplemente son hombres que se aprovechan de sus privilegios sin entender —o sin importarles— todo el daño físico y mental que causarán a la víctima de por vida

En mi caso, después de ser agredida no quería contarlo. En parte porque no quería que se hiciera realidad y en parte porque pensaba que tenía parte de culpa. La culpabilización de la víctima es otro síntoma de la misoginia social aunque la culpa, además del agresor, es también del patriarcado. No todos los violadores son psicópatas, simplemente son hombres que se aprovechan de sus privilegios sin entender —o sin importarles— todo el daño físico y mental que causarán a la víctima de por vida.

Es el patriarcado el causante de la falta de educación sexual en el currículum académico, al igual que también es el causante de que las chicas y los chicos reciban mensajes totalmente distintos sobre el sexo. Creamos un discurso donde el sexo es algo incómodo para las chicas y, cuando finalmente se habla de sexo, es para recalcar la seguridad, no el placer. Si excluimos el placer del discurso sexual, normalizamos la agresión sexual. La juventud debe entender que el sexo es más divertido cuando es compartido y debemos respetar los deseos de las personas implicadas, simplemente escuchando y obviamente, consintiendo.

Las mujeres negras tenemos más probabilidades de ser violadas, igual que las mujeres de clase baja o las personas transexuales

En sí misma, la violación no tiene tanto que ver con el sexo sino con el poder. Esta es la explicación de que las mujeres sean el 99% de las víctimas de agresiones sexuales. Asimismo, las mujeres negras tenemos más probabilidades de ser violadas, igual que las mujeres de clase baja y la cifra, mientras que para las personas transexuales hay datos que apuntan a que hasta el 47% de las personas transgénero son agredidas sexualmente en algún momento de su vida. De hecho, el movimiento ​#MeToo,​ al cual se le debe atribuir parte de que seamos capaces de publicar sobre violación, empezó a ser un movimiento para visibilizar historias de mujeres negras que habían sido violadas.

Feminismos
Días en que no me han violado

He vivido aproximadamente 18.885 días. Al principio, en algunos de esos días tuve que esquivar manos de profesores, manos y palabras de desconocidos y de conocidos. Afortunadamente nunca de familiares o amigos, y es triste tener que decir afortunadamente, por lo que implica de excepción.

Sin embargo, solo se popularizó una vez las mujeres famosas lo empezaran a utilizar. Como vemos, la violación tiene que ver con la deshumanización de la víctima y debido a la jerarquización social, hay vidas que parecen contar más. Hay voces que son más escuchadas y hay identidades, como las de mujeres negras o personas trans, que son más reducidas a su aspecto físico y por lo tanto, más probables de sufrir una violación.

Otra causa de las violaciones es el incremento de uso pornográfico. La pornografía, tal y como está planteada actualmente, está focalizada únicamente en el uso y placer masculino frente al femenino. Podemos ver en imágenes pornográficas la víctima siendo deshumanizada y disfrutando de los abusos físicos hacia que su cuerpo que, aparentemente, son consentidos. La pornografía sexualiza la violencia y ante la falta de educación sexual, se acude a la pornografía como instrumento pedagógico condenando a millones de mujeres a relaciones sexuales violentas, poco satisfactorias y en última instancia, a las agresiones sexuales.

Después de tiempo guardándome el secreto, cuando por fin confesé y di el nombre de mi agresor escuché comentarios como “hija tienes que ir con más cuidado”

Después de tiempo guardándome el secreto, cuando por fin confesé y di el nombre de mi agresor escuché comentarios como “hija tienes que ir con más cuidado” o “siento no haber podido protegerte”. Esto demuestra que ni yo, ni mis padres, ni los jueces, ni la sociedad entendemos de violaciones. Estamos bajo un marco cognitivo machista, una moral exclusivamente masculina y un sistema judicial patriarcal. La idea de que las mujeres somos individuos al servicio del hombre perdura, además la sexualización de nuestros cuerpos es una realidad constante. Las mujeres vivimos un constante disciplinamiento e interiorizamos esta misoginia. Nos culpamos de lo que nos pasa, nos autoreducimos a nuestros cuerpos y en ciertos momentos, hasta compadecemos a nuestro agresor.

Aunque el proceso de denuncia es alentador y doloroso para la víctima, es lo que todas deberíamos hacer. Es importante entender que la mayoría de víctimas de violaciones salimos de ello y nos volvemos a incorporar a la cotidianidad. Algunas hasta nos da más fuerza y un azote de realidad (aunque nunca le vayamos a agradecer al agresor). Aun así, una sola denuncia no cambiará nada. El cambio deberá caer en la reforma del sistema judicial patriarcal y desfasado, en la creación de un currículum con educación sexual obligatoria y un nuevo marco cognitivo donde el género de una persona no sea el factor determinante en toda su trayectoria vital. El cambio, a nivel más directo, recaerá en la denuncia pública de las agresiones sexuales puesto que cuántas víctimas más necesitará el patriarcado para entender la gravedad del problema?

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