Las izquierdas españolas y Nicaragua en el siglo XXI

300 militantes de partidos de izquierdas, académicas, periodistas y activistas suscriben una carta de defensa de la revuelta popular que se levantó en primavera contra el Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua.

Marcha Upoli -Nicaragua
Óscar Navarrete Marcha hacia la Universidad Politécnica (Upoli), en el sector norte de la capital, Managua.

Jimmy Gómez (Rivas, Nicaragua, 1976) vivió la revolución sandinista como miembro de la asociación de niños sandinistas. Su madre era maestra y trabajó en los procesos educativos, llevando la escolarización a las haciendas ganaderas de esta zona en el suroeste del país. Como un chico educado en la juventud sandinista, Gómez vivió la ruptura dentro del Frente Sandinista de Liberación Nacional que supuso la “piñata” de finales de los 80, cuando el cambio de titularidad de algunas propiedades estatales supuso la escisión del Movimiento Renovador Sandinista.

Gómez siguió militando en la Unión Nacional de Estudiantes durante las presidencias de Violeta Chamorro y Arnoldo Alemán, cuando “el Frente” ejercía de oposición. Fueron años duros, marcados para toda una generación de estudiantes por la masacre del 13 de diciembre de 1995, con el resultado de dos muertes a manos de la policía chamorrista.

Fue en 1999, tras el pacto de Alemán con Daniel Ortega, cuando los suyos “destrozaron el partido”, señala Gómez. El siglo XXI dio pie a los acuerdos de libre comercio, y las resistencias y las luchas cambiaron de bando. “El feminismo fue fuerte para mantener la crítica y el movimiento campesino contra el canal interoceánico es un antecedente importante para las luchas de hoy”, explica este activista.

Jimmy Gómez lleva en Madrid dos meses. Es una de las más de 23.000 personas que han salido de Nicaragua después del conflicto que comenzó el pasado 19 de abril y en el que se cuentan aproximadamente 400 personas fallecidas, 3.000 heridas, miles de detenciones ilegales y documentados casos de tortura bajo custodia policial. Un levantamiento que ha abierto llagas en la izquierda española, que vivió desde 1979 y durante los años 80 un enamoramiento de la revolución sandinista. Desde entonces, el internacionalismo de las izquierdas del Estado español —así como las grandes agencias de la cooperación— tuvo en Nicaragua una parada fundamental.

Una carta abierta llamada “Nicaragua y la responsabilidad de la izquierda”, publicada hoy, sábado 8 de septiembre, suma más de 300 firmas de militantes de partidos y movimientos sociales del Estado español para tratar de clarificar una postura de oposición al orteguismo desde la izquierda del siglo XXI.

Los abajo firmantes

La escritora Almudena Grandes, el eurodiputado Miguel Urbán, la periodista June Fernández (Pikara Magazine), la víctima de los crímenes del Franquismo e integrante de La Comuna, Chato Galante, diputados autonómicos como Lorena Ruiz Huerta, Beatriz Gimeno, Tito Morano, Raúl Camargo e Isidro López, los catedráticos Koldo Unceta y Pedro Ibarra, o el histórico militante socialista Enrique del Olmo son algunas de las firmas que aparecen debajo de esta “carta abierta a la izquierda desde la izquierda” que reivindica la vigencia de las conquistas de la revolución sandinista pero pide al resto de la izquierda española una revisión de la historia reciente de Nicaragua, de las políticas de Daniel Ortega y Rosario Murillo —marido y mujer, presidente y vicepresidenta del país— y de la “sistemática y brutal represión” ejercida desde abril por el Gobierno del actual FSLN.

Así, la carta defiende que se tengan en cuenta los testimonios de los protagonistas de las luchas, y recuerda que el inicio del movimiento popular surgió como protesta por la inacción tras el incendio de una reserva natural y de la reclamación de una mejora de las pensiones. Según las personas firmantes:

“No se trata ahora de criticar al FSLN o lo que quede de él, sino denunciar a un gobierno autoritario y criminal; no se trata de defender la revolución sandinista de los años 80, cuyos logros no pueden ignorarse —no es ese el tema—, sino comprender que el gobierno Ortega- Murillo ya no pertenece al campo de la izquierda; no se trata de enzarzarse en análisis geoestratégicos, sino de solidarizarse con el pueblo nicaragüense que sufre la brutal represión”.

Yerling Aguilera (Esteli, 1991) forma parte de la Caravana Informativa de Solidaridad Internacional con Nicaragua, una organización bajo el punto de mira de parte de la izquierda española que apoya al Gobierno de Ortega y Murillo. Aguilera admite que dentro del movimiento generado desde el 19 de abril hay un “mosaico ideológico”, formado por personas que participaron en la revolución pero que consideran secuestrados los valores del sandinismo, por nuevas generaciones de estudiantes universitarios movilizados y también por otros sectores más interesados en conformar una suerte de “orteguismo sin Ortega”.

A pesar de ello, Aguilera cree que hay que denunciar “el papel cómplice y tibio de la patronal” y que las propias contradicciones de Rosario Murillo durante sus comparecencias públicas muestran que el Gobierno ha dado bandazos hasta llegar a la teoría de que detrás de las protestas hay una conspiración del enemigo imperialista. “Primero dijeron que las protestas eran de grupos pequeños, después que los financiaban grupos de derecha, ya por último dijeron que era una conspiración de Estados Unidos y la CIA”.

Los firmantes de la “Carta abierta a la izquierda desde la izquierda” denuncian cómo, durante esos meses, se han silenciado o ignorado “las denuncias de antiguos referentes sandinistas como Ernesto Cardenal, Gioconda Belli, Sergio Ramírez, Dora María Téllez, Mónica Baltodano, Henry Ruiz o Edmundo Jarquín, solo por citar algunos, todos ellos participantes en las luchas e insurrección antisomocista, y del primer gobierno revolucionario presidido por Daniel Ortega, así como de la gran mayoría de representantes de la cultura, como Carlos Tunnermann, Alejandro Serrano Caldera, los hermanos Mejía Godoy... ¿Han sido todas estas personas compradas por la CIA, o han sucumbido a la lógica imperialista?”.

La situación actual

Para Yerling Aguilera, las demandas mínimas hacia el Gobierno de Ortega pasan porque se produzca la liberación de los presos políticos y se acaten las resoluciones de derechos humanos de la Comisión Interamericana de la ONU y de las ONG del interior.

Según explica esta activista, en la actualidad hay una “tercera etapa de la represión política” en Nicaragua, “más difícil de visibilizar ante la opinión pública”. Ya no hay ruido de tiros y si detenciones ilegales de estudiantes y de gente movilizada. Se han hecho listas negras que afectan, entre otros, al profesorado y al personal médico. Hay torturas y violaciones a mujeres y hombres en los centros de detención y los paramilitares campan a sus anchas, denuncia esta activista.

Jimmy Gómez explica que lo que se trataba de un movimiento social se ha convertido “en un movimiento clandestino”. Poner la vida en el centro, construir una “patria libre para vivir” —adaptación del lema sandinista “Patria libre o morir”— es una forma de sembrar una semilla de futuro en un proceso de cambio para toda centroamérica, agrega este activista. De este modo, explica, el primer objetivo del movimiento de protesta es que los individuos que lo forman sobrevivan a la ola de represión.

Por eso también, para Gómez, es importante actualizar la agenda revolucionaria de los 80 con la de este siglo: los derechos de los afrodescendientes, la lucha antipatriarcal, las demandas de derecho al aborto —cercenado por Ortega en su mandato desde 2007— y contra la violencia de género y el cuestionamiento de una cultura caudillista arraigada en la política —vertical y machista— de la izquierda ‘nica’.

Desde España, los firmantes de la carta “Nicaragua y la responsabilidad de la izquierda”, concluyen:

“La cuestión nicaragüense no es una anécdota política, es una piedra angular sobre la que demostrar nuestro compromiso con esos valores que precisamente definen al bando progresista y de izquierdas, tan elementales como la democracia, los derechos humanos, la justicia social y la defensa del planeta (...) Si buena parte de la izquierda internacional, y la española en particular, se inhibe en relación a las justas luchas democráticas actuales en Nicaragua y en la defensa de la población que se moviliza desarmada frente a la represión estatal, no deberá extrañarse de que este proceso espontáneo sea pasto fácil de oportunistas y derechistas”.

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