Migración
Por qué Túnez no es un puerto seguro: memoria de violencias y deportaciones en Zarzis

Túnez no es solo un puesto de primera línea sobre Libia financiado por Europa o una frontera externalizada en las orillas de un mar asesino. Túnez también es un territorio que pertenece a la vasta área mediterránea donde se puede construir una red transnacional de resistencia.

Zarzis Tunez
Playa en Zarzis, Tunez.
26 sep 2019 12:00

En Túnez hay una doble frontera, la que Europa ha externalizado allí y la de Libia, escenario de un tránsito continuo de miles de personas migrantes: hombres, mujeres, niños y niñas huyen de Libia todos los días, llegan a las costas tunecinas, cruzan su mar, pisan su tierra, trabajan y son explotadas. Sin derechos, tanto en vida como después de la muerte, en un ir y venir de cuerpos e historias de las cuales se pierden a menudo la memoria y la conciencia.

Pero el recuento de muertes y llegadas es obligatorio cuando la Historia pasa por alto los horrores y la violencia que en estas costas se perpetran a diario: el recuerdo de los viajes y relatos de las personas migrantes es un recurso impagable para visualizar la geografía de esta brutalidad.

Frontera sur
Caravana Abriendo Fronteras: tejiendo redes, hilando historias

La Caravana Abriendo Fronteras vuelve de su recorrido por la frontera sur. Atrás quedan las redes que se siguen tejiendo y también las historias de quienes creen que otro mundo, más que posible, es necesario.

Túnez, Zarzis, Medenine, Ben Gardane y Ras Agedir, hitos en el espacio de circulación de migrantes en suelo tunecino, fueron los lugares donde en la primera semana del pasado agosto intervinimos como asociaciones nacionales e internacionales: Bergamo Migrante Antirazzista, Borderline Sicilia, Campagna Lasciatecientrare, Caravana Abriendo Fronteras, Carovane Migranti, Dossier Libia, Europe Zarzis Afrique, Movimiento Migrante Mesoamericano, Progetto 20k, Progetto Melting Pot Europa, y varias personas a título individual. Una red de reflexión y acción trasladada a este espacio polisémico y heterogéneo que, por invitación del grupo “Europa Zarzis Afrique”, del 1 al 5 de agosto pasado, tuvo como punto de encuentro la pequeña ciudad de Zarzis y luego se extendió a otros lugares de la frontera de Túnez con Libia.

Nuestro aporte consistió en favorecer —junto con organizaciones locales— un trabajo de denuncia y memoria activa de la violencia de las políticas criminales y criminalizadoras en esta frontera poco conocida.

Testimonios e informes de estos hechos han confirmado que Túnez no es un país seguro para las personas migrantes y refugiadas, teniendo en cuenta las innumerables violaciones de los Derechos Humanos, detenciones y deportaciones que allí se cometen.

Tierra de llegadas y partidas: memoria y acción en Zarzis

La pequeña ciudad de Zarzis es un escenario clave de una intensa y permanente agitación al otro lado de los muros de la Europa Fortaleza. En las costas de Zarzis, en un tráfico ininterrumpido, se suceden las salidas de migrantes hacia Europa y las llegadas de cuerpos de migrantes sin vida procedentes de Libia, tras los naufragios en el mar. Migrantes subsaharianos y tunecinos nos han relatado sus viajes que pueden durar meses e incluso años, a lo largo de un recorrido migratorio complejo y plagado de incertidumbres.

Entre las organizaciones y activistas locales hay quienes se esfuerzan a diario en restituir el valor de las vidas y de las muertes, en contraste con las políticas de criminalización que se ejecutan en Europa. Entre aquellas debemos recordar el trabajo del grupo tunecino de pescadores que salvan a los migrantes en el mar o el compromiso del pescador Chamseddine Marzoug, enterrando los cadáveres en el “Cementerio de personas desconocidas” en un pedazo de tierra aislado, polvoriento y olvidado.

Está también el trabajo de testimonio de las madres de los migrantes tunecinos desaparecidos en el mar. Ellas fueron las protagonistas de un diálogo con Ana Enamorado y Mario Vergara, ejemplo de una lucha imparable por la justicia de sus familiares en Honduras y México, respectivamente.

Asimismo hay que recordar el testimonio que el poeta Mohsen Lihidheb ofrece al recoger los objetos que el mar trae de vuelta a la tierra, ordenando los zapatos usados por hombres y mujeres, en un museo de la memoria que trata de devolver el sentido a las vidas rotas por la brutalidad de las fronteras. 

Zapatos arrastrados a la orilla por las olas y zapatos que recorren los caminos hacia Europa: en este limbo de tierra que es Zarzis son continuas las salidas y las llegadas

Zapatos arrastrados a la orilla por las olas y zapatos que recorren los caminos hacia Europa: en este limbo de tierra son continuas las salidas y las llegadas. Además de los jóvenes tunecinos, quienes desde hace décadas realizan la harraga, es decir, “queman” la frontera mediterránea viajando en pequeñas embarcaciones, hay numerosas personas migrantes del África subsahariana que viajan a través de Túnez para llegar a Europa. Para estas personas la fase de detención en el limbo tunecino es un período de espera con problemas antes de partir hacia la anhelada Europa. Según el grupo Europe Zarzis Afrique, en este contexto sería deseable promover experiencias de economías alternativas que faciliten la construcción de espacios de existencia y convivencia.

De nuestra observación de este complejo espacio surgió una constatación clara de los problemas críticos: la necro-biopolítica y la violencia estructural caracterizan una realidad en la que es difícil permanecer indiferentes.

De Túnez a Medenine: la condición de segregación y violencia de los refugiados y menores no acompañados

Eritrea, Sudán, Malí, Senegal, Chad, Nigeria, Costa de Marfil, Guinea Conakry: estos son los países de origen de las personas migrantes del África subsahariana que hemos conocido en Medenine y Zarzis: más de 1000 solicitantes de asilo viven en centros que se encuentran en condiciones degradadas. Los migrantes se quejan de depresión, condiciones de higiene precarias, falta de dinero en efectivo, y falta de oportunidades laborales e integradoras en la sociedad tunecina. 

Vimos a muchas personas vulnerables que necesitan asistencia y que sin embargo permanecen excluidas del tejido local, y son objeto de ataques racistas. Hay quienes en su desesperación amenazan con suicidarse o regresar al infierno libio, para al menos tener la oportunidad de trabajar.

Las condiciones no mejoran en el centro para menores extranjeros no acompañados, donde los chavales se quejan de abandono total, y de falta de asistencia sanitaria y jurídica.

Un caso muy grave es el relativo al grupo de cerca de 200 solicitantes de asilo procedentes de Eritrea que se encuentran entre Túnez y Medenine. Estas personas recibieron una tarjeta de ACNUR que las identifica como refugiadas, pero que en realidad no tiene valor, ya que Túnez no ha firmado ningún acuerdo internacional de reconocimiento del estatuto de refugiado. Debido a esta paradoja, a las personas migrantes de Eritrea se les niegan todos los servicios, se les niega la asistencia legal y médica que más necesitan y no tienen posibilidad de viajar a países seguros. De sus relatos se desprende su miedo a tener una presencia pública. De hecho las personas solicitantes de asilo intentaron expresar sus reclamaciones en Túnez el 20 de junio, durante el Día Internacional de los Refugiados, mediante una sentada pacífica , reprimida brutalmente por la policía tunecina con palizas y arrestos.

Al conocer estas informaciones, alertamos a un grupo de abogados y enviamos una declaración a ACNUR en Túnez, denunciando la ilegalidad de esa situación y solicitando una acción inmediata.

Ben Gardane y Ras Agedir. Violencia oculta en la frontera libia: el caso de la deportación de 36 personas de Costa de Marfil

La brutalidad de las políticas migratorias tunecinas que presenciamos alcanzó su punto máximo el 4 de agosto con la deportación de 36 migrantes de Costa de Marfil desde la ciudad de Sfax hasta la frontera desértica con Libia: 21 hombres, 11 mujeres, una embarazada y 4 niños fueron abandonados en el área fronteriza de Ras Agedir, durante cuatro días en una zona militar. Esta acción inhumana fue documentada por un vídeo difundido por los activistas tunecinos del Forum tunisien pour les Droits Economiques et Sociaux.

Nuestra movilización a favor de su liberación —mediante la coordinación y la participación conjunta con los activistas locales— se desarrolló durante varios días, intentando evitar una tragedia. Gracias al contacto telefónico de A., uno de los deportados, fue posible dar seguimiento a la situación y condiciones de las personas expulsadas a la zona fronteriza bajo el control y la responsabilidad de la Guardia Nacional tunecina: durante varios días sufrieron un calor intensísimo y la ausencia de alimentos, y la mujer embarazada tuvo pérdidas de sangre y convulsiones.

Las movilizaciones en Túnez organizadas por la asociación Terre pour Tous frente a la sede de ACNUR, nuestra presencia en la frontera con Libia, la difusión de comunicados de prensa, las presiones a la OIM, ACNUR, la Media Luna Roja y Amnistía Internacional permitieron después de muchos días desbloquear la situación.

La posición del gobierno tunecino siempre fue negar la vergonzosa expulsión , incluso pretendiendo desacreditar el trabajo de los activistas italianos, a pesar de la evidencia de las grabaciones de audio que recogen las voces de los migrantes. Esto ocurrió incluso cuando la delegación de activistas, presente día y noche en la frontera con Libia, entró en el área militar, en el último punto de control junto al puesto fronterizo libio de Ras Agedir, para reunirse con el jefe de la fuerza policial: junto a la valla de la frontera con Libia, a pocos pasos del lugar donde los migrantes fueron abandonados, el jefe de policía que nos recibió, afirmó que no tenía ninguna información sobre ello.

No solo eso: después de la liberación de los migrantes el gobierno tunecino negó su responsabilidad, declarando que las personas reenviadas finalmente al interior de Túnez, no eran las mismas cuya expulsión había denunciado un grupo de locos activistas italianos.

Esta actitud cerrada encaja perfectamente en el escenario de negación de lo que sucede entre las dos orillas del Mediterráneo, en ese mar y en esas tierras donde los derechos de las personas migrantes son sistemáticamente negados. Hemos sido testigos directos de ello: en esos días, en la angustiada expectativa de las llamadas telefónicas de nuestro amigo A., comprobamos el altísimo precio del silencio dramático y mafioso de Europa y de sus fronteras externalizadas.

Redes y resistencias fronterizas para la libertad de movimiento

La gravedad de los hechos de los que hemos sido testigos manifiesta inequívocamente el peligro del tránsito y la permanencia de las personas migrantes en Túnez, un país al que no consideramos seguro, a pesar de que Europa continúa teniéndolo como socio político en la gestión de las migraciones.

Está claro que las políticas europeas de criminalización, basadas en la seguridad y la represión, contribuyen a configurar nuevas formas de dominación y explotación que deben ser visibilizadas y denunciadas. El apoyo de activistas y organizaciones sociales es hoy una contribución fundamental, —en el marco de movilizaciones conjuntas con las fuerzas locales— , en las fronteras geográficas y lejos de ellas, en un área mediterránea a la que —no debe olvidarse— pertenecemos y es parte de nuestra historia.

Túnez no es solo un puesto de primera línea sobre Libia financiado por Europa o una frontera externalizada en las orillas de un mar asesino. Túnez también es un territorio que pertenece a la vasta área mediterránea donde se puede construir una red transnacional de resistencia. De hecho, en torno a los movimientos de refugiados y migrantes se han establecido conexiones que pueden resultar muy eficaces en la relación de migrantes y activistas. Un ejemplo es el trabajo en equipo realizado entre las diferentes organizaciones presentes en Zarzis, —organizaciones que van desde Túnez a Italia, y desde España a México— y que el último día de reuniones se concretó en una manifestación. “Libertad de movimiento sin visado” y “Alto a la violencia en Libia” fueron las reivindicaciones principales coreadas en el puerto de Zarzis, junto a un mar repleto de historias y tragedias.

En torno a los movimientos de refugiados y migrantes se han establecido conexiones que pueden resultar muy eficaces en la relación de migrantes y activistas

“Que Zarzis sea como Riace, una estrella brillante en la historia y en los caminos de los migrantes”. clama nuestro amigo Mohsen en su poema “Como Riace”, invitando a construir una red de resistencia entre las dos orillas del mar.

Debemos plantearnos este compromiso, entre el deseo de comprender y la voluntad de transformar. Para que en estos tiempos oscuros entre los dos lados del mar “más allá de las costas de Sicilia y de Zarzis” , se avive la misma desobediencia activa frente a las políticas xenófobas y excluyentes que prohíben el movimiento de las personas, y también frente a las prácticas ilegales de detención.

Para que los pescadores tunecinos y las ONGs ahora bajo ataque puedan seguir salvando migrantes, para que no sean interrumpidos los pasos llenos de coraje de quienes desafían las fronteras, y no cese la oscilación de los zapatos de los náufragos recordados en el museo de la memoria de Zarzis; para que los testimonios de las madres tunecinas y mexicanas sobre las personas desaparecidas ayuden a poner fin a estas tragedias; para que no se olviden las historias de todos los migrantes que se encuentran en las fronteras, y los cuerpos se reconviertan en personas y los números en nombres. Y para que de esta manera consigamos que no se llenen los vacíos, que los culpables no salgan impunes, y que no se elimine la verdad, como una de esas tantas verdades indiferentes en el mundo.

Esta es la forma concreta de apoyar a quienes cruzan fronteras: que permanezcan en nuestras reivindicaciones contra las políticas europeas y en nuestra voluntad de actuar para que el derecho al libre movimiento sea un derecho de todas las personas

En fin, seguiremos en las fronteras para vivirlas, controlarlas, denunciarlas y dar testimonio de ellas. Para no habituarnos, no ser indiferentes y resistir. Y no olvidar nunca que ésta es también nuestra historia.

Archivado en: Fronteras Migración
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