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Estados Unidos
“Provocación”: Trump despliega 700 marines en Los Ángeles

El lunes 9 de junio, Donald Trump aprobó el despliegue de marines estadounidenses en Los Ángeles para sofocar las protestas de miles de personas en la ciudad californiana. Se trata de un contingente de 700 marines soldados destinados en Camp Pendleton, a una distancia de menos de 200 kilómetros de Los Ángeles. El gobierno federal ampara esta intervención en que, según el El Título 10 del código que describe el papel de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, es posible la intervención cuando se produce “una rebelión o peligro de rebelión contra la autoridad del gobierno".
La orden del Pentágono se basa en la necesidad de ayudar a proteger a los agentes y edificios federales, pero se interpreta políticamente como un abuso de la autoridad presidencial destinado a acrecentar la impresión de caos incontrolable en un Estado controlado por los demócratas.
El último despliegue de la Guardia Nacional sin la solicitud previa de un gobernador se remonta a los años 60 y obedeció a la tensión entre el gabinete de Lyndon Johnson y los estados segregacionistas del Sur, que evitaban deliberadamente proteger a los manifestantes por los derechos civiles.
Citando a un funcionario de defensa bajo condición de anonimato, el medio estadounidense The Intercept califica la activación de los Marines como una “provocación” por parte de Trump diseñada para fomentar una “crisis manufacturada”.
Primero la guardia nacional, después los marines
Los días 6 y 7 de junio, agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), fuertemente armados y enmascarados, comenzaron una razzia en centros de trabajo y de ocio de la ciudad de Los Ángeles. La protesta espontánea contra las redadas ha tenido consecuencias en forma de disturbios, pero tanto el Ayuntamiento de Los Ángeles como el Gobierno de California ha insistido en que podía controlar los tumultos. La Policía de la ciudad ha disparado cientos de balas de foam, munición menos letal, contra las personas que se han manifestado desde el viernes.
Sin embargo, la Casa Blanca aprobó el sábado un memorándum ordenando el despliegue de la Guardia Nacional. El lunes, el gobernador del Estado, Gavin Newsom, interpuso una demanda contra Trump y contra el secretario de Defensa, Pete Hegseth por el envío de la Guardia Nacional. Se les acusa de extralimitarse en su autoridad federal y de violación de la Constitución de EEUU.
Ante la noticia del despliegue de los marines, Newson anunció el lunes 9 por la noche otra demanda contra lo que se percibe como un “abuso de poder” por parte del presidente y de Hegseth. Según la oficina del Gobernador californiano, Trump “moviliza a la mejor rama de las fuerzas armadas estadounidenses contra sus propios ciudadanos”.
Rob Bonta, fiscal general de California, emitió un comunicado en la misma línea en el que habla de una medida “innecesaria y contraproducente”. Bonta añadió: “Seamos claros: no hay invasión. No hay rebelión. El presidente intenta sembrar el caos y la crisis sobre el terreno para sus propios fines políticos”.
Mientras, las redadas contra personas migrantes siguen produciéndose en ciudades como Paramount, Huntington Park y Whittier, especialmente frente a comercios y núcleos de afluencia de personas migrantes.
El lunes, un juez fijó la fianza de 50.000 dólares contra el líder sindical David Huerta, al que se acusa de conspiración para obstaculizar a un agente de ICE. La pena a la que se arriesga es de hasta seis años de prisión federal.
“Miles de trabajadores siguen detenidos injustamente y separados de sus familias”, señalaba ayer el sindicato SEIU California, al que pertenece David Huerta: “En este preciso momento, las comunidades inmigrantes están siendo aterrorizadas por fuerzas armadas fuertemente militarizadas. El despliegue de la Guardia Nacional por parte del régimen de Trump es una peligrosa escalada para atacar a quienes no están de acuerdo con él. Es una amenaza para nuestra democracia. El gobierno federal nunca debe ser utilizado como arma contra quienes no están de acuerdo con él”.
Tanto el sindicato SEIU como United Farm Workers siguen llamando a la resistencia no violenta y a no caer en las provocaciones. Recuerdan que los trabajadores migrantes son fundamentales en California, donde no se recuerda un despliegue militar semejante desde 1992, año en el que se leyó el veredicto absolutorio para los policías que maltrataron al joven negro Rodney King.
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Tot això sona a doctrina de shock contra els estats demòcrates. A Putin li cal fracturar les seves societats per assegurar la seva dominació. Perdó, he dit Putin? Volia dir Trump, quin lapsus!
Digamos que la ciudadanía USA está "disfrutando" del tratamiento que su país a dispensado vía asesinos y corruptos afines a las poblaciones de centro y sudamérica. Aquí tienen la destrucción de las instituciones que debieran garantizar el bienestar de la sociedad, mediante su uso y abuso arbitrario e interesado como es el caso de los militares que aplastan cualquier protesta ciudadana. Por no hablar de todas aquellas instituciones públicas que se está intentando desmantelar porque no les interesa que existan a Trump y a los suyos. Todo ello estrategias y acciones muy conocidas además de sufridas por los países del sur del continente americano auspiciadas por el vecino del norte.
En los USA todavía hay mucha gente que cree en el Partido Demócrata por cómo sale de la comparación con Trump y los republicanos. Quizás, más bien, habría que seguir la estela de todo aquello que tanto el Partido Demócrata como los republicanos han hecho referente al machaque continuado en "su patio trasero" latinoamericano. Y me concentro en el continente americano porque parece que es la dinámica más importante en los disturbios de Los Ángeles y California ahora. Pero podríamos hablar de medio planeta víctima del mantenimiento del imperio americano.
La lección aquí es que no puedes pensar como ciudadan@ que aunque tú te beneficies de las artimañas violentas de los poderes en otros países para mantener su influencia, esas mismas artimañas no se van a girar contra ti en cualquier momento en el que te conviertas en un elemento incómodo o prescindible para esos mismos poderes. Eso ya pasó en Europa en la crisis del 2008-2016 y la población sufrimos el pago de los platos rotos de la banca y la política, pero parece que no fue suficiente para que la ciudadanía abriera los ojos respecto al entramado de la Unión Europea (y sus cipayos españoles por lo que nos toca). Se podrían poner muchos más ejemplos, ya sé.
La dinámica que mantiene ciega a una población mientras se beneficia de la toxicidad sobre terceros de sus gobiernos y poderes aliados parece ser una desgracia humana compartida.