Comunicación
Los medios que ceban la rabia contribuyen al riesgo de los votos con rabia
El periodismo de vísceras desatado con el asesinato de Gabriel Cruz favorece el populismo punitivo de la prision permanente revisable.

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Primero se programan espacios informativos especiales a troche y moche para participar a la audiencia de modo reiterado y cansino hasta las más mínimas particularidades del suceso, aunque en las repetitivas conexiones desde el lugar de los hechos se diga siempre lo mismo. Hay ocasiones en que los familiares de la víctima, afectados por el dolor, son materialmente secuestrados por los micrófonos para que las imágenes de su llanto o sus voces condolidas lleguen a la audiencia.
Como profesional retirado del periodismo, asistí en no pocas ocasiones al entendimiento que se tiene del oficio en las redacciones cuando corre la sangre. Se trata de pescar lectores, oyentes o espectadores, sin el menor asomo de humanidad, y para ello es imprescindible la búsqueda y hallazgo de cuanto detalle sea nutriente del morbo, para luego plasmarlo y, llegado el caso, hacerlo incidir con repetitiva insistencia en la atención de la audiencia.
La consecuencia inmediata de esta mecánica informativa harto frecuente, sobre todo en el periodismo audiovisual, suele comportar un incremento substancioso de la publicidad, que es lo que en el fondo y en la forma se persigue como objetivo fundamental en la empresa informativa cuando el negocio prima sobre todo lo demás.
Si los medios buscan subir su audiencia para recaudar más ingresos por propaganda, ciertos partidos -cuyo nombre bien sabemos a propósito de la llamada prisión permanente revisable, ahora precisamente en candelero- lo que persiguen son los votos a través del llamado populismo punitivo. La imagen de lo que estamos viviendo estos días la reflejó muy bien una viñeta de CTXT en el que aparecían un político y un periodista con sus respectivas cañas, el uno pescando audiencia y el otro votos, y ambos con la sangre hasta las rodillas.
Cuando se repiten hasta tres veces, en un intervalo de pocos minutos, las imágenes de una panda de ociosos dando gritos a un furgón policial mientras lo fotografían con sus móviles, y se hace de ello desde los medios una lectura hiperbólica en la que se habla de linchamiento -como ha sido el caso en varios canales de televisión-, se está jugando a favor de quienes se sirven de esa lectura para endurecer leyes que, en principio, conducen a una cadena perpetua simulada y se debaten, además, en caliente para que quienes las propulsan se beneficien con los votos de esa rabia mediáticamente cebada.
¿Todavía no somos lo suficientemente mayorcitos y con la suficiente e ilustrativa historia detrás como para saber de sobra adónde conduce la rabia?
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