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Fascismo
Breve reflexión sobre la misa en homenaje al dictador realizada en Badajoz este pasado 20N
El pasado 20 de noviembre se celebró un oficio religioso en Badajoz en memoria del dictador Francisco Franco. A continuación, y con motivo de la ceremonia, unas líneas de breve crónica y reflexión acerca de la normalización del fascismo desde una visión feminista.
El miércoles, 20 de noviembre, la Plaza López de Ayala no tenía a nadie sentado en sus terrazas. El Gobierno Militar parecía saludar de frente a la iglesia, y probablemente no hubiera mejor escenario que ése para lo que allí acontecía. Llovía y el día invitaba poco a salir a la calle. A excepción del puesto de castañas asadas bajo la esquina de los soportales, no podía verse mucha gente en la zona.
En la puerta de la iglesia de las Descalzas, sin embargo, algunos paraguas reunidos. Esperando la entrada al templo. Y es que ese día se celebraba, a las 19:30, una misa en honor y memoria del genocida Francisco Franco. Un acto que a todas las demócratas nos parece de evidente exaltación de la figura del dictador y, además, realizado en idénticos términos en otros municipios, por estar enmarcado en una convocatoria estatal de la fundación que lleva su nombre.
La concurrencia fue de alrededor de unas 50 personas y con una media de edad bastante elevada -también con la asistencia de José Antonio Morales, candidato de Vox a la Asamblea de Extremadura-Los paraguas no dejaban de entrar en la iglesia. Algunos, con abrigos de piel debajo, otros con chaquetas… alguno, incluso, con un anorak Helly Hansen dejando ver el logo “HH” en sus mangas. Esa marca que, conocida por ser del agrado de grupos neonazis de toda Europa, estuvo a punto de ser prohibida en Alemania, ante la la mera posibilidad de poder ser interpretada como una evocación del grito de “Heil Hitler”.
Con la concurrencia de alrededor de unas 50 personas y con una media de edad bastante elevada -también con la asistencia de José Antonio Morales, candidato de Vox a la Asamblea de Extremadura- se llevó a cabo la ceremonia, sin problemas, en una sociedad que se dice democrática. Un acto, sí, en la memoria del dictador.
Algunas, todavía, en el mismo tiempo, lo único que seguimos pidiendo es verdad, justicia y reparación. Y en esa espera, continuamos viendo cómo nuestra memoria y la de nuestras antepasadas es relegada a los márgenes de los libros mientras que a otros se les tributan honores, se les organizan actos, memoriales y ceremonias.
Porque esta gente “de gesto comedido y actitud salvaje” están a nuestro alrededor, haciéndonos creer que no pasa nada. El fascismo se cuela en nuestro día a día, ya sin ninguna careta. ¿No vamos a actuar?
Porque esta gente “de gesto comedido y actitud salvaje” están a nuestro alrededor, haciéndonos creer que no pasa nada. El fascismo se cuela en nuestro día a día, ya sin ninguna caretaY es que, estos días, como si hubiéramos retrocedido a otra época, todas escuchamos que es mejor no hablar de política. Que no hay que enfadarse, como si las ideas políticas no estuvieran sustentadas en los principios y valores íntimos, personales.
Pero la lucha antifascista, y los cuidados que tanto reclamamos las feministas, son también dejar de tener relación y de justificar a las personas de las que, aún habiendo compartido buenos momentos, sabemos que piensan y que actúan directa o indirectamente (ya sea con su voto, con actitudes, palabras…) en nuestra contra.
Por eso, el miércoles, mientras observaba la calma de las calles de mi ciudad sentí miedo. Miedo porque estamos normalizando el discurso de la vulneración constante de los Derechos Humanos en los debates, en las cenas familiares, en las cañas con las amistadesEn contra, sí, de nuestros cuerpos, nuestros derechos, nuestra manera de amar, de relacionarnos, de nuestra libertad, de nuestra identidad y de nuestras familias diversas. En contra de nuestra memoria y nuestro derecho a conocer la historia sin medias tintas, nuestro derecho a cerrar las heridas y vivir con dignidad.
Por eso, el miércoles, mientras observaba la calma de las calles de mi ciudad cuando, a la vez, se realizaba este acto atentatorio contra los derechos de muchas, y todo sucedía sin hacer apenas ruido, sentí miedo. Miedo porque estamos normalizando el discurso de la vulneración constante de los Derechos Humanos en los debates, en las cenas familiares, en las cañas con las amistades. Miedo porque seguimos pensando que no nos afecta, que hay que tolerarlo, olvidándonos una y otra vez de Popper y su paradoja, esa que condena a la destrucción, a manos de los intolerantes, de esa mayoría tolerante que les dejó hacer.
Pero no me instalaré en ese miedo, porque también experimenté rabia y, con ella, un sentimiento de protección, de necesitar defender lo mío, que es de todas. Y ambas cosas juntas son las que nos reclaman luchar por los derechos, por la dignidad, por la justicia social. También bajo la lluvia, recordando que en otro momento las calles de Badajoz ya estuvieron mojadas, pero con otro color, el de la sangre; y que, por ese mismo motivo, actos como el que allí se celebraba son intolerables y no se pueden repetir.
Siempre luchando, siempre antifascista.
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Y el Morales que ya tuvo que pedir perdón por asistir a la cena de la Fundación Franco ahora repite asistiendo a una misa franquista? se ve entonces que no estaba muy arrepentido