Feminismos
Victoria, otra serie sobre reinas que necesitan reyes
Llega septiembre, y con él, las series históricas. En Inglaterra, desde el año pasado, ha vuelto una extraña pasión por el reinado victoriano que se ha traducido en la película recientemente estrenada La reina Victoria y Abdul, así como la genial serie de ITV, Victoria.

¿Es casualidad? Improbable. Ante el aniversario del fallecimiento de Lady Di, parece que todo está orientado dar a conocer una cara más humana de los monarcas, que fueron personas con sentimientos, que cometieron errores... ITV ha realizado algún que otro especial sobre ello (es la cadena de Upstairs, Downstairs y Downton Abbey).
A veces sometida, a veces frustrada
La actriz elegida para el papel es de Victoria es Jena Louise Coleman, conocida por ser la acompañante del Doctor Who hasta su entrada en esta serie, por lo tanto, habitual para el público inglés. La actriz pasa de ser una co-protagonista a la pieza principal de toda la trama. Como co-protagonista en el papel de su fiel marido, Tom Hughes, actor inglés que ha tenido poco reconocimiento fuera de las islas. Rodeándolos, tenemos desde actores como Rufus Sewell (Lord Melbourne) hasta nuevas caras que empiezan a verse cada vez más (Nell Hudson,Outlander).
Victoria y Alberto ocupan el centro de toda la serie, y fiel al estilo inglés de Upstairs, Downstairs y Downton Abbey, subdesarrolla dos tramas: la del palacio con la reina Victoria y toda su corte, y por otro, la de los criados. Este formato de tener historias paralelas, sirve para que los espectadores pueden ver que los ricos también lloran, que todos son humanos, y que al final todos sufren amores, desamores y problemas que quitan el sueño. La música es magnífica, con una melodía de cabecera que van adaptando según los momentos que se necesitan, a la vez que la ambientación es muy cuidada.
En cuanto a la trama, la serie se centra en la vida de Victoria más que en su reinado. Los sentimientos, sus fallos, su enamoramiento repentino de Alberto, cómo empieza y se enamora de su Primer Ministro, todo lo que le hace más humana a los ojos de los británicos. Esa veta lleva sin pensarlo a ver que la mujer es un ser sentimental que se deja llevar por el corazón. En la primera temporada presentan a una niña sin mucha idea de qué debe hacer y perdida en los asuntos de gobierno aunque hay momentos donde se impone y salen a la luz ese carácter y su espíritu incansable.En esta segunda temporada parece que empiezan a madurar más el personaje, le van reduciendo ese lado de ángel del hogar, ese cliché de que la mujer es sentimental, mientras que a él llegan a dedicarle un capítulo en la primera temporada (The clockwork man) Alberto es más científico y realiza las acciones de una forma más premeditada. Alberto apuesta y arriesga, cree que los uniformes no son prácticos para la guerra. Victoria, en cambio, solo opina que lucen bien.
Una mujer necesitada de un hombre para reinar
El pilar de la serie es sobre su relación, eje de la segunda temporada. El matrimonio y la paternidad son protagonistas cuando antes eran el surgimiento del amor y la titubeante llegada de Victoria al Gobierno, mostrándola como un ser dependiente de la mano de un hombre que la ayude.
Por ahora, en esta temporada destaca que Victoria no quiere ser solo madre ya que quiere ser la mano que gobierne Inglaterra. No soporta ser un simple útero. Incluso con sus problemas y fracasos hacen ver que, lejos de ser una persona algo irracional que se deja llevar por sus instintos, madura y elige sabiamente. Puede pasar revista a un ejército aunque no deja de haber una mirada (un poco Disney) de hombres enamorados que pelean por sus mujeres, y de romances locos que los lanzan a nuevas aventuras. La serie británica quiere que se note el pensamiento profundamente arraigado de que la política es cosa de los hombres. A Victoria cada toma de decisión le cuesta un triunfom dejándose entrever que a veces debe recurrir a tretas y engaños (remitiendo a esa figura del cine negro donde la mujer es engañosa, tiene malicia y engaña al hombre para que sucumba a él). Las mujeres que la rodean, como la obsesiva madre, intentan hacerla caer a un segundo plano del poder; incluso en algunos momentos su propio marido, al que le cuesta asumir su papel más segundón, muestra sus reticencias a este formato de Gobierno.
Hay momentos en los que ella se retira para que Alberto no se sienta agobiado con su figura, redundando así en que él es quien tiene el poder. De nuevo, el cliché de una mujer poderosa ahogando a un hombre. La serie no se sabe bien qué pretende, si retratar a una mujer que toma sus decisiones y tiene el control de ella, o más bien ese rol clásico de persona de segunda que debe asumir que no es quien más sabe, que necesita un hombre que la guíe y apoye, y que, por muy reina que sea, sigue siendo la esposa de.
Es cuestión de ver hasta dónde quieren caminar: si una Victoria real, capacitada o el romance de novela rosa digna de estar a la hora de sobremesa.
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