Ecofeminismo
Naiara Puertas: “Los cuidados son trabajo de verdad, lo demás es trabajo inventado”
La periodista Naiara Puertas, columnista de El Salto, ha publicado Al menos tienes trabajo, un ensayo sobre la sociedad del trabajo editado por Antipersona.

Si aboliéramos la sociedad del trabajo, escribiría más y aprendería un idioma. De momento, corrige páginas en la sección de cierre de un diario impreso y escribe columnas para El Salto. Naiara Puertas, la autora de Al menos tienes trabajo, se adentra en este libro para observar y ponerle voz a las trampas del lenguaje neolaboral. El pasado sábado presentó el ensayo en la Mostra del Llibre Anarquista de Castelló, y el 10 y 25 de octubre estará en Leganés y Madrid, respectivamente.
Tu libro pivota sobre la idea de que el trabajo nos despolitiza. ¿Es la contradicción del siglo XXI?
El trabajo no nos despolitiza, nos hace muy conscientes de que llevar hasta el final la acción política supone pactar. Siempre hay que ceder. Y eso se vuelve contra ti y es desagradable.
Pero siempre ha sido así, ¿no? Una huelga, una negociación. ¿Quizá antes había más conciencia de clase trabajadora?
Eso es hablar en términos eurocéntricos, y creo que los cambios de trabajo van a venir de sitios que no son Europa y América del Norte. Hay un poso aspiracional muy importante que nos viene de los gloriosos 30 en el que se aspiraba a ir pareciéndote más a la burguesía en vez de a abolirla. Si estamos en ese punto ahora es porque en ese momento se decidió integrarse en la sociedad del trabajo, con sus negociaciones y demás, en vez de escapar del trabajo.
Y ahora, ¿qué?
Como en su día ese giro no se dio, ahora tenemos problemas que pasan por situaciones en las que los mineros del último pozo de carbón en activo de Alemania se sienten agredidos ante la marcha ecologista que pide su cierre. Son los platos rotos que tienen que pagar los movimientos sociales y obreros por haberse integrado en la sociedad del trabajo. Si queremos una sociedad con menos contaminación, tenemos que ir contra las factorías automovilísticas, que sabemos que nos han estado gaseando y trucando pruebas para no dar positivo en niveles de contaminación. Y con ello les estás diciendo a los trabajadores que dejen su vida adulta a un lado para hacer otra cosa que nadie sabe qué es. Y se lo estás diciendo nada menos que a los trabajadores mineros y automovilísticos, no se lo dices a unos cualesquiera.
Y esa cosa que no sabemos qué es, ¿es la abolición del trabajo?
Tendríamos unos mimbres muy buenos si nos pusiéramos a abolir el trabajo. Pero tengo la sensación, al menos entre la gente de mi edad, de que cuando no conseguimos un empleo queremos hacer valer nuestros conocimientos como sea dentro de la sociedad del trabajo, porque nos han enseñado que ser adulto es eso.
¿Y el dinero?
El dinero para vivir lo necesitamos todos, otra cosa es que el dinero para vivir venga de la relación capital-trabajo, que son dos cosas distintas.
Hay que tratar al adversario político como una persona que, cuando puede, acaba contigo en sentido literal
¿Necesitamos sindicatos o un movimiento social fuerte para conseguir una renta básica universal?
Siempre hay un debate doble: o renta básica universal o trabajo garantizado. La renta básica se puede conformar de tantas maneras que puedes hacer una renta básica muy neoliberal, en la que no se toque ningún esquema de producción. Consigues una paz social de base porque la gente tiene unos mínimos cubiertos, pero Mark Zuckerberg y Jeff Bezos siguen amasando millones y poniendo factorías donde les da la gana. Y siguen contaminando para seguir generando su actividad. Una renta básica que no intervenga en la producción no me gusta.
Mientras, el Estado quiere derivar las pocas políticas públicas al sector privado. En tu libro aparece la figura que describes como el “ciudadano ahorrador”, que se enorgullece de tener sanidad privada y escuela concertada.
Aquí, en el País Vasco, con la educación concertada lo vemos muy fuerte: yo me creo progre, pero me llevo al niño a un colegio concertado para que no esté con inmigrantes.
Quizá la culpa de todo esto la tiene el neolenguaje, que nos aburguesa.
La entrada en las clases medias es una coacción que se ha asumido con entusiasmo. Y no solo se ha asumido con entusiasmo, sino que plantear otro tipo de situaciones que puedan favorecer a más personas se ve mal. Es ese ‘por si acaso yo quiero estar un peldaño por encima de lo posible, por eso tengo mi seguro privado y llevo a los niños al colegio concertado’. Se quieren upgradear un poquito: buscan su nicho de obediencia y que les derrame un poco de lo que les puedan dar los de arriba.
Te preguntas en el libro “si el lado del bien está en cuidar del padre de uno mismo” y añades que este tipo de preguntas “establecen el límite de lo político”. ¿Adónde debemos llevar estos límites?
Cuando pienso en los trabajos feminizados pienso que esos son los trabajos de verdad. El trabajo de cuidados es el verdadero trabajo. Lo digno es cuidar de tu padre, lo demás es trabajo inventado.
Cuando hablas del padre que ve la luz y se pone a cuidar de sus hijos, señalas que vampiriza los cuidados.
Al padre se le aplaude lo que debería haber hecho hace mucho tiempo. Mientras a la madre, como no lo haga un día, se derrumba el mundo y se la critica.
Dices que “pasamos de puntillas por el tiempo, que el trabajo quita de la familia o de otras cosas y nos autoengañamos”. ¿El ecofeminismo es el futuro?
Ojalá. Si quieres que vivamos todos, sí. El paradigma de trabajar ocho horas tiene que cambiar. De lo que no estoy segura es de si alguna gente, que es la que más manda, quiere que todos sigamos vivos o les da igual. Creo que hay que tratar al adversario político como a una persona que, cuando puede, acaba contigo. No en un sentido figurado, sino literal.
Pones como ejemplo de falsa meritocracia a un joven de buena familia y a una joven de familia normal. Él triunfa meritocráticamente, ella no. Una vez más, el lenguaje neolaboral. ¿Cómo podemos tomar conciencia de esa mentira?
Cuando escucho a alguien que te dice que se ha esforzado mucho, si rasco un poco veo que no es así. Las cosas buenas que me han pasado han sido porque pasaba por ahí o porque he tenido suerte.
¿Por qué has escrito este libro?
Para probarme a mí misma, para ver si era capaz de terminarlo. Y porque lo que tenía escrito en el blog y en mi colaboración en El Salto me hizo pensar que ciertos temas merecen un desarrollo más pausado.
¿Qué pasaría si no tuvieras trabajo?
Ya he estado sin trabajo. Y estuve bastante tiempo trabajando solo en verano y lo pasé muy mal. Hay unas necesidades muy perentorias que están ahí. Las prestaciones de desempleo están desapareciendo y se está legislando con falsos autónomos y becarios de tal modo que o trabajas o dependes de tu familia. Si ahora no tuviera trabajo, como he podido ahorrar, y eso no todo el mundo puedo, escribiría más.
¿Qué precio se paga por no ser muy dependiente del trabajo?
No tengo una casa en propiedad, ni coche, ni familia a cargo. Es difícil insertarte en el círculo de la normalidad, si es lo que deseas, aunque veo a mucha gente normal a la que no me gustaría parecerme. Puedes ver muchas cosas cuando sales de ese imaginario, de la vida estándar, pero otras veces te sientes muy sola.
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