Cuidados
A hombros de gigantas

En las jornadas Somos Lucha Obrera, organizadas por Txirbilenea Kulturgunea (Sestao), la economía feminista fue el eje de la cuarta jornada. Se abordó el conflicto sistemático de las relaciones entre capital y vida frente a una realidad que privatiza, feminiza e invisibiliza el sector, la reproducción y la vida.

Jornadas Somos Lucha Obrera
Las participantes de las jornadas Somos Lucha Obrera, organizadas por Txirbilenea Kulturgunea (Sestao). Pepa Ferreiro

El cuidado y sostenibilidad de la vida fue el eje temático en el cuarto día de las jornadas Somos Lucha Obrera, organizadas por Txirbilenea Kulturgunea (Sestao). La activista y economista feminista Amaia Pérez Orozco y las trabajadoras de Supermercados DIA, Ayuda a Domicilio y residencias de Bizkaia reivindicaron la necesidad urgente de generar políticas que reconfiguren un sistema que se lucra a partir de la devaluación del trabajo de las mujeres y se sustenta en la precariedad de la vida de las mayorías.

El malestar de la cultura capitalista tiene nombre, es el conflicto capital-vida. La culpabilidad nos invade al ver que nuestra vida está cada vez más lejos de unos estándares que son verosímiles, pero no certeros. “Hay que insistir en que seguimos en crisis”, apuntó con ímpetu la economista, una crisis que “no es casualidad” y que, además, “no es temporal”. Por el contrario, está instalada en las estructuras socioeconómicas “que lo atraviesan todo”. Es la propia lógica del sistema la que hace que la precariedad de las personas vaya más allá de lo laboral, y pase a ser “el nuevo régimen de vida para las mayorías”, donde no hay garantía de que las necesidades básicas de las personas vayan a quedar cubiertas.

Abordar este problema común necesita de un “diálogo horizontal de miradas críticas” donde los feminismos son imprescindibles. “Con el estallido de la crisis, el Estado salió a rescatar el negocio privado y la vida se reajustó. Se sostuvo malamente en los hogares y en manos de las mujeres”, explicó Amaia Pérez Orozco. “Los problemitas de las mujeres con sus cositas” es el eufemismo que invisibiliza el problema colectivo y estructural de la sociedad, porque el sistema en el que vivimos se sostiene gracias al trabajo oculto. A través de la división sexual del trabajo y otras dimensiones en las que se expresa el sistema heteropatriarcal, “la responsabilidad de cuidar y sanar la vida queda en manos de los hogares, y dentro de los hogares en mano de las mujeres”. Eso sí, “en silencio”, matizó Pérez Orozco, “sin crear conflicto político”. La activista argumentó que desde el lugar en donde se contiene la dureza del ataque, queda concentrada una fuerza política determinante para reformular la realidad frente a un sistema articulado con diversas “aristas de males vivires” heteropatriarcal, neocolonial o medioambientalmente destructor.

La responsabilidad de cuidar y sanar la vida queda en manos de los hogares, y dentro de los hogares en mano de las mujeres
En los sectores feminizados, algunas empresas presumen de dar excedencias y bajas, pero en última instancia, eso se traduce en sobrecarga laboral para las propias trabajadoras: “los sectores feminizados están pagando con trabajo gratuito supuestos derechos sociales”. Para superar esa realidad, desde los feminismos deben surgir políticas que “respondan a la urgencia y al cambio sistémico”, especificó Pérez Orozco, sin que el bienestar sea sacrificado en el momento presente. De este modo, los medios de producción de capital deben transformarse en medios de reproducción de la vida y, en ese proceso, “la responsabilidad del sostenimiento de la vida necesariamente debe ser sacada por las mujeres” para luego colectivizarse.

El mundo ya está cambiando, está en transición. Por lo que en ese contexto la reflexión pertinente es “si nos vamos a hacer responsables de hacia dónde vamos“, cuestionó la activista, que compartió la necesidad de construir un sujeto político “donde nos encontremos reconociendo las desigualdades que nos atraviesan”. En esa construcción de un sujeto político para el 99%, extrapolando el concepto de Nancy Fraser a las mayorías sociales, la economista señala que los feminismos nos hacen entender que “somos más que mano obrera, somos vidas enteras y complejas”. La soberanía feminista, que hace referencia a la vida entendida desde lo cotidiano y lo concreto, es un pilar para desintoxicarnos, ya que, como indicó Pérez Orozco, “el sistema lo llevamos dentro”. El reto de cambiar nuestros modos de ser, de sentir y de hacer en lo cotidiano, de repensarnos como hombres y mujeres tiene que ser una prioridad, pero hacerlo “sin sentirnos culpables”.

La economista feminista Amaia Pérez Orozco
La economista feminista Amaia Pérez Orozco en Sestao. Pepa Ferreiro

Desde la moderación, Zaloa Pérez conectó las teorías de Pérez Orozco con “la comprensión de las experiencias y luchas individuales, porque nacen en un contexto donde lo cotidiano es político” y aparecen en sectores muy concretos como el de cuidados, al tiempo que evidencian otra manera de hacer huelga y afrontar los conflictos laborales y sindicales”.

Las trabajadoras de supermercados Día comenzaron la huelga en 2017. En un principio decidieron comenzar la huelga por sobrecarga de trabajo y falta de personal pero después la empresa llevó a cabo un ERE de extinción y la huelga se trasladó a todo el sector donde trabaja una cantidad muy reducida de hombres. Una de ellas, Lara, quien acudió a las jornadas de lucha obrera en Sestao, vestía una camiseta corporativa roja con el logo de la empresa y un símbolo feminista y de lucha. Explicó que el 1 de abril finalizaron la huelga indefinida gracias a la cual las trabajadoras se encuentran actualmente en un parón y esperando el resultado.

Los privilegios no se socializan hasta que no dejan de ser privilegios
Tamara, compañera de Lara, en su visión del conflicto laboral añade que lo que les ha pasado ha sido “por ser mujeres”. Un día se reunieron de manera asamblearia para contar sus experiencias de saturación laboral por reducciones de jornada, el descubierto de las excedencias, la auto culpabilidad al sobrecargar de trabajo a las compañeras de 40 horas, etc. La empresa intentaba que entre ellas mismas hubiera distinción.

Tras asamblearse, iniciaron 7 jornadas de huelga pero el pasado enero se encontraron con un ERE. Las empleadas salieron a la calle y la empresa respondió con la presión más característica hacia las mujeres. Según Tamara, “las terapias a las que nos sometían en las oficinas fueron dignas de grabar: ¿Cómo se te ocurre siendo madre soltera ir a la huelga? Te van a quitar al niño. ¿Qué te dirá tu marido en casa? (…)”. Ahora están a la expectativa: “Estamos esperando a ver si se resuelve el tema del ERE para en septiembre enfrentar lo que tenga que venir. Estamos preparadas para pelear”.

Desde otro ángulo pero en la misma línea de batalla, las trabajadoras del sector de Bizkaia de Ayuda a Domicilio, dentro de poco cumplirán los 2 años de huelga. La patronal no quiere sentarse porque según ellas: “de temas económicos no quieren saber nada”. Al mismo tiempo añaden que “después de una semana haciendo marchas parece que el Gobierno Vasco, patronales y sindicatos se han sentado a negociar” ya que llevan sin convenio desde 2015.

Las mujeres están pagando con trabajo gratuito supuestos derechos sociales 
Belén, trabajadora de cuidados a domicilio de Bizkaia explicó que los servicios mínimos son muy abusivos “porque la plantilla que no está en huelga son las encargadas de hacer esos servicios y a las que están en huelga, les meten más servicios mínimos para quemarlas más todavía, que se cansen y con ello no hacer huelga”, que según ellas “es lo que quiere la patronal”. Belén apostilló: “No lo van a conseguir”.

Iratxe Mier Villarías, responsable comarcal de Ezkerraldea-Kadagua ELA, aclara la paradoja de los servicios mínimos: “para la empresa, cuanto más altos sean los servicios mínimos, mejor. Porque así pueden obligar a las trabajadoras a trabajar aunque sean incluso delegadas”. De aquí surge una doble lectura: “Por un lado, que con los altos servicios mínimos intentan anular las consecuencias de la huelga y por otro, la lectura política y social interesante es que entonces, se está reconociendo que día a día en muchas residencias - y en los domicilios-, sin huelgas de por medio, se trabaja en servicios mínimos”. 

Begoña también trabaja en cuidados a domicilio y explicó que cuando el Gobierno Vasco marca servicios mínimos, marca todos los grados y todas las situaciones. Según ella, “con la nueva Ley de Dependencia se formularon tres grados de discapacidad: física, psíquica y sensorial en cualquier rango de edad”. Mencionaron que hay ayuntamientos que tienen atención a menores y desprotección, por lo que las trabajadoras tienen que estar capacitadas para cualquier tipo de cuidado. Según Begoña: “ni con el certificado de la normativa europea valoran este trabajo porque parece que argumentan que cualquiera puede cuidar”.

Con la nueva Ley de Dependencia las mujeres pensaron que se iba a regular todo pero perdieron cantidad de horas de trabajo y contratos fijos. Las trabajadoras a domicilio advierten que en las casas no hay prevención laboral ninguna, existen continuos cambios de empresa, reducción de jornada con la misma carga de trabajo, horarios partidos que requieren disponibilidad absoluta... Ellas lo definen como trabajo a domicilio “a la carta”. La precariedad se materializa en la falta de horas y la necesidad palpable de las personas atendidas por eso las empresas se lucran del tiempo extra invertido por las trabajadoras: «Juegan con la emociones».

Marina Costa es activista del movimiento de trabajadoras de residencias en Euskadi que lideraron en 2018 una huelga de 378 días. En la residencia de marina planificaron cuatro mesas de negociación con el Gobierno, patronal y sindicatos y los cuatro convenios a los que están sujetas. “Estos convenios se consiguieron luchando en la calle”. Para Marina, el último tiene una particularidad porque “estando en pleno conflicto se dieron cuenta de que no era un conflicto laboral al uso sino que es una lucha feminista”. Cree que esos 378 días de huelga de residencias han hecho historia.

Iratxe Mier remarcó en último lugar que “en el conflicto capital- vida, cuando la vida se reivindica, el capital reacciona quitando valor al colectivo, menospreciando y ninguneando a las mujeres que han decidido manifestarse. No reconocer sus plenos derechos convierte a los cuidados en un negocio”.

Al preguntar por las medidas alcanzables y cotidianas para aplicar la economía feminista, Pérez Orozco revierte la reflexión desde varios ejes y lo enfoca, por ejemplo, desde el empleo: “Por un lado hay que cambiar los modos de ritmos de vida. Intentar tener otras expectativas, desengancharse de ese ritmo creciente de consumo, dinero y tiempo. Pero también implica romper con lógicas productivistas. No solo tener ritmos de vida menos esclavos del dinero sino también romper con lógicas productivistas sin culpa, conectar con el deseo, cómo construir relaciones de apoyo mutuo en lo cotidiano, colectivizar más la vida, con lo difícil que es eso”. Otro de los ejes es el de los cuidados. Están las estrategias de “huelga en casa” o el “reparto por descuido”, es decir, “si no lo hago yo, alguien lo hará o cuando ya se mueran de hambre, lo harán”. La economista insiste en que no es solo ver lo que hagamos cada una, sino que “está la cuestión de cómo hacerlo todo un poco más político”.

Archivado en: País Vasco Cuidados
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Ocupación israelí
Movilizaciones Un centenar de organizaciones de 26 países denuncian a la empresa vasca CAF y su tren del apartheid
Más de 50 localidades salen a la calle este fin de semana para señalar a la empresa que construyó el tranvía que conecta Jerusalén con territorio ocupados y exigir el fin del genocidio en Gaza.
Sanidad
GENOCIDIO EN GAZA 200 trabajadoras del Hospital de Cruces piden vetar los fármacos de Teva Pharm
Las profesionales sanitarias registraron el pasado 2 de mayo una petición ante la Dirección de Osakidetza para exigir la retirada inmediata de todos los productos de la farmacéutica israelí.
Baleares
Un modelo insostenible El rechazo a la turistificación se expande en Canarias, Baleares y Barcelona
Tras la masiva manifestación en las Islas Canarias del pasado mayo, Palma de Mallorca, Barcelona y San Sebastián salen este 15 de junio a la calle contra un modelo de turismo desmedido insostenible para el territorio y sus habitantes.
Oriente Medio
Oriente Medio Decenas de muertos en una noche de sirenas y misiles cruzados entre Israel e Irán
Después del ataque israelí contra la infraestructura energética y militar iraní, cientos de misiles iraníes atraviesan el cielo israelí e impactan en Tel Aviv, Bat Yam, Tamra y Haifa.
Galicia
Galicia Activistas bloquean una planta de Altri en Portugal y avisan de que frenarán su expansión en Galicia
El grupo atrancó con cadenas y soldadura las entradas de la planta de Celbi en Leirosa, en la mayor acción directa hasta el momento contra la expansión de la multinacional papelera en territorio gallego: “O povo é quem para Altri”.
Crónica
Justicia En la sala de un juicio a una madre protectora
Esta es una crónica de un juicio a una mujer que pidió medidas por sospechar de abusos sexuales a su hija en el domicilio paterno sin que ninguna institución moviera un dedo y, un mes después, cogió un vuelo a su país para intentar protegerla.
Violencia machista
El Estado que revictimiza Violencia institucional: “Si lo hubiera sabido antes, no hubiera denunciado nunca”
Rocío ha sufrido violencia psicológica, física y sexual por parte de su expareja. Y también violencia institucional en todas las puertas de la red de recursos institucionales que ha ido atravesando.
Editorial
Editorial Justicia irracional
Por acción o por omisión, las instituciones violentan a las mujeres. Se llama violencia institucional.
Relato
Relato Rendirse
A mi pesar me tocaba compartir mesa con aquellos documentos y, como estaba de los primeros (no lo habría imaginado al llegar), ya no conseguía quedar por encima, con lo que me gusta.
Madrid
Movimiento republicano Miles de personas claman en Madrid contra la monarquía y por la República
En el 11 aniversario de la proclamación de Felipe VI, una marcha unitaria reclama que este reinado sea el último de España.
Rap
Rap Los Chikos del Maíz: “La música urbana está llena de fachas y votantes de Vox”
Tras un fin de gira accidentado, Toni y Nega dan una tregua indefinida a su proyecto con dos conciertos en Madrid. Horas antes de llenar la sala en la primera cita, visitan la redacción de El Salto.
Río Arriba
Río Arriba Luis González Reyes: “Vivimos en un mundo en la que la escasez es un elemento central”
Primera entrevista del programa Río Arriba en formato podcast y vídeo donde hablamos de las nuevas guerras neocoloniales por recursos en la era de Trump y Putin, de la escasez, del decrecimiento y el colapsismo.

Últimas

Ocupación israelí
Movilizaciones Un centenar de organizaciones de 26 países denuncian a la empresa vasca CAF y su tren del apartheid
Más de 50 localidades salen a la calle este fin de semana para señalar a la empresa que construyó el tranvía que conecta Jerusalén con territorio ocupados y exigir el fin del genocidio en Gaza.
La vida y ya
La vida y ya Un rato de cada lunes
Pero, lo más coincidente ha sido, expresado de distintas maneras, su agradecimiento hacia ese lugar. Su lugar elegido.
Ocupación israelí
Ocupación Israelí La policía egipcia impide con violencia la marcha internacional a Gaza
La marcha de 4.000 personas a Gaza es reprimida por la policía del régimen de Al-Sisi. La organización pide a las embajadas que reaccionen y protejan a sus ciudadanos.
Galicia
Crowdfunding O Salto Galiza abre un crowdfunding para empapelar a Altri
Queremos investigar a los responsables políticos y empresariales del que podría ser el mayor atentado ambiental de la historia reciente de Galicia.
Que no te lo cuenten
El Salto Radio De océanos y detenciones
VV.AA.
La acidificación del agua marina supera sus límites mientras Israel aborda la Flotilla por la Libertad.
Más noticias
Análisis
Análisis del CIS La calma antes de la tormenta: la dimisión de Santos Cerdán como punto de inflexión
El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha muerto pocas horas después de nacer por la dimisión de Santos Cerdán, aunque sirve como foto fija de un escenario que favorece a la derecha.
Argentina
Extrema derecha La motosierra de Milei se ceba con los hospitales públicos y las personas con discapacidad
Los recortes del Gobierno afectan al Hospital Garrahan, un centro de alta complejidad, referente pediátrico nacional y latinoamericano, y también a los recursos de las personas con discapacidad, a los que el ejecutivo califica de “idiotas”.

Recomendadas

Pensamiento
Economista Clara Mattei: “El liberalismo y el fascismo están unidos en su protección del orden del capital”
El ambicioso ensayo 'El orden del capital' nos traslada al Reino Unido y la Italia de la I Guerra Mundial, que se contemplan como un momento bisagra: el auge de socializaciones y cooperativizaciones que tuvo lugar durante la contienda y la inmediata posguerra fue abortado a través de un 'shock' austericida destinado a restaurar la centralidad de los grandes capitales.
Derecho a la vivienda
Jaime Palomera “La vivienda necesita una revolución”
Investigador y uno de los fundadores del Sindicat de Llogateres, Jaime Palomera presenta ‘El secuestro de la vivienda’, un libro sobre el juego amañado en el que los propietarios son cada vez más ricos y los inquilinos cada vez más pobres.
Redes sociales
Industria editorial Escritores fantasma: así trabajan los auténticos autores de los libros de éxito que publican los ‘influencers’
Detrás de cada libro firmado por un ‘influencer’ hay otra persona que ha trabajado a destajo para entregar a tiempo un texto en el que su nombre no aparece por ninguna parte y que, además, ha tenido que renunciar a sus derechos como autor.
Brasil
Extrema derecha Arte en tiempos de fascismo: cuando enseñar a Goya y Rubens le cuesta el puesto a un profesor
Una clase de Historia en la escuela municipal en una localidad del Estado de São Paulo desemboca en acusaciones contra el profesor y una campaña de difamaciones que encabeza el concejal de educación de la zona, de la extrema derecha bolsonarista.