Opinión
La Universidad en tiempos de pandemia

Las universidades deben disminuir este cuatrimestre, y de forma excepcional, su exigencia, ya que esta es incompatible con una situación de pandemia.

Clase Universidad Pablo de Olavide
El alumnado asiste a una clase de la Universidad Pablo de Olavide en Sevilla. Foto: Universidad Pablo de Olavide.

La Crisis del COVID-19 ha caído como un jarro de agua fría en la sociedad española, y en todo el mundo. Esto no se lo esperaba nadie. Hace apenas un par de meses, imaginar que íbamos a estar 6 semanas encerrados en casa era impensable fuera de las películas sobre desastres nucleares. Sin embargo, a veces la realidad supera a la ficción.

Aquí nos encontramos, permaneciendo en casa para salvaguardar nuestra salud y la de los nuestros y viendo como nos ametrallan diariamente con estadísticas y gráficos sobre personas contagiadas y fallecidas. Este hecho nos está haciendo replantearnos nuestra forma de concebir el mundo: el sistema productivo, las formas de relación entre personas, etc. Todo ha cambiado, y en el mundo universitario no ha sido muy distinto.

A fecha de hoy, la inmensa mayoría de las y los estudiantes no saben cómo van a ser evaluados este curso

Ninguna universidad estaba preparada para esto, nadie se había planteado cambiar la modalidad de las clases de forma presencial a no presencial en unas pocas semanas, no existe ningún protocolo, nada a lo que agarrarse, y cada centro se adapta como puede. Lo que si tienen en común el conjunto de universidades de España es la lentitud con la que se dan estos cambios.

A fecha de hoy, la inmensa mayoría de las y los estudiantes no saben cómo van a ser evaluados este curso. A esto hay que sumarle que en algunas universidades los exámenes empiezan en 3 semanas, lo que hace ver que hay algo que no encaja bien. Por supuesto que los centros intentan obrar de manera responsable, buscando mecanismos para dar objetividad a las evaluaciones, pero podemos decir sin lugar a equivocarnos que se lo están tomando con demasiada calma.

El problema más común es la falta de confianza del profesorado hacia usar exámenes tipo test o exámenes de desarrollo al uso, puesto que consideran que hay muchas posibilidades de que los alumnos se copien entre sí. Puedo llegar a entender que no vean contrapesos suficientes en la aleatoriedad del orden de las preguntas del tipo test o del sistema anti plagio de la Universidad, pero no creo que esto debiera repercutir de forma negativa para el estudiantado.

No se puede trabajar a un ritmo normal sin un lugar de estudio habilitado para el estudio en casa, sin acceso a manuales o laboratorios

Algunos docentes ya han explicado su nuevo método de examen, siendo totalmente novedoso, y exigiendo dinámicas de estudio totalmente distintas a las que el estudiantado no está acostumbrado, lo que dificulta su preparación. También han cambiado multitud de exámenes por trabajos, multiplicando el trabajo de las y los estudiantes a corto y medio plazo.

Sin embargo, algo que creo que no han visto los y las docentes es que el ritmo de trabajo del estudiantado es menor en la situación actual que en condiciones normales y que están exigiendo el mismo o más trabajo. No se puede trabajar a un ritmo normal sin un lugar de estudio habilitado para el estudio en casa, sin acceso a manuales o laboratorios, teniendo que aguantar el ruido de la lavadora o el sonido de la televisión, y todo esto teniendo la suerte de no tener alguna persona a cargo, o alguna persona contagiada en la familia.

A esto hay que sumarle la imposibilidad durante la cuarentena de tener momentos de desconexión reales, debido a la falta de lugares de esparcimiento y de momentos de ocio. Las relaciones sociales se han visto muy limitadas esta cuarentena (por motivos obvios) y esto ha hecho también que no se pueda desconectar de forma apropiada. Esto hace que la concentración se vea mermada. Por lo que a pesar de pasar horas y horas delante de la pantalla o de los apuntes, la productividad es ínfima. Todo esto genera más frustración si cabe, porque el rendimiento es bajo y los exámenes están a la vuelta de la esquina.

Por otro lado, existe un problema aún mayor, y son aquellas asignaturas en las que todavía no se ha fijado un nuevo sistema de evaluación. Lo único que se sabe es que no será presencial, pero no hay ninguna noticia más. Esto hace que el estudiantado sufra una incertidumbre aún mayor, ya que los exámenes comenzarán pronto, y no se prepararán solos. Es muy difícil preparar de forma óptima una asignatura sin conocer el método de evaluación, y de esto parece que se han olvidado algunas personas.

Estos casos ocurren por múltiples motivos, desde falta de coordinación entre los diversos niveles de la Universidad, desde el profesorado al rectorado, o a la creencia de que estos exámenes podrán tener lugar de forma presencial; todo esto sin hablar de la multitud de profesores de los que no se tienen noticias desde mediados de marzo.

Nadie ha decidido esta situación y no es justo que sean las y los estudiantes a quienes se les complique aún más el aprobado

Por todo esto, y teniendo en cuenta que se ha decidido que el curso académico debe continuar, las universidades deberían dar facilidades para que el curso pueda llegar a su final. Las universidades deberían reducir el temario de las asignaturas, ya que el ritmo de trabajo no es el mismo. También deberían reducir la carga de trabajo durante lo que queda de curso, ya que en muchos lugares están ahogando al estudiantado con trabajos, como sustitutivos de los exámenes. Y también deberían ser más laxos con los criterios de evaluación. Nadie ha decidido esta situación y no es justo que sean las y los estudiantes a quienes se les complique aún más el aprobado.

No quiero que se entienda que con esto se busca eludir el trabajo, sino hacerlo abarcable. Por desgracia, las condiciones han cambiado, haciendo más difícil el trabajo universitario para todo el mundo. Por ello, las universidades deben disminuir este cuatrimestre, y de forma excepcional, su exigencia, ya que esta exigencia es incompatible con una situación de pandemia.

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