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Armas nucleares
Las armas nucleares son ilegales, ¿y ahora qué?
Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International.
No olvidemos: hemos entrado en una etapa de cambio global. Creo que se trata de un momento sensible, incluso para la evolución del ser humano.
No nos sacudamos de encima este momento, no lo reemplacemos con un frío encogimiento de hombros. Digamos no al business as usual. Donald Trump destruyó las normas del juego político centrista, inundando de caos los despachos de los poderosos. Ahora no está. Debemos ahondar en nuestras fisuras para comprender lo que es posible. Y hacer lo posible y lo imposible para que nos escuchen nuestros líderes.
Y lo que es posible es una política internacional. Afrontar las grandes amenazas para la vida en nuestro planeta, como el cambio climático o, incluso con mayor urgencia, la guerra nuclear. Necesitamos más que nunca el desarme nuclear, incluyendo el norteamericano. Importa más que recuperar el acuerdo con Irán, aunque también sea necesario. Debemos dejar atrás este paradigma de pseudo-paz que solo se mantiene por la amenaza del Armagedón. Toca apearnos de esta locura.
Sigamos este razonamiento lógico: dado que la guerra nuclear no respeta las fronteras nacionales, ¿por qué debería estar su uso, y su existencia, en manos de nueve líderes nacionales? ¿Porque es así como son las cosas?
Quienes respondan con un sí, terminando la discusión con un suspiro y el consejo de que nos callemos y cambiemos de tema, tendrían que admitir que entonces el valor singular de la humanidad, su fuente particular de empoderamiento, es el egoísmo más abyecto (¡estas armas son nuestras!), sin que importe el dolor potencial o la locura que dicho egoísmo podría desatar.
Me temo que esta es la opinión de las potencias nucleares y sus aliados, que han boicoteado, ridiculizado, ignorado y despreciado el movimiento global por un mundo libre de armas nucleares. En particular durante los últimos cuatro años tras el Tratado por la Prohibición de las Armas Nucleares, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2017 con una votación de 122 contra uno. Los nueve nucleares (EEUU, Rusia, China, Reino Unido, Francia, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte), junto con sus aliados y todos los miembros de la OTAN, boicotearon el voto.
Debemos dejar atrás este paradigma de pseudo-paz que solo se mantiene por la amenaza del Armagedón. Toca apearnos de esta locura
La ardua historia de este tratado, que ha conseguido prohibir el uso, desarrollo y posesión de las armas nucleares, exigía la firma de 50 naciones para poder convertirse en ley. Esto sucedió finalmente el pasado octubre, gracias a Honduras. Después tenían que pasar 90 días, lo que sucedió el 22 de enero. Las armas nucleares son ahora… ejem… ilegales.
¿Y eso qué significa?
Antes de responder a esta pregunta, hay algo que debo decir. Tras ridiculizar este debate e incluso el voto sobre esta cuestión, los países con armas nucleares, el llamado mundo “desarrollado”, demostró un comportamiento radicalmente opuesto. Los países con armas nucleares son los que están perdidos y espiritualmente subdesarrollados.
Comparemos este desprecio por la verdadera seguridad global, y su desesperado aferrarse a un poder que tienen pero que no comprenden, con las acciones de Sudáfrica, que firmó el tratado y que se trata del único país del mundo que una vez tuvo armas nucleares y que renunció a ellas voluntariamente. Lo hizo conforme el país transicionaba del apartheid a la igualdad legal de todas las razas. Es imposible no percatarse de la conexión entre ambos pasos. A esto se le llama madurar.
Y aunque ahora las armas nucleares sean ilegales, los términos del tratado se aplican a todos los países del globo. Las naciones con armas nucleares han optado por mantener la posibilidad de llevarnos a todos al Armagedón. Siguen insensibles ante su propia locura, declarando sus valores y su voluntad como morales. Pero pronto se percatarán de que moralmente se han aislado sin remedio, tanto geopolítica como nacionalmente.
El Tratado por la Prohibición de las Armas Nucleares es “un potencial punto de inflexión para las armas nucleares”, de acuerdo con Beatrice Fihn, directora ejecutiva de la Campaña Internacional por la Abolición de las Armas Nucleares, conocida como ICAN y receptora del Premio Nobel de la Paz de 2017. El tratado ha “movilizado un nuevo movimiento contra estas armas”.
En una entrevista con el Boletín de Científicos Atomicos, añade que las armas nucleares no son las entidades “invisibles” que fueron en su día. El movimiento antinuclear global está dando una serie de pasos, como la desinversión financiera, ahora que los bancos y demás instituciones comienzan a reaccionar ante el malestar social y cesan su financiación del complejo industrial-militar.
En las palabras de Fihn: “Hemos trabajado con iniciativas locales también… las ciudades están tomando acciones, demostrándose como figuras con un relieve internacional. Contamos con más de 400 ciudades en todo el mundo, incluyendo, creo, con alrededor de 30 ciudades con más de un millón de habitantes, que se nos han sumado, apoyando el tratado y llamando a sus gobiernos nacionales para que se sumen”.
La ilegalización de las armas nucleares demuestra un cambio de la mentalidad global. El desarme es una cuestión de vida o muerte para todos y todas. Y la conciencia sigue creciendo. Todo esto me hace creer que el cambio es posible. Comienza con la concienciación, no solo de que las armas son peligrosas, o el Armagedón ilegal, sino de que el cinismo es una expresión de vulnerabilidad y que nos incumbe por igual. Entonces comienza la acción política.
Traducción de Raúl Sánchez Saura.