Mama Koné: “Yo creo que Mali es un país donde hacemos teatro cada día”

La maliense Mama Koné, en Madrid en ocasión del festival Grigri Pixel, habla sobre la narración como forma de conservar la memoria, de las mujeres que participan en su asociación de teatro, y de cómo sobreviven los artistas en la complicada situación del país.

Mama Koné
Álvaro Minguito Mama Koné minutos antes de iniciar la entrevista para El Salto.
27 oct 2018 13:00
Es la primera vez que Mama Koné (Bamako, 1982) viene a Madrid. Lleva ya diez días entre las personas que integran el Grigri Pixel, festival que acomuna iniciativas ciudadanas de experimentación creativa, en el que participa, junto a otros artistas africanos. Tras responder solícita a las indicaciones del fotógrafo, la maliense se sienta y empieza a conversar con una voz suave, generando un clima de intimidad.

Mama Koné se define como artista, narradora, cantante, actriz. Trabaja a través del teatro, de la narración y de la música con las mujeres y niños de los pueblos de alrededor de la capital, Bamako. La transmisión de la memoria gracias a los cuentos, la cotidianidad de las mujeres, la situación del país, la emigración de sus gentes, van emergiendo en la conversación.

¿Cómo entraste en la actuación?
Desde 2007 estoy en esta profesión, primero me empecé a formar, como ahora formo a otras mujeres, en actuación, escenografía, guión, dirección. Cuando acabé mis estudios de pedagogía, e intenté entrar en el mundo laboral fue difícil porque yo no podía concebir acabar las clases y sentarme sin nada que hacer, era como una carga para mi, entonces en el liceo hacía sketchs con otros estudiantes, empecé a ir a obras de teatro en el Instituto Francés de Bamako y pensé “estos artistas nos ofrecen algo bueno, felicidad”.

Entonces me dije, ¿por qué no hacer teatro? ¿por qué no darle esto a los demás? Tengo que lanzarme, tengo el don de transmitir a través del teatro. Y ahora puedo decir que soy muy feliz, por haber elegido este camino para mostrar la voz de otras mujeres como yo.

De ahí sale la asociación Côté-Court, ¿cuáles son los objetivos de tu asociación?
Queremos mostrar la creatividad de las mujeres, porque en África es muy difícil ser mujer y estar en el arte, hay todo un proceso con la cultura, con la tradición, que nos bloquea el camino. Esta asociación surge para ofrecer a estas mujeres un espacio de confianza para que puedan vivir la profesión en igualdad con los hombres. Ellos tienen más lugar para dirigir, nosotras en general no ocupamos ese espacio, podemos aportar pequeñas cosas desde algunos lugares, pero son los hombres quienes dirigen y las mujeres van por detrás.
La asociación Côté-Court surge para ofrecer a las mujeres un espacio de confianza donde puedan hacer teatro en igualdad con los hombres
Desde que empezamos en 2011 hemos hecho muchas obras de teatro con las mujeres, también numerosas formaciones. Creamos un festival que se llama Art Femme y que da visibilidad a actrices, dramaturgas, directoras, marionetistas. Muchas de las mujeres que forman parte de la asociación tienen dificultades para participar, porque a diferencia de mi que no estoy casada, las demás lo están y tienen hijos y maridos. De hecho a menudo tengo problemas con los maridos. Pero si estas mujeres desean situarse en la vida a través de el teatro, aprender, dirigir, ¿por qué deberían quedarse relegadas en un rincón?

Has comentado que empezaste a ver teatro en el Instituto Francés. Pero hay una tradición teatral propia de Mali.
Yo creo que Mali es un país donde hacemos teatro cada día, nuestros matrimonios son teatro. Son los franceses que han venido a modernizar estas cosas, pero son cosas que existen desde hace mucho tiempo. Tenemos el Koteva, una forma tradicional de teatro, con música, danza, hombres que se disfrazan de mujeres. Una costumbre que tiene cierta tendencia a desaparecer porque queremos todos imitar el modo francés para poder hacer giras europeas.

Mi objetivo no es ese, yo quiero mezclar, mantener la tradición y añadir un poco de modernidad. Estoy preparando La Caja de mi abuela, un proyecto al que le tengo mucho cariño. Es sobre una tradición que hemos abandonado durante mucho tiempo y de la que nadie habla en Mali. Quiero revivir esto a través de la narración: las abuelas que cuentan una historia a los niños, y cuando acaban, les confían un pequeño secreto.

De hecho la transmisión oral tiene un rol fundamental en el país, ¿no es así?
Sí, yo me hice narradora por mi abuela, que me contaba cuentos para dormir, esta es una tradición muy antigua. Se trata de vincular a la gente, de generar cohesión social, respeto entre los individuos, a las personas ancianas, la fraternidad, todo esto podemos encontrar en los cuentos. Hace años que voy a contar estas historias a las escuelas, pues en Mali hay muchas cosas que han desaparecido y hay que implicar a los niños para que mantengan nuestra cultura, nuestra tradición.

Hacemos talleres con los niños de mi barrio, transmitimos cómo contar los cuentos porque los padres ya no lo hacen, no tienen tiempo. Un día, una de las niñas del barrio me dijo “Tía Mama, sabes que les conté una de estas historias a mis padres, ¡y no la conocían!” “Bien, vamos a revivir eso juntas para que tu hermana y tu hermano no olviden”, le dije. Es un honor para mi que ella vaya a compartir esta cultura con sus amigos y hasta con sus padres.

¿Cómo se vive la situación actual en el país?
La situación ahora es muy difícil. Falta la inspiración y la imaginación porque tienes miedo a que algo pase. Miedo al mañana. La fuerza de los griot [artistas tradicionales que a través de la narración, la poesía y la música transmiten la memoria oral] es que nunca paran, porque no pueden parar. Cada día pasa algo. Todos los jueves y domingos hay ceremonias. Ser griot te viene por la familia, por la sangre.

Los artistas somos quienes buscamos qué crear, qué contar, y para buscar, para imaginar, hay que tener el espíritu tranquilo, y es difícil tener el espíritu tranquilo con el conflicto en el Norte, o ahora, ante el segundo mandato del presidente, mucha gente piensa que va a haber un golpe de estado pronto. Las cosas no están claras y todo el mundo tiene miedo, están así [se levanta y eleva un pie] con solo un pie sobre la tierra, pero esperamos que pronto podamos estar así [posa ambos pies].

Y en esta situación, ¿cuál es el rol del teatro?
Yo creo que el teatro debe canalizar la tensión que hay entre nosotros, es pasar un mensaje fuerte para que cada uno pueda tener el corazón puro. Porque si el artista no consigue integrar todo esto para pasar un mensaje de paz, de cohesión social, de entendimiento, no veo qué otra cosa podrá hacer. Sea a través del teatro, o a través de la canción. Además los artistas del Norte están dejando esa zona donde se ha impuesto la Sharía, pues les rompen los brazos, los corten las piernas, les degüellan. Por eso vienen a Bamako a cantar y bailar y a decirle a esta gente: no os queremos. Queremos paz.

Si los hombres se van es triste, pero si se van las mujeres, eso puede destruir nuestro país. Porque las mujeres son el pilar de África

Por otro lado, la gente sigue emigrando.
Trabajo desde el 2012 sobre la travesía de la migración. Ahora hay cada vez más mujeres que dejan África para emigrar. Yo creo que en Mali necesitamos a las mujeres. Si los hombres se van es triste, pero si se van las mujeres, eso puede destruir nuestro país. Porque las mujeres son el pilar de África.

Ahora trabajo en un proyecto, una creación con cuatro mujeres de países diferentes: Senegal , Guinea, Burkina Fasso y Mali, para hablar de las condiciones de las mujeres en los países europeos. Algunas mujeres en París me han contado lo difícil que es para ellas la situación. Está ahí la prostitución, hay quienes son acosadas... yo quiero mostrar todo esto para que nuestras mujeres se queden en África. La obra ya tiene nombre, se llama Las pescadoras de luna porque, cuando vas a pescar un pez es fácil pero, ¿cómo se puede pescar la luna?

¿Qué motiva a estas mujeres a emigrar?
Las mujeres quieren venir a Europa porque muchos hombres, nada más casarse, se van y las dejan muchos años. Algunas se divorcian, otras esperan, otras dicen, bueno, si él no quiere que vaya con él, yo tomo el camino sola, sea para reunirse con el marido, sea para mostrarle que ellas también se pueden buscar la vida. También migran las mujeres que no están casadas, como yo.

Pero si migran también es porque necesitan mejorar su situación, ¿no?
Claro, todo el mundo quiere tener dinero y por eso van a Europa. Pero no estoy de acuerdo. África no es pobre, son las condiciones políticas las que hacen que África sea pobre. Tenemos oro, tenemos petróleo, tenemos todo. En Mali, en África, la gente se ve obligada a partir. En lugar de pensar qué podemos hacer para ayudar a África, vamos a Europa. Y después ves, que un kilo de oro es más caro allí que en Europa. ¿Cómo puede ser? O el algodón que nos llega, que es de mala calidad, y sin embargo sale de Mali para confeccionarse en el exterior. Después, la gente que lo produce no tiene dinero suficiente para comprarlo.

Mama Koné se anima conversando sobre la Romería con la que el Grigri Pixel se clausurará el domingo 28. “Vine para compartir mis saberes con otras personas y aprender de ellas para desarrollar lo que yo hago en Bamako. Después de trabajar juntos dos semanas, nuestro objetivo es ver cómo podemos mostrarlo a la ciudad. En Mali hacemos muchos desfiles y en los desfiles nos gusta cantar. El canto sirve para unir a la gente, y el baile para contagiar el ambiente a través del cuerpo”.

La artista maliense ya tiene preparada la coreografía (una afro Jota) y la canción con la que ella y el resto de participantes del Grigri Pixel desfilarán el domingo por el Barrio de las Letras en Madrid.

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