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Derecho a la vivienda
Los afectados por el Bono Joven Alquiler se unen al Sindicato de Inquilinas y reclamarán vivienda asequible
El Bono Joven Alquiler en la Comunidad de Madrid sigue siendo un desastre. Así de claros y concisos se muestran desde la Plataforma de Afectadxs por la gestión de esta ayuda que parte del Ejecutivo central pero puesta a disposición de la ciudadanía a través de los gobiernos regionales. Cansados de parches, desde la Plataforma aúnan fuerzas con el Sindicato de Inquilinas de Madrid. Juntos, juntas, sacarán músculo el próximo 4 de noviembre a las 12.00 horas en la madrileña Puerta del Sol para denunciar cómo los precios de los alquileres continúan marcando máximos históricos mientras el mercado no se encuentra regularizado.
“Los jóvenes invertimos en torno al 80% de nuestro salario en alquiler. Es inviable”, explica Noelia
“Los pagos de la ayuda llegan más tarde que pronto, pero queremos reivindicar también lo que conlleva vivir en una región como la Comunidad de Madrid siendo joven”, expresa Noelia, portavoz de la Plataforma de Afectadxos. La capital es un gran polo de atracción para jóvenes, tanto aquellos que llegan para introducirse en el mercado laboral como los que se establecen en la ciudad para cursar sus estudios universitarios. En cambio, hay otra realidad que parece a nadie importar: “Los jóvenes invertimos en torno al 80% de nuestro salario en alquiler. Es inviable”, resume Noelia.
Ella paga 800 euros de alquiler por un piso de 40 metros cuadrados. El respiro que supondría el bono joven del alquiler, unos 250 euros mensuales, no llegó a tiempo. “Ahora nos han abonado los pagos de 2022 gracias a una burocracia y unos procedimientos que han generado una espera terrible”, añade la portavoz. Ella ha tenido algo más de suerte que las 4.000 personas, en torno al 40% del total, a las que todavía no les ha llegado ningún ingreso, según señala el colectivo.
“Yo tenía toda la documentación preparada el primer día que se abrió la convocatoria y no recibí ningún tipo de respuesta hasta un año después”, ejemplifica Noelia
La espera tan dilatada a la que se vieron en la obligación de sufrir respondió a la lentitud de la Administración pública madrileña a la hora de gestionar esta ayuda procedente del Gobierno central. “Yo tenía toda la documentación preparada el primer día que se abrió la convocatoria y no recibí ningún tipo de respuesta hasta un año después”, ejemplifica con su caso Noelia.
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En medio de tamaña incertidumbre, los afectados y afectadas no dejaban de ir de un lugar para otro. Llamaban a diferentes consejerías, también al número de información madrileño, el 012, pero todo el mundo se rebotaba la pelota. “Hemos decidido alinearnos con el Sindicato de Inquilinas de Madrid porque luchamos por los mismos derechos”, adelanta esta vecina de Príncipe Pío. Y es que, en realidad, se han percatado que esta ayuda del Bono Joven Alquiler no es más que otro parche que intenta, pero no consigue, aplacar el problema de la vivienda en los jóvenes en España.
“Vienes aquí a vivir y te piden unos honorarios, un aval, una carta de presentación, incluso pasas por un proceso de selección. Al final van a conseguir que no podamos vivir en ningún sitio”, añade Noelia, técnica de selección de recursos humanos que ingresa unos 1.400 euros netos mensuales. “Casi tengo que dar las gracias, porque me pongo a mirar y está todo por las nubes”, sintetiza Noelia.
Valeria Racu, como portavoz del Sindicato de Inquilinas de Madrid, sabía perfectamente que la ayuda del Bono Alquiler Joven sería una medida insuficiente. “Lo único que ha hecho es fomentar y echar más leña al fuego sobre los alquileres en la Comunidad de Madrid”, confirma a El Salto. El colectivo denuncia que el fin último de la ayuda supone pasar dinero público a los bolsillos de los caseros privados. “Eso no consigue intervenir el mercado, que es lo que necesitamos para dejar de invertir el 80% de nuestro sueldo en la vivienda”, sentencia.
La meta: destruir al rentismo
Desde el principio, el Sindicato vio cómo los requisitos y trámites burocráticos que se debían realizar para acceder a la ayuda iban a dejar a mucha gente sin acceso a la misma. “Al final, los jóvenes se autoorganizaron para reivindicar sus derechos y vimos que era buena ocasión para trabajar conjuntamente”, admite Racu. De esta forma, sus principales demandas pivotan en torno a la exigencia de que se abonen las cuantías adeudadas, que en muchos casos superan los 2.000 euros. “Estamos seguras de que, si la ayuda fuera a parar a los caseros se habría implementado mucho más rápidamente”, enfatiza esta activista por la vivienda. Pero no se quedan ahí, ni mucho menos.
"Aspiramos a acabar con este sistema que no nos permite ni siquiera tener una vida digna. Se hacen con la educación, la sanidad y la vivienda. Especulan con todas nuestras necesidades básicas”
“Nuestra meta es acabar con el rentismo y la especulación inmobiliaria, aunque el horizonte sea mucho más amplio. Aspiramos a acabar con este sistema que no nos permite ni siquiera tener una vida digna. Se hacen con la educación, la sanidad y la vivienda. Especulan con todas nuestras necesidades básicas”, se explaya la misma Racu.
Sus ideales van mucho más allá, de hecho. Desde el Sindicato de Inquilinas, ahora de la mano de la Plataforma de Afectadxs por el Bono Alquiler Joven, están convencidas de que la lucha hace el camino: “Si conseguimos derrocar al rentismo, estaremos mucho más preparadas para enfrentar al sistema en su totalidad y poder crear nuevas alternativas de vivienda”, en palabras de su portavoz.
El #4NAlquileresDignos tenemos una cita en Puerta del Sol. Contra el desastre del bono joven. Por el abuso de los alquileres en la CAM. Por un futuro vivible para todxs.#MadridNopagaElBonoAlquiler pic.twitter.com/AzFl1FznIW
— Afectados Bono alquiler Madrid (@SinBonoJovenCM) October 25, 2023
En cada casa, vecinos organizados
Racu se refiere a crear nuevas realidades, un mundo nuevo, que no tenga que escoger entre un mercado privado totalmente asalvajado e intervenido a favor de la acumulación de propiedades, poder y capital, o un Estado que la mayoría de sus instituciones hacen sostener ese mercado, parafraseando a la activista.
"Queremos construir en cada casa, bloque y barrio un contrapoder, una base organizada que sea consciente del conflicto que existe entre las inquilinas y nuestro casero, porque la mayoría de nosotras tenemos un casero multiarrendador”
“Soñamos con organizarnos cada vez más. Queremos construir en cada casa, bloque y barrio un contrapoder, una base organizada que sea consciente del conflicto que existe entre las inquilinas y nuestro casero, porque la mayoría de nosotras tenemos un casero multiarrendador”, explica la activista.
Aunque la materialización de sus ideales puede parecer algo lejano, desde el Sindicato de Inquilinas de Madrid tienen muy claro el camino que deben seguir. No son pocos las victorias que han cosechado y cargan orgullosas a sus espaldas. Por ejemplo, han ganado conflictos colectivos contra grandes propietarios y fondos buitre gracias a su organización colectiva que ha hecho cambiar la balanza del poder y hacer que las inquilinas tengan que enfrentarse a su casero de manera individual.
Otras pequeñas victorias también insuflan algo de aire, como que la Ley de Vivienda incluya que los gastos de gestión de las inmobiliarias los pague el arrendador. Es decir, aquella persona que solicita sus servicios. Allí donde el control del cumplimiento de la legalidad no llega, está el Sindicato de Inquilinas: “En algunos casos, hemos recuperado honorarios que nunca se deberían haber cobrado en menos de 24 horas”, concluye Racu.