Salud mental
Más horas pegados a la pantalla aumentan los riesgos de depresión en adolescentes
Dos investigadores estadounidenses publican un estudio que vuelve a dejar en evidencia los riesgos de un uso excesivo de móviles y pantallas entre la población más joven.
El debate está en si las restricciones horarias deben imponerse solo a criaturas en edad preescolar, hasta los cinco años, o si padres, madres y tutores deben prohibir a las que tengan más de seis y adolescentes que usen sus pantallas más de dos horas al día. La Academia Americana de Pediatría, referencia internacional en el tema, que hasta el año pasado establecía un límite recomendado genérico de dos horas delante de pantallas, ha cambiado su criterio, y varios estudios han lanzado información contradictoria sobre si tiene que haber un tiempo límite para estas actividades al margen del que se dedica a dormir, ir a la escuela, etc.
La necesaria actualización de las recomendaciones por la incorporación en la vida moderna de móviles, tablets y otros soportes, modificó ese estándar —creado en tiempos en los que la tele no tenía rival—. La Academia bajó a una hora el tiempo dedicado a pantallas a los menores de cinco y dejó como recomendación que los progenitores lleven cuidado con los excesos.
La profesora de Psicología Jean Twenge, autora de un nuevo estudio sobre este tema junto a Keith Campbell, ha escrito recientemente un artículo divulgativo en la web The Conversation, instando a la Academia Americana de Pediatría a que revisen sus consejos e incorporen una recomendación estándar para que criaturas y adolescentes no pasen más de dos horas delante de cualquier pantalla.
El estudio de Twenge y Campbell concluye que el bienestar de las personas entre dos y 17 años disminuye cuantas más horas se pasan viendo vídeos o televisión, con los videojuegos o en las redes sociales. Lo más novedoso del estudio, no obstante, es que los resultados —sobre una muestra de más de 44.700 individuos— apuntan a que son los niños y niñas más mayores y los adolescentes quienes forman la población más vulnerable.
Entre los posibles motivos, señala la autora del estudio en The Conversation, está la mayor frustración que genera el uso de redes sociales, smartphone y videojuegos frente a los vídeos y programas de TV que ven los más pequeños.
Mediante una encuesta que incluye 19 mediciones de bienestar, los autores se encontraron con que después de solo una hora conectados a la pantalla, los individuos se mostraban menos curiosos, se distraían más, hallaban mayor dificultad para hacer amistades, manejar su rabia y finalizar tareas.
“Los adolescentes que pasan una cantidad excesiva de tiempo delante de las pantallas tienen el doble de probabilidades de ser diagnosticados de ansiedad o depresión”, explica Twenge, quien, no obstante, apunta que hay una correlación entre ambos hechos. Es decir, que los niños y adolescentes con ansiedad o depresión pueden tener más tendencia al abuso de estos dispositivos.
Los autores incluyen una tabla en la que se comprueba que a partir de los 10 años, los casi 45.000 individuos encuestados, comienzan a pasar más de tres horas en sus pantallas. Es a partir de esa edad cuando decrece en términos relativos el tiempo enfrente de la tele o de vídeos y aumenta el uso de dispositivos interactivos. Uno de los temores de los investigadores es que en la adolescencia, “cuando las redes sociales sustituyen la interacción cara a cara, puede haber un impacto negativo en el bienestar y salud mental”.
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