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En la vida tenemos muy claro que hay gente buena y mala. Lo curioso es que por lo general nadie o casi nadie piensa realmente de sí misma que es una persona mala. Puedes haber hecho algunas cosas de las que te avergüences, cosas que te hacen tener un resquemor contigo mismo, pero por lo general hacemos lo que podemos con la situación que nos toca vivir, ¿no? Entonces, ¿cómo es posible que tengamos claro quiénes son buenos o malos, si ellos mismos no se consideran malos?
Soy biólogo marino, y de pequeño no quería meterme en temas sociales, ya había mucha gente dedicada a que la gente viva mejor, pensaba yo. Quería darle mi ayuda a aquellos que difícilmente podrían defenderse de nosotros. Y mira dónde estoy ahora, escribiendo esto, con un carácter totalmente social. Esto viene de un momento de mi vida en que no estaba bien conmigo mismo, y busqué ayuda, hay que echarle valor, y por suerte, encontré apoyo para animarme a buscar la ayuda que necesitaba. Esa ayuda vino de diferentes formas para mí, unas más tradicionales, otras más difícil de explicar, pero lo que me interesa contar aquí es lo siguiente: durante mi terapia con un psicólogo había algo que se repetía continuamente, algo que encontraba muy a menudo, y son las dicotomías, cuando tenemos dos opciones para cualquier aspecto. Nos pasa a menudo que tenemos que elegir un lado de la dicotomía: izquierda o derecha, arriba o abajo, betis o sevilla, barça o madrid, reguetón o rock, blanco o negro, pro o contra…Estas decisiones no vienen solas, y es que, al identificarnos con uno de ellos, rechazamos el otro lado de la dicotomía.
A lo largo de las sesiones se me haría más y más presente un repudio a todo el sistema de elección dicotómica, y me encuentro, todavía hoy, sin herramientas para ponerme frente a este tema y darle una salida con la que me encuentre a gusto. Sin embargo, tenerlo presente me ayuda a intentar tener una mirada diferente y hacer, quizás, un ejercicio de humildad, centrarme y plantearme si realmente quiero tomar esa decisión, o si al tomarla estoy tomando decisiones en contra de personas.
En un mundo tan complejo, en una sociedad tan compleja, nadie tiene una verdad que sea más que suya
Posiblemente todo esto suena a una cosa muy hippie, que incluso muchas personas le quitarán valor simplemente por no estar en el mundo real, del día a día. Sin embargo, creo que hay en el mundo, en general, un sistema que está generando crisis en diferentes sentidos, donde desde la educación más básica nos hacen elegir, obtener una cierta seguridad en vez de la duda, y así vamos forjando, a veces con más influencia externa de la cuenta, nuestra persona. En un mundo tan complejo, en una sociedad tan compleja, nadie tiene una verdad que sea más que suya, las personas tenemos diferentes realidades, y quien amenaza nuestras realidades se convierte, por lo general, en un enemigo, en el “malo”, que piensa diferente.
Es extraño, yo tengo mala memoria para muchas cosas, pero hay ciertos momentos, o ciertas “escenas” que se me quedaron grabadas. Una de las cosas que recuerdo, y he recordado siempre, ha sido a una persona que me decía “tú calla, escucha y aprende”. Obviamente no es la manera más diplomática ni didáctica de transmitir algo, pero sí que consiguió algo, y es que me dediqué a observar mucho, a escuchar mucho, y durante mucho tiempo he ido guardando mis opiniones, quizás incluso quitándoles ‘valor’ frente a otras en algún momento. También, poco a poco he ido aprendiendo a valorar la inseguridad, las personas que dudan, porque hay mucho donde dudar.
Uno no puede intentar que las cosas estén mejor en el mar si las cosas en tierra no están mejor
Como decía antes, soy biólogo marino, y aunque originalmente uno pensaría que está muy lejos de cualquier tema social, porque estoy estudiando bichitos del mar y cosas así, lo cierto es que todo está relacionado, y uno no puede intentar que las cosas estén mejor en el mar si las cosas en tierra no están mejor. Me refiero a nosotros. Cuando se ponen limitaciones, por ejemplo, se hace una reserva marina para proteger la vida en una zona del mar, lo que se está haciendo realmente es negar a personas a que pesquen, y por lo tanto son decisiones que nos afectan a las personas. Así fui a parar a trabajar con personas, y con pescadores ni más ni menos. Trabajando con ellos, hablando con ellos cada día, me fui dando cuenta de las realidades tan diferentes que teníamos, qué valores teníamos, cómo yo, con mis estudios y mis ideas pensaba que podía con las situaciones, o al menos pensaba que podría aportar algo. Obviamente nunca nada es sencillo, y esto no fue una excepción, pero sí que me ayudó de forma personal, a poner muchas cosas en perspectiva y acercarme un poquito a la realidad de las personas. El enemigo no es tal. En biología marina se tiende a pensar muchas veces que hay que ponerle limitaciones al pescador, que pesca sin control, que hace las cosas mal…Es una persona que está viviendo una situación en su vida, que cada día hace miles de gestos, que hace lo mejor que puede por su familia y por sí mismo. ¿No hacemos todos eso? ¿Quién es el malo?
Cuando se entabla una postura anti-algo es difícil generar el cambio que esperamos de la otra persona
Surgen votos de extrema derecha en gran parte motivados por un movimiento “anti-inmigración” o “anti-Cataluña”. ¿Y la solución en el otro lado, en la otra cara de la dicotomía, es un movimiento “anti-fascista”?. Es tremendamente difícil, cuesta muchísimo, en un momento de crispación, ponerse a pensar (ya de por sí pensar es una actividad bastante en desuso con la omnipresencia de la tecnología en todo momento de nuestro día) para analizar esa crispación. Cuando se entabla una postura anti-algo es difícil generar el cambio que esperamos de la otra persona. Es una putada, porque comprendo perfectamente las ganas de dar el golpe en la mesa ante la frustración que sentimos muchas personas, desahogarse de la manera más instintiva que tenemos. Sin embargo, la violencia, verbal, física o psicológica, solo deja secuelas, y no convence de forma que fomente la convivencia. Al final, ante un conflicto solo ganan las personas que invierten el conflicto.
Ante las agresividades que se despiertan, ante la impotencia que genera, te propongo algo. ¡Duda!
Todos tenemos un puntito de arrogancia, pensando que tenemos razón en esto o en aquello, es normal, todo apunta a eso: estudiamos para saber, adquirimos experiencias y maduramos con ellas, y poco a poco nos vamos haciendo más diferentes entre todos. Sin embargo, todos tenemos la capacidad de dudar, y la duda nos acerca a los otros, nos hace no posicionarnos de forma tan drástica por lo que estamos seguros es lo mejor (de nuevo dicotomía) para nosotros.
Yo no soy nadie para hacer algo al respecto, pero ante las agresividades que se despiertan, ante la impotencia que genera, te propongo algo. ¡Duda! No dudes de si eres bueno o malo, no dudes de ti mismo, pero duda de por qué se te pasan las cosas que se te pasan por la cabeza, de donde te viene esta rabia, por qué estás en contra de esto o aquello. Duda de los valores que crees más fijos en ti, de esos que crees que te definen, quien los puso ahí y por qué, si te generan bienestar en relación con tus decisiones y a tu vida. Duda de tu verdad y de los que te dicen “la verdad es que…”. Quizás, y sólo quizás, dudando de nuestras ideas podamos permitir que otros nos aporten algo desde “sus verdades”, y quizás y sólo quizás, podemos ver que no somos tan enemigos como pensábamos al principio.
Quizás y solo quizás, yo no sea tan bueno y tú tan malo.
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Interesante reflexión. Me sorprenden los errores de ortografía en la publicación.