Antiespecismo
Murciélagos vs cerdos
Es indudable que las condiciones en las que se encuentran los animales en los mercados vivos deben ser conocidas y denunciadas. Sin embargo, la situación en la que están los animales en granjas y mataderos no son mejores. Millones de cerdos, vacas, pollos, pavos, conejos, gallinas y peces viven hacinados en condiciones límite hasta el día de su muerte, en una explotación que levanta alarmas dentro de la comunidad científica por el riesgo creciente de propagación de enfermedades desconocidas.

En estos tiempos que estamos viviendo y dada la situación actual mundial, es común encontrarnos con todo tipo de teorías acerca del origen del COVID-19, así como un rechazo absoluto hacia los mercados húmedos de China y todo lo que provenga de especies salvajes.
Las denuncias en redes sociales ante el maltrato y el uso de animales salvajes para su consumo están a la orden del día y parece que el mundo entero se ha revelado contra China.
Es indudable que las condiciones en las que se encuentran los animales en los mercados vivos deben ser conocidas y denunciadas hasta conseguir su total abolición. También es lícito recalcar que un virus como el COVID-19 probablemente haya sido propagado a través de estos animales.
Estamos de acuerdo con todas estas cuestiones. Sin embargo, las condiciones en las que están los animales en granjas industriales y mataderos de todo el mundo no son mucho mejores.
Millones de cerdos, terneras, pollos, pavos, conejos, peces y gallinas viven hacinados en condiciones límite, confinados y obligados a llevar una vida de opresión hasta el día de su muerte. Hasta el día en que son degollados para el consumo humano.
En 2004, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura señalaron el incremento de la demanda de proteína animal y la intensificación de su producción industrial como principales causas de la aparición y propagación de nuevas enfermedades zoonóticas desconocidas. Es decir, nuevas patologías transmitidas por animales a los seres humanos.
Además, el uso de antibióticos por parte de la industria ganadera está generando una nueva preocupación: el fenómeno de la mutación de las bacterias y su resistencia a los antibióticos. Ocurre tanto en pequeñas granjas familiares de ganadería extensiva, como en las grandes granjas y piscifactorías.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ocho de cada diez antibióticos utilizados en el mundo son administrados a los animales que enferman a causa de las condiciones en las que son enjaulados. Mientras, más de 700.000 personas mueren cada año en el mundo debido a las infecciones generadas por las bacterias que han desarrollado la resistencia a los antibióticos. 30.000 de estas muertes se producen en Europa.
En 2005, expertos de la Organización Mundial de la Salud, la Organización Mundial de Sanidad Animal, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos y el Consejo Nacional del Cerdo elaboraron un estudio en el que informaban acerca de la producción en las granjas de confinamiento industrial y todas las consecuencias que podía tener para la población mundial.
Entre sus conclusiones, el informe señaló como uno de los mayores impactos del nuevo modelo de producción agrícola su incidencia en la amplificación y mutación de patógenos, así como el riesgo creciente de propagación de enfermedades desconocidas.
Pese a todas estas advertencias, ningún organismo ha decidido poner en marcha regulación alguna para acabar con la sobreproducción masiva de la industria ganadera y sus consecuencias.

Michael Greger, investigador americano en salud pública, concluye sus estudios afirmando que antes de la domesticación de aves por parte del ser humano, la gripe como tal no existía. Pues bien, ¿qué hay de la conocida gripe aviar?
Del mismo modo, antes de la domesticación de los animales considerados de consumo humano, no se tiene constancia de la existencia de enfermedades tales como el sarampión, la viruela y otras infecciones que han afectado a la humanidad desde que estos animales aparecieron en corrales y establos. Es decir, cuando las enfermedades saltan la barrera entre especies (humana y no humana) la propagación de los virus es inminente.
Estos estudios e investigaciones dejan preguntas en el aire sobre las que nadie parece querer hablar:
¿Son los murciélagos y otras especies salvajes el único foco sobre el que debemos prestar nuestra atención? ¿Existe una relación entre el consumo de animales y la aparición de infecciones víricas que azotan a la humanidad, tal como sugieren estas investigaciones y expertos/as?
Entonces, ¿solo Wuhan es culpable de la propagación del actual COVID-19 o realmente deberíamos reflexionar sobre nuestro modelo de producción industrial? ¿Los murciélagos y otras especies salvajes son un problema para la humanidad, pero los millones de cerdos, pollos y vacas hacinadas en macrogranjas están exentas de consecuencias graves para nuestra sociedad?
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