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Más de un mes de protestas en Ucrania por un cambio de rumbo

Miles de personas siguen tomando la calle y reclaman la integración de Ucrania en la Unión Europea.
Manifestación contra el Gobierno en Kiev
Manifestación contra el Gobierno en Kiev. / Fotografía de Florian Bachmeier.
21 dic 2013 17:41

Las protestas en Ucrania duran ya cuatro semanas, desde que el 21 de noviembre el presidente Víktor Yanukóvich anunciase que no firmaría el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea en la cumbre de Vilna del 28 y el 29 del mismo mes, y buscaría en cambio estrechar lazos con Moscú.

El domingo 15 de diciembre, más de 200.000 personas salieron a la calle en Kiev para reclamar la asociación con la UE y la dimisión del presidente. La intensidad de las manifestaciones aumentó notablemente después de que, el 30 de noviembre, los antidisturbios tratasen de desalojar por la fuerza la simbólica Plaza de la Independencia de Kiev, centro neurálgico de la protesta. Desde entonces, los manifestantes se han ido haciendo con el control de algunos edificios públicos de la capital. La oposición política europeísta, encabezada por las formaciones neoliberales Alianza Democrática para la Reforma, del popular boxeador Vitali Klitschko, y Batkivshchyna, de la exministra Yulia Timoshenko, intenta forzar la salida de Yanukóvich combinando el apoyo a las manifestaciones con convocatorias de huelga y mociones de censura. Con todo, a diferencia de la Revolución Naranja de 2004, que posibilitó el acceso a la presidencia del prooccidental Víktor Yushchenko, gran parte de los manifestantes se desmarcan de la defensa de una opción política concreta.

Crisis política

Ucrania está sumida en una profunda crisis política, social y económica. A un sistema corrupto, oligárquico y autoritario, con visible déficit en materia de derechos y libertades, se añade una economía al borde del colapso que adolece de graves desequilibrios financieros y falta de infraestructuras industriales. Los altos niveles de pobreza y los insuficientes servicios sociales han convertido el sida, el alcoholismo o la prostitución en problemas de primer orden. A estas dificultades se añade otra de distinta índole: la tradicional fractura entre el este del país, mayoritariamente rusoparlante y rusófilo, y las regiones prooccidentales del oeste. Así, aunque según las últimas encuestas publicadas por Deutsche Welle, una mayoría social considera que un acercamiento a la UE favorecería la modernización económica y la democratización de Ucrania, la península de Crimea y muchas regiones orientales siguen prefiriendo incorporarse a la unión aduanera con Rusia, Bielorrusia y Kazajstán. En este sentido, en las últimas fechas se han producido también manifestaciones de simpatizantes del Partido de las Regiones de Yanukóvich, considerado prorruso, tanto en ciudades del este como en la propia capital, donde 50.000 personas se congregaron el sábado 14 de diciembre en apoyo al presidente.

Aunque según las últimas encuestas publicadas por Deutsche Welle, una mayoría social considera que un acercamiento a la UE favorecería la modernización económica y la democratización de Ucrania, la península de Crimea y muchas regiones orientales siguen prefiriendo incorporarse a la unión aduanera con Rusia, Bielorrusia y Kazajstán

Esta fractura interna y la posición geoestratégica de Ucrania, entre la Unión Europea y Rusia, están en la base del actual problema. Dentro de su política de vecindad, la UE estableció hace unos años una serie de programas para acercarse a Azerbaiyán, Armenia, Bielorrusia, Georgia, Moldavia y Ucrania. Aunque con los tres primeros los avances han sido escasos, la UE sí ha arrancado compromisos firmes a Moldavia y a Georgia, y esperaba lograr lo mismo con Ucrania. Según la analista Orysia Lutsevych, Europa necesita a Ucrania no solo por cuanto constituye un mercado de 45 millones de clientes potenciales, sino también como proveedora de mano de obra barata y por su posición clave para el transporte de gas natural.

Europa necesita a Ucrania no solo por cuanto constituye un mercado de 45 millones de clientes potenciales, sino también como proveedora de mano de obra barata y por su posición clave para el transporte de gas natural

Además, ganarle la partida a Rusia impidiendo la consolidación de su proyecto de crear una Unión Euroasíatica supondría un espaldarazo para la UE en un contexto de euroescepticismo creciente. Otros expertos, como el economista finlandés Pekka Sutela o el profesor de la Universidad de Wisconsin Jeffrey Sommers, relativizan sin embargo la importancia de Ucrania para la UE y apuntan que la firma del Acuerdo de Asociación podría incluso acarrear consecuencias negativas para la Unión debido a los problemas socioeconómicos que arrastra el vecino oriental. Fuera como fuese, parece que Yanukóvich ha sobreestimado el interés de la Unión Europea por Ucrania.

Bruselas ni siquiera ha considerado la concesión de los 160.000 millones de euros que el presidente reclamaba para modernizar la economía ucraniana y hacer frente a las sanciones que Rusia le impondría si firmase el acuerdo con la UE. Ucrania depende en gran medida de Rusia en materia energética y comercial, y las sanciones de Moscú supondrían un duro golpe a corto plazo. Durante los últimos meses, Putin ha utilizado todas las herramientas de presión a su alcance para impedir la firma del acuerdo con la UE, poniendo obstáculos a las importaciones rusas de productos ucranianos y amenazando con mantener el precio del gas natural en niveles que Ucrania no puede permitirse. Estas coacciones, y el empeño personal de Yanukóvich por no cumplir la exigencia europea de liberar a su rival Yulia Timoshenko, condenada en 2011 por abuso de poder y malversación de fondos —y considerada presa política por Bruselas—, explican en buena medida el viraje del presidente, que tiene la mirada puesta en las elecciones presidenciales de 2015.

Presión en la calle

Sometido a las presiones ciudadanas de una parte y a los chantajes del Kremlin de otra, la situación de Yanukóvich se asemeja a lo que los ajedrecistas llaman zugzwang, obligado a tomar una decisión que parece abocada a ser errónea. Es obvio que Rusia, que adolece de los mismos problemas que Ucrania trata de superar (capitalismo de Estado, corrupción, déficit democrático, etc.), no puede ser el modelo a seguir. Pero ¿hasta qué punto la UE constituye una alternativa? Como ha señalado Yulia Rusanova, experta en el espacio exsoviético de Oxford, no pocos ucranianos se están manifestando bajo el presupuesto equivocado de que el Acuerdo de Asociación llevaría a la integración en la UE. Pero la integración nunca ha estado sobre la mesa de negociaciones. Para Jósef Böröcz, profesor de Sociología en la Universidad de Rutgers, el acuerdo que Bruselas ha propuesto tiene como objetivo la explotación económica del país por el capital europeo y no ofrece a cambio ninguna promesa sólida. Por el momento, parece que la UE da por concluidas las negociaciones para tratar de atraer a Ucrania, aunque queda por ver qué sucede si la oposición logra tumbar al Gobierno.

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