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Un acontecimiento olvidado (o borrado) de los libros de historia y rescatado por las bobinas de 35mm. Las 187 costureras de la fábrica de Ford de Dagenham, un municipio al Este de Londres, se declararon en huelga exigiendo igualdad salarial un 7 de junio de 1968. Frente a las burlas de los patrones, ganaron. Lucharon contra sus jefes, sus maridos, sindicatos, el hambre y la desesperación, pero ganaron. Además, significó el embrión sobre el que se desarrollaría la ley de igualdad salarial que el gobierno británico lanzó en 1970. La película de 2010 Pago Justo, producida por la BBC, rememora una pequeña victoria para hacerla altavoz del empoderamiento femenino del s.XXI.
Cuando el director de cine Nigel Cole contó esta historia ayudó a recuperar parte de la dignidad de la clase trabajadora que el cine mainstream normalmente olvida. Una victoria obrera y una huelga que gracias a su película Pago Justo revitaliza el éxito de estas costureras y las convierte en eternas. La película fue protagonizada por Sally Hawkins, ahora de moda por su nominación al Oscar tras protagonizar La Forma del Agua, de Guillermo del Toro. “Por alguna razón, todavía se nos paga menos y es una pelea que vale la pena luchar”, aseguraba Hawkins hace unos años en una entrevista. 50 años después del parón laboral que retrata la cinta las demandas siguen igual de vigentes.
Pago Justo (título original Made in Dagenham) es una película que mezclando trazas de novelismo con espíritu documentalista recrea las semanas de huelga en busca de un jornal digno. El salario de las mujeres estaba considerado como un suplemento al del hombre, la verdadera fuente de ingresos. Las propias huelguistas recuerdan que su cobro era denominado por la sociedad como pin money (dinero para gastos superfluos). Algunas de las huelguistas rememoraron para The Guardian aquella situación en la que algunos hombres les apoyaban mientras que otros se tomaban a broma sus exigencias, al igual que se encontraban con mujeres que las abucheaban durante las manifestaciones.
La huelga, la victoria y la recompensa
El motivo para hacer sonar el silbato de la huelga fue que esas mujeres cobraban el 85% de un salario masculino, cifra que tras su parón se alzó hasta un 92%. ¿Se rindieron demasiado pronto? No se puede hablar de rendición si amilanas a una multinacional. La presión a la que fueron sometidas estas mujeres fue de un calibre desmedido ya que 40.000 trabajadores de Ford estuvieron a punto de perder sus trabajos, fatal para el pueblo en el que vivían. Y es que toda la fábrica tuvo que parar su producción por no disponer de la tapicería de los coches, esas piezas que durante las negociaciones salariales previas a la huelga eran, según los patrones, un producto menor. Lil Grisley, Sheila Douglas, Violet Dawson y el resto de trabajadoras no se intimidaron por las mentiras de los empresarios y empezaron la batalla que costó a la empresa de automóviles lo que, actualizado, serían ahora unos 130 millones de euros.
La intervención de Barbara Castle (interpretada en la cinta por Miranda Richardson), laborista y Secretaria de Estado de Empleo, fue determinante para que las huelguistas de Dagenham acabasen prosperando. La misma Barbara Castle que se señala como responsable de que en 1970 se aprobase en el Parlamento la ley de Igualdad Salarial. Su aparición en la película es más crucial que la de Wonder Woman en Batman vs Superman.
El largometraje, que recaudó un total de 12 millones de dólares, recreó hasta las anécdotas más banales sobre la huelga. Una de las pancartas de este grupo de mujeres rezaba “Queremos igualdad de sexo (We want sex equality)” estaba mal desplegada por lo que solo se veía “Queremos sexo” (We want sex), lo que suponía el algarabío entre los trabajadores que pasaban por allí, algo que en principio desconcertaba a las mujeres. Tras unos cuantos comentarios innecesariamente sexuales y varios cláxones excitados acabaron descubriendo su error a la vez que confirmando la escasa complejidad del género opuesto.
La huelga finalizó un 20 de junio, 13 días después del toque de silbato. La normalidad volvió a la fábrica y Ford siguió vendiendo coches a mansalva. El empoderamiento femenino tuvo esa quincena un hito único, especial, glorioso y feliz. A día de hoy, en España las mujeres cobran en torno a un 30% menos que los hombres. Las costureras de Dagenham lucharon, ganaron y se repitieron a sí mismas un mantra obrero que parece sumergido en el fondo de la memoria: son derechos, no privilegios.
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