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La retórica empobrecida que ha determinado el momento político desde las elecciones de abril ha servido para marcar los dos puntos de divergencia fundamentales que, al cierre de esta edición, imposibilita la investidura de un Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos. De esos dos puntos, el primero es el que apunta que la ambición por los “sillones” sabotea la confianza necesaria para que Pedro Sánchez abra la puerta del Consejo de Ministros al grupo confederal que encabeza Pablo Iglesias.
El argumento de que la ambición es cosa de otros es demasiado débil. El cálculo electoral se hace a corto pero también a largo plazo. Podría darse la circunstancia de que las crisis en Unidas Podemos se detengan en algún momento y la lectura de los de Iglesias es que la experiencia de Gobierno ayudaría a esa recuperación. El PSOE, por motivos evidentes, no quiere contribuir a la estabilización de la maraña que gira en torno a Podemos. Pero es indecoroso plantearlo en esos términos.
Por eso es necesario, y mucho más ajustado a la realidad ideológica del desencuentro, introducir un segundo punto. Hay un desacuerdo primordial sobre Catalunya. El actual presidente en funciones desconfía de que la intención de Unidas Podemos sea la defensa fuerte y activa de la unidad de España. El programa de la confluencia ha incluido una defensa de esa unidad histórica basada en criterios de ‘seducción’, en una lectura que pretende adaptar al siglo XXI los conceptos de soberanía y nacionalidad. Una de las primeras señales que Podemos lanzó es que el tiempo hará necesario un referéndum del pueblo catalán para decidir su futuro.
Es demasiado poco para demasiada gente, especialmente en País Vasco, Catalunya o Galiza. Es demasiado, sin más, para el “Estado fuerte” que defiende y ha apuntalado el PSOE desde la restauración democrática. Si la victoria de Sánchez en abril se cimentó básicamente en su capacidad para encerrar a los partidos de la derecha en el búnker de Colón, su derrota en la pasada sesión de investidura de julio se produjo —más allá de la retórica de los sillones— por la negativa a separarse mediática y culturalmente de lo que significa ese búnker. Unidad de España de plato único servido por “Madrid”. Constitucionalismo de una sola dirección y sin posibilidad de reforma.
Pasará Pablo Iglesias, pasarán Jaume Asens y Yolanda Díaz, y el problema para ese “Estado fuerte” permanecerá. Quizá latente durante unos años, tras el golpe asestado por la que se apunta desmesurada sentencia a los hechos del 1 de octubre, por la desmesurada condena preventiva a Oriol Junqueras y los otro ocho presos políticos del procés. El régimen podrá desplazar el problema en el tiempo, pero eso no lo resolverá.
Dos años después del estallido de la crisis entre Catalunya y el Estado, la posición del partido socialista sigue siendo cerrar de un portazo la posibilidad de un diálogo sobre la cuestión de la plurinacionalidad, y esperar que el tiempo —y quizá la lógica de la postdemocracia en la que ha entrado la UE— resuelva ese problema netamente ‘español’. Los acontecimientos recientes han mostrado al PSOE más cómodo en un papel subalterno respecto de Rajoy con la aprobación del artículo 155 en el Senado antes que encabezando —o sugiriendo— un movimiento de distensión en la sala de máquinas del régimen.
Este 11 de septiembre, no obstante, una mayoría de la sociedad catalana volverá a hacer explícito que la solución represiva no es un plan para cerrar la crisis, sino solo una satisfacción de las bajas pasiones del búnker que anega la vía de la ‘seducción’ y retrasa el inicio de un diálogo que sigue siendo el único principio válido para abordar democráticamente el conflicto.
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Lo del PSOE es lamentable, pero peor son sus votantes, mil y una vez engañados, traicionados e ignorados siguen votando fielmente con argumentos que ni ellos mismo se creen, pero con cierta ilusión de que sirva para alguna pequeña medida social que puedan gritar a los demás, ¿de verdad les da igual a la hora de votar los continuos bandazos de su partido y de su líder?, dijo a todos los españoles en el programa de Evole que se equivocó con Podemos, que no le dejaron pactar con ellos desde las élites, le costó el rechazo de sus mayores y unas primarias que ganó prometiendo cosas como el impuesto a la banca que luego llevó Podemos al congreso y voto que NO, una vez gana las elecciones más bandazos, Iglesias es un escollo, Iglesias se quita de en medio, no les vale, Podemos bajando cada vez más su peticiones, con unos limites claro, ya que todos sabemos que si no estás donde tienes que estar no vas a cambiar nada, pero el PSOE sigue remoloneando hasta que se pueda justificar a su modo unas nuevas elecciones, muy diferente sería si Ciudadanos (CD’s) no les hubieran vetado para conseguir ser los números uno de la derecha algún día, esto les a roto sus planes de gobernar para las elites, sin dañar el sistema, esto, sí podría darse en unas nuevas elecciones con un giro de la veleta naranja como a los que nos tiene acostumbrados, eso sí, recordemos esos gritos en Ferraz, “con Rivera NO , con Rivera NO” de la gente que acudió a celebrar la victoria en las elecciones.
Hace mucho tiempo que el PSOE no es digno representante de la clase trabajadora, es un social liberalismo vendido a la oligarquía que siempre antepondrá el bien estar y la existencia del partido al de las exigencias de sus propios votantes...
En cuanto a Podemos, debería lanzar 4 o 5 medidas gordas como condición al PSOE para pactar y así dejarle en evidencia ante sus votantes, o creemos que aceptaría la devolución de los 60000 millones del rescate a los bancos o la derogación de las reformas laborales, la ley mordaza, etc ... Todo esto sin exigir ministerios para que no puedan decir nada de ansias de poder y así se vería que el PSOE solo es el muro para que nunca haya un verdadero gobierno de cambio en este país, siempre y cuando les sigan manteniendo sus votantes...
http://elbarruso.simplesite.com/
El PSOE es un partido de derechas cuyos socios naturales son el PP, Ciudadanos y Vox. Cualquier atisbo de progresismo en la política española desde la plurinacionalidad hasta la ley de Memoria Histórica, regulación de alquileres, salario mínimo, imposición fiscal a grandes empresas, control fiscal de la Iglesia, etc., etc., etc., se convierte en un obstáculo insalvable para cualquier partido de la derecha reaccionaria que, insisto, incluye al PSOE. Basta comprobar los últimos años de la "democracia" española desde la muerte del general Franco en los que el PSOE ha tenido ocasión de resolver estos temas y sin embargo ha optado por el bipartidismo y la connivencia con el Partido Popular. España, por obra y gracia de la Transición que consistió en cambiar de collares y no de perros convirtiendo a ministros de una dictadura militar en demócratas de toda la vida bajo la tutela borbónica, ni es ni será un país equiparable a por ejemplo Alemania en donde las coaliciones de gobierno no asustan a nadie y en donde el pasado nazi se ha afrontado (y se afronta) con transparencia y respeto a la verdad. Ni la UE ni la banca permite la coalición PSOE-UP (Anguita dixit) y los españoles, tan machotes que somos, bajamos la cabeza y hacemos vivas a las cadenas. Nuevas elecciones y como dice Mefistófeles en el Fausto "todo lo que existe debiera irse al fondo". Amén.
Bastante de acuerdo con esta visión... Y para hacer más claramente esta constatación es necesario re-leer los argumentos (plenamente acertados y comprobables) utilizados por el profesor Pérez Tapias para su salida.