Chile
Asel Luzarraga, un escritor vasco en la lista de Interpol

Luzarraga es escritor, bloguero, filósofo, anarquista y vasco. Fue detenido en 2009 en Chile por poner bombas y condenado a una pena que supondría su expulsión del país. Un montaje que derivó de la denuncia que hacía de la represión del pueblo mapuche que, según destaca, ha ocasionado que su nombre se haya incluido en la lista negra de Interpol. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos está estudiando su caso.

24 ene 2020 07:15

El 31 de diciembre de 2009 una docena de carabineros allanaba la casa del escritor Asel Luzarraga en la Araucanía chilena. Horas más tarde, cuando sus captores lo llevaban a un reconocimiento médico, un reportero de televisión le interpeló: “¿Cómo te declaras?”. A lo que Luzarraga contestó: “¿De qué se me acusa?”. “De bombas”. “¿Bombas?” —respondió atónito antes de ser sacado de las dependencias deslizando un angustioso “¡Inocente!”. Muy a su pesar, en menos de 24 horas se decretaba su ingreso inmediato en la prisión provincial de Temuco, un penal donde terminaría haciendo amistad con varios activistas del pueblo mapuche que habita la región. A partir de ahí, este bloguero, filólogo, anarquista, licenciado en ciencias empresariales, músico punk y escritor con ocho novelas publicadas en euskera y castellano comienza un disparatado —e inacabado— proceso judicial del que nos da cuenta en Mundaka, el pueblo que desde su nacimiento en 1971 lo ha visto crecer.

¿Es cierto que te acusaron de poner bombas en Chile sin haber llegado aún al país?
Parece surrealista, pero así es. Cuando hace ya algo más de diez años irrumpen en mi casa y finalmente me llevan detenido, llego al calabozo sin tener ni idea de qué estaba pasando. En ningún momento me habían explicado qué buscaban, más allá de un genérico “especies”, mientras veía cómo se iban llevando mi ordenador, mis libros, mis botas militares, una ikurriña, mi chupa de cuero… Solo antes de decirme que estaba detenido, la primera vez que, tras más de una hora de allanamiento, me dejaron entrar en mi dormitorio y tras hablar con el fiscal Omar Mérida, me dijeron que estaba detenido por lo que “habían encontrado allí”, señalando vagamente a mi armario y sin mostrarme nada. “Armas y explosivos”, me dijeron. Días más tarde, cuando mi primer abogado, que fue un desastre, consiguió la carpeta de la Fiscalía, me enteraba de que sobre ese armario ellos habían colocado una bolsa con un extintor vacío, un par de mechas, siete gramos de pólvora y unos tornillos oxidados envueltos en un paño para poder fabricar una infracción a la Ley de armas y explosivos, y de que pretendían colgarme cuatro ataques con bombas, dos de ellos en Santiago en fechas en las que yo ni siquiera tenía en mente ir a Chile, una tercera en Temuco, contra una farmacia, donde residía con mi compañera chilena, casualmente el 7 de diciembre de 2019, fecha en la que yo estaba comiendo con mis padres en Bilbao durante una breve visita para poder ir a la feria del libro de Durango, y una cuarta que no explotó, también en Temuco, contra la Seremi [Secretaría Regional Ministerial. N. del E.] de Justicia, “desactivada”, dicho así entre comillas, apenas cinco horas antes de que se iniciara la operación en mi contra por ser su presunto autor. Esas sospechas me valieron cinco días bajo la Ley Antiterrorista heredada de Pinochet, aunque al demostrarse por mi pasaporte que tres de ellas eran materialmente imposibles, curiosamente decidieron también olvidar la cuarta, la única que habría sido posible, para en adelante no acusarme más que de la tenencia de lo que los carabineros habían tenido a bien “regalarme”. No necesitaban más para sus objetivos. 


¿Y cuáles eran esos objetivos?
El propio Gobierno lo dejó claro decretando, tan solo siete días después de mi detención e ignorando toda presunción de inocencia, mi expulsión del país. Sencillamente, me querían fuera y, a poder ser, en silencio, y para eso una red especializada en montajes conformada por varios altos cargos de carabineros y la propia Fiscalía, acostumbrada durante años a un proceder similar sistemático contra activistas mapuche, movilizó recursos del Estado en una operación burda y chapucera, a sabiendas de que sus leales jueces no necesitarían más para redactar una sentencia decidida antes de que comenzara el juicio. 

Que un escritor vasco se instalara en la Araucanía, se involucrara en el movimiento anarquista local y publicara textos visibilizando la situación de persecución y represión del pueblo mapuche no les cayó muy bien

¿Por qué crees que se tomaron tantas molestias contigo?
Nunca entenderé del todo que mi actividad pudiera tener ninguna importancia ni entrañar ningún riesgo para el Estado, aunque a mi ego le encantaría pensar que sí, que soy peligroso. Lo cierto es que Chile tiene una larga tradición de expulsar extranjeros desde hace cien años, especialmente anarquistas. Hacía no mucho que habían expulsado a dos documentalistas anarquistas franceses por realizar un documental sobre la lucha del pueblo mapuche. Así que, al parecer, que un escritor vasco se instalara en la Araucanía, la región con más presencia mapuche, se involucrara en el movimiento anarquista local y publicara textos visibilizando la situación de persecución y represión del pueblo mapuche no les cayó muy bien. De hecho, el propio informe de la “inteligencia” policial que sirvió para que una juez diera una orden verbal de allanamiento en mi contra explicitaba claramente los motivos. Señalaba como pruebas en mi contra, además de mi presencia unos días antes en un pequeño acto anticarcelario justo frente a los muros que se convertirían en mi hogar provisional una semana después, varios de mis escritos, uno sobre la relación entre el anarquismo y la realidad histórica vasca, y otro relacionando el despojo de tierras históricamente sufrido por el pueblo mapuche con las teorías proudhonianas sobre la propiedad privada como resultado del robo. De todo ello concluían que yo era un líder anarquista internacional y que estaba “introduciendo ideas foráneas a la juventud chilena”. Esa, y no otra, era la acusación de fondo, pero como nada de eso es delito, debían fabricarme uno a “mi medida”. 

Arresto en Chile de Asel Luzarraga.
Arresto en Chile de Asel Luzarraga en 2009.


Siendo una persona relacionada con el mundo de las letras y de la música, ¿qué tipo de apoyos recibiste?
La verdad es que, especialmente en Euskal Herria, aunque también en otros lugares, como Argentina, Uruguay, España y el mismo Chile, hubo una reacción inmediata que me desbordó, por lo inesperada y por las dosis de amor y solidaridad que me hizo llegar a través de mi novia Vane. En Euskal Herria se juntó gente de todo tipo en una plataforma, Askel, en la que concurrían desde anarcos a hackers, pasando por escritores, músicos, antimilitaristas… Sin duda, fue fundamental la labor de Euskal PEN Kluba, asociación de escritores y periodistas en defensa de los derechos humanos, a la que ya entonces pertenecía, y sobre todo la energía que puso su entonces presidenta Laura Mintegi. Hubo gestos de todo tipo, como la carta que Unai Elorriaga hizo llegar a la entonces presidenta de Chile, la socialista Michelle Bachelet. Desde el mundo de la música, además de mi exbanda Punkamine, por supuesto, fue impresionante el concierto que Rafa Rueda consiguió organizar, con la participación solidaria de muchos grupos y músicos vascos, desde Berri Txarrak y Ken Zazpi hasta Ruper Ordorika o Petti, por mencionar algunos. Nunca hubiera podido pedir tanto. 


¿Sentiste en esos apoyos alguna ausencia?
Personalmente me quedo con quienes aportaron, que fue mucha gente. Recuerdo que en su momento un primo mío me hacía saber que se había dado de baja de Amnistía Internacional porque, como asociado, pidió que se implicara en mi caso, pero AI decidió lavarse las manos aduciendo que lo mío no era persecución política ni un ataque contra la libertad de expresión, sino un caso de terrorismo. Me extrañó que un organismo con su experiencia realmente creyera que a las personas a las que se persigue políticamente se les acusa alguna vez de crímenes políticos o de conciencia, cuando lo habitual, como en mi caso, es que los Estados tengan que inventar delitos contra aquellas personas que desean perseguir políticamente. Pero bueno, yo no soy dueño de su ridículo. 


Finalmente fuiste procesado, declarado culpable y sentenciado pero, si no recuerdo mal, la pena fue llamativamente corta y finalmente tuviste que abandonar Chile. ¿Así fue?
Sí, así fue. Hay que recordar que empezaron por pedirme una pena de diez años por aplicación de la Ley Antiterrorista, que duplica la duración de las penas. Finalmente, la Fiscalía y el abogado del Estado pidieron una pena de cinco años, pero los tres jueces, dos de los cuales fueron al año siguiente condenados por la CIDH [Comisión Interamericana de Derechos Humanos] por condenar a dos longkos [autoridades mapuches] basándose en prejuicios raciales dentro de otro sonado montaje, hicieron malabares interpretativos para poder al mismo tiempo condenarme pero darme una pena que ya tuviera cumplida. La sentencia es surrealista. Así dejaban las manos libres a la PDI (Policía De Investigaciones) para cumplir la orden de expulsión en mi contra. Finalmente no les dimos ese gusto, y de forma prácticamente secreta y con Jaime Madariaga, mi abogado, preparado para presentar un recurso de protección en caso de que intentaran detenerme, abandoné Chile por mi propio pie y crucé a Argentina.

Hasta en el vuelo de vuelta, cuando de nuevo fui retenido en la aduana, no me explicaron que en estos momentos figuro en las listas de Interpol por delitos relacionados con terrorismo
Tengo entendido que ahora tienes prohibida la entrada e Chile, ¿cuál es tu situación actual?
Efectivamente, la orden de expulsión no refería ningún plazo, de modo que casi diez años después sigo teniendo prohibida la entrada a Chile. Pero eso no es todo: el año pasado, en febrero de 2019, volvía unas semanas a Argentina, donde tengo residencia permanente, a visitar a mis amistades y presentar la tercera novela que me publican allí traducida a castellano. Se supone que no debiera tener ninguna traba para ingresar a un país en el que tengo residencia, pero en la aduana me retuvieron durante una hora en la Oficina de Migración, sin explicaciones claras, y cuando al final me dejaron pasar tuve que indicarles dónde me alojaría, por dónde me movería y en qué vuelo abandonaría Argentina, algo insólito para una persona que puede si lo desea quedarse a vivir definitivamente en ese país. Hasta en el vuelo de vuelta, cuando de nuevo fui retenido en la aduana, no me explicaron que en estos momentos figuro en las listas de Interpol por delitos relacionados con terrorismo, al pesar sobre mí una sentencia firme, y que por tanto no me pueden permitir seguir circulando hasta contactar con Interpol y recibir su permiso. Eso, en la práctica, significa que existen muchos países en los que, por el mero hecho de figurar en esa lista, tengo la entrada vetada.

En diciembre pasado la CIDH fallaba por fin a favor de la admisibilidad de mi caso al observar en él indicios de vulneración de los derechos humanos
¿Hay alguna vía para poder revertir los efectos legales de este montaje?
Es gracioso. La prensa chilena, en su papel de portavoz de los intereses del Estado, no se cansaba de destacar, como supuestamente incriminantes, algunas de mis características: ser vasco —incluso sugiriendo mi conexión con ETA y hasta con las FARC—, ser anarquista y ser punk, aunque creo que lo que menos les gustaba era que fuera escritor. Sobre tu pregunta, esperamos que la haya. En 2011, a través de mi abogado Jaime Madariaga, interpusimos una demanda en contra del Estado chileno ante la CIDH. Son procesos largos y costosos, la sede de la CIDH está en Washington —es seguro que para mí actualmente sería impensable querer ingresar en EEUU—, y en frente no dejamos de tener toda la maquinaria de un Estado. Sin embargo, acabamos de dar el primer paso en la buena dirección: en diciembre pasado la CIDH fallaba por fin a favor de la admisibilidad de mi caso al observar en él indicios de vulneración de los derechos humanos. Nos daba la razón en todos los argumentos esgrimidos, y abría así la fase de fondo del caso. Ahora se viene lo más pesado y costoso: redactar el informe de fondo. El objetivo es claro: que el caso llegue hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ésta condene al Estado chileno y se decrete mi absolución, borrándome de todas las listas de Interpol. Dicho brevemente, recuperar todos mis derechos para poder moverme por el mundo sin trabas, y que si en algún momento algún otro Estado se siente tentado a actuar contra mí, no cuente con el arma extra de mis antecedentes.

El mío es el único caso de un ciudadano europeo aceptado como caso de la CIDH, en un momento político crítico en Chile
Imagino que ese camino es largo y difícil, ¿has pensado en recabar algún tipo de apoyo?
Estamos en ello. Mi abogado tiene claro que necesitamos apoyos internacionales. Según cree, el mío es el único caso de un ciudadano europeo aceptado como caso de la CIDH, en un momento político crítico en Chile, donde la gente lleva desde octubre en la calle, sufriendo continuas violaciones de derechos humanos, con asesinatos, violaciones, desapariciones, torturas y una larga lista de personas que ha perdido un ojo o ambos por el actuar premeditado de los carabineros. Así que, si conseguimos apoyos desde Europa, podemos ayudar a poner en foco el terrorismo de Estado en Chile. Lo que las comunidades mapuche llevan sufriendo décadas ahora lo sufre todo el pueblo chileno. Junto a ese tipo de apoyo más político, claro, está la evidente realidad de que estos procesos son muy caros, no puedo tener a un abogado trabajando gratis para mí, de modo que también estamos pensando, en estos momentos en colaboración con la EIE [Asociación de Escritores Vascos] y Euskal PEN Kluba alguna campaña para poder juntar fondos con los que enfrentar económicamente el proceso. Toca buscar adhesiones en ambos terrenos, la parte más incómoda, porque de nuevo toca afrontar la exposición pública, pero no queda otra… Ganar este caso puede establecer un precedente que ayude a situaciones mucho más graves que quizá no cuenten con la posibilidad de llegar tan lejos.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Literatura
Nerea Ibarzabal “En un bar me interesan más las conversaciones de cocina que las de barra”
Nerea Ibarzabal es una voz comprometida. “Siempre es el momento, pero ahora es imprescindible”, explica. 'Bar Gloria' es su ópera prima (Susa, 2022), traducida por Arrate Hidalgo para consonni (2024), y fue la obra más prestada en las bibliotecas el año de su aparición.
Derecho a la vivienda
Vivienda Dos detenidos al intentar parar el desahucio de una mujer de 70 años y su nieto
La falta de respuesta institucional y la imposibilidad de hacer frente a la estafa de un prestamista dejan a la familia en una situación de desamparo total
#46241
24/1/2020 18:35

Egurre Asel! seguro que la lucha merece la pena para hacer aunque sea un poco de justicia. Servirá para mostrar una vez más la cara más oscura se ese monstruo llamado “estado” y la de sus esbirros. Así nos va, y ahora cada dos por tres nos sacan un anuncio de “egin zaitez ertzain”... Aurrera beti! (A) 🏴

5
0
#46233
24/1/2020 14:43

Hay que ser un indigente intelectual para decir que Asel es un terrorista. ¿Lo es de facto por ser vasco?,¿porque es escritor de novelas o anarquista?

16
2
#46216
24/1/2020 8:32

es un terrorista y por eso se el persigue como le gusta a la izquierda justificar sus genocidios , los socialsitas españoles no quieren que europa investige lso asesinatos de ETA con al que gobierna españa

4
26
#46221
24/1/2020 12:23

Un terrorista sin ningún muerto ni una bomba puestas. Imáginate dónde quedan en tu escala los franquistas como tú.

16
0
#46230
24/1/2020 14:35

¿Realmente merece la pena contestar a descerebrados de este calibre?

7
0
Oriente Próximo
Oriente próximo La diáspora kurda ante la caída de Bashar al-Assad
Siria enfrenta el fin de un régimen que durante décadas pareció inquebrantable. Desde la diáspora, la esperanza contenida de quien ha vivido demasiadas traiciones y promesas incumplidas.
Amazonía
Caso Chevron Pablo Fajardo: “Sacrificaron la Amazonía y la vida de la gente por racismo y por la ganancia económica”
El activista y abogado Pablo Fajardo fue elegido hace casi 20 años por la Unión de Afectados por Texaco para el juicio más importante contra la petrolera Chevron. Dos décadas después sigue luchando por la justicia ambiental y social en Ecuador.
Ley de Seguridad Ciudadana
Congreso de los diputados Reforma de la Ley Mordaza: ¿esta vez sí se puede?
Una de las mayores deudas de toda la izquierda del Estado español parece que está a punto de saldarse.
La vida y ya
La vida y ya Ya no sé quién vive en el primero
El barrio se ha transformado tanto que pueden pasar semanas sin ver por la calle una sola cara conocida porque los vecinos han sido sustituidos por turistas.
Análisis
Análisis El independentismo se reorganiza, pero ¿sigue siendo independentista?
Los partidos independentistas han sufrido la crisis del procés y el posprocés, y todavía no la han resuelto, sino, a lo sumo, la han aplazado. El PSC aparece como el ganador de una carrera con corredores agotados.
Que no te cuenten películas
Comunidad El Salto Suscríbete a El Salto y llévate seis meses de regalo a Filmin
Estas navidades, haz posible que El Salto llegue más lejos con sus contenidos críticos y llévate de regalo medio año de Filmin. Y si ya tienes Filmin, suscríbete a El Salto y regala el acceso a esta plataforma a quien quieras.
Análisis
Análisis Rojava en peligro
Las intenciones de Turquía en Siria ponen en peligro no solo la Administración Democrática Autónoma del Norte y Este de Siria (AADNES) sino también la convivencia del resto de minorías presentes en el país.
Literatura
Gustavo Faverón Patriau “Quizá la novela sea ahora mismo más relevante que nunca”
El escritor peruano Gustavo Faverón Patriau quería narrar en su nueva novela la historia de un boxeador que no sabía boxear pero tumbaba a sus rivales recitándoles al oído versos de César Vallejo. ‘Minimosca’ acabó siendo un cuentacuentos inagotable.
Galicia
Memoria histórica Así fue como el Patronato de Protección a la Mujer transformó Galicia en un convento de clausura
Las mujeres que cayeron en las redes del Patronato iniciaron un periplo de encierro, humillaciones, abusos y explotación que es desconocido para la mayor parte de la población. Queda hoy en la impunidad de un silencio que tenemos el deber de romper.

Últimas

Opinión
Tribuna Todas las razones para decir ‘Altri non’
Aquí van unos cuantos motivos para juntarnos este domingo en Compostela y dejar clara nuestra postura frente a un expolio que nos están tratando de imponer disfrazado de progreso, pero que sólo trae beneficio económico a unos cuantos indeseables.
Relato
Relato Descubrirse las manos
Descubres tus manos: el palmar y el dorso, la posibilidad futura de la pinza atrapacosas, dos miembros que te vinculan al chimpancé y al lémur. Aprendes su mecanismo.
Música
Música Un coro para homenajear las luchas obreras: “La canción protesta del pasado es historia viva”
El coro de canción protesta de Madrid nació para rescatar del pasado las tonadas de la lucha obrera y ponerlas al servicio de distintos activismos en el presente.

Recomendadas

Palestina
Eyad Yousef “No cuentes lo que queremos ser, cuenta lo que nunca hemos dejado de ser: un pueblo que quiere la paz"
Eyad Yousef es profesor en la Universidad de Birzeit, Cisjordania, y comparte su experiencia en una universidad que “representa el pluralismo y la libertad que tanto anhela la sociedad palestina”
Pensamiento
Sarah Jaffe “En realidad tenemos que hacer menos. E impedir que algunas cosas sucedan”
La escritora y periodista Sarah Jaffe aborda el desengaño cotidiano al que nos aboca el mundo laboral e investiga cómo, a pesar de todo, las personas se organizan colectivamente en sus empleos para que “trabajar apeste menos”.
Ocupación israelí
Palestina Vivir en alerta: la resistencia palestina frente la ocupación israelí
La cruda realidad de las feministas palestinas que, ante la represión y las detenciones arbitrarias, continúan su lucha por la libertad, la justicia y los derechos humanos.
Madrid
Ciudades Fake Madrid, un paseo por los hitos del simulacro
Un recorrido por los grandes éxitos de la conversión de Madrid en una ciudad irreal.