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Violencia machista
Terrorismo machista
La violencia machista es hoy uno de los espacios de lucha que abarca el Feminismo, pero no el único.
El feminismo hoy plantea nuevas dimensiones que abarcan desde la ya clásica lucha por la igualdad, pensada esencialmente desde la óptica de la mujer blanca occidental; al feminismo posmoderno, poscolonial, de la interseccionalidad como plantea Chandra Talpade, para quien hay que alejarse de un enfoque eurocéntrico y heteronormativo y pasar a tener en cuenta, no solo la condición de mujer sino también el país de origen para reflejar la vertiente racista que nos invade; un feminismo que contemple también los efectos de la economía y cultura sobre las mujeres no blancas; un feminismo que considere la clase social y la etnia a que pertenece cada mujer; hasta realidades más actuales como la teoría Queer de Judith Butler exponiendo una nueva definición de género e identidad sexual; o el ciberfeminismo que contribuye a definir Donna Haraway aportando el concepto o manifiesto del ciborg.
Como dice Carolina Meloni, hoy debemos hablar de Feminimos en plural para los que la demanda ya es de transformación y revolución integral de la vida no solo de las estructuras sociales. Sin embargo, en este artículo nos centraremos, esencialmente, en lo que es el Terrorismo Machista, su conceptualización, los datos, sus consecuencias, las posibles salidas.
Lo primero que decimos es que queremos calificar así, como Terrorismo Machista, la violencia que el hombre ejerce contra la mujer por su mera condición de hombre que se autoarroga ser el sexo y género dominante sin ninguna causa natural, genética, hereditaria o racional que lo justifique; un machismo que obedece tan solo a una tradición cultural fundamentada en intereses creados, en privilegios, a los que dicho perfil de hombre no está dispuesto a renunciar o ceder en pro de la dignidad y la justicia social, un hombre que está dispuesto y educado a luchar e incluso a matar por ellos.
Sin ningún tipo de reparos, podemos catalogar la situación de terrorismo machista ya que su existencia crea “un clima de terror e inseguridad susceptible de intimidar” a las mujeres y se fundamenta en “actos de violencia ejecutados para infundir terror”.
Estamos convencidas de que la sociedad en su conjunto no percibe esta violencia como terrorismo, con lo que no existe un rechazo frontal a la misma, no existe el convencimiento de que es algo a erradicar, sino que, en el mejor de los casos, hay una aceptación tácita de que esto es así, de que ha sido así y que difícilmente podrá dejar de ser así.Hay una complicidad-resignación generalizada de una sociedad capitalista y patriarcal que considera como cuasi natural algo que solo es cultural, que se rige por parámetros, actitudes y valores androcéntricos de difícil transformación.Si hablamos de terrorismo machista y conseguimos que la sociedad así lo perciba, estaremos dando un paso importante para su rechazo y erradicación.
Pero, ¿por qué no percibe la sociedad el machismo como terrorismo? Posiblemente por que sea mayoritario el porcentaje de hombres que lo ejercen y a nadie le gusta sentirse miembro o cómplice de una banda terrorista, mientras que el porcentaje de mujeres que lo sufren es muy numeroso.
Disponemos de leyes, así nos lo dice la clase política. La más reciente e innovadora, que cuenta además con importantes apoyos dentro del movimiento feminista, la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, Ley 1/2004, de 28 de diciembre de 2004; disponemos de campañas publicitarias que periódicamente se diseñan desde las administraciones públicas; existe un número (016) para realizar las llamadas de emergencia y luchar contra el maltrato que no deja rastro en la factura telefónica; están creadas Direcciones Generales e incluso existió un Ministerio de Igualdad que tiene sus réplicas en las administraciones autonómicas y locales; se dispone de un entramado de servicios y personas que trabajan en torno a la lucha por la igualdad y de manera específica contra la violencia machista; ejercen servicios multidisciplinares especializados de atención a la mujer; se aprueban partidas presupuestarias en los Presupuestos Generales del Estado para dotar de recursos todo el conjunto ingente de servicios, programas y políticas de igualdad.
Ciertamente todo esto existe, aunque también es cierto que hay una reducción drástica en los recursos económicos y personales en los últimos años, como señala Begoña Marugán en un artículo reciente de 2017 en la revista Libre Pensamiento. Según los datos, en los Presupuestos Generales del Estado, la partida destinada al Programa de Igualdad de Oportunidades entre hombres y mujeres, se han recortado desde los 43,240 millones de euros en 2008 a 19,700 millones en 2017; mientras que la partida destinada al Programa Actuaciones para la prevención integral de la violencia de género ha pasado de 31,077 millones en 2010 a 27,728 en 2017.
Y también es verdad que junto a todo este entramado normativo, legislativo y administrativo existente, la verdadera realidad es otra y es bien distinta. El número de mujeres asesinadas sigue siendo insoportable no llegando a reducirse de forma significativa; aumenta el número de hijos e hijas que son asesinadas para provocar mayor daño a la mujer; el número de denuncias por malos tratos crece exponencialmente; las situaciones de acoso sexual, laboral, escolar… son enormes.
La realidad y es también verdad que la mujer sigue siendo objeto y objeto sexual en la mayoría de las campañas publicitarias comerciales, TV, videoclip, redes sociales... Es asombroso el incremento del machismo en amplios sectores de la juventud imitando y desarrollando dichos comportamientos a través de sofisticados smartphone desde los que controlan a las chicas a quienes consideran de su propiedad, suyas, negándoles sus derechos, prohibiéndoles su vida en libertad.
No es casual que en todo conflicto bélico una de las primeras acciones que llevan a cabo los hombres del bando ganador es secuestrar y violar a las mujeres del bando perdedor, conocedores del significado profundo que ese gesto conlleva a nivel emocional, simbólico, de posesión (hemos poseído a vuestras mujeres; vamos a reproducir nuestros genes entre vuestra descendencia).
Como decimos, en paralelo existe toda una realidad de una política educativa en la que se va apostando progresivamente por asignaturas que tienen que ver con la economía, con el emprendimiento, todo ello en el contexto del sistema capitalista, y a costa de eliminar o reducir el tiempo dedicado a la educación en valores, a la educación de la ciudadanía, a la educación en el humanismo y la filosofía.
Y es que la igualdad real, la no dominación de un género sobre el otro, no se puede conseguir en un sistema capitalista que funciona sobre la base de la división sexual del trabajo en la que el hombre desempeña el trabajo productivo y a la mujer se le asigna, mayoritariamente, el trabajo reproductivo, el trabajo doméstico, el trabajo de cuidados, el trabajo no asalariado, en definitiva, un papel secundario, de manera que el capitalismo y el patriarcado se nutren mutuamente, funcionan en perfecta simbiosis. Como señalan Carme Díaz o Amaia Pérez Orozco, frente a la acumulación del capital, frente a los Tratados de Libre Comercio que representan el poder omnímodo y absolutista de las transnacionales y el capital, existe una economía feminista que plantea la sostenibilidad de la vida anteponiéndola a los mercados en la que no exista una división sexual del trabajo, el trabajo doméstico, los cuidados.
La verdadera situación es que la discriminación laboral y brecha salarial existe, la ocupación en puestos de responsabilidad tiene un claro sesgo machista y lo mismo sucede con los perfiles profesionales.
Según la última Encuesta de Población Activa (EPA) de tercer trimestre de 2017, el empleo aumenta este trimestre en 163.600 en los hombres y en 72.300 en las mujeres.
En los 12 últimos meses el empleo se ha incrementado en 521.700 personas (307.700 hombres y 213.900 mujeres).
El numero de hombres en paro se reduce en 90.700 este trimestre, situándose en 1.810.700.
Entre las mujeres, el desempleo baja en 91.900, hasta 1.921.100.
La tasa de paro femenina disminuye 84 centésimas y se sitúa en el 18,21%, mientras que la masculina se reduce en 83 centésimas y queda en el 14,80%.
Más datos, la pensión media de la mujer es de 742 euros frente a los 1.197 de los hombres y la brecha salarial es superior al 20% por el desempeño del mismo puesto de trabajo.
La verdadera realidad también es que el lenguaje sexista, no inclusivo, es el que mayoritariamente utilizamos, lo que refleja, a las claras, las ideas y pensamientos machistas que manejamos.
Lo mismo que debemos hablar de terrorismo, debemos hablar de violencia machista que va más allá de la mera violencia de género o violencia doméstica, y es que nos engañaríamos si no somos conscientes de que la violencia machista abarca todas las esferas de la vida y no está recluida únicamente a la violencia doméstica. Queremos decir que los asesinatos de mujeres son solo la punta del iceberg de la realidad que día a día vivimos las mujeres. La realidad va más allá. Cuando oímos la palabra violencia machista rápidamente nuestra imagen va a los asesinatos de mujeres ejercidos por hombres, pero las violencias machistas abarca mucho más y están sustentadas en la reproducción del histórico patriarcado, inducido y consentido política y socialmente.
Cada 8 horas es violada una mujer en España, según el Ministerio del Interior. En el mes de octubre, han sido asesinadas 9 mujeres más una niña de 1 año, la última mujer asesinada, el día 22, una mujer de 38 años, en Burjulú-Cuevas de Almanzora (Almería), y en lo que llevamos de año son 65 las mujeres asesinadas, más 5 niñas y 5 niños; mujeres asesinadas por ser mujeres o tener relación directa con ellas.
En 10 años contabilizados por distintas organizaciones, ha habido más de 1.000 víctimas de violencia machista. Mes tras mes, año tras año, vemos cómo aumentan las víctimas por la violencia machista y cómo siguen, desde las instituciones sin poner los medios suficientes para detener la sangría. Esto es violencia de Estado y desde el Gobierno se perpetúa con su reforma sobre la ley de nuestro derecho a decidir si queremos ser madres o no, con sus contratos a tiempo parcial para que nos dé tiempo de realizar las tareas del hogar, negándonos el derecho a ser autónomas económicamente, con su sociedad patriarcal en la que somos el pilar de la familia tradicional que ustedes quieren.
Según datos del observatorio de violencia sobre la mujer, en la estadística judicial del primer trimestre de 2017, podemos comprobar que son 450 las denuncias diarias presentadas en los juzgados de violencia de género. Los tipos de delitos asignados a estas denuncias en la mayoría de los casos (más del 70%) son relacionados con lesiones y malos tratos, seguidos de quebrantamientos de medidas y de penas, contra la libertad, el honor y la indemnidad sexual, contra los derechos y deberes familiares y contra la intimidad y el derecho a la propia imagen. Estos son los datos que constan como denuncias oficiales, pero sabemos que son miles más los casos comprendidos en estos tipos de delitos, ya que estos están tipificados dentro de la violencia de género.
Sin duda, la realidad no es la misma en las sociedades occidentales, en la que el machismo precisa o necesita mayores dosis de sutileza y sofisticación para campar a sus anchas, frente al machismo que se experimenta en otras realidades geográficas en la brutalidad y marginación que se ejerce hacia la mujer roza la barbarie. Pero esencialmente, la inmensa mayoría de la humanidad vivimos en un sistema capitalista, por tanto, en un sistema patriarcal, en un sistema agresivo hacia la mujer al considerarla inferior con respecto al hombre.
Y es que no se trata solamente de aportar datos de mujeres asesinadas con un espíritu de competición o ranking en el sentido de que si hay menos muertes es que la situación de la mujer va mejor, porque con ello lo que estamos ocultando realmente es la verdadera dimensión de la violencia machista, estamos ignorando lo que conocemos como micromachismos, situaciones de discriminación de la vida cotidiana que no se recogen en ninguna estadística, ni noticiario, estamos ignorando lo que Begoña Marugán plantea también en la pirámide de la violencia machista, distinguiendo una parte visible en la sociedad patriarcal en la que se integran lo que llama las formas groseras (el asesinato, las palizas, violación, abusos, gritos, insultos) mientras que en la formas sutiles e invisibles integramos el chantaje emocional, la anulación, el asilamiento, la exclusividad, el control, la invisibilidad.
Las mujeres son las primeras en ser despedidas, las mujeres y sus cuerpos son las primeras sobre las que se legisla (regulación del aborto, prostitución, vientres de alquiler…) para controlarlas y dirigir su capacidad de toma de decisiones, su libertad y derechos.
Si consideramos que la especie humana es la más avanzada en el desarrollo filogenético, la que más ha evolucionado; si consideramos que el género no es sino una construcción cultural; si consideramos que el patriarcado y el androcentrismo son antinaturales, no son fruto de la herencia genética; empezaremos a entender que la emancipación de la mujer puede ser posible. No hay nada que justifique la superioridad de un género y de un sexo sobre otro, nada que no tenga que ver con el autoritarismo, la dominación, la imposición.
Por tanto, la lucha de la mujer contra este sometimiento es legítima y necesaria. Porque el futuro de la humanidad no lo puede ni lo debe protagonizar un género, un único sexo dominador sobre el otro de la misma especie. Las mujeres anarquistas y feministas lo vienen manifestando así desde el siglo XIX y de forma especial el movimiento anarquista Mujeres Libres del siglo XX, cuando hablan del humanismo integral, cuando plantean que existe una sola especie, la especie humana y es irrelevante desde el punto de vista del desarrollo como humanidad el que existan dos géneros o dos sexos, hecho que resulta ya irrelevante a la vista de los nuevos avances tecnológicos.
Para concluir, desde el optimismo, la lucha de las mujeres está desenmascarando los trucos, perversiones, manipulaciones, engaños, sobre los que el sistema machista funciona, está afrontando con energía y sin miedo la defensa de sus derechos y su libertad, la lucha de las mujeres conseguirá revertir esta situación para dar forma una sociedad nueva basada en la libertad, la igualdad y los derechos.
Ahora que se celebra el centenario de la revolución bolchevique en Rusia y se vive como un fracaso del modelo, ahora que la revolución comunista libertaria sigue pendiente, en esa revolución no cabe otra vía que no sea la integración de la revolución feminista para que así desaparezca la dominación de unos sobre otras.
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Soy un hombre pero ello no me obliga ni a ser valiente ni a ser cobarde. La violencia que más duele es la psicológica, y esa la ejercen igualmente hombres y mujeres. Sin ánimo de crear un micromachismo diría que las mujeres son más inteligentes y,si llega el caso, ejercen una violencia más inteligente. La maldad o la bondad no tiene nada que ver con el sexo. Y la Ley de Violencia de Género no tendría que haber existido jamás. Una ley que incita a una guerra de sexos absurda en la España actual, que deja indefenso al hombre, que sólo ampara a la mujer. Una ley que no ha soluciónado absolutamente nada, y que intenta justificarse en unas denuncias obtenidas sin rigor y a base de premiar a la parte denunciante, y a base de proclamar el machismo el heteropatriarcado, que vergonzosamente existió en España en el pasado, y cambiarlo por una dictadura hembrista matriarcal.Estas no pueden ser las bondades del feminismo,ni frutos de tantos ministerios de igualdad,pues resulta un insulto a la inteligencia de las personas de bien.
Un discurso muy desconcertante,que incita a la perplejidad más absoluta. Sí, porque te preguntas,¿de qué está hablando esta señora. Está hablando de nuestro país España y se refiere a nuestro momento actual?. Pone a las mujeres víctimas de todo y de todos. Nos habla como todas las feministas radicales del machismo el terrorismo el heteropatriarcado.¿ Pero está usted segura que está hablando de España actual? Hoy en día puede decirse que la desigualdad, es un problema pero la desigualdad del hombre con respecto a la mujer Así queda de manifiesto en la Ley de Violencia de Género y en el Pacto de Estado que ni siquiera le concede al hombre los derechos fundamentales, cómo es su presunción de inocencia. Se dá como prueba científica del maltrato asistente ,muchas veces la simple palabra de la mujer que es suficiente para encarcelar a cualquier hombre. Se anima desde todos los ámbitos esta denuncia, y casi se la obliga incluso que no pueda retirar la denuncia. Tal y como se llevan a cabo estas actuaciones puede haber detrás de la denuncia muchísimos hombres inocentes pero no importa son solo hombres. Les retiramos sus derechos fundamentales, pero seguimos el discurso de que seguimos oprimidas por el patriarcado y el machismo. Los hombres son malvados, las mujeres somos buenísimas y muy justas, ellos no caben en esta ley porque un hombre es imposible que sea maltratado ni física ni psicológicamente, no son personas. Y esto lo hacemos en nombre de la igualdad, y con todos los recursos públicos posibles que aún no son suficientes. y si esta ley no funciona le damos una vuelta de tuerca más pero no reflexionamos más allá del machismo y el heteropatriarcado, no vaya a ser que esta realidad no exista o hay algunas otras causas.