Tribuna
Stop Desahucios: un propósito para año nuevo

Frente al debate sobre cómo recuperar una conciencia comprometida con los problemas sociales, los Stop Desahucios son realmente revolucionarios. No tan solo porque el derecho de la familia a un hogar prevalece sobre los intereses económicos de bancos y fondos buitre. Sino también porque une a personas de todo tipo y condición.

desahucio Elche Carrus
Vecindario y activistas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de Elx-Crevillent tratan de impedir el desahucio | Foto: Carlos Serrano

Las Navidades son una festividad que nos atraviesa. Nos despierta todo tipo de emociones, recuerdos y esperanzas. Durante estas fiestas, nuestras ciudades se convierten en el escenario de un Belén. Un acto ritual que conecta diferentes generaciones. Vale la pena acercarse y contemplar que, en su obviedad, se oculta un mensaje fundamental: el nacimiento de Jesús ocurrió en un viaje migratorio, finalizando en un pesebre, en una infravivienda.

¿Imaginan que durante el nacimiento de Cristo, María y José se hubieran encontrado un muro para impedir que alcanzarán Belén? ¿O que unos legionarios romanos ejecutarán un desahucio del pesebre? La imagen sagrada del Belén nos recuerda una condición humana, muy humana. La fragilidad y la vulnerabilidad que nos caracteriza. Y, por tanto, la necesidad de nuestros vínculos comunitarios. De aceptar al otro. De crear un “nosotros” inclusivo y plural. Por eso se dice que las navidades son tiempo de encuentro, paz y amor.

Bastaría abrir cualquier libro de historia para ser conscientes de que el motor de los cambios sociales enraíza con valores así de sencillos. Sin embargo, quien se acerque a algunos bares corre el riesgo de presenciar un espectáculo que prescinde de toda la empatía que requieren. En el mismo, se condena a las personas migrantes, las feministas y los homosexuales de haber provocado un falso olvido de la clase trabajadora y una supuesta desviación de la izquierda.

Lo que más me llama la atención de estos minutos del odio es que suelen estar protagonizados por varones blancos; siempre desinhibidos por ingentes cantidades de alcohol, posibilitando que expresen sus más bajas pasiones. Generando así una suerte de patético exorcismo frente a la impotencia que les genera cualquier cambio.

Estos melodramas forzados no acaecen durante una huelga por mejoras salariales o durante una asentada por la libertad de expresión. Se desarrollan en espacios aislados, sectarios, con individuos que opinan exactamente igual y donde se vigila con arrogante sospecha cualquier diferencia. Y que dicho sea de paso, involucran perder un valioso tiempo que bien podría utilizarse para movilizar un sindicato, una asociación vecinal o un colectivo social.

No me inquieta cuando estas escenas se desarrollan por personajes abiertamente de extrema derecha. Es de esperar. ¿Pero cuándo lo protagonizan individuos que se adscriben a corrientes de izquierda? Da que pensar. Especialmente cuando son los mismos que tan solo hace unos años repartían carnets de izquierda y a la mínima desviación de opinión te llamaban “facha”. Son los puristas de lo teórico, que tiemblan cuando emergen prácticas realmente emancipadoras.

Actualmente se ha abierto un debate básico, y enriquecedor, sobre cómo recuperar una conciencia comprometida con los problemas sociales. Una conciencia capaz de superar las guerras de pobres. Del conflicto entre el último y el penúltimo, ya sea por etnia o género. Y que en el fondo, solo beneficia a las élites financieras que hacen de nuestro planeta un lugar más hostil para todos. Esa casta que sí necesita la división y el conflicto interno de la clase trabajadora, para así poder exprimirla sin ningún freno a su crueldad.

Frente a este debate, que calmadamente deja de lado diferencias simbólicas poniendo en común nuestros problemas materiales, solo tengo una humilde propuesta: los Stop Desahucios. Esa acción social en la que varias personas se unen —como grupo— para impedir un desalojo. Los Stop Desahucios son realmente revolucionarios.

No tan solo porque el derecho de la familia a un hogar prevalece sobre los intereses económicos de bancos y fondos buitre. Sino también porque une a personas de todo tipo y condición. La primera vez que acudí a un Stop Desahucios, lo que más me impresiono fue la diversidad humana que tomaba lugar en el mismo.

Un joven de Barcelona se reía con unas carcajadas tan alegres que movían arriba y abajo sus enormes gafas; una anciana musulmana le relataba teatralmente cómo le canto las cuarenta al mismo banquero que la estafo. Otras dos mujeres, una proveniente de Portugal y otra de Ecuador, bailaban enérgicamente mientras cantaban consignas revolucionarias. Durante un instante, personas de diferentes territorios, edades, géneros, tendencias y creencias compartían una solidaridad inquebrantable.

Personas de Rabat, de Dublín, de Barcelona. Personas heterosexuales, homosexuales y transexuales. Personas cristianas, musulmanas y ateas. Incluso conocí a un hinduista, del que aprendería la importancia del sánscrito y la belleza de los mitos brahmánicos. Todos unidos, por el objetivo común de proteger los derechos humanos. Ponían en riesgo sus propios cuerpos frente a las fuerzas del orden, pero para todos ellos proteger a una familia otorgaba sentido a su vida y justicia al mundo. ¿No es esto, acaso, defender a la clase trabajadora?

Nadie que participe en un Stop Desahucios vuelve a ser el mismo. Siempre te cambia. Con intensidad. Te enseña que lo imposible es posible. Y que nuestra fuerza radica en la cooperación con la persona que tenemos al lado. Que su diferencia nos suma para ser mejores. Que lo único a lo que debemos tener miedo, es al miedo mismo. Su fuerza es tal que personas que te confesaban en secreto haber poseído ideas xenófobas acababan trabando una amistad profunda con compañeros de distinta procedencia.

Todos los prejuicios se disolvían en la práctica, en la comunidad, en la diversidad. Y también había blancos. Sí, varones blancos. Y aunque pueda sorprender a muchos, nadie venía a señalarnos con el dedo, ni a juzgarnos, ni a decirnos que éramos los responsables de todos los males del mundo. Nos trataban como se debía, como a uno más del grupo.

El Stop Desahucios no solo impide la ruptura entre una familia y su hogar. En el proceso, nacen vínculos difíciles de romper. Resistentes. Transformadores. Que tienen el poder de superar cualquier prejuicio. Pero no desde grandes teorías, ni discursos grandilocuentes. Sino entre una modesta y afectuosa práctica. Por eso, en estas Navidades, recomendaría que cuando nos encontremos a un familiar o un conocido con ganas de discusión, de culpar al otro de todas sus desgracias… le recomendemos acudir a un Stop Desahucios. Y que lo hagamos con humor y cariño. No se me ocurre mejor propósito para el próximo año nuevo.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Tribuna
Tribuna El día después del derrocamiento de Al Asad en Siria
El pueblo sirio ha sufrido lo indecible en los últimos años en sus aspiraciones de soberanía y de liberación. La pregunta ahora es ¿cómo se va a reconfigurar el reparto de poder en Siria y en la región?
Tribuna
Tribuna Personas solicitantes de asilo, las grandes olvidadas en la reforma del Reglamento de Extranjería
El nuevo reglamento deja un vacío en el sistema, como forma de disuadir a las personas que quieren pedir asilo en el Estado español y que reúnen las condiciones para ello.
Tribuna
Tribuna Vivienda: es hora de organizarnos
La situación de crisis inmobiliaria nos exige leer el momento para acertar en las batallas que debemos dar ahora, reflexionar sobre los modos de acción colectiva y lograr articular una respuesta política amplia.
Javier mejias
28/12/2018 9:55

Premio nobel para la plataforma stop desahucios
Ánimo es un ejemplo de sociedad presente

0
0
#28455
27/12/2018 21:33

¡Lo imposible si es posible.!, fuerte, pero cierto

0
0
#28450
27/12/2018 18:49

Así es y más cuando esta el derecho reconocido en la Constitución española y bien que se lo pasan por el forro......

1
0
Francia
Francia Macron se aferra a la continuidad y depende del jóker de los socialistas y la ultraderecha
El presidente francés nombra primer ministro al veterano centrista François Bayrou después de que este último le amenazara con retirar su partido de la coalición presidencial.
Oriente Próximo
Oriente próximo La diáspora kurda ante la caída de Bashar al-Assad
Siria enfrenta el fin de un régimen que durante décadas pareció inquebrantable. Desde la diáspora, la esperanza contenida de quien ha vivido demasiadas traiciones y promesas incumplidas.
Análisis
Análisis Rojava en peligro
Las intenciones de Turquía en Siria ponen en peligro no solo la Administración Democrática Autónoma del Norte y Este de Siria (AADNES) sino también la convivencia del resto de minorías presentes en el país.
Amazonía
Caso Chevron Pablo Fajardo: “Sacrificaron la Amazonía y la vida de la gente por racismo y por la ganancia económica”
El activista y abogado Pablo Fajardo fue elegido hace casi 20 años por la Unión de Afectados por Texaco para el juicio más importante contra la petrolera Chevron. Dos décadas después sigue luchando por la justicia ambiental y social en Ecuador.
Especulación inmobiliaria
Especulación en Madrid Las vecinas de Tribulete, 7 denuncian la especulación de Élix Rental Housing con una acción musical “fúnebre”
30 inquilinas de este bloque resisten en sus hogares pese a que este fondo buitre ya ha adquirido la totalidad del edificio para convertir los pisos en apartamentos turísticos. Este sábado, han vuelto denunciar el proceso de gentrificación del barrio
Ley de Seguridad Ciudadana
Congreso de los diputados Reforma de la Ley Mordaza: ¿esta vez sí se puede?
Una de las mayores deudas de toda la izquierda del Estado español parece que está a punto de saldarse.
Que no te cuenten películas
Comunidad El Salto Suscríbete a El Salto y llévate seis meses de regalo a Filmin
Estas navidades, haz posible que El Salto llegue más lejos con sus contenidos críticos y llévate de regalo medio año de Filmin. Y si ya tienes Filmin, suscríbete a El Salto y regala el acceso a esta plataforma a quien quieras.
La vida y ya
La vida y ya Ya no sé quién vive en el primero
El barrio se ha transformado tanto que pueden pasar semanas sin ver por la calle una sola cara conocida porque los vecinos han sido sustituidos por turistas.
Análisis
Análisis El independentismo se reorganiza, pero ¿sigue siendo independentista?
Los partidos independentistas han sufrido la crisis del procés y el posprocés, y todavía no la han resuelto, sino, a lo sumo, la han aplazado. El PSC aparece como el ganador de una carrera con corredores agotados.

Últimas

Opinión
Tribuna Todas las razones para decir ‘Altri non’
Aquí van unos cuantos motivos para juntarnos este domingo en Compostela y dejar clara nuestra postura frente a un expolio que nos están tratando de imponer disfrazado de progreso, pero que sólo trae beneficio económico a unos cuantos indeseables.
Opinión
Opinión La oportunista invasión israelí de Siria
Desde la caída de Bashar al-Assad, Israel ha llevado a cabo una invasión de Siria sin provocación previa y con el apoyo de Estados Unidos. Los objetivos son claros.
Relato
Relato Descubrirse las manos
Descubres tus manos: el palmar y el dorso, la posibilidad futura de la pinza atrapacosas, dos miembros que te vinculan al chimpancé y al lémur. Aprendes su mecanismo.
Música
Música Un coro para homenajear las luchas obreras: “La canción protesta del pasado es historia viva”
El coro de canción protesta de Madrid nació para rescatar del pasado las tonadas de la lucha obrera y ponerlas al servicio de distintos activismos en el presente.

Recomendadas

Literatura
Gustavo Faverón Patriau “Quizá la novela sea ahora mismo más relevante que nunca”
El escritor peruano Gustavo Faverón Patriau quería narrar en su nueva novela la historia de un boxeador que no sabía boxear pero tumbaba a sus rivales recitándoles al oído versos de César Vallejo. ‘Minimosca’ acabó siendo un cuentacuentos inagotable.
Galicia
Memoria histórica Así fue como el Patronato de Protección a la Mujer transformó Galicia en un convento de clausura
Las mujeres que cayeron en las redes del Patronato iniciaron un periplo de encierro, humillaciones, abusos y explotación que es desconocido para la mayor parte de la población. Queda hoy en la impunidad de un silencio que tenemos el deber de romper.
Palestina
Eyad Yousef “No cuentes lo que queremos ser, cuenta lo que nunca hemos dejado de ser: un pueblo que quiere la paz"
Eyad Yousef es profesor en la Universidad de Birzeit, Cisjordania, y comparte su experiencia en una universidad que “representa el pluralismo y la libertad que tanto anhela la sociedad palestina”
Pensamiento
Sarah Jaffe “En realidad tenemos que hacer menos. E impedir que algunas cosas sucedan”
La escritora y periodista Sarah Jaffe aborda el desengaño cotidiano al que nos aboca el mundo laboral e investiga cómo, a pesar de todo, las personas se organizan colectivamente en sus empleos para que “trabajar apeste menos”.