Racismo
La materialidad de la raza

En cada uno de los países donde se han recopilado datos se ha demostrado que son las poblaciones racializadas en negativo las que acaparan los peores índices en acceso a derechos políticos, económicos, sociales y culturales.
dan killer cops
21 jul 2021 06:01

Llevamos un tiempo en el que los debates sobre las identidades y las materialidades se están volviendo más públicos, o por lo menos saliendo de determinados espacios donde la amplia mayoría de las personas no llegan, sea por unos motivos o por otros. En un principio considero que esto es positivo, pone sobre la mesa temas que tienen implicaciones políticas para muchas personas. También es cierto que incluso desde los propios debates, sobre lo que sea, influyen dinámicas de poder y de acceso a recursos de los actores inmersos en la discusión que tienden a desnivelarlos. Pero con eso siempre se cuenta y no debe temerse.

Dentro de estos debates, como señalo, se encuentra el tema de la materialidad. De alguna forma para evitar poner la raza en el centro del análisis (histórico y contemporáneo), del diagnóstico y por lo tanto del proyecto político, se viene a reducir a un mero elemento identitario individual desvinculado de los sistemas político-económico-culturales que funcionan y se presentan como hegemónicos desde un tiempo histórico determinado. Así, la raza, en tanto que mera identidad individual (explotada por el liberalismo) no tendrá relación con la materialidad de vida de las poblaciones.

Por otro lado, tenemos quienes consideran que las identidades políticas (como la raza) lo son, en parte, precisamente porque están vinculadas y condicionadas en la materialidad de recursos y capital, así como de derechos. Y con ello, en la materialidad de sus experiencias compartidas. Que históricamente las poblaciones racializadas en negativo (como las denomina el historiador Antumi Toasijé) se hayan visto obligadas (consciente o inconscientemente) a blanquearse a través de ejercicios de passing nos habla precisamente de la materialidad de tales identidades. Que una mujer negra vea condicionada sus posibilidades de acceder a un puesto de trabajo en función de si decide alisarse el pelo (poniendo en riesgo su salud), es profundamente material.

Una de las formas de reflejar cómo estas identidades están materializadas en derechos es a partir de los datos. Es justamente esta una de las demandas centrales de parte de los movimientos antirracistas actuales en España, sobre todo desde los colectivos afrodescendientes y africanos, sobre la necesidad de incluir en los censos una variable que permita tener en cuenta la categoría étnico-racial como existe en Estados Unidos y diversos países de América Latina.

Como en España no hay esos datos (porque no quieren que los haya) y como hablamos de un sistema internacional y no simplemente español, vamos a poner sobre la mesa algunos datos que reflejan la materialidad de las identidades raciales de las poblaciones negras en países donde sí se recogen. Para tener estos datos, por lo pronto, se requiere de una identificación de las personas en este caso con ser negras o afrodescendientes. Esto es algo de lo que saben bien en América Latina y el Caribe donde desde las diferentes organizaciones afrodescendientes vienen trabajando en la construcción de las identidades para que los censos sean lo más cercanos posible a la realidad de los países. Cuando históricamente se ha construido que los sujetos negros son todo lo que no se debe ser —y esto no es un invento mío—, la consecuencia es que muchas personas renieguen de ello, siendo posiblemente el caso más notorio el de República Dominicana. Si esto no fuera importante no habrían existido históricamente resistencias desde los poderes de los diferentes Estados (unos Estados blanco-mestizos bajo el marco de la Democracia Racial) para que estos reconocimientos identitarios se vieran reflejados. El caso más relevante y flagrante de la actualidad lo encontramos en Colombia con el Censo del 2018 y lo que las organizaciones han denominado como “genocidio censal” de las poblaciones negras del país.

Sin la mal llamada “política de la identidad” no sabríamos que en Colombia el 60% de la población afrodescendiente está empobrecida y el 24,1% en condiciones de pobreza extrema frente al 54,1% y 18,5% del resto de la población blanca-mestiza del país

Es decir, sin la mal llamada “política de la identidad” no sabríamos que en Colombia el 60% de la población afrodescendiente está empobrecida y el 24,1% en condiciones de pobreza extrema frente al 54,1% y 18,5% del resto de la población blanca-mestiza del país; que las tasas de analfabetismo son casi el doble para la poblaciones afros; que estos perciben un 70% menos de ingreso promedio que las personas blanco-mestizas; que los directivos de empresas son un 92% blanco-mestizos; que en el 2014 en la Corte Suprema de Justicia, la Corte Constitucional, el Consejo de Estado o el Consejo Superior de Judicatura no había ningún hombre o un mujer afrodescendiente; que de los desplazados por el conflicto del país prácticamente un 48% fueron personas afrodescendientes (77% de las personas desplazadas no cuentan con Seguridad Social); que la esperanza de vida de los hombres negros es seis años menor a la media nacional mientras que para las mujeres negras es de 11 años menos; que una persona blanca tiene un 20% de posibilidades de ser llamada a una entrevista de trabajo frente a un 9% de una persona negra con el mismo perfil; que las mujeres negras tienen un 27,5% menos de remuneración que las mujeres blancas y un 37,8% menos que los hombres blancos ocupando los mismos puestos laborales; y que en cada una de las categorías donde se generan datos las poblaciones blancas están siempre mejor posicionadas.*

Gracias a la CEPAL, entre otras instituciones, sabemos que estas diferencias se reproducen en toda América Latina y el Caribe. Pero si hay un país que recoge constantemente estadísticas en este sentido es Estados Unidos. ¿Qué sabemos de las personas negras en Estados Unidos? Los jóvenes tienen nueve veces más probabilidad de ser asesinados por la policía que el resto de la población. En 2016 la policía mató a 1.092 personas de las cuales prácticamente el 25% eran afrodestadounidenses. Cabe señalar que la población afroestadounidense del país es el 12%. Pero es que, cuando no te matan, te encierran. La desproporción de las sentencias por similares delitos o la sobrevigilancia sobre estas personas generan diferencias estructurales evidentes. Entre el 2007 y 2011 las sentencias de los hombres negros fueron 19,5 veces más grandes que la de los blancos en situaciones similares. Pese a que la mayoría de los traficantes y usuarios de drogas ilegales son blancos, tres cuartas partes de todos los reclusos por estos delitos son negros y latinos. Otro campo donde se evidencia esta diferencia es del de las ejecuciones. De las más de 18.000 ejecuciones que han tenido lugar en la historia de Estados Unidos solo 42 personas blancas fueron condenadas por matar a una persona negra, mientras en el caso de las víctimas blancas el 75% de las personas acusadas acabaron con pena de muerte. Para el 2011 el 42 % de las personas que estaban en el corredor de la muerte eran afrodescendientes. Sobre la impunidad (elemento clave) en los noventa 6 de cada 10 asesinatos a de personas negras quedaban impunes en Los Ángeles. Hasta el 2014 los delitos sobre personas negras con heridos grabes solo el 17% terminaba con un condenado. En Chicago, hoy en día la policía resuelve el 47% de los casos cuando la víctima es una persona blanca por el 22% cuando es negra. 

En un estudio en Maryland y Nueva Jersey mostraban que solo el 15% de los que circulaban por la vía eran personas racializadas no blancas y sin embargo el 42% de las paradas y el 73% de los arrestos de conductores eran negros

En un estudio en Maryland y Nueva Jersey sobre paradas de tráfico por patrullas de la DEA mostraban que solo el 15% de los que circulaban por la vía eran personas racializadas no blancas y sin embargo el 42% de las paradas y el 73% de los arrestos de conductores eran negros pese a que todos tenían el mismo indice a la hora de violar las normas de tráfico. Los estudiantes negros son expulsados tres veces más que los blancos en las escuelas (16% por un 5%). En 2012 el desempleo de los afros con un diploma universitario (12%) fue mayor que el de los blancos que no habían terminado el instituto (11,4%) y los ingresos per cápita inferiores (14 mil frente a 26 mil dólares). Además, en cuanto a los propietarios de vivienda las tasas de propiedad son de un 72% para propietarios blancos por un 43% de propietarios negros. Los propietarios negros pagan 743 dólares más al año en pagos de intereses hipotecarios, 550 más al año en primas de seguros hipotecarios y 390 más al año en impuestos a la propiedad. Antes de la recesión del 2007-2008 las familias blancas eran de media cuatro veces más ricas que las negras. En el 2010 lo eran 6 veces más.

El estudio Race and Economic Opportunity in the United States: An Intergenerational Perspective, elaborado de la mano de Harvard, Stanford y Census Bureau, señala cómo independientemente del origen social y económico, con el tiempo la vida de las personas negras se ve condicionada por diferentes elementos que llevarán a que no tengan las mismas probabilidades de avanzar en la escala socioeconómica que las blancas. Así se observa que los chicos negros criados en Estados Unidos, incluso en las familias más ricas y que viven en algunos de los barrios más adinerados, terminan ganando menos en la edad adulta que los niños blancos con antecedentes similares. Si bien los chicos blancos que nacen en un entorno adinerado tienen una alta probabilidad de permanecer en él conforme crecen y se vuelven adultos, en el caso de los jóvenes negros de similares entornos o en los mismos (es decir, cuando son los mismos barrios, cuando las familias tienen los mismos ingresos, mismos niveles educativos, mismo capital cultural y en general la misma riqueza) encuentran más probabilidades de terminar siendo pobres.

Estas diferencias aumentan en función de la calidad del barrio en el 99% del país, así cuanto mejor sea el barrio con menor índice de pobreza y mejores escuelas las brechas entre la evolución de la población negra y blanca serán más notables. Tal es así que en el estudio de 10 mil chicos que crecieron en familias ricas, cinco mil blancos y cinco mil negros, del conjunto de chicos blancos el 39% se mantuvo en un estatus de familia rica, el 24% de clase media alta, el 16% de clase media y el 20% restante se dividió en un 10 % clase media baja y otro 10% en población pobre. La relación con los jóvenes negros es la contraria, el 17% se mantuvo como población rica, el 19% como clase media alta, el 22% como clase media, el 20% como clase media baja y por último el 21% como clase baja-pobre. Se observa claramente la diferencia con los jóvenes blancos que ocupan en porcentajes mucho más altos las clases sociales más altas.

Por el contrario, cuando se analiza el crecimiento de otros 10 mil chicos en este caso originarios de familias pobres se comprueba una dinámica diferente. De los chicos blancos el 10% terminó siendo rico por el 2% de los chicos negros, el 16% alcanzó las clases medias altas frente al 6% de los jóvenes negros, el 20% ascendió a la clase media por el 15% de los negros mientras que en las clases medias bajas y bajas los porcentajes de población blanca fueron más pequeños que los de los negros con el 23% y 31% por el 28% y 48%. Como en el caso anterior las mayores diferencias las encontramos en los extremos de los estratos sociales. De todo esto se puede deducir que la población blanca que nace en familias ricas es mucho más propensa a mantenerse a la hora de ser adultos en las capas más altas de la sociedad mientras que en la población negra en las mismas condiciones ese porcentaje se reducirá ampliamente terminando una gran cantidad de estos jóvenes en algunos de los estratos sociales más bajos. La diferencia se muestra evidente cuando los jóvenes crecen en familias pobres ya que claramente los jóvenes blancos tienen muchas más probabilidades que los jóvenes negros de ascender en la clase social cuando sean adultos.

En el estudio se recogen también diferentes datos en torno a las familias monoparentales. Se describe cómo las parejas entre personas negras tienen menor índice de matrimonios por diferentes motivos, uno de ellos la cantidad de hombres negros que se encuentran en las prisiones o las dificultades que tienen para conseguir trabajo y por lo tanto ingresos que lleven a un matrimonio. Es fácil pensar que dos salarios bajo un mismo techo tienden a dar mayor estabilidad económica, lo que puede permitir una mayor estabilidad en otros sentidos. El problema de esta tesis, que en un principio encuentra todo el sentido, es que los ingresos de una familia monoparental blanca en muchas ocasiones superan los ingresos de las familias biparentales negras. De esta forma el estudio muestra cómo un hombre negro, criado por dos padres juntos que ingresan alrededor de 140.000 dólares al año, ganará casi lo mismo en la edad adulta que un hombre blanco criado por una madre soltera que ingresa solo 60.000 dólares.

Pero podemos seguir abarcando otros campos donde las diferencias materiales son una realidad. Una investigación de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) publicada el año pasado mostraba que los bebés negros tienen más del doble de probabilidades de morir antes de cumplir un año que los bebés blancos, independientemente de los ingresos o el nivel de educación de la madre. Así mismo, los bebés negros tienen más posibilidades de sobrevivir cuando el médico del hospital a cargo de su atención también es negro. Cuando son atendidos por médicos blancos, los bebés negros tienen aproximadamente tres veces más probabilidades de morir en el hospital que los recién nacidos blancos. Esta disparidad se reduce a la mitad cuando los bebés negros son atendidos por un médico negro. 

Los bebés negros tienen más posibilidades de sobrevivir cuando el médico del hospital a cargo de su atención también es negro. Cuando son atendidos por médicos blancos, los bebés negros tienen aproximadamente tres veces más probabilidades de morir en el hospital que los recién nacidos blancos

Y con todo, el racismo, como no podría ser de otra forma al ser estructural, hace parte de la inteligencia artificial y los algoritmos que están marcando cada vez más nuestras vidas.

En España, a falta de datos como en estos países, el estudio “Aproximación a la Población Africana y Afrodescendiente en España: Identidad y acceso a derechos” a cargo de María Ángeles Cea D'Ancona y Miguel S. Valles refleja conclusiones en la misma línea sobre las desigualdades raciales. En cada uno de los países donde se han recopilado datos se ha demostrado que son las poblaciones racializadas en negativo las que acaparan los peores índices en acceso a derechos políticos, económicos, sociales y culturales. ¿Desde dónde se puede negar la lucha política que pone en el centro esa realidad concreta de quienes pertenecen a esas poblaciones? Algunos dirán que desde el grupo poblacional cuya diferencia es en positivo.

Añadido a esto se debe tener en cuenta todo lo que la sociedad refleja sobre estas poblaciones a partir de los prejuicios que repercuten en probabilidades más altas de sufrir violencia en la calle (física y verbal) llegando en ocasiones a ser asesinados; de ser maltratados en las tiendas, restaurantes, lugares de ocio, de ser peor atendido por funcionarios o de condicionar su tránsito y la forma que harán uso del espacio público. Todo sumado a los efectos sicológicos que ello implica (y que también están demostrados).

Y todo ello, pese a que estas personas hagan un ejercicio por blanquearse ajustando su forma de vestir, su forma de hablar, sus estéticas y teniendo que dejar de lado muchos de sus propios elementos culturales propios (quienes los tengan) ya que cuanto más invisibles sean hacia el resto “mejor será para ellos”. Es decir, se deberá renegar o limitar en muchos sentidos la propia identidad (como para decir que no son políticas y materiales), lo cual nuevamente tendrá efectos sicológicos. Alejarse de todo lo que tenga que ver con la negritud se lee como un acercamiento a una mejor calidad de vida.

Aquellas personas que constantemente justifican que lo que ocurre es que las personas negras simplemente son pobres y ahí está su problema, son las primeras que están esencializando a este colectivo como sinónimo de pobreza. Al final, los mismos que cada vez que una persona negra es víctima de racismo dicen “no es que fuera negro, sino que era pobre” (sin conocer si quiera el estatus de esa persona), son los primeros que están racializando la pobreza y por lo tanto el capitalismo.

Todos los datos utilizados tanto sobre Colombia como Estados Unidos han sido obtenidos del libro Si es un problema de racismo de la editorial Diwan.

 


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