Música
Grammo Suspect, versos para la diversidad sexual en Kenia
La activista y rapera keniana Grammo Suspect, seudónimo de Grace Munene, sigue siendo perseguida en su país por su orientación sexual. Está protegida por la organización Artists at Risk.

Grace Munene lleva al dedillo la recopilación de ataques sufridos por su orientación sexual. Fechas y localizaciones: desde 2002 a la actualidad; en Mombassa, en Playa de Diani y en Nairobi. “Sí, todavía estoy en peligro”, afirma la activista y rapera keniana.
Munene no canta con su nombre real sino bajo el seudónimo Grammo Suspect. La primera parte es la combinación de sus nombres mientras que “lo de sospechosa” es el resumen de lo que vive a diario: su aspecto físico confunde a los que buscan respuestas sencillas a realidades complejas. Munene ha sido desnudada a la fuerza para demostrar que no era un hombre con pechos artificiales. Y ha sido acusada de ser una mujer vestida de hombre. Ha tenido que enseñar qué tiene entre las piernas en distintas ocasiones. La sucesión de asaltos es un lastre que lleva a cuestas. De sus palabras se destila pesimismo y enojo, pero ella promete seguir luchando contra la discriminación por los sesgos de género en Kenia: “Las personas continúan sufriendo y muriendo por su sexualidad, pero el cambio es definitivamente inevitable. Personalmente, nada me impedirá continuar con la pelea”.
Munene pronto se dio cuenta de que el activismo era su camino natural. La primera canción que escribió, en 2001 y que nunca grabó, fue sobre un conflicto familiar. Con el título “Se acabó”, Munene le dejó claro a su hermano que estaba cansada de sus evasivas. “Me había invitado a vivir en su casa y ayudarle con varios proyectos. A cambio él me llevaría a la facultad, pero cuando llegaba la hora me daba varias excusas hasta que llegó un momento en el que me sentí utilizada”, recuerda.
El arrebato para defender lo suyo no se quedó en casa. En 2004 grabó “Mpaka lini”, traducido como “¿Hasta cuándo?”. Una pregunta directa al gobierno keniano y que forma parte de su álbum debut Livity (2009) con el que musicaliza las ideas de mucha población local contra la gestión de los poderes públicos. De ahí se ganó el título de “Defensora de los Ciudadanos” (“Mtetezi wa RAIA”).
La determinación de Munene se cimentó en un entorno religioso que contradecía sus sentimientos. ¿Qué era aquello de que le gustasen las chicas?
“Me lavaron el cerebro con lo de que ser gay es un pecado, incluso antes de conocer mi sexualidad”. Y así vivió hasta los 22 años cuando conoció por primera vez a otra mujer lesbiana. “Todavía estaba en un estado de negación, pero ella se convirtió en mi mejor amiga. Fue entonces cuando comencé a aceptarme. Paso a paso”. En el camino ha dejado a muchos amigos y reconoce que ninguno de sus familiares lo entendió.
En 2006 la activista fue secuestrada por el grupo ilegal Mungiki. “Me llevaron a una casa de Nairobi y me mutilaron los genitales. Me soltaron y me avisaron de que volverían a por mí para casarme con un hombre de su elección. También me dijeron que ser lesbiana no era natural, ni africano e impío”.
Pero…
“Esta es mi identidad
No una opción
Cambia tu mentalidad
Esta es mi cordura
Y no es una discapacidad”
Los versos del tema “My Identity” no son un tiro al aire sino una reivindicación por una Kenia más diversa. El país criminaliza la homosexualidad y está tipificada en el código penal como “un conocimiento carnal contra natura” que puede acarrear una pena máxima de prisión de 14 años. El informe anual de 2019 de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA) recoge que Kenia es uno de los países en los que se realizan exámenes anales forzados con el fin de encontrar “pruebas” de actos sexuales entre personas del mismo sexo. La publicación denuncia la actuación de las turbas que atacan a personas por su orientación sexual y cuando las victimas denuncian son posteriormente detenidas.
Munene ha sido golpeada, acosada verbalmente y su casa ha sido saqueada por la secta Sungusungu. “Se llevaron todo, excepto el colchón. Esto incluye las únicas copias de mi guiones de teatro y un libro que he estado escribiendo durante los últimos cinco años”, apunta. Y no puede pasarse por comisaría porque le advirtieron que la están vigilando. Sin embargo, sigue en la pelea aunque tomando muchas medidas de precaución.
Su álbum Embrace Diversity (2015) fue un canto a la comunidad LGBTQI y contra su marginalización. Pero la vulnerabilidad de la rapera también se presenta en su sector. En abril de 2009 Munene tuvo que dejar de grabar en los estudios de B-Records, en la ciudad de Mombasa, cuando el productor, que también fue amenazado, supo que era lesbiana. Otra guijarro más en un camino que anda descalza. “La industria musical está dominada por hombres. Sin olvidar que Kenia es uno de los países más corruptos, cuando se habla de ser DJ, estaciones de radio y televisión”, dice.
Sin tiempo para colarse en las radios y sin conciertos en la agenda, el poder de su música palidece. Las luchas de Binyavanga Wainaina o la nominación de la joven escritora Cherrie Kendie al premio literario Caine de 2019 por Sew My Mouth, la historia de una pareja lesbiana en Nairobi, son formas culturales de defender los derechos del colectivo LGTBIQ en Kenia. La película Rafiki, cuya distribución y reproducción fue prohibida por “promover el lesbianismo”, fue la primera producción local en participar en el Festival de Cannes. Otra victoria que se suma a proyectos culturales liderados por The Nest Collective o None on Record. Munene se muestra esperanzadora, pero advierte que “el artista requiere de un empoderamiento urgentemente”.
¿Y cómo se consigue?
No sé de dónde vendrá la ayuda. El principal problema es que mucha gente tiene talento, algunos tienen el coraje de enfrentarse a los prejuicios, pero la mayoría de las personas aquí, ni siquiera están seguras de lo que comerán en la mañana cuando se despierten. La mayoría debe meses de alquiler y la generación más joven, depende principalmente de sus padres. La pobreza hace que todo sea difícil. Y las cosas empeoran cada día, debido al sistema jodido. Todos nuestros líderes son unos ladrones. Están endeudando al país, día tras día. Y la mayoría del dinero que piden prestado, va a sus malditos bolsillos. Es una sociedad del hombre por el hombre.
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