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Lo que El Desvän del Macho lleva haciendo casi treinta años es rock, indudablemente. Radical, igualmente sin atisbo de vacilación, es su forma de sonar –fría, casi gélida– y su proceder, en el que no han cabido cesiones de ningún tipo. Y también es vasco, por su lugar de nacimiento y la localización geográfica del local de ensayo. Sin embargo, este trío empadronado en Arrasate-Mondragón jamás se ha visto asociado a la etiqueta que trató de identificar –la parte por el todo– a los grupos de música que cumplían esos tres requisitos.
“De ninguna”, zanja José Gregorio Izkue cuando se le pregunta por la manera en que el rock radical vasco les hubiera podido influir, dadas la edad y la cercanía. Él es el ideólogo, voz y guitarra de El Desvän del Macho y el único que se mantiene en la formación desde aquellos primeros ensayos a finales de los años 80, cuando junto a su hermano Francisco, al bajo, y Vicente Mijangos, a la batería, alumbraron el que ha resultado su proyecto más longevo. Antes ya habían experimentado en conjuntos como Jugos de Otros o Matrona Impúdica. En 1986, ha recordado Izkue en alguna ocasión, llegaron a jugar un partidillo de fútbol contra Robert Smith y su grupo cuando Matrona Impúdica fueron los encargados de telonear a The Cure en San Sebastián.
La industrial, metalúrgica y cooperativa Mondragón no debía de ofrecer mucho divertimento juvenil a sus vecinos en aquellos tiempos –de allí eran también R.I.P.– pero fue el entorno en el que el trío creó y registró sus primeras canciónes. Y seguramente aportó claves para explicar por qué El Desvän del Macho suena como suena.
Inspirado en algunos nombres siempre citados cuando se habla del punk después del punk en el panorama musical británico, como Killing Joke o Minimal Compact, y recurriendo a la austeridad expresiva de la que hacen gala los estadounidenses Shellac, El Desvän del Macho ha conseguido, sin embargo, escapar de cualquier marco y ofrecer una propuesta difícil de catalogar. Se puede nombrar también a 713avo Amor, Akauzazte o a Lagartija Nick como inquilinos del mismo portal, pero la cosa no pasa de ahí. Izkue asegura sentirse cerca “de cualquiera que, como nosotros, trata de dignificar lo que hace”.
Admirador hoy de las intervenciones artísticas de Regina José Galindo, otrora ávido lector de Leopoldo María Panero, Izkue bautizó a su grupo a partir de una obra de 1974 del dramaturgo Luis Riaza, El desván de los machos y el sótano de las hembras, y ha logrado dotar a sus canciones de una lírica poco habitual en una banda de rock. Poesía de quirófano y versos de temática forense ponen las palabras en unas composiciones ásperas pero magnéticas, de belleza rara y fascinante. Atmósferas abruptas, canciones con forma de fémur roto.
El primer disco, Hermana violencia, fue publicado en 1992 por Nuevos Medios y ya lucía un aspecto muy reconocible, que ha perdurado con ligeras modificaciones en trabajos posteriores. Incluye algunas de sus canciones más celebradas, como “Un agujero en mi corazón” o “Cabezas borradoras”.
Sin interés por seguir el ritmo de la industria, El Desvän del Macho ha llevado su carrera bajo sus propias normas, espaciando los lanzamientos y rehuyendo entrar en la dinámica de disco cada dos años y gira posterior. En 2008, con algún cambio en la alineación, el trío entregó su disco quizá más completo, en el que más claramente se lee lo que es el grupo: Vida a partir del huevo (Discos Alehop!), catorce canciones por las que se colaron algunas rendijas de luz, enhebradas por una brillante orfebrería pop, caso de “Instalación y espesor del pecado” o “L’America”.
Y este año han vuelto a publicar nuevas canciones, agrupadas bajo el título Funeral económico, y sobrevoladas, explica su autor, por la idea de mostrar “una distopía, generada por las ciudades cuando respiran, ennegrecida por la sublimación, pavorosa, de las religiones”.
En 2017 ellos ofrecen “una nueva lectura de su discurso musical” y la actualidad les devuelve “el sonido en las ondas gravitacionales y bastante desasosiego político”.
Con la edad, subraya Izkue, El Desvän del Macho ha ganado “reflexión y radicalidad”.
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Partiendo de que soy seguidor de la banda: no creo que se puedan ni comparar con el rock radikal vasco, básicamente, porque estos empezaron sus andaduras cuando el rock radikal vasco dejó de tener tirón y todos los grupos empezaron a experimentar con otros estilos, como bien hicieron el Desvan del Macho. Estamos comparando los 80 con los 90... tampoco es que haya sido un grupo con mucha actividad, ni tampoco el estilo que practican ha movido masas nunca. Seamos realistas.