Lactancia
Carmen Martín: “Si todos fuéramos más solidarios, la sociedad marcharía mucho mejor”
Entrevistamos a Carmen Martín, donante de leche materna.

Se llama Carmen Martín y colabora con el Banco de Leche. Fue la segunda donante de leche materna en la provincia de Huelva. Quedamos en la puerta del Centro Social Gota de Leche, pero la lluvia nos sorprende. No lo duda, nos vamos a su casa. También ha donado sangre, médula y pelo, y es maestra de inglés y música. Comenzamos charlando sobre la leche materna y terminamos soñando en voz alta. A ella le encantaría organizar con sus alumnos una campaña para donar pelo o quizás una carrera solidaria, “que ellos decidan el proyecto, hay que empoderarlos porque tienen que ser conscientes del mundo en el que viven, y si son capaces de hacer algo como esto podrán hacer cualquier cosa que se propongan en la vida”.
¿Por qué te hiciste donante de leche materna?
Cuando mi hijo nació fue prematuro y tuvo que pasar la primera noche en la UCI de neonatos. Como no estábamos juntos, le dieron con una jeringuilla leche de una mamá donante. A la mañana siguiente pregunté qué había comido y me lo explicaron. En ese mismo momento decidí que yo también iba a ser donante de leche materna porque, gracias a que una mujer quiso donar su leche, mi hijo pudo comer esa noche.
¿Cómo es el proceso de la donación?
Lo primero es querer. Te hacen una analítica para ver que eres una mujer sana y luego llevas una muestra de leche para que la analicen. Tú puedes querer ser donante y tu leche no ser apta para donar, aunque sí para tu hijo. La llevas en un bote etiquetado con tu nombre y apellidos, las semanas de gestación de tu bebé, tu edad y un código de barras. El hospital te facilita una mochila con botes de varios tamaños, un sacaleches, un gorro, unos guantes y una mascarilla para intentar que la leche llegue lo menos contaminada posible. Te sacas la leche cuando quieres. Yo intentaba hacerlo tres veces al día, pensaba que era como desayuno, almuerzo y cena de otro bebé. Siempre me sacaba leche mirando a mi hijo porque así producía más. ¡Es mágico! Un requisito es no juntar las tomas, es decir, no puedes mezclar la leche que hayas sacado en varios tiempos. En la etiqueta tienes que escribir el día y la hora, y al congelador en un cajón en el que no puede haber ningún otro alimento. Entregas tus botes en el hospital y te dan otros. Toda gota cuenta.
¿Tiene ventajas la leche materna frente a la artificial?
Claro, la leche artificial, por muy buena que sea, nunca es comparable a la materna. De hecho, nunca escucharás un anuncio en el que ellos digan que su leche es mejor que la materna. En primer lugar, la madre fabrica la leche que al niño le hace falta. No es lo mismo la leche de una madre cuyo hijo ha sido prematuro que la de uno que no lo es. A mi hijo le dieron leche de una mamá de hijo prematuro. Si tu bebé es prematuro fabricas más grasas para que tu bebé engorde; sin embargo, la leche de un bebé llegado a término tiene más proteínas. El cuerpo es tan inteligente que fabrica la leche que al bebé le hace falta.
Querías amamantar a tu hijo.
Y así fue, pero siempre dije que preferiría darle un “bibi” con amor que una teta con dolor. Creo que al final tu hijo percibe el amor con el que lo alimentas, ya sea un biberón de leche donada, el pecho o un “bibi” de leche artificial. Eso sí, los niños que toman leche materna estadísticamente enferman menos.
Donar leche materna es sacrificado y desconocido para muchos.
En la teoría, todas queremos un mundo mejor. En la práctica, son muchas las barreras que como seres humanos nos ponemos a la hora de hacer cualquier donación. Esta es una donación muy sacrificada; no es como el que dona sangre o pelo y se va. Esto es algo constante. Ante la pereza o el egoísmo tú te sacas leche y podrías decir: “Ya que tengo, me la guardo para mi hijo”. Además, la donación de leche tiene poca publicidad; hay hashtags de “dona médula” y “regala vida”, movilizaciones de ambulancias para que dones sangre, pero no hay llamadas para donar leche. Debería promocionarse más.
Donar es dar vida.
Totalmente, donar es regalar vida. Y lo tengo muy claro desde que falleció mi padre a causa del cáncer. Desde que te pilla una enfermedad como esta tan de cerca, nunca vuelves a ser la misma persona. Yo decidí vivir la vida a tope y donar todo lo que moralmente quisiera. Al año de su fallecimiento no quería ir a misa, para mí eso no era recordarlo, quería hacer algo que representara los valores que él me había inculcado. Ese día fui a donar sangre y médula. Así lo sentí más vivo y di las gracias por las veces que él había recibido sangre. Regalar vida es lo más grande que puedes hacer. Si todos fuéramos un poquito más solidarios, la sociedad marcharía mucho mejor.
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