Opinión
A la alcaldesa de Alfaro se le atraganta el arcoíris
La alcaldesa de Alfaro —La Rioja— emplazó el jueves 10 de mayo al Consejo de la Juventud de la localidad, amenazando con suspender una fiesta si existía simbología LGTBQ.
Hay determinados momentos en los que la formación política y las sensibilidades de los dirigentes públicos escasean y muestran su cara menos amable. Es lo que sucedió a la alcaldesa de Alfaro, Yolanda Preciado, del Partido Popular, el pasado 11 de mayo con motivo de las fiestas de primavera de la localidad. Ese día, el Consejo de la Juventud de Alfaro había programado una jornada festiva con el lema “Más orgullosos que nunca”, mostrando de manera evidente que la temática estaba relacionada con la visibilidad del colectivo LGTBIQ.
Para un pueblo como Alfaro, y como muchos otros de Rioja, este tipo de actos que apuestan por reflejar en el espacio público a un colectivo todavía invisibilizado en estas zonas, supone claramente un paso adelante en la concienciación social y en la búsqueda por la tolerancia y el derecho de todas las personas a desarrollar plenamente su proyecto particular de vida y amar libremente.
Sin embargo, todo esto no vale para la alcaldesa de Alfaro, que concibe la igualdad como uniformidad, y por ello intentó coaccionar y sabotear la fiesta organizada por el consejo. No es la primera vez que la alcaldesa de Alfaro intenta boicotear determinadas iniciativas o determinados comportamientos de sus conciudadanos y conciudadanas basándose en el abuso de poder que se arroga. Determinados colectivos y personas ya han pasado bajo su “mando y ordeno” y han visto cercenados sus derechos a actuar y pensar libremente. La persecución política y social ejercida por parte del equipo de gobierno del PP y ejecutada con mano de hierro por parte de la alcaldesa, muestra que cualquier opinión o iniciativa que moleste a sus redes clientelares que la han aupado al poder son carne de censura. Son muchos años ya que, desde que llegó a la alcaldía, no se toleran los discursos que critican su gestión, se intentan acallar determinados espacios de discusión y debate y se reviste de normalidad cualquier demanda que requiere visibilidad, sobre todo si está alejada de sus planteamientos ideológicos. En varias sesiones plenarias, la alcaldesa y su grupo han votado contra la visibilidad LGTBIQ en el municipio, han negado la brecha salarial, han votado contra la instauración de un plan de formación a funcionarios públicos en materia de igualdad, a la modificación e implantación de un verdadero programa de participación ciudadana e intentaron también lanzar una ordenanza para regular los “cuartos” (pequeñas bajeras donde se reúne la juventud en cuadrillas) que prácticamente ponía trabas al derecho a reunión y criminalizaba a la juventud dando la posibilidad a la policía de clausurar estos espacios a criterio propio. Esto mismo intentó hacerse con la fiesta del consejo, cuando se prohibió exhibir banderas, pulseras o cualquier contenido relacionado con el colectivo LGTBIQ. Pero hay más, los motivos con los que la alcaldesa argumentó su intento de prohibición:
"Partiendo de nuestro total y absoluto respeto y cariño hacia personas que tienen otra tendencia sexual, convoqué al Consejo porque veía que no era necesario poner la bandera LGTBI y podía ser contraproducente para el propio Consejo, que representa a toda la juventud, marcar diferencias en una fiesta inclusiva y organizada extraordinariamente hacia toda la juventud".
Las palabras son una muestra de la concepción que tiene la alcaldesa sobre la libertad sexual, donde muestra que la heterosexualidad es la norma y el resto es concebido como algo extraordinario y fuera de la misma. Es cuanto menos indecente, y de una bajeza moral, considerar que una fiesta basada en temática LGTBIQ divide a la juventud, cuando es gracias a ella que los derechos sociales de este colectivo han sido y serán defendidos formando parte de nuestra cultura social actual.
El intento de censura del pasado día finalmente pudo quedarse solamente en eso, pero no será por falta de intento de que no se celebrase, sino porque la juventud, la sociedad alfareña y colectivos como Marea Arcoiris se organizaron y consiguieron responder con banderas a pie de plaza los ataques a la tolerancia, el respeto, los derechos y la visibilidad del colectivo LTGBIQ. Este ejemplo puede ser el primero en el que la juventud alfareña y la sociedad en su conjunto, comprendan que, después de tantos años de oscuridad, un horizonte nuevo se comienza a plantear, que con resistencia, perseverancia y organización pueden conseguirse avances que nuestros pueblos necesitan.LGTBIAQ+
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