Bitcoin: el algoritmo del millón

El bitcoin se ha convertido en la moneda más rentable del mundo. Hackers y especuladores la codician, pero el resto de la población sabe poco de ella.

28 ago 2017 15:28

Los ciberataques del pasado mes de mayo con virus “extorsionadores” han hecho que el bitcoin, la criptomoneda más conocida y menos comprensible, esté presente en las conversaciones de los comunes mortales.

El 12 de mayo, el virus wannacry (‘quiero llorar’ en inglés), infectó a más de 200.000 víctimas, entre ellas multinacionales, administraciones y particulares de 150 países. Estados Unidos, Corea del Sur, Rusia o Indonesia sufrieron los efectos del ataque, y los piratas informáticos, que pedían rescates en bitcoins, consiguieron el equivalente a unos 118.000 euros.

La criptomoneda tiene el sello de identidad de los hackers de internet. La comunidad bitcoin financió la campaña de wikileaks, que abrió una cuenta para recibir donaciones de hacktivistas y así poder mantener su actividad por la democracia global, desvelando los abusos estatales.

A pesar de que los ataques han alcanzado gran difusión mediática, el hecho más grave se ha producido en julio y ha pasado desapercibido para la mayoría. Una de las mayores plataformas de compra y venta de bitcoins, el Bithumb, ha sido atacada en Corea del Sur causando un desfalco de más de mil millones de wones, el equivalente a un millón de euros. Se desconoce quiénes son los atacantes, quiénes son los damnificados y poco se puede hacer al respecto.

¿Y qué demonios es el bitcoin?

Satoshi Nakamoto, el nombre fic­ticio del creador del invento, lanzó en 2009 el Libro Blanco del bitcoin, y con él las primeras criptomonedas. El bitcoin es “la primera criptomoneda P2P totalmente descentralizada”, cuenta David Proto, cofundador de Creativechain, artista y hacktivista.

Vayamos por partes: criptomoneda significa que es un medio de intercambio digital encriptado, es decir, que utiliza códigos para asegurar las transacciones. P2P significa que no hay un solo servidor central que la controla, sino que existen muchos nodos que funcionan como tales. Por este motivo, además, es descentralizada, ya que todos estos nodos pueden crearla, intercambiarla y tomar decisiones para cambiarla. “Es una manera de emanciparse de toda la estructura bancaria corrupta que existe. Es que tú seas tu propio banco, sin tener que dejar a terceros hacer uso de ese dinero de una manera que tú desconoces o con la que puedes no estar de acuerdo”, añade Proto. Nupluse, programador e inversor en bitcoins, afirma que esta criptomoneda “es al dinero común lo que el mp3 al Compact Disc, o lo que el email a los sellos y sobres. Algo que lo cambiará todo”.
La criptomoneda es al dinero común lo que el mp3 al Compact Disc, o lo que el email a los sellos y sobres
Es además, el medio de intercambio más caro que existe en la actualidad —un bitcoin equivale a 3.922,76 euros— y la moneda “que mejor se comporta” en los mercados desde 2015, es decir, la que más sube de precio.

La principal diferencia con el dinero creado por los Estados, es que el bitcoin se genera de manera distribuida, a través de muchos terminales en muchas partes del mundo, al contrario que el dinero estatal, creado por los bancos centrales. El proceso principal de creación de bitcoins es el minado, que consiste en resolver un algoritmo cada vez más complicado que, cuando se resuelve, “premia” con bitcoins.

Lo interesante es que estos algoritmos se encuentran unidos unos a otros, generando lo que se llama cadena de bloques, el block­chain, que es la tecnología que sostiene al bitcoin. “El protocolo bitcoin es una red distribuida sin servidores centrales. Así pues, aquellos usuarios que deseen poner su hardware a disposición de la red, tienen una compensación. Actualmente se generan 12,5 bitcoins cada 8-10 minutos. Es lo que llamamos minería”, explica Nupluse.

Esta tecnología sigue una lógica de transparencia ya que todos los algoritmos resueltos y unidos a lo largo de estos años quedan registrados y están visibles para todos aquellos que los quieran consultar. Es como un libro contable disponible para todo el mundo. “La moneda es totalmente transparente, se pueden rastrear los flujos de intercambio de dinero. En el sistema bancario tradicional los flujos son totalmente opacos”, comenta Proto. El blockchain es, por tanto, un sistema de contabilidad, registro, autentificación y certificación transparente. Una tecnología que podría poner en jaque tanto a bancos como a notarios.

En la actualidad existen 16,5 millones de bitcoins en circulación, se minan en torno a unos 3.600 bitcoins al día y el pasado 14 de mayo, dos días después del ciberataque wannacry, se realizaron 369.098 transacciones. Sin embargo, su número es limitado: se estima que en 2020 se alcance el tope de 21 millones de bitcoins. “Esto se debe a que la curva del algoritmo tiene forma descendente”, afirma César Gallegos, director Técnico de Hal-Cash, una empresa de sistemas de medios de pago. El hecho de que exista un límite en el número de bitcoins sirve “para frenar los males del sistema económico actual, la pérdida de valor por la creación de dinero sin límites, la inflación, y los problemas añadidos de mala redistribución de las monedas emitidas por los Estados”, afirma Maro Horta, entusiasta del blockchain y usuaria de faircoin, una criptomoneda de corte ético y social.

Si bien el minado es transparente no lo son las transacciones que se llevan a cabo. Los usuarios son anónimos, así como los bienes y servicios que se intercambian. Cuando se realiza una transacción se hace entre “carteras” de bitcoin instaladas en dispositivos móviles, ordenadores o directamente en internet y que son una mezcla de entre 26 y 35 números y letras, no asociadas a ninguna persona en particular. Al contrario que en el banco, donde para abrir una cuenta necesitamos el carné de identidad que nos identifica como persona ante el Estado, para abrir una cuenta de bitcoin no se necesita ni persona ni Estado, por este motivo se dice que el bitcoin es la máxima expresión del anarcocapitalismo, además de un ejercicio de democracia radical.

La prohibición del bitcoin

El Banco Central de Bolivia tiene muy claro que no está dispuesto a admitir un medio de intercambio que no controle el propio Estado y recuerda a la población del país que “las actividades de intermediación financiera, la prestación de servicios financieros y cualquier otra actividad relacionada con el manejo, aprovechamiento e inversión del ahorro, son de interés público y solo pueden ser ejercidas previa autorización del Estado”. Otros países como Bangladesh, India, Islandia o Tailandia también han prohibido su uso. Muchos de estos países se escudan en que pueden servir para actividades ilícitas, estafas piramidales o hacer más complicada la persecución del crimen, al ser una moneda anónima y opaca, pero ¿acaso el dólar o el euro no sirven para comprar armas o drogas?

Probablemente la mayor amenaza que supone el bitcoin es la pérdida del poder político y económico por parte de los Estados y los bancos, tanto centrales como privados. El Banco de Pagos Internacionales (BIS por sus siglas en inglés) es una institución financiera internacional propiedad de la numerosos bancos centrales del mundo, por lo que se le conoce como el banco de los bancos centrales. El BIS se muestra preocupado ante el crecimiento de los sistemas distribuidos de creación monetaria. Ya en el año 2015 afirmaba que podía suponer un “reto hipotético para los bancos centrales, ya que puede obviar totalmente la necesidad de un poder centralizado para llevar a cabo determinadas funciones”. En 2017 comentaba que “la presencia de actores no bancarios que no están contemplados en la actualidad en los sistemas reguladores pueden llevar a la desintermediación de ciertos servicios o de ciertas instituciones financieras”.
La mayor amenaza que supone el bitcoin es la pérdida del poder político y económico por parte de los Estados y bancos
Sin embargo, los bancos privados, siempre amantes de la desregulación, encuentran muchas ventajas en estos sistemas. El Banco Santander junto con otras instituciones financieras, estima que la tecnología de sistema distribuido puede reducir sus tasas por pagos internacionales o el pago de las obligaciones legales a las que están sometidos entre 15 y 20 mil millones para 2020. “La banca se percató de que la gente tenía la capacidad de tener dinero en una cuenta sin que dicha cuenta fuera en un banco, con lo cual, decidió vigilar al enemigo de cerca”, apunta Gallegos. Además, prosigue, “el blockchain es mucho mejor que la tecnología bancaria: sistemas distribuidos, seguros, transparentes y certificados que son capaces de emular y, por supuesto superar, a los sistemas computacionales bancarios. Ante esto lo que ha hecho la banca es invertir en empresas que ya trabajaban con bitcoin para adquirir ese conocimiento y ver cómo lo podían utilizar. Los grandes bancos también han aprovechado la parte especulativa. El bitcoin es un producto volátil que parece que tiene un valor ascendente”, resume Gallegos. Por este motivo, la crema y nata de la élite financiera se ha unido este año para crear la Enterprise Ethereum Alliance, una alianza basada en blockchain donde están representados desde bancos como el BBVA o Santander hasta petroleras como BP o entidades financieras como JPMorgan o Credit Suisse.
Imagen de El Salto.

Si el bitcoin fuera una moneda de uso habitual probablemente los polos se derretirían en los siguientes dos días. “Para conseguir ganar bitcoins hace falta tener una capacidad de procesamiento muy grande. Hay muchísima gente invirtiendo muchísimo dinero en tener las máquinas más potentes para conseguir el mayor beneficio posible”, afirma Gallegos. El gasto energético que supone una transacción monetaria equivale a la electricidad diaria gastada por más de cinco casas en Estados Unidos. Esto es debido a que el algoritmo cada vez es más complejo. “Consume en un año lo mismo que consume Moldavia, donde viven cinco millones de habitantes”, comenta Proto.

El bitcoin se resuelve por lo que se denomina prueba de trabajo o PoW, por sus siglas en inglés. Esto no es más que resolver una tarea relativamente difícil para que un servidor pueda comprobar que realmente se ha realizado. El hecho de que el algoritmo del bitcoin sea cada vez más complicado, implica que la PoW sea cada vez más costosa. Además, el bitcoin está basado en la pura competición, puesto que solo se lleva la recompensa la primera persona que resuelve el nuevo algoritmo. Esto implica que cuanta más máquinas se pongan a trabajar, más rápido se conseguirá el resultado. Cuanta más energía se utilice, más posibilidades habrá de conseguir bitcoins.

Para medir la rentabilidad del minado de bitcoins, se tiene en cuenta el precio de la electricidad en el país donde se vaya a llevar a cabo la operación. Las estadísticas hablan por sí solas: mientras que en 2013 se podía minar con un ordenador en casa, ahora son necesarias economías de escala debido al capital de las startups que se han metido en el mercado. Mientras que estas pueden negociar precios ridículos por la electricidad, un minado casero es mucho más caro. Existen “granjas de minado en Rusia o China donde la electricidad es un poco más barata” comenta Proto, es decir, naves enteras llenas de ordenadores trabajando para el bitcoin.

Ante esto existen alternativas, como el faircoin. Una criptomoneda que también usa la tecnología blockchain pero que ha conseguido reducir mucho el coste energético. Esta moneda utiliza el proof of cooperation (PoC) en lugar de POW, una tecnología basada en la cooperación en lugar de en la competición. “Proof of cooperation desarrollada sobre Faircoin no se crea para resolver solamente el problema del coste energético, aun así con este nuevo desarrollo se puede tener un nodo en una Raspberry Pi que consume cinco voltios” afirma Horta.

Descentralizada y democrática. Sin embargo, la cantidad de gasto energético que supone el bitcoin se podría revertir. El código se puede cambiar, y si el 51% de los nodos está de acuerdo, esto ocurriría de una manera automática. “Si la comunidad bitcoin se pusiera de acuerdo y decidiera dejar de gastar tanta energía se podría hacer, mediante un fork”, explica Proto. Un fork es una bifurcación, aquello que cambia el código original de la moneda. “Si por ejemplo hay un 40% de la comunidad que quiere seguir un código y un 60% otro código, se puede dividir la moneda en dos y tú puedes elegir a quién sigues. En bitcoin se produjeron muchos forks sobre todo al principio. Existen 30 o 40 monedas que comparten el código original de bitcoin y luego se han desviado”.

No existe nada parecido a una asamblea. Los nodos aceptan una propuesta simplemente siguiendo o no siguiendo el cambio en el código. Si a partir de un determinado momento el 51% de la comunidad empieza a minar bitcoins con las variaciones de código, la propuesta se da por aceptada. Antisistemas y especuladores pueden llevar a cabo batallas ideológicas en torno a un sistema monetario transparente y opaco a la vez, basado en entelequias, pero con efectos más que reales en la economía o el calentamiento global.

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