Energía nuclear
Madrid nos espera. Rumbo al Foro Social Mundial Antinuclear 2019
A menos de un mes para la llegada del Foro Social Mundial Antinuclear a Madrid (del 31 de mayo al 2 de junio) echamos la vista atrás al origen de estos Foros, a sus objetivos y a las temáticas de este próximo.

A principios de los 2000, y recogiendo el espíritu de protesta del 99 en Seattle contra la Organización Mundial del Comercio, varios grupos sociales, políticos y académicos se dieron cabida en Sao Paulo en lo que vino a conocerse como el primer Foro Social Mundial. Su objetivo, ofrecer la otra realidad de la globalización neoliberal: pobreza, desigualdad, discriminación o la invisibilización de varios colectivos, desde indígenas hasta mujeres, al tiempo que se abogaba por una mayor coordinación internacional en la defensa de los derechos humanos.
Desde entonces, estos encuentros han seguido llevándose a cabo, al tiempo que se han ramificado en eventos con una temática concreta. Entre ellos, los Foros Sociales Mundiales Antinucleares. La cuestión antinuclear, tanto bélica como civil, había conseguido hacerse un hueco y ahora la particularidad de la lucha demandaba un tratamiento más específico. Así, el primer Foro Antinuclear se produjo en Tokio, del 23 al 28 de marzo de 2016; iría al poco seguido del de Montreal, del 8 al 14 de agosto del mismo año. El tercero llegó entre el 2 y el 4 de noviembre de 2017 en París.
Ahora ha llegado el turno del IV Foro, que tendrá lugar en Madrid del 31 de mayo al 2 de junio, respetando el espíritu de los anteriores. Esto es, la oposición a la nuclear , por un mundo sin armas nucleares y encaminado a la más ambiciosa y creativa transición energética que podamos imaginar. No por capricho, sino ante la evidencia de los efectos de esta peligrosa energía, desde la minería hasta los residuos. La manera en la que las minas a cielo abierto arrasan con la flora y la fauna de entornos naturales y/o rurales, en que las centrales nucleares suponen un riesgo desorbitado para las poblaciones cercanas (más aún ante el envejecimiento de las mismas o la posibilidad de error humano), al igual que el transporte y almacemiento de sus residuos, merecen una firme respuesta.
La cuestión antinuclear, tanto bélica como civil, había conseguido hacerse un hueco y ahora la particularidad de la lucha demandaba un tratamiento más específico.
En Madrid, estas cuestiones serán debatidas por personas venidas de varios continentes: científicas, activistas o testigos de primera mano del terror al que la nuclear nos puede abocar. Desde las grandes tragedias en su historia hasta las grandes amenazas, cerca y lejos. No importa si en Estados Unidos, Turquía o Extremadura. 5 grandes nodos intentarán poner negro sobre blanco, siendo estos la Gobernanza (cambios en los posicionamientos de los partidos políticos en el plano internacional, regulación y pasos a dar hacia la democracia energética); Amenaza nuclear (impedimento en la lucha contra el cambio climático, abandono de animales en las evacuaciones, lucha antinuclear en Latinoamérica); Impacto del combustible nuclear (minería y su disrupción de espacios naturales); y Seguridad y residuos nucleares (gestión a corto, medio y largo plazo, y los peligros que conlleva para los pueblos indígenas norteamericanos).
La península ibérica ofrece un lugar adecuado para abordar esta hidra de varias cabezas. Las centrales en activo en España se acercan a la cuarentena, al final de su vida de diseño. Cuando les corresponde cerrar, como ha sido siempre el consenso. Antes de que los años les pasen factura. Y si cerrasen, habría menor demanda y no se explotaría los escasos recursos de uranio en el Campo Charro. Y dejaría de producirse residuos, facilitando las labores de gestión de los ya existentes. Por si esto fuera poco, la delegación portuguesa volverá a recordarnos el peligro que Almaraz o la minería suponen en su lado de la frontera: no sería la primera vez que sus aguas se vieran afectadas por la contaminación nuclear. Pero, de ir algo trágicamente mal, la radiación no respetaría al país vecino que sufriría igualmente sus consecuencias. Pese a que no exista la nuclear en Portugal. Pese a que por unanimidad de sus partidos en el Parlamento se opongan a la extensión de la vida de las centrales en España. En definitiva, la nuclear nos hace malos vecinos.
Es por eso que activistas a un lado y a otro de la frontera llevan juntas y juntos mucho tiempo en su condena de este modelo de energía contaminante, caro y peligroso. Y que miraremos con buenos ojos hacia la coordinación internacional. Para evitar más Chernóbiles y Fukushimas. Por la cohesion entre países, la transición energética y la paz en el mundo. Con suerte, tras Madrid el Leviatán nuclear tendrá los días contados. Más razón para venir y celebrarlo en familia. Os esperamos.
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