La lucha contra la violencia sexual toma fuerza en Costa de Marfil

Cientos de jóvenes marfileñas han unido fuerzas para formar dos movimientos, en sintonía, que erradiquen el abuso y las agresiones sexuales en el país. Time to Act y Let’s fight together educan en el consentimiento, apoyan y asesoran jurídicamente a las víctimas, con la igualdad y la justicia en el horizonte.

Feministas marfileñas
Integrantes de Let's Fight Togheter en una televisión local de Costa de Marfil
5 abr 2020 08:27

“¿Por qué protegerte de un mal que no sucede?”, pregunta Anelone retóricamente. En Costa de Marfil, las mujeres no son conscientes de la amenaza de la violencia sexual. “Sabes que debes tener cuidado, especialmente por la noche”, dice la joven marfileña, pero, como una costumbre extraña, el silencio brota en los hogares. “No  escuchas que alguien ha sido violado, ellas no hablan de eso”.

Anelone Adjoua, de 23 años, es una estudiante de finanzas que se ha convertido, sin buscarlo, en un referente de muchas jóvenes de su país. “Solo quería denunciar al violador de alguien que conozco. No sabía que me convertiría en la portavoz de aquellas que no se atreven a hablar. Pero tengo hermanas, amigas y sobrinas. Decidí continuar esta lucha por ellas”, cuenta. Así prendió la mecha que llevó a muchas chicas a gritar.

En su caso, el denunciado era un artista conocido, por lo que a los diez minutos empezó a recibir amenazas de su manager. “Inmediatamente se las envíe a mis amigos para que las guardaran por si me sucedía algo”, confiesa. Como en muchas otras ocasiones, la denuncia fracasó, porque, como reconoce, “la policía se ríe de este tipo de asuntos”.

Una ola, una voz

“Nos dimos cuenta de que nuestras hermanas pequeñas vivían con este pesado secreto”, relata una joven. Todo comenzó con el hashtag #jesuisunevictime, que fue un altavoz para que mujeres de todo el mundo, víctimas del abuso sexual, denunciaran en Twitter. “Notamos que muchas jóvenes marfileñas testificaron”.

En una sociedad en la que el consentimiento es tabú, la confesión es un grito ahogado. Esto conduce a una educación sexual deficiente. “Aprendes de lo que lees, de tus amigos, de las personas mayores de tu generación, pero ellos mismos lo aprendieron de la misma manera, por lo que no toda la información es cierta”, explica Anelone.

Sin embargo, las cosas cambian Costa de Marfil avanza, el impulso de muchas mujeres por cambiar la situación se levanta como una ola que crece y crece. Y de esa marea, a principios de marzo, surgieron dos movimientos para concienciar a la población y acompañar a las víctimas en un camino espinoso. Time to Act y Let's fight together han brotado de la tierra del oeste africano como una mano tendida, una voz entrelazada.

A partir de entonces, son cada vez más quienes han empezaso a hablar sin miedo ni vergüenza, al principio sin pronunciar los nombres de los presuntos violadores, pero “cuanto más les demostramos que estábamos todas listas para apoyarlas, para defenderlas, incluso para ir a la justicia, los nombres comenzaron a ser mencionados”, dice una de las cerca de 100 miembros que forman Let’s fight together.

“Durante años, el abuso sexual ha causado estragos en nuestro país. Hoy, las víctimas han decidido gritar alto. Para denunciar a sus atacantes. Para exigir justicia. Y, sobre todo, para sanar”

“Durante años, el abuso sexual ha causado estragos en nuestro país. Hoy, las víctimas han decidido gritar alto. Para denunciar a sus atacantes. Para exigir justicia. Y, sobre todo, para sanar”, cuenta su fundadora, Alexandra Assamoi, estudiante de Recursos Humanos y emprendedora.

“Muchas de nosotras somos víctimas”, se lamenta otra de las chicas. Usando las redes sociales como aliadas, formaron grupos con personas dentro y fuera del país y, actualmente, tienen varios para cada atacante, porque, en muchos de los casos, los nombres coinciden. Sus brazos se extienden desde la concienciación y el apoyo psicológico hasta el asesoramiento judicial.

“Tenemos voluntarios en todo el mundo que intentan obtener subvenciones para que seamos mucho más creíbles y podamos ayudar a la mayor cantidad de personas posible”, explica Anelone, que forma parte de Time to Act. Con toda la información que obtienen, ambos movimientos exploran vías jurídicas para intentar hacer justicia. “Solo buscamos reparar la dignidad de las hermanas que han sido quebrantadas”, dice tajante.

A la deriva

Recientemente, una mujer denunció a su hijo, de 18 años, que había estado dos meses agrediendo sexualmente a su sirvienta, una chica huérfana de 15 años. Entre maldiciones del joven, las amenazas de divorcio de su marido como un goteo incesante. Sobre la mesa, “la única propuesta del padre era pagar por el cuidado de la joven sin informar a sus representantes”, cuenta Marie-Virgil, abogada de Time to Act.

Los padres con frecuencia son cómplices pasivos. “Por lo general, los de la víctima organizan una reunión con los del abusador, a veces incluso sin la presencia de ella. Este último se disculpa con la familia. A veces solo ofrece cubrir sus gastos médicos y, si tiene suerte, sus estudios. Juntos deciden encubrir el asunto”, explica.

A Marie-Virgil le conmovieron profundamente los testimonios. “Personalmente entiendo el miedo o la vergüenza que pueden sentir estas víctimas, por lo que hoy es más que importante para mí ayudarles a proporcionarles un entorno más seguro”, dice. Ella tiene una hermana pequeña, sobrinos. Tendrá hijos. “Y no quiero que vivan así. Solo soy una joven tratando de hacer que las cosas sucedan a mi manera”.

La madre de la que habla fue criticada. Sobre todo por otras mujeres. Muchas aún “no conocen sus derechos, porque han vivido años y siglos escuchando lo que se supone que debe hacer la mujer”, cuentan las jóvenes activistas.

Una mentalidada conservadora, la carencia de recursos y una falta de educación y asesoramiento hacen que la denuncia sea una travesía hacia el naufragio.

“Los costos médicos a pagar siguen siendo demasiado caros”, lamenta esta abogada marfileña. Por lo que recopilar pruebas, para muchas víctimas, es imposible. Además, por la edad de quienes componen ambos movimientos, setopan con una barrera económica que, en muchos casos, es salvada por la solidaridad. Otros abogados han ofrecido sus servicios gratuitamente, algunas ONG’s caminan junto a ellas.

Frente a las barreras

“Muchas personas no saben lo que es el consentimiento”, asegura Marie-Virgil. ¿Y los jueces? Queda bajo su criterio integrar una idea que, en el Código Penal de Costa de Marfil, no está definida. Solo desde hace unos años, la violencia sexual está contemplada en la ley. En algunas comunidades, incluso, continúa la tradición del matrimonio no consensuado.

Una gran brecha separa los derechos entre clases. Las pobres y las mujeres de zonas rurales siguen siendo las personas que más sufren la violencia. En uno de los principales países productores de café, cacao y frutastropicales, las comunidades dedicadas a la agricultura representan una gran parte de la población. Si ya de por sí para llegar a las niñas hay que sortear un camino plagado de tabús, alcanzar las zonas rurales es árdua tarea.

Una gran brecha separa los derechos entre clases. Las pobres y las mujeres de zonas rurales siguen siendo las personas que más sufren la violencia

Uno de los grandes problemas es la barrera tecnológica. “No las hemos olvidado”, asegura Anelone cuando habla de quienes no tienen acceso a la red para llegar a ellas. “Estamos planeando varias acciones en el terreno para que podamos ayudar al máximo número de personas y no seguir siendo una asociación que lidere una lucha totalmente virtual". Clases de defensa personal gratuitas o terapias psicológicas son algunas de las iniciativas que han puesto en marcha.

Desde una sociedad desinformada y desigual, despliegan una serie de actividades formativas en derechos, un trabajo de concienciación colectiva. Según un informe de la ONU de 2018, desde el 2010, solo un 17’8% de las mujeres mayores de 25 años han accedido a la educación secundaria en el país. La mitad que los hombres. Esto dibuja un futuro opaco, sobre todo, para las niñas marfileñas.

El camino trazado

“Las mujeres son las menos representadas en nuestras sociedades africanas y Costa de Marfil no es mejor”, señala una de las jóvenes. Darléne tomó la iniciativa de dirigirse a los políticos de su país. “Necesitamos difusión y acciones”, reivindica. De momento, dice que ha recibido respuestas del primer ministro, Amadou Gon Coulibaly, y del candidato a la presidencia este año Guillaume K. Soro. “Ellos nos han dicho que nos ayudarán lo mejor que puedan, con jueces y todo. Solo espero que cumplan su palabra”, termina por decir.

El actual gobierno está compuesto por 41 cargos. Siete son mujeres. Cinco de ellas trabajan como ministras. El resto, en secretarías del Estado. “Sí, hay progreso en términos del lugar que se les da, los puestos de responsabilidad”, reflexiona Anelone, “pero en mi opinión, queda trabajo por hacer”.

En el ámbito institucional Costa de Marfil ha hecho avances en la lucha por la igualdad de género, ejemplo de ello es la reforma del estatuto legal de la madre. El Estado también promete reformar su sistema judicial y penitenciario

Costa de Marfil se ha comprometido a luchar por la igualdad de género, reconoce Marie-Virgil. Como ejemplo de ello pone la reforma del estatuto legal de la madre. El Estado también promete reformar su sistema judicial y penitenciario, especialmente para proteger a la denunciante. El progreso es real. La evolución, innegable, perotambién lenta e insuficiente, dice.

“La impunidad ante los casos de discriminación contribuye a aumentar la cultura de la violación”, lamenta. “El seguimiento psicológico de los atacantes en prisión no está garantizado por el Estado, según las palabras de las asociaciones con las que hemos trabajado”. Todo eso hace que los esfuerzos, en gran parte, sean en vano.

Además, la sombra del abuso sexual es larga. Este no afecta solo a mujeres. Los hombres también son víctimas. De ellos muy pocos se atreverán a hablar por temor a ser juzgados, ya que, en el imaginario social “un hombre debe ser el dominante”, cuenta la abogada. “El fenómeno ha sido fuertemente denunciado en las redes sociales en los últimos días. Pero una vez que pasa el zumbido, no hay seguimiento”. Por este motivo, cientos de personas se han unido al movimiento.

El movimiento, la marea

Como un torrente irrefrenable, una imagen ha inundado las redes sociales durante el mes de marzo. El rostro de Let´s fight together se repite entre las marfileñas construyendo una identidad común. Más allá del lema, la reivindicación feminista se ha convertido en un eco en Costa de Marfil. Y, desde Abidján, junto a lascompañeras de Time to Act, el camino no ha hecho más que empezar. “Hemos aprovechado la ola para crear un movimiento que apoye a las mujeres”, repite Anelone.

“Una gran revolución”, dice Déborah, joven activista marfileña, cuando se refiere al 8M. “La lucha en los medios ha funcionado, las líneas se mueven, las mujeres se han organizado para actividades que les permiten conocer más sobre sus derechos y proponer medidas para mejorar”. El pasado 10 de marzo, la marea llegó a la televisión local. Las representantes de Let´s fight together llevaron el aliento de las víctimas frente a las cámaras. Toda difusión ayuda.

“Dada la escala que está tomando este movimiento, creo y espero, sobre todo, que nuestros líderes estén más alerta ante estas situaciones”, expresa Marie-Virgil. Lo que llegue después de estas denuncias, de este impulso de la sensibilización está por ver. Pero la joven marfileña ya imagina a unos padres “más conscientes delpapel que tienen que jugar”. Y, sobre todo, a unos jóvenes conscientes de sus derechos. “La palabraconsentimiento se tomará mucho más en serio”, concluye.

Durante la conversación, los testimonios siguen llegando. “Hemos reunido un equipo que trabaja en acciones concretas para denunciar y erradicar el abuso sexual en Costa de Marfil”, repite con ímpetu Alexandra Assamoi. Y como el pulso continuo del océano que baña las costas marfileñas, una voz late en cientos de almas. “¡Somosla generación que hará que las cosas sucedan!", proclama.

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