Opinión
Tengo 72 años y un mensaje
Tengo dos peticiones. Una: que cuando me toque me ayuden a morir en paz, porque lo terrible no es morir, es morirse. La otra: que mientras estamos encerrados dejen de aterrorizarnos.
Tengo 72 años y patologías previas. Es decir las posibilidades de salir vivo de esta son reducidas y cada día que me levanto sin tos y sin fiebre es un regalo. Nunca se me había acelerado el corazón esperando el resultado con el termómetro en el sobaco. Hasta ahora.
Ya me han explicado que, en la lógica económica, soy un estorbo, que lo mejor es que me muera. Hay que renovar el stock como quien cambia de temporada de moda o de modelo de móvil. Destrucción creativa que decía el Schumpeter, pero ahora el producto soy yo.
Ya sé que fui un ingenuo creyendo que mi trabajo servía para algo, que tenía la obligación de devolver la oportunidad recibida haciéndolo lo mejor posible a costa, incluso, de salud, familia y afectos. Creía que con mi esfuerzo construía algún futuro y que la verdadera vida está en el recuerdo que dejas en los otros. Pero es lo que aprendí de mi madrina que, muy enferma, rezaba cada noche plegarias interminables, no por ella, por nosotros.
Ya sé que he sido un imbécil por cotizar 43 años y pagar impuestos sin engañar ni un céntimo con aquella herencia, con aquel dinero extra. ¿Cómo no se me habría ocurrido?
Ya he asimilado en estos días, a marchas forzadas y de manera descarnada, que somos material de deshecho
Ya sé que no debería haber “invertido” mi tiempo en cuidar de los míos. Pero es que nos habían fabricado así. Si había huevos eran para “os fillos”. Ellos, los mayores, patatas viudas. Si había dinero extra era para comprarnos las botas Segarra, para ellos darle una vuelta más a los abrigos. Y todo esto hecho con naturalidad, nunca nos agobiaban con la falta de dinero: y la había. Así, que cuando llegó la crisis todo era poco para ayudar a los hijos. En silencio y sin condiciones, como me habían enseñado. Una estupidez para estos darwinistas de pega que reclaman ahora que deje sitio.
No puedo remediar el intuir suspiros de alivio cuando las estadísticas machacan una y otra vez que más del 80% de los muertos son los viejos y enfermos. ¿Es que se puede llegar a viejo perfectamente sano? ¿No se dan cuenta de que la vejez es un destino irremediable y que los que siguen a los que ahora suspiran tomaran nota?
Y sé que todo ha cambiado. En el mundo en el que nos criamos los mayores eran objeto de respeto, incluso alguno se echaba años para darse lustre. Hoy la edad te convierte en un viejuno.
Ya he asimilado en estos días, a marchas forzadas y de manera descarnada, que somos material de deshecho. El progreso, la economía, “necesita” que desparezcamos y no que llenemos de achaques los centros de salud ni nos empeñemos en apurar un poco más la copa de la vida en una cama de hospital.
¿Cuál es el objetivo de proyectar a todas horas imágenes terribles de gente hacinada en los hospitales? ¿A quién sirven?
No hay que ser un lince para vislumbrar que, si sobrevivimos, a los de las patologías previas nos quedan no quince días sino muchos meses de aislamiento y temor. Eso, contando con que decidan que somos elegibles para tratamientos o vacunas.
Así que tengo dos peticiones. Una es, que cuando me toque me ayuden a morir en paz porque lo terrible no es morir. Es morirse. Lo primero no tiene arreglo, en lo segundo cabe la compasión.
La otra es que, mientras estamos encerrados, dejen de aterrorizarnos.
¿Cuál es el objetivo de proyectar a todas horas imágenes terribles de gente hacinada en los hospitales? ¿A quién sirven? No, desde luego, a los que estamos en casa sanos pero encerrados. Tampoco a los que han perdido a un ser querido y están solos con su duelo y mucho menos a los que tienen síntomas a los que debe de recorrer un escalofrío de miedo al pensar en verse así.
¿Cuál es el propósito de esos análisis “sesudos” realizados por periodistas sin ninguna formación científica, para los que hasta ayer Logaritmo era un arcano matemático y que no están satisfechos hasta que con cualquier papel robado o filtrado anuncian un Armagedón? ¿No se dan cuenta que prisioneros en nuestra casa nos angustian no solo por nosotros sino pensando en qué será de los nuestros?
No hay que ser un lince para vislumbrar que, si sobrevivimos, a los de las patologías previas nos quedan no quince días sino muchos meses de aislamiento y temor
¿Para que sirven que nos remachen una y otra vez que hay muchos más muertos? ¿Qué podemos hacer aparte de asustarnos y perder la confianza en aquellos: los sanitarios, que pueden ayudarnos? ¿No son conscientes de la ansiedad que desatan?
Cualquier ingeniero de cualquier empresa le podría explicar a la jauría de juntaletras que, incluso en condiciones normales de presión y temperatura, recibir una partida defectuosa de un proveedor es un asunto absolutamente normal y que para eso existen los departamentos de calidad. Y aun con todo eso, grandes fabricantes han tenido que llamar, para revisar, centenares de miles de automóviles por defectos que ponían en riesgo la vida de los usuarios. Me refiero ahora a los dichosos test defectuosos. Solo a ignorantes o malvados se le ocurriría escribir lo que hemos tenido que leer estos días.
Y sí, es posible que alguien haya pecado de buena fe o incluso que con la urgencia el fabricante aun siendo de calidad haya cometido errores. Pero sufrir la suficiencia de quienes no han tenido nunca que decidir nada, es insoportable. Pero lo peor, es sembrar la desconfianza en profesionales con experiencia y currículum impecable que compran y verifican los productos. ¿A quién sirven quienes lo hacen? No, desde luego, a los que quizás tengamos que usarlos.
Y si la respuesta a estas preguntas es que sirven a la verdad, yo les digo que, aquí y ahora, se guarden su verdad y les pido una cosa a la que, al menos por los servicios prestados, tenemos derecho los viejunos. ¡Callaos de una puñetera vez!
Relacionadas
Málaga
Málaga, el punto de inversión para los fondos israelíes a pie de playa
Región de Murcia
Belinda Ntutumu
“La violencia racista no parará mientras Vox pueda presentarse a elecciones”
Palestina
La coordinadora europea contra el antisemitismo dice que los informes sobre la hambruna en Gaza “son rumores”
Palestina
Más de mil caras conocidas de la cultura exigen al Gobierno que cese la venta de armas a Israel
El Salto n.79
La celulosa o la vida: periodismo situado y lucha social para frenar un ecocidio
Castellón
El BDS Castelló pide al FIB que facilite la devolución de entradas por su vinculación con KKR
Opinión
Torre Pacheco: el síntoma de un sistema agroexportador podrido
Comunidad El Salto
El Salto estrena nueva página: una web como una casa
Violencia machista
El 30% de los feminicidios íntimos se producen en verano pero no es el calor, es el patriarcado
Últimas
Opinión
Cuando una huertana llora: saquen sus racistas manos de nuestra región
Análisis
La crisis por el ‘caso Cerdán’ empuja al PP y Vox por encima de los 200 escaños
Cómic
Gotham como estado mental
Opinión
Día Internacional de las Personas No Binarias: no pedimos nuevos derechos, exigimos los que tenemos
Palestina
La masacre se intensifica en Gaza, donde 800 personas han sido asesinadas mientras esperaban alimento
Estados Unidos
Donald Trump amenaza a la Unión Europea con aranceles del 30% a sus productos a partir de agosto
Murcia
Colectivos antirracistas denuncian la impunidad de la ultraderecha en Torre Pacheco, donde sigue la violencia
Economía social y solidaria
¿Dónde está la juventud en la Economía Social y Solidaria? Un relevo que se teje entre retos y oportunidades
Río Arriba
Javier Guzmán: “Desde la izquierda falta la visión de que el derecho a la alimentación es un tema básico”
Recomendadas
Feminismos
Patricia Reguero
“Mis relatos están escritos al lado de otras, arropada por la escucha de otras”
LGTBIAQ+
Mana Muscarsel
“La amistad da más juego para salir de la lógica de la familia porque tiene menos reglas"
Barcelona
El reciclaje invisible: la relación entre la chatarra y la ciudad de Barcelona
Medios de comunicación
El futuro del periodismo no lo está escribiendo una máquina
Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.
Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!