Tica Font: “En una pandemia, la seguridad de la que hablan los Estados no nos sirve para nada”

Tica Font, integrante del Centre Delàs d’Estudis per la Pau, es una referencia del movimiento pacifista europeo.

Tica Font 1
Victor Serri Tica Font, integrante del Centre Delàs d’Estudis per la Pau.
19 jul 2020 06:00

Lo primero que hace Tica Font (Vall d’Uixó, Castelló, 1956) es comentar una noticia del día. Vox ha pedido que se elimine la última reforma del Ministerio de Defensa para que no haya restricciones a las exportaciones de armas. Lo explica con cierta sorna: “¿Por qué sale Vox diciendo eso como si el Partido Socialista fuera un partido que se niega, que obstruye, que pone resistencia a las exportaciones de armas... ¡si no es verdad! No sé en qué mundo viven, pero vamos, en el mundo del comercio de armas no”. Font es miembro del Centre Delàs d’Estudis per la Pau, una referencia del movimiento pacifista europeo. Es también una activista que sabe que los ejércitos no se terminarán de la noche a la mañana y que el antimilitarismo es un movimiento que camina mano a mano con la ecología y el feminismo.

El gasto militar no se acerca, al menos oficialmente, a ese 2% que quiere Donald Trump, pero desde Delàs insistís en que una parte de ese presupuesto se esconde.
Si al gasto de Defensa le sumamos las partidas militares que están repartidas entre otros ministerios, estamos muy cerca del 2%. Si España dijera “sin invertir más, todo lo que va a defensa, lo pongo en el ministerio de Defensa”, podría decir que ha hecho los deberes ante EE UU y ante la OTAN, cuando no ha puesto ni un duro más. Solamente ha reorganizado presupuesto de una manera más fidedigna a la realidad.

No nos hacen falta 27 ejércitos. Incluso desde el punto de vista de quien defiende la estructura militar, por razones de eficiencia podríamos dejar en toda Europa 300.000 soldados, y ya está

El covid-19 parece la gran oportunidad para revisar eso, ¿no?
Creo que no solamente es una cuestión de que España lo revise, es cuestión de que toda la Unión Europea lo haga. Y aquí es indiferente que uno sea antimilitarista o militarista. ¿Para qué quiere la UE 1.300.000 soldados, que es la suma de todos sus ejércitos? No nos hacen falta 27 ejércitos. Incluso desde el punto de vista de quien defiende la estructura militar, por razones de eficiencia podríamos dejar en toda Europa 300.000 soldados, y ya está. Y con la cuarta parte de aviones de combate, de misiles, de tanques; con la cuarta parte de todo el material ya tendríamos ejército. Para no fastidiar a nadie se iría jubilando a los soldados, retirando, recolocando… Eso sería mucho más económico y eficiente. Y fíjate que esto no es antimilitarista. Simplemente serían cuestiones pragmáticas de eficiencia, de gestión.

Esa industria armamentística sería la principal perjudicada de esta reconversión.
Hasta cierto punto. En la política PESCO —de cooperación en materia de defensa— de la Unión Europea ya se dice que en Europa “tenemos muy poca eficiencia porque cada ejército utiliza unos aviones de combate distintos, unos tanques distintos, misiles distintos”. Para el presupuesto 2021/2027, si no lo cambian ahora con el covid-19 —y creo que no hay intención de tocar esa partida del presupuesto— van a dedicar 15.000 millones de euros a incentivar que los Estados adquieran nuevos armamentos, con la condición de que un mínimo de tres Estados compren lo mismo. Por cada tres euros que gaste el Estado, la UE les dará un euro para comprar armamento nuevo.

El acuerdo de la UE es que el gasto de defensa y el gasto en la adquisición de armamentos no se sume en el cómputo que cada Estado hace del déficit público. Eso se llama creatividad contable

¿La UE va a aumentar sus ayudas a las armas en este contexto?
Fíjate que la Unión Europea está haciendo una apuesta importante para que haya compras nuevas, ayudar a los Estados y ayudar a las empresas a desarrollar nuevos tipos de armamento. Luego habrá ayudas fiscales a la industria y a los Estados. El acuerdo de la UE es que el gasto de defensa y el gasto en la adquisición de armamentos no se sume en el cómputo que cada Estado hace del déficit público. Eso se llama creatividad contable. El gasto en Sanidad y Educación sí, pero el gasto militar no computará en el déficit público. Y habrá otras medidas. Por primera vez se permitirá que fondos estructurales de la Unión Europea vayan a la industria de armas. Hay una cosa que espero que no hagan porque está a debate y me indigna muchísimo, y es que la industria le pide a la UE que elimine el IVA de las armas. Que un avión de combate no pague IVA y que las compresas que utilizamos las mujeres sí lo paguen es algo que no puedo soportar. Espero que no lo hagan, y espero que las mujeres nos rebelemos hasta el infinito.

Al comienzo de la entrevista comentabas que Vox quería eliminar las cortapisas a la exportación a países en conflicto. ¿Han servido para algo esas limitaciones?
El nuevo punto que ha introducido Margarita Robles en esta legislación está planteado para los explosivos y la munición. Es una modificación reglamentaria solo pensada para Arabia Saudí. La otra cuestión es la viabilidad de esa propuesta. Es muy difícil que sea viable porque inspeccionar in situ es complicadísimo. ¿Arabia Saudí le dará permiso a los militares españoles para que entren en sus bases y hagan una inspección de material?

No sabemos qué armas exportadas por parte de España a Arabia Saudí han sido utilizadas en Yemen, ¿verdad?
Hay un grupo de periodistas de investigación en Australia que ha mostrado fotografías de armas que están en Yemen. En este caso eran de lanzagranadas, y eran de las que fabrica Instalaza en Zaragoza. Como España no exporta a Yemen, y como no son de bombardeos de aviones, han tenido que ser armas que se les han dado a los grupos que dan apoyo a Arabia Saudí. Los militares, según sea el tipo de munición que se ha usado, saben qué países la pueden tener y de qué empresa ha salido esa producción. Ellos sí que pueden saberlo.

En el resto de Europa sí existe este gran debate, que en España no ha cuajado, sobre dónde van a parar esas armas que se exportan a países como Israel, Turquía o los que forman la Coalición Saudí.
Creo que en España hay poquísimo debate en este tema. Alemania, Suecia, Noruega, Dinamarca, los países del Norte son mucho más sensibles. No hace falta saber qué hacen con esas armas, solo con que tengan presentes los informes de derechos humanos del país que está en conflicto, con eso tienes criterio suficiente para la denegación de las exportaciones. De lo que más nos quejamos la sociedad civil europea es de que no hay unidad en la interpretación jurídica de los criterios sobre los que se ha de denegar una exportación de armas. Todos los países de la UE han incorporado en su Ley de Exportación, que es de carácter nacional, unos criterios que llamamos de posición común. Hay ocho criterios, por ejemplo uno que dice “no se puede exportar armas a un país que esté embargado”. Si Arabia Saudí no está embargada, ese criterio ya no lo puedes utilizar. Criterio número dos: “No se venderán armas a países que vulneren de forma sistemática los derechos humanos”. Aquí ya puedes considerar si Arabia Saudí los vulnera o no los vulnera de forma sistemática. Y, ¿qué te vas a encontrar? Pues hay países para los cuales Arabia Saudí no los vulnera, y otros que consideran que sí. Aquí es donde ves las discrepancias, ¿qué significa y cómo mides que hay una vulneración sistemática de derechos humanos? Otro de los criterios es que no venderemos armas que puedan desestabilizar el país de destino, desestabilizar la región, ¿en términos de qué? De paz, seguridad y estabilidad. Pues eso también es incoherente, incluso dentro de la UE.

El Gobierno español apenas deniega exportaciones de armas. Prácticamente lo concede todo. Y, a veces, las denegaciones son de poco valor

Desde hace tiempo el movimiento antimilitarista pide que se desclasifiquen las deliberaciones de la Junta Interministerial que decide sobre las exportaciones, ¿qué aportaría eso?
El PSOE introdujo que las actas debían ser secretas en 1987 y así se ha mantenido. Te pongo un ejemplo. El Gobierno español apenas deniega exportaciones de armas. Prácticamente lo concede todo. Y, a veces, las denegaciones son de poco valor. Por ejemplo, una de las dos denegaciones de 2019 es la venta de un paracaídas a Pakistán. Dices “bien”. Y al lado dice “¿por qué lo denegamos?” y su frase textual es “para mantener la paz, la seguridad y la estabilidad regional”, dices “bien, me gusta”, pero luego miro qué se le ha exportado a Pakistán, y en el mismo 2019 le hemos exportado munición por más de diez millones de euros. A ver, ¿qué es más peligroso? ¿Por qué deniegan un paracaídas pero sí que aceptan las exportaciones de munición?

El Instituto para la Economía y la Paz ha publicado su Índice de Paz Global y los resultados son terribles. Parece que son tiempos difíciles para la búsqueda de la paz.
Mucho. Hay un elemento que a mí me preocupa especialmente. Está disputándose en estos momento la hegemonía mundial. En nivel de riqueza, China ya está superando a EE UU. La cuestión es que China no supera militarmente a Estados Unidos, pero Estados Unidos, como sea, tiene que parar la economía china. ¿Qué estamos observando? El gran incremento en gasto de defensa y en armas de todos los países que rodean a China. Corea del Sur, Singapur, Filipinas, Tailandia, Indonesia, Malasia, India, Pakistán, Vietnam… Se están rearmando e incrementando mucho sus presupuestos de defensa. Por tanto, la conflictividad se va a desplazar mucho mucho hacia Asia. Oriente Medio está muy inestable, temo que ahora toca desestabilizar Asia. 

El cambio climático y, ahora, el impacto económico del covid-19, ¿van a generar más guerras del hambre y por el acaparamiento de agua?
Sin ir más lejos, en abril de 2019, en Sudán, la revuelta del precio del trigo hizo caer el Gobierno. Yo creo que el cambio climático a lo que más va a afectar va a ser a la producción de alimentos. Para algunas regiones será el trigo, para otras el arroz, y en otras el maíz. La evolución de la producción y de los precios de estos tres alimentos pueden desencadenar muchos desórdenes sociales y rechazo a los gobernantes.

La extrema derecha en Europa o Trump en EE UU representan eso: cómo nos vamos fraccionando y cómo hay una parte de nuestra sociedad que daría apoyo a formas de gobierno más autoritarias, más duras

¿Hasta qué punto los conflictos internos en los países pueden ser también una dinámica nueva?
Creo que ni en Europa ni en Estados Unidos vamos a vivir otra guerra al estilo de la II Guerra Mundial. Pero estamos esperando que en muchos países se produzca un gran descontento en la forma política imperante de gobierno. La extrema derecha en Europa o Trump en EE UU representan eso: cómo nos vamos fraccionando y cómo hay una parte de nuestra sociedad que daría apoyo a formas de gobierno más autoritarias, más duras. A raíz del covid-19 me preocupa que haya población que pueda sacar la conclusión de que es mejor estar gobernado por un gobierno duro que no con uno democrático “blando”. Yo prefiero defender la debilidad. Porque entender la política como debilidad y aceptar la debilidad es una manera de tener que llegar a consensos, de negociar, de dialogar.

¿Es posible discutir o disputar el concepto de seguridad bajo esa premisa de lo duro frente a lo débil?
Para mí son claves dos preguntas: ¿la seguridad de quién? ¿Quién tiene que estar seguro? Cuando ves la estrategia de seguridad europea o la de la OTAN, o la norteamericana, ves que el énfasis siempre es que el que tiene que estar seguro es el Estado, la configuración política que tenemos. Eso, en el fondo, dice que quien tiene que estarlo es la élite que gobierna o que domina ese país. Otra perspectiva es ¿quién tiene que estar seguro? Las personas. No entes abstractos, ni élites, ni mercados, ni Estados... Las personas. ¿Qué necesitan para sentirse seguras las personas? Seguridad económica. Ingresos para poder pagar el alquiler, luz, agua, comida, etc. Necesita seguridad sanitaria, que si te enfermas por cualquier cosa, haya un sistema sanitario que te atienda. Necesitarás seguridad medioambiental. Poder desarrollar tu vida en un ambiente sano.

Esta pandemia ha puesto de manifiesto que, en las ciudades con más contaminación atmosférica, el coronavirus ha tenido mayor impacto que en ciudades donde el aire es más limpio. Necesitamos también seguridad de carácter comunitario, de carácter político: que se sigan respetando nuestros deberes, nuestros derechos, libertades, etc. Este conjunto de seguridades de las personas se llama seguridad humana.

Necesitamos cambiar de seguridades de carácter estratégico nacional a seguridades humanas. Las seguridades humanas no necesitan instrumentos militares para mantenerse. El coronavirus nos ha puesto de manifiesto que, en una pandemia, la seguridad de la que hablan los Estados, y con los instrumentos que desarrolla el Estado, no nos sirven para nada. Necesitamos esa otra clase de instrumentos.

¿Cómo enganchar a las generaciones actuales en un movimiento como el antimilitarista que fue tan determinante en los años 80?
Hay gente joven que se interesa, pero es poca. No solamente es cómo llegar. Creo que es también cómo hacer que cada uno en su batalla podamos vernos como complementarios. La cuestión acaba siendo que las que luchan por el medio ambiente, las mujeres que luchan contra el patriarcado, los jóvenes que están luchando por su identidad sexual y los antimilitaristas, todos estamos avanzado pero nos falta más interconexión y trasvase entre nosotros. Porque un mundo sin armas no es suficiente si no construimos el respeto mutuo de las personas, si no desaparece o vamos limando el patriarcado, y aumenta el respeto al medioambiente. Cada una de estas luchas es necesaria.

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