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Agroecología
Los iPhone no se comen: la realidad invisible de la producción agroecológica de alimentos
Desde la entrada en vigor del Estado de Alarma pareciera que el mundo se haya parado. Sin embargo, en la cara oculta de esta situación, son muchas las personas que siguen con su actividad laboral, sosteniendo, de forma invisible (mejor dicho, invisibilizada), nuestra vida.
“Nosotras seguimos trabajando igual… Solo que, si ya antes era complicado, imagínate ahora”. Con la voz entrecortada, por haber recibido mi llamada mientras trabajaba el campo, me respondía la productora que suministra la tienda de productos sostenibles y de km 0 de mi barrio.
El covid-19 ha puesto de manifiesto una crisis ya existente, mostrando las debilidades de un sistema global que ha colapsado. Esto se hace mucho más evidente en las grandes urbes, dependientes, ahora más que nunca, de insumos. Mientras muchas personas se echan las manos a la cabeza porque no saben cómo van a poder llegar a fin de mes, al estar sujetas a un ERTE, o haber perdido directamente sus trabajos, otras muchas siguen expuestas durante su jornada laboral, en empleos que, además, no son esenciales para la vida, sino para la economía del Estado.
Y es que resulta evidente, aunque no se quiera mirar, que los sectores que ahora mismo sostienen nuestro país son los más precarizados.
La crisis del covid-19 nos ha empujado a hacer acopio de alimentos. Ajenos, en las ciudades, tenemos asegurado el suministro, pero se da una situación curiosa, a la par que escalofriante: mientras que la gente espera largas colas frente a las puertas de las grandes cadenas de supermercados, en las pequeñas tiendas, en las de nuestros barrios, se pudre, literalmente, la mercancía. Mientras los puertos, los trenes y las principales carreteras siguen abiertas para permitir la entrada de suministro al país, los productores y productoras locales tienen (aún más) problemas para poder sacar adelante su producción y poder distribuirla. Es paradójico ver furgonetas que hacen entregas de paquetes pedidos por Amazon, o a los únicos ciclistas por nuestras calles corriendo por entregar el pedido de sushi a tiempo, a la vez que se imponen medidas restrictivas de la movilidad física, dificultando las tareas de recolección y distribución de quienes producen sosteniblemente nuestra comida.
Ante la falta de respuesta y de apoyo institucional, muchas de las iniciativas locales se ven avocadas al cierre. Y ante esto, la respuesta de Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid consiste en delegar, en dos cadenas de comida rápida, el suministro de un menú infantil para las familias receptora de la Renta Mínima de Inserción (RMI) tras ordenar el cierre de los centros educativos. Esto deja fuera de juego a las empresas que prestaban el servicio de comedor escolar o de otros centros sociales y contribuye a que las personas más vulnerables no tengan acceso a una alimentación saludable.
Estos menús podrían ser servidos por empresas y negocios locales, por iniciativas agroecológicas, generando un impacto positivo sobre la salud de estas personas, generando ingresos económicos y reconocimiento social a iniciativas locales que a duras penas se abren paso entre las dificultades interpuestas por la propia Administración.
Más allá de cargar con el peso que se nos impone como consumidores y como consumidoras, el enfoque debería dirigirse a apoyar al sector que nos ofrece alimentos de calidad, integrados en nuestros paisajes e impulsados por toda una red de personas que optan por otro modelo de gestión del territorio. Porque el modelo imperante ha colapsado. Porque no podemos seguir apostando por una producción que agota nuestros ecosistemas y expulsa a la población local del medio rural para convertirlo en el patio de atrás, en la sala de máquinas de nuestro estilo de vida. Y de esto, debemos de dar cuenta a la Administración.
Algunos de los problemas a los que la producción agroecológica tiene que hacer frente se relacionan con la imposibilidad de competir contra productos ofrecidos por la agroindustria, la falta de apoyos por parte de la Administración a la hora de comercializar la producción, imponiendo requisitos que las pequeñas iniciativas no pueden (y no deberían) cumplir, la prohibición de mecanismos tradicionales de elaboración, la venta directa, la falta de figura jurídica de muchos proyectos que quedan al margen de la legislación, etc. Es necesario, también, huir de las subvenciones que han sido la moneda de cambio propuesta desde Europa para dejar la agricultura a manos de la agroindustria.
Esta situación está poniendo de manifiesto las dificultades que se vienen denunciando desde hace tiempo y que no sabemos si van a seguir sin solución. Pero también estamos siendo conscientes de la importancia de las redes vecinales o relacionales. La “economía invisibilizada”, esa que no contabiliza para el PIB pero que está ahí, en nuestro día a día y es la que nos salva de cualquier apuro. Las personas que se cuidan entre sí y cuidan de su tierra, por ese sentimiento de pertenencia, de identidad compartida y de amor por la vida.
Somos muchas a las que nos gusta pensar que esto cambiará nuestra forma de mirar el mundo, empujándonos a actuar de manera diferente. Porque al final nos daremos cuenta de que los iPhone…no se comen.
La parada en la actividad de los grupos de consumo, la clausura de algunos mercados periódicos de venta directa para agricultores, o la reducción en las ventas de pequeños comercios especializados dificultan la puesta en el mercado de distintos pequeños proyectos agroecológicos. Esta situación ha propiciado la búsqueda de alternativas para la comercialización, como la venta a domicilio desde alguno de estos proyectos, o impulsada por proyectos vecinos, pero también la articulación de redes de apoyo que sirvan para impulsar soluciones colectivas.
Entre ellas, el área de Agroecología de Ecologistas en Acción está tratando de coordinar el trabajo, a través de un formulario on-line, de cooperativas, tiendas, proyectos de distribución o logística, redes de productores o consumidores “que quiere y puede colaborar” en la búsqueda de alternativas.
Como desde la propia iniciativa señalan, “la economía de los cuidados ahora más que nunca es la que nos va a sacar adelante. Es necesario poder empezar a generar herramientas colaborativas, que nos permitan echarnos una mano, cuidarnos entre nosotras y cuidar el planeta. (…)”.
Seguro que son muchas más las iniciativas que en este sentido se estén generando, si conoces alguna de ellas puedes incluirla en los comentarios del artículo (si es posible, con el correspondiente enlace) :)Relacionadas
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https://www.redqueserias.org/10-medidas-urgentes-para-el-estado-de-alarma-te-unes/
La iniciativa de Madrid Agroecológico toma forma:
http://madridagroecologico.org/agroecologia-en-casa/
Gran iniciativa de Opcions, muy coherente con su línea de apostar por las alternativas de consumo
http://opcions.coop/es/amesa/
En Madrid, la Huerta del Chorrillo (http://www.huertadelchorrillo.com/), en Paracuellos del Jarama, vende sus productos y los de otros productores a domicilio.
Iniciativa de Madrid Agroecológico (http://madridagroecologico.org/)
para buscar alternativas para la comercialización de productos agroecológicos.
Formulario para proyectos productivos
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSeQ_t0VJBfyuQ9R9uClza6DODQNngqrHb7oUttejmA7vsi8Ug/viewform
Formulario para tiendas y grupos de consumo
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSfuRAj0ZJeMNWd3uTJkdWCeZIigbdnbDHGT0HkuNu58MsvJKQ/viewform