Voces de Extremadura
Armando Cuenca: "Solo con las herramientas institucionales, no se puede"

El fin de semana de los MAC 4 (encuentros de Municipalismo, Autogobierno y Contrapoder) hablamos con Armando Cuenca, cacereño de Alcántara y concejal electo en Pamplona dentro de la Candidatura de Unidad Popular Aranzadi. Profesor de secundaria y activista, en su día, de la Marea Verde y de múltiples iniciativas populares; regidor objeto de los dardos de la derecha mediática y política navarra. 

Armando Cuenca
Armando Cuenca, cacereño de Alcántara y concejal electo en Pamplona. Ione Arzoz
23 jun 2018 11:00

Conversamos sobre identidad, sobre movilidad, sobre Extremadura desde la distancia. Repasamos los ayuntamientos del cambio, los límites de la actividad institucional, el municipalismo como herramienta transformadora. El AVE, Podemos, el nuevo ciclo que se avecina, el tiempo transcurrido desde el 15M...

En esta relativa lejanía, ¿sigues la vida política de Extremadura?
Pues sí, sigo un poco los grandes hitos. A través de El Salto, sobre todo cuestiones de movimientos y, por Facebook, algunas figuras de Podemos, por ver cómo están colocados, las cositas que se marca el señor Vara... Te hago resumen de lo que sigo: el posicionamiento en torno al Tren de Alta Velocidad, el tema de la mina de litio de Cáceres (que me dejó bastante preocupado), el famoso Eurovegas, algunas cositas de educación...

Hablábamos antes de lejanía. Ahora que estás en la distancia, ahora que estás en otra tierra, tu otra tierra, ¿cómo observas la identidad? ¿Ha cambiado tu mirada sobre ella? ¿Tienes alguna reflexión al respecto? No es una pregunta cualquiera, siendo concejal, como eres, en una ciudad como Pamplona, de las menos asépticas en relación a las identidades compartidas.
Esa pregunta da para una entrevista entera... Hablaré con franqueza: al estar aquí en movimientos sociales no he notado una especial diferencia. Un extremeño, aquí, participando en política se puede sentir integrado sin mayores dificultades. Ahora bien, una vez que das ese pequeño salto a la política institucional, de partidos, ha sido una cosa brutal. Ahí sí, ahí me han convertido en extremeño – y lo digo a mucha honra– , me han hecho reconciliarme con mi ser de fuera. He tenido por parte de los políticos del régimen (incluyo a PNV o Geroa Bai) una respuesta constante de rechazo materializada en el “tú qué sabrás de nuestras tradiciones y costumbres, de por dónde tiene que ir un carril bici o no”...Y, ahí, sí que ha habido un parteaguas claro, por una parte de la izquierda, que ha guardado un respetuoso silencio en esas cuestiones, donde incluyo a EH Bildu, Izquierda-Ezkerra y a Podemos.

Mi identidad es tan peculiar como que mi padre es de León, mi madre extremeña, mi abuela es portuguesa y yo soy de la raya... Y el que es de la raya y tiene una identidad muy fuerte, pues tiene un problema. Viviendo entre dos países, cuando no sabes si la abuela habla portugués, castellano o qué habla, no puedes reforzarte en torno a la identidad

¿Tú crees que todavía puede haber algo revolucionario a construir desde la identidad?
Personalmente creo que poco, voy a ser sincero. Pero es que mi identidad es tan peculiar como que mi padre es de León, mi madre extremeña, mi abuela es portuguesa y yo soy de la raya... Y el que es de la raya y tiene una identidad muy fuerte, pues tiene un problema. Viviendo entre dos países, cuando no sabes si la abuela habla portugués, castellano o qué habla, no puedes reforzarte en torno a la identidad. Yo creo que lo que se me ha reforzado con mi participación política institucional en Pamplona es que ser de fuera, no estar incrustado ni conectado a esa pequeña red de patricios (de izquierda, incluso), de gente que se conoce, que lleva el crío a la misma ikastola (aunque uno acabe en el PNV y otro en EH Bildu) y tener una renta baja... te sitúan en una identidad muy concreta que tiene que ver no tanto con el territorio como con la clase.

Igual la identidad extremeña es la identidad del exilio, mestiza, plural, fronteriza...
Yo así la vivo. Si es que todos los extremeños con los que tengo relación, con honrosas excepciones, viven fuera de Extremadura...

¿Qué razones crees, entonces, que operan sobre ese efecto centrifugador en Extremadura, hoy? ¿Las razones estructurales de siempre? ¿Hay algunas distintas, nuevas, incorporadas?
Como diría aquel, doctores tiene la Iglesia, así que me ceñiré a los clásicos, a J. M. Naredo. Su análisis hecho en Extremadura Saqueada sigue siendo válido. La estructura de clase, la relación campo-ciudad, esa reforma agraria que nunca se produjo –ni en Extremadura ni en ningún lugar del Estado–, permanecen con poca variación... Quizás haya alguna alteración a nivel urbano, pero esto está en una especie de congelador donde la dinámica sigue siendo la misma: si eres joven, aunque tengas estudios, o te colocas por algún lado en la Junta, o te colocas en la política o te vas fuera a currar.

¿De qué te ocupas en Pamplona, en concreto?
El nombre del cargo, que no es corto, dice que me ocupo de Ecología Urbana y Movilidad sostenible. En la práctica, por resumir y por ser claro con los lectores, tengo un porcentaje importante de lo que antes era sanidad: las multas de los bares por cuestiones de alimentación, de ruidos y demás, las cacas de los perros –que ocupan una parte importante de la labor de inspección–,  las piscinas y el agua de las fuentes... Todo eso es, yo diría, que el 50% de la actividad del área, no sólo mía. Y luego, a eso le hemos incorporado una serie de cuestiones nuevas de esta legislatura que serían las relacionadas con la movilidad (no sólo los carriles bici, sino movilidad de la ciudad), la energía (con un nuevo operador energético que hemos creado) y el ámbito de la ecología en general (Agenda 21, la calidad del aire...).



Has hablado de la movilidad, algo que ahora mismo es un paradigma neoliberal, un espacio de confrontación que no es trivial...
Es un espacio de confrontación que, en su momento, pensamos que se podría desarrollar en dos líneas, y las dos nos parecían interesantes. Una es que suponía una confrontación por el espacio público y, en ese sentido, una confrontación antineoliberal clara; y otra, nuestro plan B en caso de que fallara la primera por falta de fuerzas en la calle o por falta de voluntad política dentro del Ayuntamiento, era en realidad la opción de esa derecha liberal europea que no tiene complejos en apostar por la movilidad sostenible y por ponerle coto al coche. Esa era nuestra opción B. Nos dijimos: si no vamos a establecer una confrontación con las élites locales, por lo menos vamos a ordenar un poco la movilidad, darle más espacio a la bici... La A, la de la confrontación neoliberal, no hemos sido capaces de que se produzca y la B, sobre todo por los posicionamientos políticos tanto de EH Bildu como de Geroa Bai ha sido también imposible. Ese reformismo en movilidad de tintes europeos tampoco se ha desarrollado lo suficiente, o tanto como queríamos.

Incluso teniendo todas esas palancas municipales, si no existen contrapoderes, un movimiento social que no solo te marque el camino en lo teórico sino que te exija cosas concretas, la práctica ha demostrado que esos cambios que parecen fáciles no se dan

Desde vuestra concepción de la movilidad, habéis peleado duro contra el AVE. Habéis tenido claro desde el principio enfrentar la alta velocidad y su implantación en Pamplona.
En Navarra ha habido una realidad que es la implantación de un movimiento social potente en contra del Tren de Alta Velocidad, un movimiento antiguo, que no se había dado en otros lados. Eso te marca claramente el contexto en el que te mueves. Luego, el asalto institucional ha hecho que muchas posiciones claras en contra del Tren de Alta Velocidad –y hablo claramente de EH-Bildu, Izquierda-Ezkerra y también de Podemos– hayan titubeado muchísimo, sobre todo los dos primeros años de legislatura, y además con Geroa Bai apostando claramente por empujar la alta velocidad. Esto ha dejado todo un poco fuera de juego y nosotros, frente a esas dudas que no entendíamos, hemos hecho un poco una vuelta a los clásicos, formulando la pregunta básica: ¿realmente tenemos que gastarnos 3.000 millones de euros en un tren de alta velocidad que ni este concejal ni la mayoría de la gente va a poder coger? No hemos tenido dudas. No digo que seamos unos iluminados que lo tengamos todo clarísimo, pero nos resultó muy extraño ese cambio tras formar parte de las instituciones, esas vacilaciones que se extendían, todo el mundo esperando a ver qué paso daba el otro, cuando lo que había que hacer era evitar que se construyera la estación de Etxabakoitz, que no servía más que a intereses especulativos, e intentar frenar el Tren de Alta Velocidad.

¿Tú ves un AVE por Extremadura? Ya sabes que, allá, el ferrocarril es un asunto crítico...
Es crítico y, además, se ha convertido en crítico. Viendo con una perspectiva de años, hay que obervar un toque positivo en Extremadura. Yo, jamás había visto pintadas en contra del AVE allá, en mi vida, y en los últimos cinco años las veo: en Mérida, en Badajoz, en Cáceres...Y eso ya dice algo, muestra una reflexión, aunque sea débil, con esa cuestión. Y sí, ese conflicto lo he seguido de cerca. El PSOE y el PP, que son el régimen, han utilizado esa especie de, llamemos, sentimiento de inferioridad mal curado que sigue existiendo en Extremadura, para crear un marco desde el que llevarse a Podemos a su terreno, prácticamente sin resistencia.

Al hilo de lo último que comentas, Podemos Extremadura forma parte del Pacto del Ferrocarril... pero está en contra del AVE. Y, ahora, dice que no se vuelve a reunir con el Pacto en tanto este no se abra a otras realidades sociales. Mientras, paradójicamente, el AVE es central en ese Pacto, es casi su tótem. ¿Qué opinión te merece todo esto?
Es que esto ya no tiene que ver con el AVE, que está claro que no beneficia a la población extremeña para nada. El AVE allá sería, en el mejor de los casos, una conexión Madrid-Lisboa para quien se lo pueda permitir, con apeaderos en Mérida, Cáceres, Badajoz... donde toque o donde decidan las élites locales en su pacto con Madrid. Pero el tema importante es la posición de Podemos, repetida además en otros territorios y también con otros temas. En lugar de decir con total claridad “no vamos a estar en este Pacto por el Ferrocarril” porque se sospecha, se ve claramente, que su propósito es colocarnos el AVE, único interés del PSOE y PP, en lugar de salirse y quedarse en esa parte fría y oscura, donde están los movimientos sociales, confrontando... En lugar de eso, se ha querido jugar a la alta política o a la alta institucionalidad: me mantengo en el Pacto, mantengo una posición ambigua... Queda un año para reordenar la posición, pero han transcurrido tres muy valiosos donde lo que se ha hecho es reforzar la posición del PSOE.

En la institución, con las cortapisas propias del funcionariado, de las normas, de esta especie de fe absurda en lo administrativo y, si nadie te controla desde fuera y nadie te puede decir “pa a tu casa”, es imposible que se den cambios
¿Qué capacidad de transformación crees que tiene el municipalismo como herramienta? Un municipalismo entendido, casi, como una sintaxis política distinta.
Estas son las preguntas difíciles... Siendo así hay que ir a lo básico, a hacerse entender. El municipalismo, para mí, lo que significa es que solo con las herramientas institucionales de un Ayuntamiento –que son pocas pero no hay que minusvalorar porque existen, porque las hay– no se puede. Incluso teniendo todas esas palancas municipales, si no existen contrapoderes, un movimiento social que no solo te marque el camino en lo teórico sino que te exija cosas concretas, la práctica ha demostrado que esos cambios que parecen fáciles no se dan.

Estamos hablando de límites claros en la representación. ¿Cuáles crees que son los más importantes, los claves? Porque entre gestionar las cacas de perro y la toma del Palacio de Invierno hay un espacio amplio...
Si en un escenario ideal como el dado en Madrid, donde una candidatura municipalista toma el poder, tiene la Alcaldía, tiene todos unos resortes de movimientos grandes, aún así, la política que se ha hecho ha sido decepcionante –esto sería para otro libro– , la tentación política básica sería pensar que son unos traidores a la causa, que se han acomodado en 5 meses... Pero esa es una lectura de la que intento huir por simplista. La manera en la que podríamos traducir lo que sucede es que la gente que entra en la institución (concejales, asesores, altos puestos de libre designacion...), no han tenido ningún tipo de control democrático desde fuera de la misma. Cero. Han sido totalmente autónomos. En la institución, con las cortapisas propias del funcionariado, de las normas, de esta especie de fe absurda en lo administrativo y, si nadie te controla desde fuera y nadie te puede decir “para tu casa”, es imposible que se den cambios.
Eso es tener un pie en las instituciones y otro en la calle, estar dispuesto renunciar a la parte institucional que no sea útil sin hacer una valoración previa, sin prejuicios en relación a lo que ha supuesto la presencia institucional

Entonces, ¿cómo resolver de verdad eso de un pie en las instituciones y mil en la calle? Porque son palabras bonitas, pero comentas que se ha dado una autonomización prácticamente absoluta de la política con respecto a los movimientos.
Aquí hay una hipótesis – y hablo de Aranzadi– muy nuestra, que ni siquiera ha sido compartida por el resto de candidaturas. Para nosotros, la clave que ha hecho que Pamplona sea un poquito diferente en su relación con los movimientos sociales, la institución o la asamblea, es un código ético más duro que el de Podemos. No solo en la cuestión económica –que también– sino en la de rendición de cuentas. Rendición de cuentas que no hemos entendido como que una vez cada mes o dos meses viene el concejal “a contar” qué es lo que hace. No. Aquí todos los lunes la asamblea le dice al concejal lo que tiene que hacer en la institución y si la asamblea le dice que tiene que votar no, votará que no, aunque dentro de la institución le estén diciendo que van a caer las siete plagas de Egipto sobre la ciudad, que la gente de fuera del ayuntamiento no se entera nada o que son unos irresponsables. Las decisiones han recaído siempre sobre la Asamblea y no sobre el cargo publico o sobre los equipos institucionales que se han formado. La toma de decisiones tiene que estar donde tiene que estar.

Y entonces, esa puesta institucional tan intensa y decidida de los últimos tres o cuatro años, ¿ha tenido bastante de equivocado?
Esa es la pregunta que nos hemos estado haciendo durante todo este año en Aranzadi. Aunque sea un poco idealizar, tomemos de referencia las CUP; no unas candidaturas de unidad popular, sino las CUP de Catalunya. La estrategia de las CUP no la comparto para nada, pero su radicalidad democrática hay que ponerla en valor. Nos cuentan –alguna vez que nos hemos juntado– que ellos, por ejemplo, en un pueblo pequeño, al final del ciclo político de 4 años, hacen una asamblea grande, un proceso de reflexión donde plantean si tiene sentido que el año próximo se siga en las instituciones o tiene más lógica reforzar un movimiento potente que haya, por ejemplo, en torno a la gestión de los residuos en el pueblo, o un casal ocupado, o sumarse a tal o cual plataforma... Hacen esa reflexión, que tiene mucho interés, y toman su decisión. Eso es tener un pie en las instituciones y otro en la calle, estar dispuesto renunciar a la parte institucional que no sea útil sin hacer una valoración previa, sin prejuicios en relación a lo que ha supuesto la presencia institucional. Hacerla al final. Estar dispuesto a plantearse eso, y nosotros estamos dispuestos, te hace afrontar el siguiente reto con un debate mucho más saludable. Nosotros hemos hecho ese debate.

¿Y qué opinas de eso que se dice de que el salto institucional vació las calles? Tú vienes, en este sentido, de una experiencia muy intensa con las Mareas, en concreto en la defensa de la educación pública.
Hay un poco de verdad, hay un poco de verdad. No siempre encontramos 80 cuadros hiper preparados, con capacidades de estar en una asamblea, de moderar, de aportar; cuadros de dirección política, por usar terminología leninista al uso. Si, de esos 10 o 15 que hay en tu localidad, haces que 5 pasen a la institución, evidentemente estás debilitando la otra parte. Es una reflexión que hay que hacer y, en el caso de Pamplona, un poco ha sido así. No sé en otras ciudades.

Como excluimos, de antemano, cualquier pacto de despacho, la alternativa que nos queda es sencilla, transparente y fácil de contar: queremos primarias abiertas, participadas, en la que todos los partidos puedan intervenir pero con sus estructuras orgánicas dando un paso atrás y apoyando, desde fuera, esa iniciativa municipalista si realmente se creen las candidaturas unidad popular

Ahora, en el plazo corto... ¿Candidaturas de unidad popular?, ¿Podemos?, ¿Podemos y lo que sea? ¿Podemos aún? ¿Sujetos nuevos?
Yo lo que te puedo contar es la reflexión colectiva que hemos hecho. Aunque suene simplista, hemos partido de la emoción, del deseo y de lo que nos nace. Y, desde luego, la perspectiva de ponernos a pactar en un despacho cositas con Podemos e Izquierda Unida, francamente no la valoramos. No entra dentro de lo que, como activistas de lo que sea, nos vayamos dedicar a hacer el año próximo. Contrapesado, todo eso, con el respeto al derecho que Podemos o Izquierda-Ezkerra, como fuerzas del cambio, tienen de hacer su legítima apuesta para Pamplona o Navarra. Eso hay que respetarlo. Pero como excluimos, de antemano, cualquier pacto de despacho, la alternativa que nos queda es sencilla, transparente y fácil de contar: primarias abiertas, participadas, en la que todos los partidos puedan intervenir pero con sus estructuras orgánicas dando un paso atrás y apoyando, desde fuera, esa iniciativa municipalista si es que realmente se creen las candidaturas unidad popular. Todo lo demás... Tengo, sí, alguna pequeña esperanza en el caso de Andalucía, donde han planteado cosas diferentes.

¿Te refieres a Adelante Andalucía?
Adelante Andalucía tiene algunas características que me hacen tener una mínima esperanza. Si no, cualquier otro proceso va a acabar siendo una coalición al uso de las que hemos conocido históricamente de IU con Los Verdes, de IU con Equo, de Podemos con Compromís... Reparto de cuotas y primarias por separado no creo que aporten nada novedoso frente a esos límites en lo institucional de los que hablamos ni que aporten votos. Lo preocupante es que no vayan a aportar en ninguno de los dos campos.

Todo el proceso de Podemos, sobre todo a nivel local, ha construido muy poco y ha destruido mucho. Eso hay que reconocerlo, y no hay más que darse una vuelta por los Círculos (hablo de ellos como referencia de la existencia de algo nuevo). Reconstruir eso que ha sido arrasado por el proceso de Podemos, de las primarias competitivas, lo veo complicado

En realidad estamos hablando de antagonismo, de la organización del antagonismo. ¿Sobre qué bases se tiene que construir? Hay quien habla de crear, otros de reconstruir...
Ya, hablando clarísimo: todo el proceso de Podemos, sobre todo a nivel local, ha construido muy poco y ha destruido mucho. Eso hay que reconocerlo, y no hay más que darse una vuelta por los Círculos (hablo de ellos como referencia de la existencia de algo nuevo). Reconstruir eso que ha sido arrasado por el proceso de Podemos, de las primarias competitivas, lo veo complicado. El camino sería, si acaso, en las ciudades que nos hemos mantenido al margen de ese proceso de destrucción, mantener lo creado y, en las que no se han dado procesos virtuosos en las estructuras municipalistas, crearlos a partir de una mínima base de activistas del tipo que sea.

Ahora, yendo casi a lo sentimental, ¿qué echas de menos de aquel tiempo de las Mareas?, ¿cómo nos hemos deslizado desde entonces?
Lo que más echo en falta, y lo digo con un poco mala leche, son asambleas en las que los sindicatos –por hablar de sujetos políticos muy constituidos, muy sólidos– tenían un segundo plano. No por desmerecimiento de ellos, sino porque había tantas personas, tantos cuadros de la educación, de la enseñanza, involucrados en esa impugnación política ante los recortes, que los sindicatos pasaban a ese segundo plano. Esas situaciones, esas asambleas un poco descontroladas en las que venía un desconocido profesor de Tudela y se ponía a hablar contra los recortes, y otro de Cintruénigo, y otro de no sé donde, junto a gente de la izquierda abertzale, gente que estaba en sindicatos, que no... Eso, ese tipo de asambleas, de manera de proyectarse hacia fuera, de mezclarse con los padres, con los alumnos, eso a día de hoy no se imagina en ningún otro terreno de lucha. Quizás se mantiene, sí, un poquito, en las Plataformas de Afectados por la Hipotecas... Eso hemos perdido estos tres o cuatro años.

En todo el Estado, el 15M se ha manoseado hasta la extenuación, por parte sobre todo de Podemos (dicho con todo el respeto, se utilizado como una especie de meme, como una referencia política abastracta)

Y la pregunta viene sola: ¿Qué echamos de menos del 15M? Recuerdo cómo, entonces, en espacios de reflexión que compartíamos, llamabas la atención sobre sujetos, cosas nuevas que se estaban moviendo. El testimonio de esa intuición me parece muy valioso.
¡Qué tiempos! Yo recuerdo una reflexión más colectiva. Estaba participando entonces en la Fundación de los Comunes y, cuando hablábamos, comentábamos lo que se percibía en nuestras ciudades, lo que se estaba moviendo ahí, y se notaba una cierta anticipación de que gente que normalmente no había participado en política se estaba moviendo más. Eso, antes del 15M. En relación al valor de aquello, entiendo que Pamplona, Euskal Herria entera, es muy peculiar. En todo el Estado, el 15M se ha manoseado hasta la extenuación, por parte sobre todo de Podemos (dicho con todo el respeto, se ha utilizado como una especie de meme, como una referencia política abstracta), pero aquí, aunque el 15M tuvo su impacto, nunca fue hegemónico. Alteró la vida cotidiana en la ciudad pero no llegó a afectar a las capas más organizadas, quizás más vinculadas a la izquierda abertzale o a una órbita más nacionalista. En ese sentido, ni en Pamplona, ni en Navarra, ni en el País Vasco en general, se ha abusado tanto de la influencia del 15M y mantiene un cierto halo como de candor. Lo que significó, sobre todo, fue un pequeño desafío en lo que se refiere a la desobediencia civil en las plazas, que tiene su mérito, llevado además por quienes nunca antes lo habían hecho y, segundo, un punto de encuentro de gente que estaba cada uno en su capillita y en su casa. De ahí, luego, nacieron las Mareas, las PAH... No hay duda de que surgió ese punto de encuentro, ese conocerse, verse las caras. Ahora, con el tiempo, hay que ponerlo en su valor.

Y, por ir cerrando con preguntas rotundas, ¿qué futuro ves a los ayuntamientos del cambio?
Ahí me mojo. Soy materialista en el sentido marxista del término (no sé si se puede hablar de estas cosas en 2018...), y tengo la sospecha de que en la medida en que los ayuntamientos no han dado satisfacción a cuestiones materiales muy concretas –pongo en el centro la cuestión de la vivienda, sobre todo–, en la medida en que no han sido capaces de dar respuesta a eso que para mí es uno de los conflictos más fuertes y más relacionados con lo municipal... Pues yo creo que no van a salvar el test de 2019. Ese es mi análisis, por un lado, en cuanto a las políticas públicas. Por otro, no han sido capaces de construir una estructura con una mínima democracia interna. El caso de Ahora Madrid es paradigmático. Se pasa de una especie de oleada en la que se junta un montón de gente, donde se decide el programa de manera participativa, a una especie de pacto entre una parte de Podemos, una parte de IU, que no se sabe muy bien cómo va a quedar y, al final, parece ser que Carmena será la que decida desde el primer concejal al último... Hay una diferencia entre las primarias abiertas (con competencia, pero abiertas) y una candidatura presidencialista como la que parece que se configura ahora. Las posibilidades de éxito de la una y la otra son la noche y el día.

Yo no soy pesimista. Mucha gente puede ponerse muy triste porque se va a reducir el número de asesores que están trabajando en la institución, en caso de que se pierdan determinados ayuntamientos, pero a mí lo que me pone triste es, precisamente, que no se hagan determinadas políticas, con nosotros o sin nosotros

En la anterior pregunta has hablado en clave marxista. Recurro a Gramsci y te pregunto, entonces, si te apuntas a su optimismo de la voluntad o, en cambio, a su pesimismo de la inteligencia.
Yo no soy pesimista. Mucha gente puede ponerse muy triste porque se va a reducir el número de asesores que están trabajando en la institución, en caso de que se pierdan determinados ayuntamientos, pero a mí lo que me pone triste es, precisamente, que no se hagan determinadas políticas, con nosotros o sin nosotros.

Eso, por un lado. Por otro –que no suene esto como Rajoy diciendo aquello de “cuanto mejor, peor”– , ahora que vuelve a agitarse lo que realmente condiciona la política española, que es la prima de riesgo, las políticas de la Troika, del Banco Central Europeo, cuando vuelven esos movimientos de fichas, vuelve a estar encima de la mesa la guerra comercial con Trump y gobierne quien gobierne el Estado Español se va a ver obligado a intentar apretarnos las tuercas para satisfacer al capital financiero... Ahí hay una oportunidad, porque al menos una parte de este nuevo ciclo tiene herramientas de análisis concreto, tiene opinión, tiene alternativas, tiene mecanismos de resistencia dentro y fuera de la institución. Yo no lo veo tan negro.

La pregunta que cierra el círculo: ¿volverás a Extremadura algún día?
Gran pregunta, gran pregunta. A veces fantaseo con ello, fantaseo con un retiro dorado, ahí, en mi pueblo sembrando lechugas... Y mira que no he sido muy de sembrar lechugas, que me ha tocado muchas veces pero nunca lo he hecho con placer. Pero, bueno, también Pamplona me ha ofrecido muchas cosas y quiero dar un toque de cariño a esta ciudad en la que vivo. Vamos a dejarlo ahí, en una fantasía, que los psicólogos y los antropólogos, que sabéis de estas cosas, decís que las fantasías son una especie de motor que te hace moverte hacia algún lugar...

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Un aerolito libre, un lobo sin dueño, un artesano de ternura y rebeldía. Hace cincuenta años, en 1969, salió a la luz Amapolas y espigas, su primer disco. Y desde entonces no ha cesado de producir poemas y canciones que van a la médula de los sentimientos y de la conciencia social. “No solo cambiar la Historia, sino la vida”, afirmaba en 1977, en una entrevista de Eduardo Haro Ibars para la mítica revista Triunfo.

#19341
24/6/2018 23:55

Me ha hecho explotar la cabeza. Bravo

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#19305
24/6/2018 12:32

La dinámica institucional va comiendo el día a día y se acaba abandonando la calle y a los movimientos sociales, y entrando en una partida en el que las normas nos vienen impuestas. No por ello deja de ser fundamental estar en las instituciones, pero es importante tener presentes reflexiones como las de esta entrevista

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#19293
24/6/2018 10:15

Estupendo diálogo. Más vale repensar, sosegadamente, eso de la institucionalizada.

3
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#19278
23/6/2018 19:51

Enorme entrevista de la que de aprovecha todo. Muy buena.

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