Voces de Extremadura
Gabriel Moreno González: "Nunca se han implementado modelos de redistribución territorial de la riqueza. Eso ha sido una mentira"

Entrevistamos a Gabriel Moreno González, joven extremeño que ganó el Premio Extraordinario de la Universidad de Extremadura y el Premio Nacional Fin de Carrera. Hablamos con él de despoblación, de emigración, de la juventud extremeña y de la situación histórica de Extremadura. También del neoliberalismo y de la necesidad de crear comunidad.

Gabriel Moreno González 2
Gabriel Moreno González Víctor Prieto Rodríguez
27 jul 2019 02:00

Gabriel Moreno González (Valencia de Alcántara, 1991) acaba de regresar a Cáceres tras ganar una plaza de profesor en la Universidad de Extremadura. Su carrera académica es meteórica: Premio Extraordinario de Bachillerato, Premio Nacional Fin de Carrera, máster en el prestigioso Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, doctor cum laude por la Universidad de Valencia… Recientemente, además, ha sido seleccionado por Lawyerpress como uno de los juristas jóvenes más influyentes de España. Tal vez por ello le pillamos para esta entrevista justo el día después de recibir en Madrid un reconocimiento a la excelencia académica de manos del "ministro astronauta". Al día siguiente le espera Bolivia, donde impartirá un seminario. Pese a todo, hablamos largo y tendido, como a él le gusta.

Estudiaste Derecho en la Universidad de Extremadura y a partir de ahí, comenzaste tu carrera académica…
Sí, con Premio Extraordinario de la Universidad de Extremadura, lo que me permitió optar al Premio Nacional. Luego, el máster en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales y, después, los cuatro años del doctorado en la Universidad de Valencia. Dentro del programa de doctorado he hecho estancias de investigación y he ampliado estudios en la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad de Sussex, el Max Planck de Derecho Público de Heidelberg y en la Universidad Federal de Recife, en Brasil.

¿Y tu intención era volver a Extremadura en cuanto pudieras, o ha sido casualidad?
Cuando empiezas el doctorado no sabes qué es lo que te va a deparar el futuro, pero siempre he tenido la intención de regresar a Extremadura porque, a parte, es mi tierra y es la que me gusta, donde está mi familia y mi gente.

Hay un mito en torno a las grandes universidades, de que ofrecen muchas más posibilidades, cuando, en realidad, son las pequeñas las que te permiten un mayor margen de acción, puesto que está casi todo por hacer.
¿A nivel académico y profesional, crees que la UEx te va a permitir desarrollar tu carrera académica en igualdad de condiciones?
Sí. Hay un mito en torno a las grandes universidades, de que ofrecen muchas más posibilidades, cuando, en realidad, son las pequeñas las que te permiten un mayor margen de acción, puesto que está casi todo por hacer. Se pueden desarrollar muchas iniciativas, son espacios institucionales más humanos, más manejables, donde priman las relaciones personales... Mientras que en las grandes hay barreras burocráticas difíciles de superar. Las universidades pequeñas suelen estar mucho más conectadas al territorio, cumplen una importante función de vertebración intelectual de las necesidades y las problemáticas propias del espacio donde están. La UEx es fundamental para el desarrollo de Extremadura, por eso hay que cuidarla.

Has hecho el doctorado en el Departamento de Derecho Constitucional, que tiene una gran carga política.
La Ciencia Política está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional. Originariamente, además, se denominaba de la misma forma a las dos disciplinas, el Derecho Político. Es con la aprobación de la Constitución cuando en España se decide dotar de autonomía a una disciplina propia que estudie jurídicamente el fenómeno del poder político, mientras que la Ciencia Política lo analiza desde una perspectiva más sociológica, con un método diferente. Pero, al final, el objeto es el mismo, que es el estudio del poder político y de cómo se articulan institucionalmente las sociedades.

Perteneces a La Facultad Invisible, ¿qué es exactamente esta asociación?
La Facultad Invisible es una asociación que nace como consecuencia del atraso continuado en la convocatoria de los Premio Nacionales de Fin de Carrera y también de la dejadez del último Ministerio de Educación del PP con estos galardones. Varios premios nacionales se reunieron y crearon esta asociación, que enseguida ya cobró un carácter más generalista, no solamente de denuncia de esta situación, sino de carácter propositivo, para proponer reformas en la Universidad pública. Ahora mismo somos más de 200 socios y tenemos varias actividades, un canal permanente de "mentoring", desde donde asesoramos a jóvenes investigadores sobre su futuro laboral y demás cuestiones de la carrera investigadora.

En su momento elevamos un decálogo de propuestas para la mejora de la Universidad, que se publicó en la prensa y se trasladó a las autoridades académicas correspondientes. Nos encargamos también de ayudar en la organización de la ceremonia de los Premios Naciones, junto al Ministerio, y tenemos convenios de colaboración con muchas universidades para realizar jornadas, actividades conjuntas, congresos, etc.

En la Uex hay momentos puntuales en los que el estudiantado que parece indiferente se despierta y saca adelante determinado tipo de reivindicaciones, muchas veces, eso sí, demasiado sectoriales y centradas en su ámbito específico
Quería preguntarte por Extremadura desde tu condición de emigrante retornado. ¿Cómo ves la Universidad de Extremadura y a la juventud universitaria extremeña?
La situación es relativamente parecida a la de otras Comunidades Autónomas, al menos de las que yo conozco. La juventud, en la cual me inserto, también como estudiante aún, nada entre la indiferencia política y ciertos visos de compromiso puntual. La norma general es la indiferencia, puesto que la mayor parte del estudiantado no tiene ningún tipo de compromiso, ni siquiera con la propia institución pública que es la Universidad. Pero luego hay momentos puntuales en los que ese estudiantado que parece indiferente se despierta y saca adelante determinado tipo de reivindicaciones, muchas veces, eso sí, demasiado sectoriales y centradas en su ámbito específico. Pero, bueno, la situación es parecida a la del resto de Comunidades y universidades. Y eso que, en principio, en la Universidad de Extremadura, por ser más pequeña, se podrían dar (no digo que se den) prácticas de participación más intensas de los estudiantes en la institución y, desde ahí, en la propia sociedad. Por ahí hay mucho trabajo por hacer… 

Viviste el inicio de la crisis y el 15M en Cáceres...
Mis dos últimos años de la carrera coinciden con el 15M, en el que humildemente participé en Cáceres. Porque en Cáceres el 15M tuvo bastante recorrido, aunque hoy ya casi nadie lo recuerde (o lo quiera recordar). Sin embargo, luego he visto cómo todos los recortes y todas las políticas contra la Universidad pública, contra las que el 15M se levantó, se han ido implementando conforme iba avanzando en la carrera académica, algo que ha sido verdaderamente desalentador.

Para la hablar de la "España Vaciada" siempre se centran en la típica aldea de cinco o seis personas que están a punto de abandonar, pero se olvidan por completo de ciudades y pueblos intermedios, como Valencia de Alcántara o como Cáceres, donde de verdad pueden existir posibilidades de desarrollo que mantengan a la población en el territorio y lo vertebren
¿Cómo nos contamos este proceso que irrumpe con el 15M desde la periferia?
Este es un problema que tenemos siempre, que todo lo que ocurre en España parece que tiene lugar en Madrid o en Barcelona o, si quieres, en las grandes ciudades, cuando España sigue siendo un país, no mayoritariamente rural, porque el campo se ha abandonado, pero sí de gente que vive en pequeñas y medianas urbes, que son precisamente las grandes olvidadas. A mí me llama mucho la atención que para la hablar de la "España Vaciada" siempre se centran en la típica aldea de cinco o seis personas que están a punto de abandonar, pero se olvidan por completo de ciudades y pueblos intermedios, como Valencia de Alcántara o como Cáceres, donde de verdad pueden existir posibilidades de desarrollo que mantengan a la población en el territorio y lo vertebren.
Parece que solamente hubo 15M en la Puerta del Sol de Madrid, cuando fue un movimiento que afectó a toda España, desde sitios de cierta ruralidad hasta ciudades capitales de provincia, como Cáceres. El movimiento aquí fue muy interesante. Se crearon, además, estructuras permanentes derivadas del 15M. 
Tuvimos el mismo problema con el 15M. Parece que solamente hubo 15M en la Puerta del Sol de Madrid, cuando fue un movimiento que afectó a toda España, desde sitios de cierta ruralidad hasta ciudades capitales de provincia, como Cáceres. El movimiento aquí fue muy interesante. Se crearon, además, estructuras permanentes derivadas del 15M y de la gente que empezó a participar políticamente con él y que luego han tenido recorrido. Se hicieron muchísimas actividades formativas y hasta recuerdo que organizamos unas jornadas en la propia universidad.

Durante mucho tiempo se reunía la gente en la Plaza Mayor para debatir, para hablar y compartir conocimientos. Una experiencia muy bonita en la que participaron sobre todo estudiantes de la Universidad de Extremadura, aunque en los momentos más álgidos del 15M se acercaron ciudadanos a título particular de todos lados, incluso gente muy mayor. Pero las riendas del 15M en Cáceres las llevaron los estudiantes.

Es una pena también que ese ímpetu inicial se haya perdido, se haya difuminado, pero me parece que el sustrato permanece ahí, simplemente hay que tocar de nuevo la tecla y, sobre todo, aprovechar estos momentos de politización porque son cuando aumenta el compromiso entre los ciudadanos y la propia comunidad política a la que se pertenece. Me acuerdo de estar en la Plaza Mayor esos días y ver a un profesor explicando el sistema electoral a las personas que concurrían a las concentraciones. Eso de verdad es la democracia, no solamente votar cada cuatro años, no solamente tomar decisiones y que prime la regla de la mayoría, sino que los ciudadanos que pertenecen a la comunidad política conozcan las instituciones que la gobiernan.

También la democracia tiene una parte consustancial de conocimiento, conocimiento del marco institucional, de todo lo que nos rodea y de cómo se ha articulado nuestra sociedad. Esa es la pata que más nos falta y la que yo creo que se tendría que volver a activar, creando foros y espacios donde la ciudadanía no solamente critique, sino que antes de criticar tenga conocimiento de lo que se critica, aunque sea desde un carácter más popular, más abierto, en las plazas o en cualquier espacio público.

La juventud que pertenece a zonas eminentemente rurales, donde no existe ese proceso de hiperconcentración, se ve abocada a la emigración. Aunque no solamente a la emigración económica sino, sobre todo, que es lo más preocupante, a la pérdida de los vínculos de arraigo
Hoy puede que esos estudiantes, antiguos "jóvenes sin futuro", ya hayan sido expulsados de Extremadura.
La situación es dramática a nivel general, pero, en el caso de Extremadura se ha de partir de que el ritmo de los tiempos económicos va en su contra. Y eso hace que la juventud, que es el futuro, pierda por completo las expectativas. ¿Por qué? Porque estamos ahora mismo insertos en un proceso de concentración, o hiperconcentración, de la población, de los capitales, de los centros de servicios, de las infraestructuras... y eso hace que la juventud que pertenece a zonas eminentemente rurales, donde no existe ese proceso de hiperconcentración, se vea abocada a la emigración. Aunque no solamente a la emigración económica sino, sobre todo, que es lo más preocupante, a la pérdida de los vínculos de arraigo. ¿En qué sentido? Cuando la gente se va a trabajar a otro lugar, aunque quiera mantener ciertos vínculos con su lugar de origen, al final es muy difícil que éstos no se difuminen con el paso del tiempo, sobre todo a la hora de poder cambiar la propia tierra de origen, porque ya estás fuera y pierdes esos mimbres de vinculación primaria con tu propia comunidad. Eso es un drama.

Extremadura está perdiendo una inmensa capacidad humana (no me gusta nada el término capital humano) porque juventud muy preparada, mucha de ella formada por instituciones educativas extremeñas, que en la región son buenas y hay que reconocerlo, tienen que marcharse porque no encuentran trabajo o porque no existen las condiciones económicas mínimas para poder mantenerse en Extremadura. El problema no es solo económico, porque habitualmente nos centramos únicamente en las consecuencias económicas, sino también político y de apego con la propia tierra.

Esa capacidad humana que se empieza a perder (con motivo de la emigración) con el paso de los años tiene consecuencias políticas, porque son los jóvenes los que en un futuro cercano podrían cambiar Extremadura y evitar lo que ellos están sufriendo
Y es verdad que Extremadura tiene una gran historia de emigración y de gente migrada que, aun estando fuera años y años, ha mantenido la relación con su tierra. Pero esa capacidad humana que se empieza a perder con el paso de los años tiene consecuencias políticas, porque son los jóvenes los que en un futuro cercano podrían cambiar Extremadura y evitar lo que ellos están sufriendo. Es un círculo vicioso en el que, si no podemos cambiar las condiciones mínimas existentes para poder evitar que la gente se vaya, no tenemos tampoco capacidad humana suficiente para poder dirigir esos procesos de cambio y transformación. 

Hablas de la necesidad de transformar Extremadura, pero en el discurso de investidura de Vara destaca por encima de cualquier otra idea la "estabilidad". ¿Cómo se come esto?
Lo veo dentro de la lógica normal de los gobiernos autonómicos, incluso nacionales, de intentar ser "business friendly", intentar ofrecer un marco de estabilidad jurídica, normativa, institucional, social y económica para que determinadas empresas, de sectores además muy concretos, puedan estar a gusto en esos territorios que prácticamente se venden como si fueran una marca. Es más, no sé si te acuerdas de que en su momento el gobierno central creó la "Marca España".

Esto entra dentro de lógicas más generales, no se debe específicamente a la Junta de Extremadura. Los gobiernos y los Estados, en general, tienen las manos muy atadas para poder hacer cambios profundos en la economía y, si se acepta el modelo económico vigente, que yo considero absolutamente ilógico, inhumano y carente de sentido, tienes que entrar dentro de estas dinámicas para intentar “venderte”. Incluso Estados fuertes como Reino Unido, ahora que vemos que sale de la UE, lo que hacen es vender lo buena que es la City de Londres y la marca-país para las grandes empresas y los grandes capitales. Cuando entras dentro de esa lógica, de la que es muy difícil salir, y menos desde un gobierno pequeño como el extremeño, te quedan muy pocas posibilidades, y una de las pocas que tienes es la de intentar ofrecerte en el escaparate como sea. 

Parece que el fin del modelo de redistribución territorial, vigente en la Constitución, coincide con ese proceso que describes y que va en la línea de lo que llamas en uno de tus trabajos la "arquitectura jurídica internacional de la impunidad".
En primer lugar, yo nunca he creído que se hayan implementado, ni en Europa ni en España, modelos de redistribución territorial de la riqueza. Eso ha sido una mentira. Otra cosa es lo que digan la Constitución o los Tratados, que, como sabemos, no se cumplen en una parte muy sustancial de sus articulados. ¿Por qué no hay modelos de redistribución efectiva de la riqueza? Porque el modelo que se ha diseñado de tímida redistribución en la Unión Europea, y en España, está centrado exclusivamente en los poderes políticos, es decir, que sea a través de las políticas públicas como se redistribuya la riqueza, cuando en el modelo económico predominante las políticas públicas cada vez tienen menos peso.
Ahí es donde reside básicamente el problema. Y lo mismo ocurre a nivel europeo: Fondos de Cohesión, Fondos Estructurales... están muy bien, pero comparados con la acción distribuidora y de hiperconcentración de los capitales privados son fondos completamente anecdóticos
Hemos dejado la redistribución a un sector público que está menguando, mientras que la distribución real de la economía va por otra tendencia, que es precisamente la concentración, y contra cualquier modelo de redistribución de la riqueza hacia las rentas más bajas o los territorios más desfavorecidos. Hemos abandonado la posibilidad de intervenir en la economía, pero queremos que desde la política, que es la que podría intervenir con efectividad, se redistribuya la riqueza. Ahí es donde reside básicamente el problema. Y lo mismo ocurre a nivel europeo: Fondos de Cohesión, Fondos Estructurales... están muy bien, pero comparados con la acción distribuidora y de hiperconcentración de los capitales privados son fondos completamente anecdóticos. Cuando las Comunidades Autónomas pelean por la Ley de Financiación Autonómica, por ver quién tiene más dinero o quién tiene menos, en realidad eso son verdaderas peleas de pobres, porque lo que se está intentando redistribuir es una parte del pastel muy reducida.
Cuando las Comunidades Autónomas pelean por la Ley de Financiación Autonómica, por ver quién tiene más dinero o quién tiene menos, en realidad eso son verdaderas peleas de pobres, porque lo que se está intentando redistribuir es una parte del pastel muy reducida
La gran parte del capital que podría de verdad redistribuirse está en manos privadas y pertenece a la lógica del capitalismo sin dirección y del modelo económico actual. Y ahí el Estado no puede o no quiere intervenir. Por tanto, la redistribución territorial de la riqueza que nombra la Constitución (o la propia UE) no va a poder modificar nunca la estructura económica. Puede paliar determinadas problemáticas coyunturales, pero no modificar sustancialmente las desigualdades estructurales que arrastramos desde hace décadas.
Las Comunidades Autónomas que eran más pobres en el año 78, cuando se aprueba la Constitución, hoy siguen siendo las más pobres. Es decir, no se ha cambiado en ningún momento la estructura económica de esas Comunidades. No ha habido redistribución profunda
En el caso de Extremadura, los fondos de la UE han sido muy funcionales a determinados objetivos de desarrollo: para las infraestructuras, que daban auténtica pena, ya que pertenecían al siglo XIX, o para la propia educación. Nos hemos dotado de una universidad pública y de un sistema educativo que llega a cualquier pueblo de la región, y eso en gran medida se ha conseguido gracias no solo al modelo de tímida redistribución interna de las políticas públicas, sino también gracias al dinero procedente de la UE.

Pero, fíjate, las Comunidades Autónomas que eran más pobres en el año 78, cuando se aprueba la Constitución, hoy siguen siendo las más pobres. Es decir, no se ha cambiado en ningún momento la estructura económica de esas Comunidades, no se han alterado las relaciones de desigualdad entre las Comunidades ricas y las menos ricas. No ha habido redistribución profunda ni se ha pretendido en serio, porque, si se hubiera pretendido de verdad, lo que tendría que haberse hecho era una intervención fuerte en la economía privada, que es la que de verdad distribuye la riqueza y la que tiende, hoy, a la hiperconcentración. Mientras no se intervenga en esa tendencia de concentración del capital privado, en Madrid, en Barcelona, en todas las grandes urbes de Europa, toda política de vertebración-cohesión territorial se queda en algo superficial y, sobre todo, no modifica la estructura que subyace y que es desde la que surgen los problemas principales, que en Extremadura se centran en la falta de un tejido económico mínimo para poder mantener en el territorio a su propia población.

Todo esto que describes es asumido por una buena parte del pensamiento y la praxis crítica, pero ¿no crees que habría que complejizar un poco más el análisis a la hora de evaluar el Estado de Bienestar y, en España en concreto, el proceso autonómico? Es probable que la etapa autonómica sea el primer momento de la historia de Extremadura en el que haya existido, por ejemplo, una clase media, vinculada mayoritariamente al sector público y concentrada cada vez en menos núcleos de población, pero compuesta también por pequeños agricultores que han accedido a la propiedad de la tierra.
Hay un elemento central que a veces se olvida en los análisis socioeconómicos de Extremadura. La población que Extremadura pierde en los años 60 y 70 como consecuencia del proceso migratorio, con pocos precedentes en la historia reciente de Europa en tiempos de paz, es completamente desorbitada. Estamos hablando de un territorio que pierde prácticamente la mitad de su población. Ahí lo que se nos olvida a veces es que precisamente la población que se pierde es la que podría haber sido más activa, económica y políticamente, porque era población mayoritariamente joven, que no tenía grandes o medianas propiedades en la región, que no tenía minifundios ni un mínimo foco de renta que pudiera mantenerla en el territorio. Eso provocó que las personas que se quedaron fueran mayoritariamente de una extracción conservadora o, al menos, pertenecientes a los elementos menos dinámicos de la sociedad civil.

Nuestra emigración no es solamente cuantitativa, sino también cualitativa, y es algo en lo que hay que incidir. Las personas que se nos van en esos años son las que podrían haber hecho luego una transición a la democracia y haber completado el proceso autonómico con otras ideas o con elementos económicos, sociales y políticos diferentes.

La población que Extremadura pierde en los años 60 y 70 como consecuencia del proceso migratorio, con pocos precedentes en la historia reciente de Europa en tiempos de paz, es completamente desorbitada. Estamos hablando de un territorio que pierde prácticamente la mitad de su población
Respecto del proceso autonómico en Extremadura, tenemos que tener en cuenta siempre de dónde partíamos. Había zonas de Extremadura que, cuando accedimos al autogobierno, aún no tenían luz; una buena parte de la población seguía siendo prácticamente analfabeta, había una ausencia casi total de infraestructuras, un campo en buena parte semiabandonado, un tejido económico-industrial mínimo… La creación, al menos, de una clase media asentada en unas pocas ciudades a veces ha sido también funcional a mantener una Comunidad con un mínimo de desarrollo o convergencia con el resto de regiones. Hay veces que los análisis excesivamente críticos olvidan que partíamos de una realidad previa sumamente endeble. El balance, aunque podría haber sido diferente, me parece que es positivo. Aunque claro que podría haber sido diferente tanto en Extremadura como en el resto de España.
El poder político central solamente ha visto Extremadura como un cortijo al que poder ir a cazar, a extraer recursos naturales, a montar centrales nucleares o hidroeléctricas
¿El momento de atracción de inversiones en el sector de las materias primas que vive Extremadura actualmente es coherente con esta situación que describes?
Extremadura ha sido tradicionalmente un territorio que ha sufrido el extractivismo más crudo. Habría que reeditar, es una cosa que siempre tengo en la cabeza, el famoso libro Extremadura saqueada”. Desde aquí hago una invitación a El Salto para hacerlo. El libro nos ofrece una perspectiva desoladora, donde el poder político central solamente ha visto Extremadura como un cortijo al que poder ir a cazar, a extraer recursos naturales, a montar centrales nucleares o hidroeléctricas. Esa visión de Extremadura desde los poderes políticos y económicos centrales ha sido una constante, y mira que a mí no me gusta decir “central”, porque la gente tiende a identificarlos con Madrid, cuando tales poderes son transversales a todo el territorio nacional. Es verdad que tienen una concentración especial en Madrid, pero son más transversales de lo que creemos o de lo que algunos se atreverían a pensar.

Las élites económicas y políticas de España siempre han visto a Extremadura y al oeste español, y me atrevería a remontarme siglos, como un territorio de extracción y entretenimiento estival. Esa lógica parece que no se abandona, e incluso desde poderes locales se favorece. Habría que intentar recuperar nuestra propia historia frente a esa consideración de Extremadura como un territorio de ofrecimiento gratuito de sus recursos. Recordemos las protestas contra Valdecaballeros, contra las minas, contra los grandes latifundios... Esa historia también hay que recuperarla, porque solo desde el conocimiento de la historia reciente podemos crear nosotros mismos historia inmediata.

Extremadura tiene que dejar de ser considerada un territorio de mera extracción para, por el contrario, poder aprovechar entre todos los recursos naturales que tenemos y nuestra riqueza patrimonial a fin de favorecer un modelo de desarrollo sostenible, no fundamentado en el crecimiento económico sin límites, sino en uno basado en lo que en América Latina llaman el "buen vivir", en la redistribución de la riqueza y en la creación de una Comunidad que sea un espacio donde la vida pueda desarrollarse en plenitud. No debe ser el crecimiento económico desaforado lo que nos guíe, porque al final siempre va a ir en contra del medio en el que vivimos y siempre, siempre, va a tender a la concentración y al extractivismo. Ése es el paradigma del neoliberalismo hoy imperante, y el que hay que combatir con todas las armas que nos proporciona la dialéctica democrática si queremos que se preserve el bien común.

Pero el neoliberalismo es algo más que una teoría económica. ¿Cómo lo sueles explicar?
El liberalismo clásico del siglo XIX era una teoría que se centraba en la economía y estudiaba las supuestas "leyes naturales" del funcionamiento económico. Pero en el siglo XX, sobre todo durante la segunda mitad, los neoliberales se dan cuenta de que la relevancia fundamental no consiste en intentar comprender cómo funciona la economía, sino cómo funciona el poder político para, desde el Estado, poder asegurar un modelo económico determinado, que en su caso es del capitalismo neoliberal donde no existen posibilidades fuertes de redistribución de la riqueza.

Uno de los grandes elementos del neoliberalismo es que su control del poder político, del Estado y del marco jurídico, está orientado a impedir que exista una posibilidad de redistribución hacia las clases menos favorecidas o hacia los territorios económicamente más desiguales, como Extremadura
El neoliberalismo, más que una teoría económica, es una ideología del poder, es un artefacto para intentar acomodar el poder político a un determinado modelo económico. Precisamente, uno de los grandes elementos del neoliberalismo es que su control del poder político, del Estado y del marco jurídico, está orientado a impedir que exista una posibilidad de redistribución hacia las clases menos favorecidas o hacia los territorios económicamente más desiguales, como Extremadura. Y esa garantía de imposibilidad lo que intenta el neoliberalismo es convertirla en un hecho consumado, en un principio jurídico, en algo que pertenece al propio marco de las estructuras de poder y que, por tanto, es difícil de modificar.
Esta defensa acérrima que estamos viviendo en los últimos años de la ideología del emprendimiento, el "hazte a ti mismo"... esconde al mismo tiempo la pérdida de los vínculos más estables, no solamente desde el punto de vista antropológico, sino también político 
En este contexto que describes, ¿es posible el mantenimiento de los vínculos sociales y políticos?
El neoliberalismo lo que provoca es una gran atomización social, porque, en su defensa del predominio de las relaciones mercantilistas únicamente basadas en el interés individual, lo que está promoviendo es un modelo individualista de competición extrema en el que los vínculos primarios de identificación del ciudadano con su comunidad, ya fuera con su pueblo o con su barrio, empiezan a disolverse. Esta defensa acérrima que estamos viviendo en los últimos años de la ideología del emprendimiento, el "hazte a ti mismo", el "viaja y vive en sitios diferentes y, así, gana experiencias nuevas"... esconde al mismo tiempo la pérdida de los vínculos más estables, no solamente desde el punto de vista antropológico, sino también político, porque esa persona que está continuamente cambiando de país o de región no puede tener una relación ciudadano-poder político estable como para poder participar y transformar su comunidad.

¿Dónde encontramos hoy los medios o los espacios mínimos de cohesión social? Pues es ahí donde creo que Extremadura puede servir de referencia, porque nosotros todavía no hemos perdido del todo esos lazos afectivos, esos lazos estables que el neoliberalismo, sobre todo en las grandes ciudades, se ha encargado de destruir por completo.

En Extremadura, al menos en las zonas rurales, aún mantenemos esencias que pueden constituir un buen baluarte frente a esa expansión de la lógica mercantilista y del individualismo desmesurado
Siempre cuento lo mismo, porque me parece muy ilustrativo de esta nueva realidad. En Madrid existe una empresa que ofrece sus servicios para que cuando la gente se va de vacaciones puedan regarles las plantas, cuidar al perro y atender la casa. Por supuesto, todo a cambio de un precio. Eso en mi pueblo, en mi pequeña comunidad política, me lo hace mi vecino de forma altruista. Lo que lleva a cabo el capitalismo neoliberal es la comercialización y mercantilización de esas relaciones personales fundadas en un carácter humanista, de desinterés, de altruismo, simplemente basadas en el conocimiento del prójimo. Deshumaniza las relaciones, como certeramente lo vieron ya Marx o Polanyi, aunque ahora estamos insertos en un momento desbocado de ese proceso mercantilista, donde hasta el último reducto que se mantenía al margen de esa vorágine hoy está siendo absorbido por “los mercados”. Pero en Extremadura, al menos en las zonas rurales, aún mantenemos esencias que pueden constituir un buen baluarte frente a esa expansión de la lógica mercantilista y del individualismo desmesurado.
Las causas de la inmigración en Extremadura no son únicamente económicas, también hay un anhelo de la vida que se nos ofrece por la televisión, las redes sociales o las series. Anhelamos esa idea de vida urbana, incluso tener un trabajo a una hora de casa y comer en un restaurante moderno rodeado de contaminación para después poder ir el fin de semana a un centro comercial
Estamos, en ese sentido, parcialmente protegidos y, al mismo tiempo, anhelamos muchos aspectos de la vida urbana neoliberal.
Por supuesto. Las causas de la inmigración en Extremadura no son únicamente económicas, también hay un anhelo de la vida que se nos ofrece por la televisión, las redes sociales o las series. Anhelamos esa idea de vida urbana, incluso tener un trabajo a una hora de casa y comer en un restaurante moderno rodeado de contaminación para después poder ir el fin de semana a un centro comercial a ver una película y comprar sin límites. Ese modelo que, planteado así, es negativo, se nos vende a través de los medios como un paradigma de éxito. El único sitio en el que una persona puede realizarse es la gran ciudad, eso es lo que nos venden, y mucha gente lo asume. Una parte relevante de la inmigración tiene que ver con estos elementos de adscripción simbólica, sin duda, que hacen presentar como algo positivo la deshumanización que se da en las grandes ciudades.

Tú eres de Valencia de Alcántara. ¡Qué te voy a decir!
En los años 50, mi pueblo llegó a tener 15.000 habitantes. Hoy tiene, según el censo, poco más de 5.000, con una población muy envejecida. El futuro demográfico es muy desalentador, en toda la región, pero la situación en la frontera con Portugal es todavía peor. No solo pertenezco a una Comunidad periférica de Europa, es que dentro de esa periferia que es Extremadura, soy de una zona ultraperiférica, que es la Raya. Mi zona reúne todas las problemáticas que se dan en el conjunto de Extremadura, pero quizá con más intensidad si cabe.

La despoblación, la falta de tejido industrial...Y es que la situación general del oeste peninsular responde al abandono secular de los dos grandes poderes políticos de la península. El este de Portugal ha sido tradicionalmente una zona muy desatendida, una situación muy parecida a la del oeste español. Abandono económico, político, de infraestructuras... Y eso se debe también a la fricción continua entre los dos Estados. No se nos puede olvidar que Extremadura es una región fronteriza con un país, Portugal, con el que hemos mantenido sucesivas y constantes guerras que han provocado que esta zona se viera como un territorio de defensa o de mero interés militar. Valencia de Alcántara ha sido destruida en múltiples ocasiones como consecuencia de las guerras con Portugal y eso incorpora unas condiciones específicas que se suman a las genéricas, incrementándose las dinámicas que provocan la desigualdad territorial actual.

Pero en la Raya es prácticamente indiferenciable qué pertenece a un lado y qué pertenece al otro.
Es el ser rayano. Me parece que tendría que ponerse mucho más en valor desde España cuál es la realidad de la frontera hispano-lusa, porque aun a pesar de la enemistad histórica de los poderes políticos, y de la desconfianza ante una posible invasión española por parte de los portugueses -si nos fijamos, vemos que la frontera está plagada de elementos defensivos excesivos, quizá el caso paradigmático sea Elvas-, la historia personal entre los distintos pueblos de la frontera es totalmente diferente. Cuando no hay guerra, vemos una frontera porosa y relativamente abierta.

Las aldeas y pedanías que están ya insertas en la propia frontera han tenido una historia contraria a la historia oficial. Incluso durante las dictaduras franquista y salazarista, cuando ambos regímenes mantenían su respectivo recelo explícito. Pero la intrahistoria de la frontera ha ido contra la historia oficial de los dos Estados. Mi madre nació en un sitio que se llama, en portugués, A Dúvida (La Duda), cuyo nombre procede de una indefinición territorial plena, de no saber en qué país se encuentra cada porción de tierra.

Luego viene la integración a la UE y, lejos de lo que cabía esperar, se produce un cierto redistanciamiento.
Ahí yo creo que la responsabilidad principal es de los españoles. Me parece que tenemos una sensación infundada de superioridad que ha generado una total indiferencia. La mayor parte de la población española ignora que compartimos la península con otro Estado, con otra cultura y otra lengua. Yo eso lo he vivido a medida que me he ido desplazando hacia el este. He pasado de Valencia de Alcántara a Cáceres, y de ahí a Madrid y a Valencia, ya en el Mediterráneo. Conforme me iba alejando me daba cuenta de la creciente indiferencia hacia Portugal, algo que no he visto en otros países de Europa. ¿Cómo puede existir esta indiferencia cuando compartimos tantos lazos históricos, culturales y sentimentales? No sé si sabes que cuando se les pregunta en encuestas, un alto porcentaje de los portugueses se muestra favorable a la unión con España.

En el caso de Extremadura se han hecho esfuerzos importantes en las últimas décadas, con estructuras de coordinación permanente como la Eurorregión Euroace (Alentejo, Centro y Extremadura), se ha creado el primer Parque Internacional en el Tajo (Tejo, en portugués), el Gabinete de Iniciativas Transfronterizas... Pero me parece que hay que redoblar los esfuerzos, sobre todo por el ámbito cultural y educativo. Hay que ampliar el número de centros en los que se imparte el portugués, pero también los foros informales de encuentro, no solo políticos. Fernández Vara es de Olivenza y puede, espero, que sea más sensible a esta necesidad.

España tiene la culpa, sin duda, pero la división europea del trabajo vuelca a España hacia el Mediterráneo...
Por supuesto. Y Portugal ha tenido siempre sus propios lugares de emigración. Esta es una realidad que no conocemos, pero los portugueses han emigrado mucho y a países diferentes. Por ejemplo, en Luxemburgo la principal minoría del país la constituyen los portugueses. La UE y la división internacional del trabajo, como bien dices, hacen que miremos más hacia el norte de Europa. En el caso específico español, los centros principales de desarrollo industrial y turístico están en el Mediterráneo... y en Madrid, ese agujero negro que todo lo engulle y que ilustra a la perfección la naturaleza ilógica del sistema económico en el que estamos insertos y que tan perjudicial resulta para nuestra tierra.

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#38395
16/8/2019 19:58

Habla de respetar la cultura y lengua de Portugal. Pero si no se respetan ni las culturas supuestamente españolas...

1
1
Fede
2/8/2019 10:46

Enhorabuena por el artículo Gabi!

3
0
Chus García
30/7/2019 8:58

Así da gusto leer la prensa, nos llena de esperanza y de ganas

5
0
Sánchez Adalid
29/7/2019 21:00

Ojalá más entrevistas así en los medios.

5
1
Charo Osorio
29/7/2019 15:47

Qué buena entrevista. Ha sido un auténtico placer leerla.

8
0
Manuel
29/7/2019 10:27

En extremadura si hubo redistribución de las riquezas, con el plan Badajoz, Colonización, y Concentración parcelaria. Es algo que no se quiere recordar actualmente por los medios fácticos!!!!

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#37675
27/7/2019 11:51

Gabriel no pierdas tu sentido crítico y coherencia

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cfLopez
27/7/2019 10:18

Muchas gracias Gabriel por volver a Extremadura cargado de sabiduría, espero que con el paso del tiempo no te arrepientas de la decisión, sería una buenísima señal.

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#37671
27/7/2019 8:56

Brilante sin duda Gabriel, no solo por su conocimientos sino por si inteligente crítica. Muy necesaria su presencia en Extremadura

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