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Ecofeminismo
Vivir junto a una refinería
La refinería de petróleo más grande del Estado, Petronor, situada en la playa de Muskiz (Bizkaia), lleva medio siglo poniendo en peligro la salud de las personas, especialmente la de las mujeres y los niños.
La refinería de Muskiz se construyó en 1968 con la venia de de Franco y Repsol la ha mantenido funcionando desde entonces. En 2013, se amplió con la planta de coque, que ha aumentado sus emisiones contaminantes. No en vano, Petronor es la novena empresa en emisiones de CO2 de España.
El riesgo que supone para la salud vivir junto a una refinería está ampliamente demostrado, sobre todo en base a diversos estudios realizados sobre población menor de 20 años en Taiwan, que vivía, como en Muskiz, cerca de una petroquímica. En estos estudios se constata un aumento de mortalidad por tumor cerebral y por leucemias, entre otras causas, así como el aumento de asma infantil.
Es verdaderamente anormal que alguien cuestione el riesgo de una instalación petroquímica. Pero, se exige a la población afectada que demuestre el daño que hace la refinería, cuando debería ser Petronor la que demuestre cuál es el impacto que produce en nuestra salud, con estudios independientes. Pero es “pedir peras al olmo”.
Petronor recibe todo el apoyo del mundo por parte del Gobierno Vasco. Siempre parece que nosotras nos quejamos sin necesidad; que el aire “es limpio” según sus datos. Cuando el olor a gas y a goma quemada nos ahoga, llamamos al 112 y siempre nos dicen que todo está bien, que es un arranque más, algo “normal”.
Datos de salud
Se han publicado datos de mortalidad por áreas pequeñas hasta el 2012. En estos mapas se ve que las zonas industriales de la Comunidad Autónoma Vasca tienen más mortalidad. En nuestros municipios, se observa una mayor mortalidad y una esperanza de vida más corta. Sin embargo, Muskiz es un municipio con amplias zonas rurales, poca industria (en realidad, solo la de Petronor), no hay tráfico excesivo y sus habitantes disfrutan de una bonita playa.
Por poner solo un ejemplo, las estadísticas dan un 77% más de riesgo de mortalidad por cáncer aerodigestivo en mujeres respecto a la media de la Comunidad Autónoma Vasca.
No tenemos datos de morbilidad (enfermedades) ni de la tasa de abortos espontáneos, de malformaciones fetales o de esterilidad. Preguntada la Dirección de Salud Pública sobre estos datos en el marco de un juicio en el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco contra la Autorización Ambiental Integrada otorgada a la planta de coque, no aportó datos y sobre el tema de esterilidad afirmó que no tenía información. El propio tribunal en su sentencia dijo que “había sido deliberadamente esquiva”.
¿A qué riesgos nos enfrentamos?
Las refinerías de petróleo, y especialmente esta que trabaja con petróleos pesados y muy pesados, emiten un sinfín de contaminantes a la atmósfera, al suelo y al mar: hidrocarburos aromáticos policíclicos, benceno, tolueno, xileno, metales, óxidos nitrosos, CO2, vanadio,... Estos tóxicos están vinculados a un riesgo mayor de cáncer, enfermedades respiratorias, neurológicas, alteraciones genéticas y malformaciones fetales, junto a una disminución de la fertilidad tanto en hombres como en mujeres.
Es importante hablar de las partículas finas y ultrafinas, que son el soporte en el que viajan los productos contaminantes y pueden llegar a las partes más profundas de nuestro cuerpo, incluso atravesar la placenta y llegar al feto. No existen filtros capaces de retenerlas. Últimamente se habla mucho del riesgo de las partículas vinculado al motor diésel, nosotras vivimos junto a una gran fábrica de diésel, a pocos metros de nuestras viviendas.
Deberíamos añadir el riesgo de accidentes graves, los depósitos de hidrocarburos, las inmensas bolas de gases que podrían desatar un infierno que no queremos ni nos atrevemos a imaginar. Es curioso que una instalación como esta solo tenga por obligación un seguro de responsabilidad civil de un millón cien mil euros.
¿Nos afecta más la contaminación a las mujeres?
A quien más afecta es a los niños y niñas, quienes respiran, comen más, beben más en proporción con su tamaño y se mueven a un nivel más bajo, más cerca de la tierra, de las partículas que atraviesan por la piel, los pulmones y la boca. Es un cuerpo en formación y afecta a su desarrollo a todos los niveles, se ha relacionado con problemas de desarrollo psicomotor, con asmas severas y mayor riesgo de cáncer infantil.
Las mujeres somos un recipiente de productos contaminantes que se depositan en nuestra grasa corporal, por ser liposolubles, que se han relacionado con un riesgo mayor de cáncer de mama, de alteraciones endocrinas (diabetes, hipotiroidismo,...) o de endometriosis.
Durante la lactancia, nos “lavamos” de muchos de esos contaminantes y los pasamos al bebé. Nuestra leche lleva muchos productos tóxicos, aunque se sigue aconsejando la lactancia materna frente a la artificial.
Los contaminantes alteran nuestro material genético, a nivel de nuestros propios óvulos, antes de nacer, y esa alteración incide en una mayor dificultad para quedarse embarazada. Durante el embarazo, las partículas atraviesan la placenta y pueden poner en riesgo al feto. Se ha observado un menor peso al nacer y mayores tasas de mortalidad y malformaciones fetales. También afecta a la fertilidad masculina. Los espermatozoides son más sensibles porque se fabrican continuamente y están más expuestos, hay muchos estudios que avalan la mala calidad seminal actual.
¿Se está haciendo algún estudio específico?
El más importante es el estudio INMA dirigido al estudio de los contaminantes ambientales más importantes en el aire, agua y en la dieta durante el embarazo e inicio de la vida, y sus efectos en el crecimiento y desarrollo infantil. Para ello se han escogido cohortes de niños y niñas desde antes de nacer y se les estudia a lo largo de los años, sus conclusiones van siendo relevantes respecto al riesgo en el que vivimos. Nuestra zona no fue seleccionada para hacer ese estudio, pero en nuestra situación no cabe duda de que sus conclusiones podrían haber sido incluso peores si se hubiese incluido la zona de Muskiz.
En todos estos años años de lucha por el control ambiental de la refinería y contra la ampliación de la planta de coque, hemos ido aprendiendo los riesgos que sufrimos e identificando los intereses que se ocultan y el apoyo sin fisuras del Gobierno Vasco a Petronor. Sabemos que las mujeres somos protagonistas de esta lucha, por necesidad, por constancia y porque cada día la refinería nos recuerda su existencia con sus humos e incidentes constantes. Necesitamos urgentemente una alternativa de futuro. Por nosotras y por las generaciones venideras. Les estamos dejando un legado de muerte y destrucción.
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Muchos animos y felicitaciones por el artículo, en el Tarragonès estamos igual o peor. Aquí nadie hace nada más que embolsarse dinero a costa de la vida de los ciudadanos.
Enhorabuena por el artículo; me temo que tenemos una situación similar en el otro extremo de la Península, en el Campo de Gibraltar
Solidaridad con todas las personas afectadas por esa fábrica de veneno.
Efectivamente, el gobierno vasco con el PNV al frente, protege con uñas y dientes a una empresa de la que esperan favores en forma de donaciones ilegales y puertas giratorias como demostró Josu Jon Imaz. La actual consejera Tapia, hace una defensa cerrada de los combustibles fósiles y concede ayudas públicas millonarias a coches contaminantes para que el beneficio de Petronor no se vea afectado.
Con todo esto, se puede decir que el gobierno vasco es un "gobierno fósil" del que conviene desenterrar sus intereses ocultos que van en contra de la población. Su cacareada preocupación por el bienestar choca con los intereses de industrias patógenas.
Ánimo y todo nuestro apoyo para esa lucha justa y cargada de razón y futuro.
Y no solo el PNV, el teniente alcalde que se hace llamar "socialista" también a merced de PetroHorror.
Nuestra salud no es un negocio.