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Pueblos originarios
Emma Carlotta Cucul: “La mujer indígena es quien lidera la lucha en Guatemala”
Entrevistamos a Emma Carlotta Cucul, comunicadora indígena guatemalteca y la única mujer del colectivo Kutan Sakan, incluido en la Red Tzikin (de realizadores independientes).
Emma Carlotta Cucul es una comunicadora indígena guatemalteca y la única mujer del colectivo Kutan Sakan (“la verdad tal y como es” en q’eqchi’), incluido en la Red Tzikin (de realizadores independientes). Ha denunciado las violaciones de derechos contra las comunidades indígenas por parte del gobierno de su país y es una de las coordinadoras del Festival Internacional de Cine y Vídeo de los Pueblos Indígenas (FICMAYAB’, 2018, Guatemala). Después de pasar por Barcelona, Madrid y Málaga, ha participado en la IX Muestra de Cine de los Pueblos Indígenas que organiza CIC Batá en Córdoba.
Este año las mujeres indígenas son las protagonistas de la Muestra de Cine de los Pueblos Indígenas. ¿Cuál es el papel de estas mujeres en la actualidad?
En mi comunidad hay autoridades ancestrales que son mujeres indígenas. También hay mujeres comunicadoras, otras están participando en el Gobierno y otras están ayudando a las jóvenes a combatir el machismo, apoyando a las que no les dan permiso para estudiar o se están embarazando desde muy pequeñas. Hablan con ellas y con los padres para que no las den en matrimonio desde tan chiquitas. También trabajan la tierra como los hombres y van a vender al mercado. Hay otras que están haciendo incidencia ante la justicia, porque hay mucha violación de derechos de las mujeres. A veces son violadas por desconocidos, otras veces el marido les pega o las autoridades les faltan al respeto. Entonces se las anima a denunciar ante el ministerio público, pero el Gobierno se desentiende. Por eso tienen que ir a alguna organización que les ayuda a presionar.
¿Cómo preservan las mujeres indígenas su cultura?
La juventud ha emigrado. Los grandes medios de comunicación han desvalorizado su cultura. Para evitar eso hemos hecho un sinfín de cosas. Les hemos enseñado a enamorarse de su territorio a través de escuelas campesinas como un intercambio tanto de conocimiento, como de trabajo. Al final han visto el fruto de su tierra, así que el programa ha dado un buen resultado. Muchas veces dicen “no uses la tecnología”, pero si la tecnología es la que te está quitando a los jóvenes, pues úsala para ganártelos. Los jóvenes son el futuro y el presente.
“Cuando en Guatemala se dice que no hubo genocidio, nos da rabia, somos un pueblo que jamás olvidamos”
¿Cómo se enfrentan al machismo?
Ha sido difícil. Invitamos a los esposos a las reuniones para hablar de estos temas y es duro. Hay que saber cómo entrarles. Se trata de sensibilizar a las personas, ya que los medios nos han quitado la conciencia y nuestra labor es recuperarla. No nos dirigimos a ellos con ningún discurso, sino que hablamos de valores y la verdad es que ha dado buen resultado.
¿Hay igualdad real o aún es utopía?
No la hay. El machismo fue introducido cuando fueron invadidos nuestros abuelos y abuelas. Desde entonces han sido más de 500 años lavando el cerebro, diciendo que el hombre es más que la mujer. Es verdad que ya vemos mujeres trabajando, liderando… El cambio es notorio, pero falta mucho.
¿Qué supuso el derrocamiento de Ríos Montt?
Cuando en Guatemala se dice que no hubo genocidio nos da rabia porque somos un pueblo que jamás olvidamos, pero este hecho tampoco nos hace actuar con violencia porque nuestro principio es resistir. Siempre hemos sido una cultura muy pasiva y quizás por eso se aprovechan de nosotros. Da rabia ver a ese señor que hasta se hizo el enfermo para eludir la Justicia. Hay una palabra en nuestro idioma, ‘q’oq’, que significa que cuando haces algo malo te pasa algo malo.
¿El Gobierno sigue actuando con impunidad?
Hablar del Gobierno de Guatemala es una vergüenza. Está de acuerdo con las empresas, el ejército y los medios de comunicación para despojar a las comunidades. Si un indígena quiere montar un negocio, mandan al ejército con consentimiento del Gobierno y los medios dicen que se quedaron con las tierras y hay que sacarlos de ellas. Sigue habiendo muertos, desaparecidos. La paz se firmó solo en papel. Ni siquiera reglamentan el convenio 169, que reconoce el derecho de los pueblos indígenas a administrar su tierra, tener su propia autoridad y su propio medio de comunicación. En algunas comunidades se ha conseguido, pero es una lucha constante. Si la comunidad es fuerte y conoce la ley, lo logra, pero se aprovechan de que los pueblos indígenas no saben muy bien español. El Gobierno guatemalteco quiere echar a las comunidades indígenas para vender sus terrenos a grandes multinacionales. Es una guerra sucia.
¿Cómo responde la comunidad internacional?
No hace nada. En el caso reciente de los peces muertos en Guatemala por la contaminación de ríos, una mujer, precisamente, fue a Estados Unidos a denunciarlo, pero no se sabe nada. Las mujeres son las que lideran esta lucha porque piensan en qué les van a dar de comer a sus hijos o dónde van a dormir. Piensan más en sus hijos que en sí mismas y es lo que las mueve para luchar por la justicia en estos casos.
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Estuve el año pasado diez días en Guatemala, los viajes turísticos se hacen fundamentalmente por rutas interiores y de escaso desarrollo. Lo que ví, incluso comparado con La República Dominicana, México, Jamaica o Cuba ue también conozco me dejó de piedra. Esta sociedad está dominada por la propia religión maya que se sigue practicando ampliamente, por la religión católica que la tolera, por la iglesia evangélica con una implantación vertiginosa y más reaccionaria que no admite doble práctica religiosa, por lo políticos hipercorruptos, acaban de encarcelar al presidente, el hermano ya lo estaba, y todos sus ministros y por los traficantes en las rutas de la droga. Acerca del machismo desde hace quinientos años, recordar que Malinche fue regalada a HernánCortés, que las jóvenes vírgenes eran sacrificadas para venerar a los dioses y que como todas las religiones, incluso la maya está oficiada únicamente por hombre. En fín, que lo tiene muy, muy difícil. Ánimo.