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Granada
¿Y si lo eficaz frente a la desertificación fuera el riego a manta?

El 17 de junio marca, en el calendario internacional, el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. En España, aproximadamente el 75 % del territorio está en riesgo de desertificación, una amenaza que se siente con intensidad en el altiplano de Granada. Ante esta amenaza, y otras como el cambio climático, se plantean soluciones que parecen encaminadas a mejorar la eficiencia del uso del agua, especialmente en la agricultura, actividad con mayor consumo.
Esa búsqueda de la eficiencia se traduce en buscar el menor consumo de agua por peso de producto cosechado. Esto genera la llamada “paradoja hidrológica” o de “Jevons”. Es decir la reducción del consumo, aumenta de disponibilidad de agua, y esto promueve un aumento e intensificación de los cultivos, que a la postre acaban consumiendo más agua, dejando menos agua disponible en el sistema. Esto viene de pensar los ecosistemas agrarios de un modo industrial, promoviendo la tecnificación del riego (la mal llamada modernización) y olvidando que son ecosistemas que cumplen otras funciones.
“Sería interesante ampliar la mirada y entender la agricultura como una actividad integrada en su entorno”.
Está intensificación se ha ido produciendo a base de una mayor presión sobre el recurso, principalmente las aguas subterráneas, sobre las que hay una falta absoluta de control y gobernanza real que implique a los afectados. Esto ha provocado la desecación de manantiales y cauces de los ríos, pero también una desecación del suelo, al drenar la humedad por la falta de riegos a manta, y los propios procesos erosivos que han ido desnudándolos. A esto hay que sumarle los productos químicos de síntesis y el intenso laboreo. Todo ello va dando como resultado la propia muerte de los suelos que es, en sí misma, la definición del desierto.
Así, las políticas basadas en un discurso productivista y desarrollista de la eficiencia en el uso del agua, están en muchos casos provocando efectos contrarios a los supuestamente deseados, acelerando y profundizando los efectos de cambio climático en lugar de promocionar sistemas multifuncionales y resilientes como los regadíos históricos, cuya conservación y mejora sí sería una verdadera modernización.
Es por ello que sería interesante ampliar la mirada y entender la agricultura como una actividad integrada en su entorno, teniendo en cuenta el ecosistema dónde se enmarca y las funciones ecológicas y los servicios ecosistémicos que la agricultura y el agua pueden proporcionar. Esto es aún más evidente en las vegas tradicionales que se mantienen con sistemas de regadíos históricos, además de ser un patrimonio histórico, genera hábitats para especies, fertiliza las tierras, producen sombra y frescor, relaciones sociales, y por supuesto, alimentos.
A veces pensamos que con prácticas tradicionales como el riego a manta, el agua se desperdicia, pero ya hemos visto que no hacerlo tiene un efecto contrario, y además no permite la recarga de acuíferos, que al brotar en nuevas fuentes, permite ser usada de nuevo. Otras prácticas como el aterrazado y los ribazos, que en los modelos de agricultura industrial se eliminan para ampliar el tamaño de las parcelas, sirven para evitar desplazamientos de tierra en caso de lluvias torrenciales y DANAs, permitiendo tener un suelo más fértil y estable. Por tanto, la agricultura puede ser una aliada o una enemiga para nuestro futuro, en función de si apostamos por soluciones encaminadas a una armonía con el entorno, o dirigidas a una “mejor” (más eficiente, etc), y en definitiva mayor explotación de los recursos.
“La agricultura puede ser una aliada o una enemiga para nuestro futuro”.
Para visibilizar y poner en valor los valiosos conocimientos ecológicos tradicionales (CET) y prácticas de las vegas tradicionales, se llevó a cabo el proyecto “Vegas de Conocimiento”. En este proyecto se generó material audiovisual de sensibilización para redes sociales, se organizó talleres para debatir sobre estas cuestiones en el territorio, y se realizó intervenciones de recuperación de acequias, como la realizada junto con Memolab-UGR y la Asociación Alpanchía en el pago del mismo nombre en Galera; acequia en la que se sigue trabajando para su completa recuperación.
El documental “Vegas y Vida” es una invitación a apoyar a quienes desean permanecer, trabajar y vivir dignamente en los pueblos.
Pasos, Participación y Sostenibilidad, entidad impulsora del proyecto, junto con la Revista Soberania Alimentaria, Biodiversidad y Culturas han organizado la proyección on-line del documental “Vegas y Vida” y un diálogo de saberes. Será el 2 de julio a las 18:30, Inscripción. El documental es una invitación a apoyar a quienes desean permanecer, trabajar y vivir dignamente en los pueblos. Es una llamada a reconectar productores/as y consumidores, a entender que cuidar la tierra y el agua es una tarea conjunta y necesaria. Cada sistema histórico que se abandona y se olvida, nos acerca más al desierto. Es hora de recuperar el vínculo con nuestras raíces y entender que la conservación del territorio es, en realidad, una preservación de la vida en su máxima expresión.
Autoría: Javier Moreno, Isidro J. Espadas y Rosa Vroom pertenecen a la Asociación Pasos, Participación y Sostenibilidad. José María Martín Civantos es el director del Laboratorio de Arqueología Biocultural Memolab de la Universidad de Granada.