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Literatura
Lectura fácil: ni Dios, ni amo, ni marido, ni partido, ni de fútbol...
Que una novela como Lectura fácil haya logrado un premio tan relevante como el Herralde da cuenta de que algo se está moviendo en las estructuras de poder y de legitimación de la industria editorial española
Después de ser parcialmente censurada por otra editorial, Lectura fácil, quinta obra publicada por Cristina Morales (Granada, 1985) gana el Premio Herralde de Novela de 2018 y se publica en Anagrama, situando en el panorama literario más canónico a esta autora así como ciertos temas polémicos o tabú. Las protagonistas de la obra, Nati, Patri, Marga y Àngels, cuatro mujeres “discapacitadas” -según los criterios del Estado- que conviven en un piso tutelado en la Barceloneta, nos colocan contra las cuerdas de nuestra propia moral y nuestra hipocresía.
¿Quiénes son las personas “discapacitadas”, es decir, en relación con qué parámetros se construye la discapacidad? Los parámetros de dis/capacidad y productividad están íntimamente ligados al sistema capitalista (y patriarcal y colonial). Las instituciones público-privadas que gestionan la tutela de las personas con “discapacidad”, lejos de empoderar y otorgar autonomía persiguen su “integración”. Cabe recordar, sin embargo, que la integración tiene como referencia la norma capacitista y a menudo, más que esta autonomía se busca reducir las molestias causadas al sistema. Si bien esta afirmación puede sonar un tanto hiperbólica, la esterilización a la que una de las protagonistas se enfrenta en la novela nos muestra cómo el placer o la sexualidad de estas personas es visto como un obstáculo.
Los parámetros de dis/capacidad y productividad están íntimamente ligados al sistema capitalista (y patriarcal y colonial)
Si realizamos un repaso a nuestra biblioteca tal vez nos demos cuenta de la falta de protagonistas con diversidad funcional (término que algunxs activistas prefieren a “discapacidad”). Tal vez corroboremos que los personajes que encontramos no tienen agencia y son o bien humillados o bien infantilizados. ¿Cuánta opresión generamos por nuestro capacitismo normativo, es decir, por el hecho de detentar una “normalidad” psicológica y física? ¿Y qué tiene que decir el feminismo o la izquierda a todo esto?
La novela de Cristina Morales proporciona posibles respuestas al realizar una radiografía de la moral del ala “supuestamente” progresista de nuestra sociedad. Una radiografía realizada especialmente por Nati, una de las cuatro protagonistas: ella, con el mayor grado de discapacidad, tiene una condición psicológica que le impide controlar la rabia ante situaciones injustas y convencionalismos sociales ridículos. Este síndrome ficticio, el “síndrome de las Compuertas”, producido por su lucidez política, vertebra el tono y el contenido del libro, puesto que se trata de una crítica corrosiva a la supuesta tolerancia promovida por la democracia representativa.
Las páginas de la novela intercalan descripciones de clases de danza, transcripciones de las sesiones judiciales del caso sobre la posible esterilización de Marga, un fanzine (“Yo también quiero ser un macho”) y una metanovela escrita por Àngels empleando la lectura fácil, un método de adaptación de textos literarios y periodísticos para facilitar su comprensión. Dicho método es empleado de tal manera que ilustra la arbitrariedad y la absurdidad de los procesos burocráticos y las instituciones al ser descritas de forma literal: la lectura fácil muestra el carácter obtuso del engranaje que nos gobierna. Además, los diferentes escenarios urbanos que describen las narradoras dan cuenta de los mecanismos de poder cotidianos que operan a pequeña escala: las campañas de civismo que educan, los cursos que contribuyen a crear un tipo de ciudadanía, lo políticamente correcto que encapsula silenciosamente la violencia del status quo, los incentivos a vivir la sexualidad de una manera concreta -monógama, heteronormativa y vetada a cuerpos “discapacitados”-.
Pensar lo político desde un pacto ficcional entre el discurso crítico sobre la discapacidad y el movimiento anarquista pone en diálogo dos “márgenes” del poder: ambos tienen en común la crítica a las retóricas sobre el civismo y el reformismo institucional de la nueva política en el contexto de la Barcelona de Ada Colau. No obstante, la novela es también una crítica arriesgada y satírica a los espacios supuestamente emancipados, a un tipo de feminismo reactivo que olvidaría el goce y a un discurso libertario que roza lo dogmático y se agota a sí mismo en ocasiones.
La lectura fácil muestra el carácter obtuso del engranaje que nos gobierna
Lectura fácil es una invitación muy “punki” a reflexionar sobre el significado de la politización en el contexto actual desde un punto de vista irónico, “antirretórico” y con alegría: una alegría hecha de facilidad, de gratuidad, y, en virtud de esos ingredientes, proveedora de una clarividencia repentina, un caérsete la venda de los ojos como cuando una tarde hace cuatro años, sin haberlo planeado, cien anónimos prendieron fuego a la excavadora que acababa de derruir media Can Vies el día que la desalojaron. Que una novela como Lectura fácil haya logrado un premio tan relevante como el Herralde da cuenta de que algo se está moviendo en las estructuras de poder y de legitimación en el campo literario. En el caso de Cristina Morales, no se trata únicamente de estar inserta en un momento de visibilización de autoras -producto de la irrupción en el feminismo en la esfera pública-, sino también de la aparición de sujetos otros en las tramas narrativas -mujeres “discapacitadas” con sexualidades disidentes-.
Ahora bien, la pregunta que sigue en el aire es la siguiente: ¿para cuándo la visibilidad y celebración de autoras o autorxs otrxs, que no sean mujeres cis, blancas o “capacitadas”?
FICHA TÉCNICA
TÍTULO: LECTURA FÁCIL
AUTORA: CRISTINA MORALES
NÚMERO DE PÁGINAS: 424
EDITORIAL: ANAGRAMA
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He comenzado a leer este libro , llevo unas 40 páginas y por el estilo creo que no me va a defraudar. Soy una mujer con discapacidad, ex trabajadora de un centro especial de empleo y conocedora de los espacios alternativos como las casas okupadas y los bares de rock underground y se agradece que por fín en el mundo de la literatura alguien se haya atrevido a escribir un libro denunciando la hipocresía que hay en el tema de las discapacidades y de los derechos de la mujer. Y esta no es solamente a nivel oficial o dentro del propio sistema capitalista, sino también y por desgracia en el mundillo alternativo. Así que la autocrítica me parece una actitud muy lúcida. A parte de la crítica a la realidad socio-laboral de las mujeres discapacitadas.
Me encanta el artículo pero lo han fastidiado con poner la x en vez del género adecuado. Por favor, dejemos de marear la perdiz