Literatura
Brenda Navarro: “Las maternidades siempre te atraviesan y no necesariamente para bien”

Casas vacías iba a ser un libro sobre desapariciones pero se convirtió en una novela sobre maternidades y violencia machistas. Su autora, mexicana afincada en Madrid, explica como este texto que empezó su recorrido autopublicado cobró vida propia.

Brenda Navarro Escritora Entrevista
Brenda Navarro, autora de 'Casas vacías'. Montse Mármol

A Brenda Navarro (Ciudad de México, 1982) la crisis del coronavirus le ha pillado con un libro recién lanzado que, de momento, tendrá que esperar para seguir de promo analógica. Casas vacías (Editorial Sexto Piso, 2020), sin embargo, sigue su camino sin peligro a contagiarse de covid-19. La novela nació ya con vida propia, antes incluso de tener editorial: la autora autopublicó su texto en Kaja Negra, donde ha estado hasta abril de 2019.

Ella es socióloga y economista, redactora y guionista y, ahora, está confinada en su casa en Madrid, donde vive desde hace unos años. El confinamiento, dice, no es la situación más propicia para escribir, pero ya hay algo a lo que trata de dar forma tras constatar que Casas vacías —una novela que parte del dolor de una madre que tiene que cargar con la desaparición de un hijo, pero se convierte en un texto sobre violencias machistas y maternidades— no necesita de sus cuidados.

La gripe A le enseñó qué es el encierro en 2009, pero esta pandemia es mundial y “te quita las certezas”, dice. Sobre las incertidumbres del presente, vaticina que nos traerán otras. Y que no van a ser de colorines, como los arcoíris que se asoman a algunas ventanas.

Entonces, ¿no solo no va a ir todo bien sino que además va a ir mal?
Estoy en un momento de observar al mundo y pensar qué es lo que vamos a hacer después, y en lo que nos va a tocar como mujeres, porque nos va a tocar a nosotras. Y pienso que la certidumbre que viene no va a ser tan esperanzadora como quisiéramos.

¿Va a venir algo malo?
Justo ayer hablaba con una compañera periodista sobre cómo nos sentimos: estamos viendo un espejo de lo que va a ser nuestro futuro y, además, nosotras no sabemos si tendremos pensiones, no sabemos quién nos va a cuidar. Vemos lo desamparadas que están las personas mayores que están sosteniendo a estas generaciones, incluso con sus pensiones, y nos da mucha desolación, porque si estas personas que tuvieron la oportunidad de tener pensiones están muriendo solas y descuidadas por el Estado, ¿qué nos va a pasar a las que no tendremos pensiones ni Estado que nos cuide? Sí, parece un poco desolador para nosotras, pero también creo que todo esto que a nosotras nos está tocando aprender, las generaciones más jóvenes lo vivirán mejor mejor.

Tu primera novela se publica en Kaja Negra en 2018, y ahora en Sexto piso. ¿Cuándo empieza Casas vacías?
Casas vacías empieza en 2013. Vivía en México y estaba desempleada, así que pensé que ese era el momento adecuado para tomarme en serio como escritora. Y una sabe que la novela es el pase que te da el canon literario para saber si escribes o no. Empieza con esta sensación de que tenía que hablar de lo que pasaba en México, de qué sentimos las personas con  tantos desaparecidos en México. Empieza en México, pero cierra en Barcelona en 2015, de nuevo estaba sin trabajo, y la cierro ahí, con esta sensación de que no importa si vives en Ciudad de México o en Barcelona: en cualquier lugar del mundo, las maternidades siempre te atraviesan y no necesariamente para bien. Esto lo sé ahora, cuando ya todas las lectoras me lo dijeron… porque yo todo el tiempo creí que estaba hablando de desapariciones.

Yo ya era madre de una chica que ahora tiene 15 años y siempre he tratado de usar la ficción para poder desprenderme de la vida real. Pienso que si lo traspasara a qué quería yo, o qué pasaría si fuera mi hija, creo que sería tan doloroso que acabaría en terapia. La ficción me permite pensar en estas cosas catastróficas dolorosas y así le doy rienda suelta a la imaginación.

¿Querías hacer una novela de desaparecidos y te sale una sobre madres?
Pensaba más bien en la desaparición de las mujeres cuando te vuelves “la pareja de”, “la madre de”, “la hermana de”. Cuando empiezas a perder esta cualidad que te vas construyendo cuando eres joven. Cuando empiezas a entrar a las responsabilidades, te van quitando todas estas cosas que son tuyas, te van uniformando. Pero terminé hablando de maternidades, insisto, cuando las lectoras me lo dijeron.

Lo vamos a hacer hacer mal, y los hijos y las hijas nos lo dirán mucho y con mayor agudeza, pero mientras lo estás haciendo, tienes que pensar que lo estás haciendo bien

Se dice que tu novela es sobre maternidades, ¿no es más concretamente sobre malas madres?
Más bien de madres comunes y corrientes. Hasta ahora yo no he tenido, léase la ironía, la suerte de conocer a una buena madre y tampoco a una mala madre. Las madres no somos ni buenas ni malas, somos seres humanos y hacemos las cosas como podemos, y siempre me gusta recalcar eso. De todas formas lo vamos a hacer hacer mal: siempre habrá algo que nos dirá lo estás haciendo mal, los hijos y las hijas nos lo dirán mucho y con mayor agudeza, y seguramente cuando tú lo veas en retrospectiva también pensarás que lo pudiste hacer mejor. Pero mientras lo estás haciendo, en este presente continuo, tienes que pensar que lo estás haciendo bien.

No te salió esa novela de desaparecidos pero sí hay otro gran tema de la novela muy presente, que es la violencia machista...
Sí, a eso me refiero con lo de que te vas volviendo mujer dentro de las sociedades. En el Estado mexicano es imposible no verlo, pero creo que también aquí en España las violencias estructurales que hay con respecto a las mujeres se normalizan y terminan en feminicidios. Tenemos que hablar de esto como de una urgencia y que ellos se empiecen a dar cuenta, porque son ellos quienes se tienen que dar cuenta: nosotras ya dijimos de muchas maneras lo que creemos que está mal.

Está bonito pensar que mi novela es feminista y que anda por allá combativa diciendo cosas que le interesen las lectoras

¿Cuánto tiene que ver este libro con las movilizaciones feministas del #MeToo o #NiUnaMenos?
Por supuesto que tiene mucho que ver pero, cuando la escribí, nunca pensé que tendría que ver. No quería que fuera un estandarte político, pero soy de esas personas que creen que cuando escribes el punto final de una novela y la das a leer a las personas ya no te pertenece, sino que pertenece a las personas que lo leen. Y estas personas, que en México han sido especialmente muchas mujeres jóvenes, son lectoras a las que les interesa hacer activismo y sí que lo han estado usando en este sentido. Me siento muy agradecida y ellas han sido muy generosas al incluir este tipo de novela en sus demandas.

¿Es una novela que se volvió feminista?
Sí, porque insisto en que tiene una vida propia. Nosotras ahora conversamos, y yo lo hago como autora, pero creo que ya no me pertenece tanto a mí y que ya tiene que ver con el trabajo de la editorial, de las lectoras que la han difundido. Y en este sentido está bonito pensar que lo es y que anda por allá combativa diciendo cosas que le interesen las lectoras.

Hay una cosa muy interesante en tu novela que es cómo está escrita con dos voces en primera persona y esas dos voces se diferencian totalmente en su lenguaje, tono, ritmo… ¿Es algo que hayas tenido que trabajar de manera específica?
Tengo la fortuna de contar con un gran amigo, colega, escritor, con quien converso todos los días y yo le mandé mi primer borrador. Él me dijo: “Está interesante lo que estás escribiendo, pero parece la misma voz”. Así que después de sacar todas las ideas, tuve que usar el lenguaje y creo que eso fue lo que más trabajo me costó. Quería que una voz fuera muy oral y lo otra un poco más intelectual, y estoy contenta de haber logrado esta diferenciación con el juego de las palabras. Porque finalmente habla de dolor y es interesante cómo puedes hablar del dolor con diferentes ritmos y voces.

Maternidad
“Reivindicar otra maternidad implica reivindicar otro modelo de sociedad”

Con Mamá Desobediente (Capitán Swing, 2019) Esther Vivas suma su voz a la polifonía que desde el feminismo encara la cuestión de la maternidad desde nuevos ángulos y con menos prejuicios. Su apuesta: politizar la institución materna liberándola de los modelos impuestos por patriarcado y neoliberalismo.  

La novela nace sin editorial, ¿cómo llega hasta Sexto Piso?
Ahora ya no lo veo así, pero en su momento yo era de las que creen que tienen algo importante que decir, y no quería que un editor, ni nadie, me dijera que le gustaba o no, mi novela. Yo estaba segura de mi trabajo, ya no quería escribir más ni cambiar nada, y tenía cansancio de trabajar tanto en un texto. Pensé: “Lo que quiero es que me lean”, entonces lo que voy a hacer es compartirla gratuitamente en la red. Y lo hice junto con un proyecto que se llama Kaja Negra en México, de periodismo digital, y le fue muy bien a la novela. Luego terminó siendo recomendada por Fernando Melchor en Babelia en 2018, y a partir de esa recomendación me llegó una agente y me convenció de que tenía que ir impresa. Las lectoras también me lo pedían. Escogimos Sexto Piso porque creo que es una de las editoriales con las que más identificada me siento. Tenía mucho interés en que llegará a España, pero también a Latinoamérica, y esto es lo que espero que suceda después de este confinamiento.

Ya no creo que tenga cosas importantes que decir, o no más importantes que las que tengas que decir tú a la vecina, pero sí tengo muchas cosas que cuestionarme a mí misma y mi herramienta es la escritura

¿Sigues teniendo cosas importantes que decir?
Ya no creo que tenga cosas importantes que decir o no más importantes que las que tengas que decir tú a la vecina. Estoy tratando de ser más humilde en ese sentido, pero sí creo que tengo muchas cosas que cuestionarme a mí misma y que mi herramienta es la escritura. Por eso quiero recalcar que no es que sea importante lo que tengo que decir, pero sí quiero cuestionar cosas que me interesan.

¿Qué hay en tu lista de lecturas pendientes?
Ahora no me puedo concentrar y estoy en muchas cosas a la vez. Estoy leyendo un libro que se llama Girl, Woman, Other, de Bernardine Evaristo, que el año pasado ganó el Book Price. A la vez estoy leyendo Sobre los huesos de los muertos, de Olga Tokartzuk, y estoy viendo una serie que se llama The leftovers. Además, Kentukis de Samanta Schweblin, que me está pareciendo una genialidad. Todo esto por pedacitos, porque el confinamiento, las hijas y el trabajo no me dejan mucho tiempo. Pero estoy tratando de escribir algo ahora mismo que no sé bien qué es y necesito encontrar este mood de escuchar las voces para ver qué sale después.

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#57212
16/4/2020 17:06

Querida Brenda, eres madre? no
Pues no tienes autoridad moral para escribir este artículo

6
4
#57714
20/4/2020 8:23

Vamos, que no te has leído el artículo.
Vaya, que te crees que solo existen las madres abnegadas y perfectísimas.

2
4
#57751
20/4/2020 13:36

Ella ni es madre abnegada ni no-abnegada, ni perfecta ni imperfecta y sencillamente es porque NO ES MADRE

2
1
#61741
26/5/2020 18:54

Creo que no has leído el artículo. Brenda dice claramente que tiene varias hijas. En cualquier caso, no entiendo tu razonamiento... por qué alguien que no sea madre no podría escribir sobre la maternidad. Si la experiencia previa fuera condición sine qua non para poder escribir sobre algo, la mayoría de las novelas de aventuras, por ejemplo, no existirían.

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