Elecciones
Aprender a resistir como en Turquía

El domingo, aún con la ilusión rota, más de 54 millones turcos no dejaron de votar, mientras en España poco más de seis de cada diez personas acudieron a las urnas en los municipios y comunidades autónomas donde se celebraban elecciones.
elecciones turquía 2023
Estambul, durante la mañana de la primera vuelta electoral Marta Moreno Guerrero

Recep Tayyip Erdoğan volvía a ganar las elecciones de Turquía el pasado domingo 28, pero por primera vez desde que llegó al poder le ha hecho falta una segunda vuelta para renovar su mandato y esto es algo que no debemos ignorar. Más bien lo que no podemos ignorar —y de lo que debemos tomar ejemplo— es de la resistencia de la población turca a Erdogan.

Para las diez de la noche del domingo, la sociedad turca ya escuchaba al que ha sido su líder durante los últimos 21 años —y lo será por otros cinco más— proclamarse vencedor de los que se decían los comicios más importantes del año a nivel internacional. Bueno, más bien eso se decía de la primera vuelta puesto que para ese entonces, según pronosticaban encuestas, Erdogan iba a perder, alzándose con la victoria la alianza de la oposición con Kemal Kılıçdaroğlu a la cabeza. Sin embargo, esa primera vuelta cargada de ilusión por el cambio acabó siendo una gran decepción puesto que Erdogan superó a su oponente en los porcentajes de voto: 49% de Erdogan contra 44% de Kılıçdaroğlu (el tercer candidato, Sinan Oğan, acabó con un 5% del apoyo)

“Mi esperanza se ha ido”, decía Emre, un joven turco de 28, el pasado 14 de mayo, ante los resultados de esa primera vuelta, mientras a su lado compañeros y amigos gritaban a la pantalla de televisión ante la frustración de la posibilidad de volver a vivir bajo el dominio de Erdogan cinco años más. La ilusión se fue esa noche, y poca esperanza quedó para la segunda vuelta que vivimos el domingo. Razón no les faltaba: Erdogan ya parece el eterno líder de turco, lleva más tiempo en el poder del que lo estuvo Mustafa Kemal Atatürk, el Padre de la República de Turquía.

El pasado domingo, las urnas no pararon de recibir a los turcos que acudían a la llamada electoral. La decepción de la primera ronda no pudo con la población turca, la tasa de participación fue del 84,22%

“Es una mierda pero no podemos rendirnos. Lo que no podemos hacer es dejar de votar en la segunda ronda, hay que intentarlo”, me dijo Anil Bayindir, otro joven de 24 años de Ankara, la mañana tras la primera vuelta. El joven reflejó bien esa resiliencia que ha protagonizado las dos semanas de campaña hasta las elecciones del domingo. Durante essos quince días, ni el AKP ni la oposición, con el CHP a la cabeza, se han rendido en su empeño. El AKP ha basado su campaña en enlazar a sus oponentes con los terroristas kurdos, y la alianza del CHP ha repetido hasta la saciedad el mantra racista como eje central de su discurso. “Los sirios se van a ir” se podía ver en los carteles con la cara de Kılıçdaroğlu por las calles de Turquía.

El pasado domingo, las urnas no pararon de recibir a los turcos que acudían a la llamada electoral. La decepción de la primera ronda no pudo con la población turca, la tasa de participación fue del 84,22%. Más de 53 millones de personas votaron, no solo en Turquía, también en el extranjero. Tras los resultados de la primera vuelta que dieron mucho peso al voto de la diáspora nadie les ha quitado ojo. En los comicios del 14 de mayo alrededor del 64% de los votantes turcos en el extranjero votaron a Erdogan, un nicho de votos que a el líder no se le ha escapado..

Para las diez de la noche de ayer ya se había proclamado la nueva victoria de Erdogan: 52,16% del apoyo para el Hombre Fuerte de Turquía. Ahora bien, aunque Erdogan ha vuelto a ganar no se puede ignorar lo que supone este resultado.

La sociedad turca prospera y resiste

Por primera vez desde que llegó al poder, Erdogan ha necesitado una segunda ronda y muchas alianzas para renovar mandato. Algo que contrasta con los resultados obtenidos en todas las elecciones anteriores  —en las elecciones de 2018 la oposición apenas alcanzó el 30% del apoyo, y en las anteriores de 2015 obtuvo tan solo el 25%—. Erdogan también se hizo con el control total de los poderes del Estado mediante votación popular en 2017, un referéndum que ganó con un 51% del apoyo y que le permitió convertir a la República de Turquía en un régimen presidencialista. Recep Tayyip Erdoğan no paró de cosechar victorias desde que llegó al poder hasta 2019 cuando tras 16 años de dominio absoluto del AKP, este perdía la alcaldía de la ciudad más importante del país a manos del candidato del CHP, Ekrem Imamoglu, y se suele decir que quien pierde Estambul pierde Turquía. Vale, al final Erdogan no ha perdido Turquía pero sí se ha dejado claro que tampoco posee, como creyó hasta 2019, la hegemonía del poder en el país.

Esta vez el líder turco se ha visto obligado a tejer alianzas para renovar su poder; el AKP ha ido a las elecciones con el Partido de la Unidad (BBP), el Yeniden Remah (Partido del Bienestar) y el Partido de Acción Nacionalista (MHP) y aunque Oğan le dio su apoyo en esta segunda ronda, sus votantes se han dividido a la hora de votar. Erdogan ha tenido que prometer sacrificar la protección de las mujeres —salida de la Convención de Estambul— y la ilegalización de las asociaciones LGTBIQ+ —aunque esto vaya en la línea de su discurso— para ganarse aliados. Y esto se ha debido a dos principales motivos: una oposición unida en un frente común y las ganas de cambio de una sociedad turca hastiada de Erdogan.

“Erdogan ha cimentado su poder sobre el Estado y los medios, pero no ha creado hegemonía alrededor de su persona, no ha conseguido cosechar su generación devota; el sistema que ha creado está destartalado”

El profesor asociado de la Universidad St. Lawrence, Howard Eissenstat, resumía bien las razones para el optimismo tras hacerse públicos los resultados en Turquía: “los ciudadanos turcos creen en la política electoral —así lo demuestra la gran tasa de participación—; Erdogan ha cimentado su poder sobre el Estado y los medios, pero no ha creado hegemonía alrededor de su persona, no ha conseguido cosechar su generación devota; el sistema que Recep Tayipp Erdogan ha creado es destartalado, mal administrado y personalizado, y no durará para siempre; y lo más importante, la sociedad civil turca prospera, como en cualquier sistema autoritario, muchas personas resisten ferozmente los intentos de obligarlas a alinearse”.

El domingo también vivimos jornada electoral en España, y el resultado es decepcionante para muchos, como en Turquía. Sin embargo, el sentimiento que queda de ambos comicios no puede ser más distinto. El domingo a la noche, aquellos que teníamos un ojo en cada país nos dormíamos con una conclusión: era una gran noche para el fascismo. Sin embargo, la mañana del lunes, al despertarme, no me han llamado la atención los resultados, sino las diferentes tasas de participación; mientras que en Turquía ha votado más del 80% de la población, en España la tasa de participación apenas llegaba al 63%, la tercera más baja de la historia del país.

Es difícil estar más frustrado que los turcos tras la primera ronda de elecciones, y aún así no se han rendido; la sociedad turca, como bien explica Eissenstat, prospera y resiste. La parcela de poder de Erdogan es difícil de romper; centraliza todo el poder en su persona, ilegaliza todo tipo de organizaciones opositoras, tiene bajo su control el ejercito, el sistema judicial y la prácticamente totalidad de los medios de comunicación, y aún así no ha conseguido frenar a una sociedad civil turca que se niega a resignarse.

Turquía
Elecciones en Turquía La antesala de las elecciones en Turquía
Sin un resultado claro por primera en veinte años, Turquía decidirá este domingo si seguir el rumbo autoritario del Erdoganismo o volver a los preceptos Kemalistas defendidos por una oposición heterogénea.

Resistir a la resignación

Hace unas semanas se hacía pública en España la noticia de que el programa Sálvame era cancelado y sería Ana Rosa quien cubriría ese espacio mediático, y no se dudó ni por un instante de que tal movimiento era electoral; una ayuda a la campaña de las derechas en España, y la resignación inundó a la izquierda española. Pero es que en Turquía Erdogan controla el 90% de los medios de comunicación, la cifra de periodistas encarcelados llega a los 66 —sin contar aquellos obligados a abandonar el país—, cualquier información que se considere contraria al gobierno es censurada y criminalizada, y aún así los turcos no se han dejado engañar. A pesar de la frustración que sienten ante el control tan estrecho que tiene Erdogan del poder —y de la información y la justicia—, han demostrado que se niegan a resignarse.

Año tras año, elecciones tras elecciones, la oposición turca ha ido incrementando su apoyo; un 25% en 2015, un 30% en 2018 y ayer consiguieron un 47%, una cifra histórica para este frente en Turquía.  La oposición tuvo claro lo importante y en ello se ha centrado: acabar con el régimen autocrático de Erdogan. La coalición opositora en Turquía aglutinó al Partido Republicano Popular (CHP), de centroizquierda y kemalista; al Partido Bueno (IYI), de corte conservador y nacionalista; al Partido de la Felicidad (SP), islamista y conservador; al Partido Demócrata (DP), de centroderecha e islamismo moderado; y a dos agrupaciones escindidas del partido islamista de Erdogan, el Partido del Futuro (GP) y el Partido Democracia y Progreso (DEVA). Seis partidos que no podían ser más heterogéneos supieron crear un frente común y casi hacen perder el poder a Erdogan en un sistema diseñado para que eso sea imposible. Cuando la escena política turca, mucho más complicada y diversa que la española, ha conseguido esto, no puedes dejar de preguntarte cómo es posible que una izquierda española prácticamente homogénea con programas similares —por no decir idénticos— no consiguen siquiera crear a una alianza.

Si los partidos de izquierda en España tanto quieren frenar el fascismo como presumen, deberían dejar a un lado sus guerras fratricidas y aprender de la oposición turca, que gracias a su unión ha conseguido hacer temblar un régimen que parecía inquebrantable.

Los turcos siguen resistiendo a pesar de que cada vez tienen menos que perder, porque saben que tienen mucho que ganar; nosotros debemos mirar a Turquía para ver que tenemos mucho que perder por lo que no nos podemos permitir resignarnos

Pero nosotros, la sociedad civil, también tenemos la obligación de aprender de Turquía. El domingo, aún con la ilusión rota, más de 54 millones turcos no dejaron de votar, mientras en España fue poco más de la mitad de la población. Si Anil Bayindir, quien hace dos semanas creía que iba a cambiar su país con su voto, ha sabido recuperarse de la decepción de la primera vuelta —y debe ser muy difícil no resignarse frente la impotencia que ofrece el régimen turco— teniendo claro que no se podía rendir, nosotros debemos tomar su ejemplo. Los turcos siguen resistiendo a pesar de que cada vez tienen menos que perder, porque saben que tienen mucho que ganar; nosotros debemos mirar a Turquía para ver que tenemos mucho que perder por lo que no nos podemos permitir resignarnos.

En Turquía, la oposición y la sociedad civil no se ha rendido ante una derecha afianzada en el poder por más de veinte años. En España, por el contrario, le hemos dejado el camino libre a la derecha en apenas cuatro. Las elecciones del domingo dejaron el mismo resultado en ambos países pero no el mismo sabor de boca. Mientras en Turquía la resiliencia sigue resistiendo y ha hecho temblar a un régimen, en España la resignación ha ganado las elecciones. Con el anuncio del adelanto electoral, tenemos menos de dos meses para dejar a un lado esta resignación y aprender a resistir como lo han hecho y lo siguen haciendo en Turquía.

Archivado en: Turquía Elecciones
Sobre este blog
El blog de luchas sociales a lo largo del planeta, conflictos internacionales y propuestas desde abajo para cambiar el mundo. El Salto no comparte necesariamente las opiniones volcadas en este espacio.
Ver todas las entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Oriente Próximo
Oriente próximo La diáspora kurda ante la caída de Bashar al-Assad
Siria enfrenta el fin de un régimen que durante décadas pareció inquebrantable. Desde la diáspora, la esperanza contenida de quien ha vivido demasiadas traiciones y promesas incumplidas.
Siria
Rojava El rompecabezas sirio que estalló en Alepo
El nuevo escenario sirio se ha gestado bajo la intervención implacable de Turquía, patrocinadora del Ejercito Nacional Sirio y otros grupos yihadistas que libran la guerra de Erdogan contra el pueblo kurdo.
Siria
Siria Cuando el miedo a la deportación es real: obligados a volver a Siria
Turquía lleva mucho tiempo deportando a los refugiados sirios. Aunque intenta justificar sus prácticas ante la comunidad mundial, estas vulneran el derecho internacional.
Sobre este blog
El blog de luchas sociales a lo largo del planeta, conflictos internacionales y propuestas desde abajo para cambiar el mundo. El Salto no comparte necesariamente las opiniones volcadas en este espacio.
Ver todas las entradas
Oriente Próximo
Oriente próximo La diáspora kurda ante la caída de Bashar al-Assad
Siria enfrenta el fin de un régimen que durante décadas pareció inquebrantable. Desde la diáspora, la esperanza contenida de quien ha vivido demasiadas traiciones y promesas incumplidas.
Análisis
Análisis Rojava en peligro
Las intenciones de Turquía en Siria ponen en peligro no solo la Administración Democrática Autónoma del Norte y Este de Siria (AADNES) sino también la convivencia del resto de minorías presentes en el país.
Amazonía
Caso Chevron Pablo Fajardo: “Sacrificaron la Amazonía y la vida de la gente por racismo y por la ganancia económica”
El activista y abogado Pablo Fajardo fue elegido hace casi 20 años por la Unión de Afectados por Texaco para el juicio más importante contra la petrolera Chevron. Dos décadas después sigue luchando por la justicia ambiental y social en Ecuador.
Especulación inmobiliaria
Especulación en Madrid Las vecinas de Tribulete, 7 denuncian la especulación de Élix Rental Housing con una acción musical “fúnebre”
VV.AA.
30 inquilinas de este bloque resisten en sus hogares pese a que este fondo buitre ya ha adquirido la totalidad del edificio para convertir los pisos en apartamentos turísticos. Este sábado, han vuelto denunciar el proceso de gentrificación del barrio
Que no te cuenten películas
Comunidad El Salto Suscríbete a El Salto y llévate seis meses de regalo a Filmin
Estas navidades, haz posible que El Salto llegue más lejos con sus contenidos críticos y llévate de regalo medio año de Filmin. Y si ya tienes Filmin, suscríbete a El Salto y regala el acceso a esta plataforma a quien quieras.
Ley de Seguridad Ciudadana
Congreso de los diputados Reforma de la Ley Mordaza: ¿esta vez sí se puede?
Una de las mayores deudas de toda la izquierda del Estado español parece que está a punto de saldarse.
La vida y ya
La vida y ya Ya no sé quién vive en el primero
El barrio se ha transformado tanto que pueden pasar semanas sin ver por la calle una sola cara conocida porque los vecinos han sido sustituidos por turistas.

Últimas

Derecho a la vivienda
Vivienda El Sindicato de Vivienda de Euskal Herria propone la “expropiación de pisos turísticos”
Ponen en el punto de mira los intereses del sector inmobiliario y tachan de “falsas” a todas las medidas propuestas por los partidos políticos como la Ley de Vivienda.
Análisis
Análisis El independentismo se reorganiza, pero ¿sigue siendo independentista?
Los partidos independentistas han sufrido la crisis del procés y el posprocés, y todavía no la han resuelto, sino, a lo sumo, la han aplazado. El PSC aparece como el ganador de una carrera con corredores agotados.
Opinión
Tribuna Todas las razones para decir ‘Altri non’
Aquí van unos cuantos motivos para juntarnos este domingo en Compostela y dejar clara nuestra postura frente a un expolio que nos están tratando de imponer disfrazado de progreso, pero que sólo trae beneficio económico a unos cuantos indeseables.
Opinión
Opinión La oportunista invasión israelí de Siria
Desde la caída de Bashar al-Assad, Israel ha llevado a cabo una invasión de Siria sin provocación previa y con el apoyo de Estados Unidos. Los objetivos son claros.
Más noticias
Relato
Relato Descubrirse las manos
Descubres tus manos: el palmar y el dorso, la posibilidad futura de la pinza atrapacosas, dos miembros que te vinculan al chimpancé y al lémur. Aprendes su mecanismo.

Recomendadas

Literatura
Gustavo Faverón Patriau “Quizá la novela sea ahora mismo más relevante que nunca”
El escritor peruano Gustavo Faverón Patriau quería narrar en su nueva novela la historia de un boxeador que no sabía boxear pero tumbaba a sus rivales recitándoles al oído versos de César Vallejo. ‘Minimosca’ acabó siendo un cuentacuentos inagotable.
Galicia
Memoria histórica Así fue como el Patronato de Protección a la Mujer transformó Galicia en un convento de clausura
Las mujeres que cayeron en las redes del Patronato iniciaron un periplo de encierro, humillaciones, abusos y explotación que es desconocido para la mayor parte de la población. Queda hoy en la impunidad de un silencio que tenemos el deber de romper.
Palestina
Eyad Yousef “No cuentes lo que queremos ser, cuenta lo que nunca hemos dejado de ser: un pueblo que quiere la paz"
Eyad Yousef es profesor en la Universidad de Birzeit, Cisjordania, y comparte su experiencia en una universidad que “representa el pluralismo y la libertad que tanto anhela la sociedad palestina”
Pensamiento
Sarah Jaffe “En realidad tenemos que hacer menos. E impedir que algunas cosas sucedan”
La escritora y periodista Sarah Jaffe aborda el desengaño cotidiano al que nos aboca el mundo laboral e investiga cómo, a pesar de todo, las personas se organizan colectivamente en sus empleos para que “trabajar apeste menos”.