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Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International.
Casi siempre podemos saber lo enfermo que está un paciente antes de verle con sólo mirar su dirección. Todos los días tratamos a pacientes desesperadamente enfermos de diversas dolencias, todas ellas con la misma causa: el racismo medioambiental.
Las históricas políticas de vivienda discriminatorias han atrapado a las comunidades no blancas y de bajos ingresos en barrios sobrecontaminados. Los barrios de las zonas más empobrecidas tienen casi el doble de pozos petrolíferos, respiran un aire más sucio y tienen muchos menos espacios verdes. La quema de combustibles fósiles es el principal motor del cambio climático, pero también la principal fuente de contaminación atmosférica.
En todo el mundo, más de siete millones de personas mueren prematuramente cada año a causa de la contaminación atmosférica. Más de 130 millones de personas en Estados Unidos, más del cuarenta por ciento de la población, respiran aire insalubre. Los combustibles fósiles ponen en peligro la salud de las personas en todas las fases de su explotación, desde la extracción al transporte, pasando por la transformación y, finalmente, la combustión. Casi 18 millones de estadounidenses viven a menos de un kilómetro y medio de un pozo activo de petróleo o gas, lo que les expone al riesgo de padecer asma y otros problemas respiratorios, cáncer, problemas de desarrollo y funcionamiento cerebral, demencia y muchos otros problemas.
En todo el mundo, más de siete millones de personas mueren prematuramente cada año a causa de la contaminación atmosférica. Más de 130 millones de personas en Estados Unidos, más del cuarenta por ciento de la población, respiran aire insalubre.
Vivir cerca de un pozo de petróleo o gas afecta a la salud de nuestros hijos incluso antes de que nazcan. Las comunidades no blancas y de bajos ingresos que ya soportan la carga de los combustibles fósiles sucios también son las más afectadas por la crisis climática. La crisis climática es una crisis de salud pública. Afecta a nuestra alimentación, a nuestra vivienda y a todos los órganos de nuestro cuerpo. Es mucho peor que la pandemia de COVID-19. No podemos escondernos en nuestras casas. Nuestros bosques están ardiendo ahora, nuestros barrios son los siguientes. Y la gente pobre, y en particular la gente pobre de color, está siendo la más afectada.
Por eso la Organización Mundial de la Salud, más de 1.400 profesionales de la salud y más de 200 organizaciones sanitarias piden un Tratado de No Proliferación de los Combustibles Fósiles, inspirado en el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares y el Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares. De hecho, la crisis climática es una amenaza existencial para nuestra sociedad similar a una guerra nuclear. Los dos problemas fundamentales de nuestra era -la crisis climática y el peligro de una guerra nuclear- están profundamente entrelazados. La crisis climática está conduciendo a un mayor conflicto internacional y el almacenamiento de armas nucleares desvía valiosos recursos de las acciones climáticas equitativas, al tiempo que aumenta el riesgo de un conflicto nuclear. Una guerra nuclear, además de matar a miles de millones de personas y perturbar todos los aspectos de nuestra economía, también causaría una alteración climática abrupta y catastrófica. ¿Cómo están respondiendo a estas amenazas los políticos que dirigen nuestros gobiernos en la escena mundial?
La crisis climática está conduciendo a un mayor conflicto internacional y el almacenamiento de armas nucleares desvía valiosos recursos de las acciones climáticas equitativas, al tiempo que aumenta el riesgo de un conflicto nuclear.
Las políticas que están aplicando nuestros gobiernos conducirán en 2030 a una producción de combustibles fósiles que duplicará el tope que necesitamos mantener para limitar el calentamiento a 1,5 grados. Las emisiones de dióxido de carbono en 2021 fueron de 36.300 millones de toneladas, las más altas de la historia. También están almacenando armas nucleares. ¿Cómo está respondiendo el gobierno más poderoso del mundo? Estados Unidos sigue aumentando las subvenciones a las explotaciones de combustibles fósiles y amplía sus inversiones en armas nucleares, reforzando las dos amenazas existenciales a las que se enfrenta hoy la humanidad.
A su vez, las empresas de combustibles fósiles y el complejo industrial militar utilizan sus beneficios en actividades de presión. Estados Unidos gasta cada año 20.000 millones de dólares en subvenciones directas a la industria de los combustibles fósiles a pesar de sus beneficios netos récord. Mientras nuestros pacientes sufren y nuestras comunidades arden, el gobierno lanza otro salvavidas a las empresas de combustibles fósiles. Mediante inversiones masivas en la Utilización y Almacenamiento de Captura de Carbono (CCUS) y vinculando el desarrollo eólico y solar al aumento de los arrendamientos de petróleo y gas en tierras federales, la Ley de Reducción de la Inflación deja atrás a las comunidades sobrecargadas. La dependencia de una tecnología cara y no probada y de trucos contables promovidos por las grandes petroleras no resolverá la crisis climática. El CCUS es arriesgado, envenena el aire en barrios ya contaminados y expone a las comunidades rurales e infraprotegidas a daños para la salud. No podemos abordar verdaderamente el cambio climático si nuestros más vulnerables no se benefician de la acción climática.
Incluso nuestros esfuerzos mejor intencionados para abordar el cambio climático se verán socavados si la salud y la equidad no están en el centro. Tenemos un plazo terriblemente corto para eliminar progresivamente los combustibles fósiles y proteger la salud pública de los efectos devastadores del cambio climático y la contaminación atmosférica. La Organización Mundial de la Salud y profesionales de la salud de Estados Unidos y de todo el mundo se han unido a científicos, premios Nobel, jóvenes, líderes religiosos y otros en un llamamiento a favor de un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles que ponga fin a toda nueva exploración e infraestructura de combustibles fósiles, elimine gradualmente la producción y el uso de combustibles fósiles existentes y acelere una transición justa. El gobierno de Estados Unidos tiene que escuchar esta petición y actuar ya. Debemos situar la salud y la equidad en el centro de nuestra política climática.
Traducción de Raúl Sánchez Saura.