Culturas
El fondo proisraelí KKR acusa el impacto económico del boicot organizado contra sus festivales de música

La organización colectiva que se ha creado para exigir a los grandes festivales españoles que tomen medidas para frenar cualquier complicidad con el genocidio que Israel está cometiendo en Palestina ha superado cualquier expectativa. Tras la publicación de El Salto que reveló los vínculos del fondo KKR, propietario de decenas de macrofestivales en Europa, con el Estado sionista, cientos de artistas y miles de miles de personas consumidoras de este tipo de eventos decidieron dejar de colaborar con ellos. Por un lado, negándose a actuar y, por el otro, dejando de alimentar sus negocios. Después de varias semanas en el punto de mira, el fondo de inversión ha dado los primeros síntomas del impacto económico de la presión social.
¿El más evidente? Superstruct, la enorme empresa comprada por KKR que controla 80 festivales por toda Europa, se ha visto obligada a emitir un comunicado para tratar defender su vínculo financiero con el fondo proisraelí: “Todos los ingresos y beneficios de los eventos y festivales de Superstruct permanecen íntegramente dentro de nuestro negocio y se destinan al desarrollo y la realización continuos de nuestros festivales en todo el mundo”. La prensa más afín a sus intereses lo ha comunicado como “una renuncia a los dividendos” que producen esos casi cien macroeventos durante el año.
Al igual que los comunicados de Resurrection Fest, Viña Rock y Sónar, aunque con matices, el texto señala “lo que está sucediendo en Gaza e Israel” de una manera aséptica sin hacer referencia a la limpieza étnica ni el genocidio y sin mencionar de ninguna manera al pueblo palestino.
En paralelo a la publicación de este comunicado, tanto Superstruct como los tres grandes festivales mencionados —no son los únicos, pero sí los que han recibido las críticas más duras de su público—, se enfrentan a la mayor crisis reputacional de su breve historia. Gracias o a causa de dos grandes factores: la fuerza de artistas y público y la presión internacional.
Son decenas las bandas que, de un modo u otro, han marcado su posición en contra de participar en cualquier evento participado por KKR, ya sea comprometiéndose a no volver o rompiendo su contrato con cada uno de los festivales.
La última gran baja la ha sufrido el festival más presionado por su propio público: la artista venezolana Arca ha abandonado el cartel del Sónar, en el que ostentaba un lugar prioritario. Aunque no ha habido ningún comunicado oficial por su parte, la revista especializada Jenesaispop ha vinculado su salida a los lazos del festival con el fondo de inversión. Tampoco actuará el dj francés Rone, que iba a acompañarse del Ballet National de Marseille y de (La) Horde.
Por otro lado, Superstruct enfrenta ahora una de las mayores presiones del activismo propalestino a nivel mundial. El movimiento de boicot, desinversión y sanciones (BDS), que persigue la retirada del apoyo a Israel y a las empresas israelíes e internacionales que están involucradas en la violación de los derechos humanos palestinos, ha pedido el boicot explícito al Sónar.
Sónar ha actualizado, por sexta vez, su posición sobre los hechos y ha comenzado a condenar el genocidio que Israel está llevando a cabo en Gaza, pero en un tajante comunicado, el BDS ha señalado que el festival de Barcelona “no ha eliminado todas sus asociaciones cómplices con objetivos prioritarios” del pueblo palestino y urge “a todos los participantes a retirarse”.
“Si Sónar es rentable su valor se incrementa y KKR se beneficia de ello. Si a Sónar le va bien, a KKR también”, explica el colectivo de trabajadoras culturales Carta abierta por Palestina
“A pesar de que al menos 59 participantes ya se han retirado y más de 150 participantes pasados y presentes han exigido que se cumplan nuestras demandas, Sónar no ha abordado su complicidad directa al negarse a retirar el McFlurry de McDonald's. Tampoco ha presionado a su sede, Fira, para que rompa vínculos con el Israel genocida. Según muchos artistas con los que PACBI está en contacto, Sónar tampoco ha interactuado suficientemente con artistas y organizadores para atender sus preocupaciones”, denuncian en el texto publicado este martes.
Y rematan: “Sónar ha dejado de colaborar con Coca-Cola pero sigue asociado con McFlurry, un producto de McDonald’s, otro objetivo prioritario del BDS debido a su complicidad en el genocidio de Israel contra los palestinos en Gaza y el régimen subyacente de apartheid colonialista. El recinto principal de Sónar es Fira, del que el ayuntamiento de Barcelona pidió recientemente que eliminara los pabellones israelíes y a los fabricantes de armas. Sónar aún no ha respaldado públicamente el llamado del ayuntamiento a Fira”.
En una Carta abierta por Palestina que ha sido enviada a artistas y proyectos que van a participar en Sónar + D, un colectivo de trabajadoras culturales señalaba que además de los 30 artistas que ya han anunciado su boicot a Sónar otros doce proyectos e instituciones, entre las que se encuentra la Universitat Pompeu Fabra; Cracks in the Foundation: Curation in 2025; Listen, the Stars are Talking y Más Mujeres Creativas han renunciado también a participar en la parte de programación pedagógica y divulgativa del festival.
“En su último comunicado público del 29 de mayo el equipo del Sónar anunciaba, entre otras cuestiones, que ninguno de los ingresos y beneficios que recauda van destinados a KKR”, recuerda Carta abierta por Palestina, “sin embargo, omiten que los beneficios de los fondos de inversión dependen mayoritariamente del valor en bolsa de sus activos. Si Sónar es rentable su valor se incrementa y KKR se beneficia de ello. Si a Sónar le va bien, a KKR también. Dentro de está lógica, lxs artistas, organizaciones, instituciones, universidades, entre otras entidades que participan en el festival, se convierten en activos intangibles del fondo de inversión KKR. Sin la suma de sus participantes el festival Sónar no es rentable”, concluye la carta.
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