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Crisis climática
Dos huelgas y un destino
#FridaysforFuture y las movilizaciones por el clima llegan a nuestras ciudades.
La casualidad ha querido que, el día siguiente de la convocatoria del paro de protesta contra el juicio al 'procés', se celebre en Barcelona el primer #FridayforFuture. Seguramente no va a tener la convocatoria masiva que aparecía en TV3, ni llegue siquiera al pinchazo retratado por el resto de cadenas. Esperemos que tampoco corra el CO2 en forma de neumáticos ardiendo y paralizando autopistas, y menos que nadie llegue a las manos, o a las porras, para intentar torcer el rumbo del clima en nuestro planeta.
Un día le preguntaron a Jordi Armadans si no pensaba que las movilizaciones a favor de la autodeterminación en Cataluña habían desactivado o acaparado las pocas fuerzas de la sociedad civil, evitando que se denunciara la barbarie y la inacción ante la guerra de Siria. El director de Fundipau contestó que precisamente era en esta parte de Europa donde había habido mayor nivel de respuesta pública ante esa situación, con lo que la teoría de la priorización del esfuerzo activista, en ese caso en particular, no acababa de funcionar. Probablemente sea así, aquellos que blanden el 'primero los de casa' para justificar acabar con la cooperación internacional, tampoco se les ve ayudar aquí a ningún paisano, aunque certifique sus ocho apellidos españoles.
Como aquellos valientes que plantaron su solitario parasol en medio de Plaza Cataluña, en un ya lejano 15 de mayo, y se sentaron a esperar la revolución, hace cuatro semanas un estudiante se plantó con tres amigos frente a la delegación de la Generalitat en Girona. Lo que comenzó en septiembre la quinceañera Greta Thunberg cada viernes ante el Parlamento sueco, se ha extendido como un reguero de pólvora por toda Europa y hoy llega a Barcelona. Esperemos que llegue a todas partes, gracias a esa músculo movilizador que hemos ido cultivando durante estos años agrios y oscuros, porque ya hemos esperado bastante, demasiado. Si el clima no entra en la agenda política hoy mismo, los océanos y los glaciares devorarán todas las patrias, nuestra comida y nuestros derechos.
Como en el cuento de Andersen, al final tiene que ser una mano inocente la que desvele lo evidente: el Emperador está desnudo y no hace prácticamente nada por no superar los fatídicos dos grados centígrados santificados en París. En paralelo a esa gran movilización adolescente, surgen nodos por doquier de Extinction Rebellion, la red mundial de personas que reclama algo tan sencillo como que nuestros gobiernos nos cuenten la verdad sobre lo que está ocurriendo con el cambio climático, y se tomen decisiones legalmente vinculantes. Hagan la prueba y cuenten los minutos que TV3 o TVE dedican al futuro planetario en comparación con la última jornada de liga. Hay más programas de recetas de cocina que de recetas para evitar el desastre que se nos viene encima.
Es el momento de levantarse y activar la, probablemente, última oportunidad que tengamos para seguir existiendo como civilización. Extinction Rebellion prepara múltiples acciones, desde que dio sus primeros pasos el pasado otoño en Londres, y By 2020 We Rise Up prepara una gran movilización a escala planetaria el año que viene. Es ahora o nunca, a Butch Cassidy y Sundance Kid se les han acabado los precipicios por los que escapar a nuevos mundos, sólo queda este.
De nuevo tiene que ser la juventud, los y las estudiantes, quienes nos quiten el velo narcotizante de la inacción, de los brazos caídos ante la costumbre y la fatalidad. Espero que pasen los piquetes por todas las clases y cursos, para cerrar escuelas e institutos como cuando hay que salir a defender el derecho de autodeterminación o el de pataleta.
Esta tarde de viernes, todo el mundo debería buscar su plaza. Cada uno es libre de elegir las guerras que quiere librar, pero esta es ineludible o no habrá destino al que llegar.
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