Antiespecismo
Helena Rivera: “Los animales acuáticos son los explotados en mayor número”

¿Sabemos lo que implica comer pescado hoy en día? ¿Por qué no solemos pensar en cómo llega el cuerpo de un animal a nuestro plato? La pesca es una de las prácticas más romantizadas, desconocidas e ignoradas de la explotación animal. Se trata de la industria que más animales no humanos mata y lo hace de formas extremadamente violentas. Hoy tenemos evidencias científicas que demuestran que los mamíferos marinos, las tortugas, los peces, los crustáceos y otros animales acuáticos invertebrados tienen la capacidad de sentir placer y dolor. Sin embargo, seguimos pescando.

La asociación antiespecista Animals’ View, que trabaja para cambiar nuestra relación con el resto de animales, acaba de publicar el documental THEY, un ejercicio de reflexión que nos muestra el sufrimiento que causamos a los animales que pescamos. Hablamos sobre ello con Helena Rivera, portavoz de la asociación.

¿Por qué escogisteis la pesca como tema para hacer un documental?

Tal como explicamos en el documental y en el reportaje que lo acompaña, los animales acuáticos son los explotados en mayor número por los seres humanos, al menos 28 billones cada año en todo el mundo. A pesar de estas cifras, salvo excepciones como pueden ser los delfines o las ballenas, se trata de los animales más desconsiderados.

¿Qué habéis descubierto o aprendido al hacer el documental THEY? ¿Qué es lo que más os ha impactado?

Quizás lo más impactante haya sido el ser conscientes de la ausencia total de la más mínima consideración hacia estos animales. A lo largo de nuestra trayectoria como activistas y como investigadoras hemos sido testigos de muchos horrores e injusticias, pero en este caso el desprecio total por los animales llega a otro nivel.

La mayoría de los animales acuáticos que son criados o pescados, son crustáceos, especial y abrumadoramente, gambas. Billones de pequeños seres con capacidad para sentir, que son totalmente menospreciados. Se les amputan los ojos, se les somete a situaciones en las que sus órganos internos estallan, se les congela vivos, se les aplasta o se les desmiembra y cocina en vida. Y todo ello sin generar ni un ápice de empatía, preocupación o incomodidad. Y esta industria está en auge. Cada vez serán más. Es algo verdaderamente terrible.

Dejar atrás una tradición como la pesca deportiva o industrial es un reto mental y económico para la sociedad. Al plantear la posibilidad, la mayoría de personas se preocupa por el empleo de quienes trabajan en esa industria. ¿Qué solución imagináis para estos/as trabajadores/as?

Lamentablemente, estas prácticas no se van a acabar de la noche a la mañana, por lo que puede ser relativamente sencillo que el mercado laboral se adapte poco a poco ofreciendo menos puestos de trabajo relacionados con la explotación de los animales, y creando otros nuevos en sectores que no supongan sufrimiento o muerte para estos, como por ejemplo, en la industria alimentaria basada en productos vegetales.

Con respecto a la pesca deportiva, quienes trabajan en este sector podrían plantearse ofrecer otras formas de ocio que no impliquen sufrimiento para los animales, igual que ya se está haciendo con la tauromaquia o los circos con animales. El problema es que esta actividad todavía se ve como algo pacífico o de alguna manera “conectado con la naturaleza”, obviando el sufrimiento que implica, por ejemplo, para los peces el ser sacados del agua colgando de un anzuelo clavado en su boca, y muriendo asfixiados.

“La pesca existe todavía porque seguimos manteniendo una actitud especista con los animales acuáticos”

Los peces, como otras especies de animales, tienen su cultura, recuerdos sobre los lugares donde alimentarse, las técnicas de caza y las maneras de comunicarse. Comparten ese conocimiento que sus antepasados han adquirido durante siglos y se lo han ido pasando a cada generación. Al matarlos indiscriminadamente y en masa estamos extinguiendo ese conocimiento poniendo en riesgo la vida de los supervivientes. Al final, pescar va en contra de los intereses del mismo sector. La pregunta es ¿por qué siguen pescando?

La pesca existe todavía porque seguimos manteniendo una actitud especista con los animales acuáticos (en realidad, con todos los animales, en mayor o menor medida). Es decir, los discriminamos por el mero hecho de no pertenecer a la especie humana. Esto hace que no nos importe lo más mínimo las consecuencias que puede tener para ellos el que satisfagamos nuestros deseos a la hora de comer y divertirnos. Aquí juega un papel muy importante la empatía y la educación: cuando nos ponemos en el lugar de otro ser y entendemos cómo puede sentirse, nos resulta más difícil hacerle sufrir.

Por eso, con los animales en general, mantenemos una distancia emocional para no sentirnos culpables de estar haciendo sufrir a un inocente. En esto, los animales acuáticos (y otros grupos de animales como los invertebrados terrestres) se llevan la peor parte, porque a pesar de su complejidad, son muy diferentes a los humanos en muchos sentidos; no hablan nuestro idioma, muchos ni siquiera emiten sonidos que podamos oír, tienen cuerpos muy distintos y su hábitat nos es completamente ajeno. Todo esto hace que nos cueste enormemente admitir que también tienen sus emociones, que pueden sufrir y disfrutar, y facilita que prácticas tan terribles se mantengan a lo largo del tiempo.

“Cuando nos ponemos en el lugar de otro ser y entendemos cómo puede sentirse, nos resulta más difícil hacerle sufrir”

Mucha gente desconoce la existencia de las granjas de peces o su funcionamiento. De hecho, se vende la “acuicultura” como una opción sostenible para seguir consumiendo pescado. ¿Podríais explicar por qué es una forma de maltrato?

Cuando se habla de sostenibilidad suele hacerse desde la perspectiva de lo que favorece al ser humano. Es cierto que al criar y matar animales en granjas acuícolas, disminuirá menos la cantidad de los que viven en entornos salvajes, en este caso ríos u océanos. De esta forma, los seres humanos podrán seguir teniendo “mercancía” que pescar en el futuro. Este punto de vista es tremendamente cruel e injusto para los animales. Además, la cuestión aquí es el sufrimiento y la muerte de billones de individuos con capacidad de sentir; el hecho de que esta nueva industria sea más o menos sostenible es algo que resulta irrelevante para sus intereses.

Por otro lado, cualquier acción que dañe a alguien podría denominarse maltrato, pero matar a alguien que no quiere morir va más allá de eso. Si quienes fueran afectados pertenecieran a la especie humana, esto sería considerado homicidio o asesinato. En la sociedad actual y a causa del especismo estructural, matar a otros animales está normalizado y legalizado. Por eso debemos darle la importancia que le corresponde y trabajar para terminar con estas prácticas.

Una cuarta parte de los animales marinos que se atrapan en redes son descartados y devueltos al mar cuando ya están muertos o heridos. Se suele relativizar este dato, pero se considera una barbaridad dejar de comer peces, gambas y crustáceos. ¿Cómo podemos cambiar esta percepción?

Existe un sesgo cognitivo que afecta a los animales explotados en mayor número llamado “negligencia de alcance”. Esta forma de pensamiento hace que nos resulte tremendamente difícil concebir la diferencia entre los individuos involucrados en cantidades grandes como un millón o un billón. Esto, unido al interés por beneficiarse de los animales acuáticos, hace que muchos seres humanos sean indiferentes al hecho de que al menos 5 billones de estos animales sean descartados antes incluso de llegar a los mercados. Para cambiar esta percepción, es crucial que dejemos de ver a los animales como simples recursos, y empecemos a considerarlos como iguales en nuestra capacidad de sentir e interés por seguir viviendo.

“En la sociedad actual y a causa del especismo estructural, matar a otros animales está normalizado y legalizado”

En general, nos resulta difícil sentir empatía hacia seres que se diferencian mucho de nosotros/as. ¿Cómo podemos ayudar a los peces y otros animales marinos para que dejen de ser desconocidos y tan menospreciados?

En realidad la empatía es algo que se educa. Podemos pensar, por ejemplo, que el hecho de que la mayoría de nosotras y nosotros seamos incapaces de presenciar cómo matan a un cerdo o a una vaca es algo universal, pero en realidad esto depende mucho de la sociedad en la que nos encontremos. Hay lugares donde se lleva a cabo la matanza de cerdos de manera pública y convertido en una fiesta.

Por eso es tan importante educar en el respeto a cualquier ser que pueda verse afectado por nuestros actos. Esto puede llevarse a cabo de muchas formas: trabajando con jóvenes en centros educativos, informando a la sociedad a través de organizaciones en defensa de los animales o individualmente a través de nuestras propias redes sociales.

También hay quienes utilizan sus profesiones en el ámbito del derecho, la biología, la filosofía o el arte para educar en el respeto a los animales. Podemos ayudarles de múltiples maneras desde nuestras capacidades personales. Desde Animals’ View, apostamos por la concienciación a través de trabajos audiovisuales que esperamos puedan llegar al público en general, para que este pueda cuestionarse su relación con los demás animales.

¿Cómo imagináis que será un mundo sin pesca?

La cuestión no es cómo sería un mundo sin pesca, sino cómo sería un mundo que tenga en cuenta a los animales, y en este caso en particular, a los animales acuáticos. En ese mundo, no existiría ni pesca ni su cría en granjas acuícolas. Es decir, dejaríamos de consumir a estos animales. La mayoría de las sociedades hoy en día ofrecen muchas facilidades para esto. Además, por qué no, buscaríamos también otras formas de ayudarlos, como por ejemplo, a sobrevivir ante las adversidades de los desastres naturales o del cambio climático. Sencillamente, los trataríamos como nos gustaría que nos trataran a nosotros y nosotras.