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Andalucismo
Seguir Adelante. La batalla andalucista y sus bifurcaciones
Todo momento de crisis es una conjunción de viejas soluciones y nuevos problemas. En todos los contextos de cierre, las viejas soluciones se funden, mezclan y transforman con otras nuevas. Los viejos problemas se renuevan y los nuevos problemas también vienen de lejos. Esta semana varios acontecimientos han puesto sobre la mesa la vieja cuestión, transversal a todos los periodos y regímenes político en el Estado español: la cuestión del Sur. La presentación del libro Por un poder andaluz: Historia del Partido Andalucista. I. Los años de la clandestinidad (1965-1976) convocó en estos días, en el Museo de la Autonomía, al Presidente conservador de la Junta de Andalucía y al histórico dirigente del Partido Andalucista, Alejandro Rojas-Marcos. Este último, fundador de la segunda ola del andalucismo político, alcalde de Sevilla y diputado andalucista en el Congreso de lo Diputados. Rojas-Marcos, al cierre del acto y aparentemente de forma espontánea lanzó un reto al Presidente de la Junta: reconocer el 4 de diciembre como Día de la Bandera Andaluza, a lo que el Presidente respondió con un críptico “es posible”. Días después y a preguntas del Grupo Parlamentario Adelante Andalucía, que había presentado dos veces esta misma iniciativa en el Parlamento de Andalucía en los años 2016 y 2020 con voto negativo de los dos grandes partidos, Moreno Bonilla confirmó el compromiso: el 4 de Diciembre sería un día de reconocimiento institucional y educativo de la gesta por la autonomía del pueblo andaluz. Pese a tener 61 diputados y diputadas por Andalucía en el Congreso, Moreno Bonilla y Rojas-Marcos denunciaban la subrepresentación de Andalucía . Además de esto, la prensa se ha hecho eco de que Adelante Andalucía, el partido soberanista, va a realizar enmiendas a los Presupuestos Generales del Estado en clave andaluza a través de otras fuerzas políticas soberanistas con representación en el Senado y en el Congreso de los Diputados:Compromís, la CUP y el BNG. El andalucismo es una disputa por el Estado, pero es también una cuestión de Estado.
En todas las instituciones del Estado, tanto en el Congreso como en la Junta de Andalucía, o en el conjunto de los municipios andaluces, la batalla andalucista es siempre una bifurcación entre la construcción de una Comunidad Autónoma al margen del Estado (en ocasiones contra el Estado) y la disputa y ocupaciones de espacios al interior del Estado. Esta bifurcación ha sido siempre parte de la complejidad del andalucismo. Entre el territorio y la institución, entre la comunidad y el Estado. Es más, se trata de conquistar lugares de enunciación, elaborar nuestro propio relato, construir referencias al interior de las instituciones. Por ello, el momento actual es de una trascendencia de enorme relevancia. El inicio del presente curso político nos ha convocado a la militancia de Adelante a una serie de tareas estratégicas enmarcadas dentro del proceso de consolidación del proyecto político de Adelante Andalucía (AA).
Desde que se refundara Adelante Andalucía en Granada el 26 de junio de 2021, el proceso de articulación de un proyecto político andalucista ha avanzado mucho más de lo que nadie se podría haber imaginado. Tras una década perdida para el andalucismo político (2010-2020), de desarticulación y fragmentación, participación en partidos estatales y en dinámicas centralistas, el andalucismo de izquierdas ha logrado recomponerse. Las elecciones autonómicas cristalizaron en una candidatura andalucista, liderada mayoritariamente por mujeres, siete candidatas de las ocho provincias, feministas, activistas, ciudadanas activas en las luchas territoriales, vecinales y ecologistas. La conquista de dos disputadas, y un espacio de enunciación propio, constituye el punto de partida. Muy al contrario de loque pudiera parecer, la reformulación de Adelante y la validación en las urnas de un proyecto de estricta obediencia andaluza, nos permite pensar, no en un puerto de llegada, sino en un nuevo punto de partida. Esta posición de partida no tiene un horizonte de trayectoria lineal sino que ante el mismo se abren toda una serie de bifurcaciones a las que la batalla andalucista nos convoca.
La disputa desde abajo: reinventar el horizonte municipal-popular
Las elecciones municipales, de mayo de 2023, serán la próxima cita electoral. La siguiente prueba. Tal y como se ha concebido por las izquierdas soberanistas, los movimientos asamblearios y el andalucismo cultural de base, las elecciones municipalistas pueden parecer la gran prueba para un partido andalucista. Todos los partidos soberanistas de referencia tienen un peso específico a nivel rural y municipal. En el caso andaluz, hay algunas diferencias estructurales con el resto de culturas soberanistas. La tercera ola del andalucismo ha sido fundamentalmente urbana y ha tenido especial eco en las capitales de provincia y en las ciudades medias de más de 50.000 habitantes. Ha estado empujadapor jóvenes procedentes de municipios pequeños pero que han vivido una parte importante de sus vidas en las ciudades. Ya sea por migraciones interiores familiares o por acceso a la universidad. Los grandes fenómenos culturales que han construido el andalucismo son músicas urbanas, fenómenos mediáticos, una fuerte cultura universitaria o activismo de barrio de grandes ciudades.
Además de esto, venimos de un ciclo de descomposición del bloque de los ayuntamientos del cambio o del ciclo municipal-popular. Los únicos supervivientes a esto han sido Cádiz y Barcelona. La apuesta institucional ha declarado sus límites. Sí, eran muy visibles los límites de la apuesta electoral, pero nadie supo superar estos límites. Ni para transformar dentro de las instituciones, ni tampoco para inaugurar un nuevo proceso de articulación en las calles. Lo cierto es que las energías volcadas en las diferentes campañas electorales han absorbido gran parte del potencial emancipador de las organizaciones de izquierda transformadora. Hemos subestimado la capacidad transformadora de los grupos municipalistas organizados frente a la capacidad transformadora de los concejales. La crítica al Estado enunciada desde los espacios del llamado municipalismo no advirtió el carácter regulador y capitalista de las instituciones municipales. Esto nos confronta con la necesidad de construir y articular luchas municipalistas desde y con pero también contra los ayuntamientos. Desde afuera y desde dentro. Pensar esta bifurcación y no agotar nuestros proyectos políticos en procesos electorales municipales y concejalías son tareas urgentes.
La disputa del Estado: De las periferias al centro
La otra cara del ciclo electoral municipal será las elecciones generales que se producirán (previsiblemente) el noviembre de 2023 si no hay cambios. Las elecciones generales han sido las protagonistas en el conjunto de la política española en las últimas décadas. Pero ha habido transformaciones. El colapso del consenso autonómico, el procescatalán, los ciclos de re-centralización de las izquierdas estatales y la consolidación de proyectos políticos soberanistas y regionalistas en el conjunto del Estado han puesto el foco político, mediático y cultural en la disputa por el centro. EH-Bildu, BNG, Anova, Compromís, CUP, Comunes, ERC, MÉS per Mallorca, Más Madrid, Geroa Bai o Teruel Existe son una representación de esta pulsión territorial donde las periferias toman la voz. También los procesos de articulación en espacios como el Grupo de la Izquierda Confederal del Senado, el Grupo Parlamentario Confederal de UP-Comunes, han dando nuevos locus de enunciación a sujetos confederales que se estructuran, construyen y enuncian frente al centro. Por ello, es un reto estratégico del andalucismo político incorporarse al proceso de reconstrucción de un diálogo confederal, construyendo una voz propia. Una vía andalucista para la toma del Estado. El colapso de las estrategias municipalistas y los límites de los parlamentos autonómicos han puesto sobre la mesa que para incidir en los territorios es necesario interlocutar con el centro, confrontar con el centro.
Andalucía tiene que disputar los Presupuestos Generales, la lucha por infraestructuras e inversiones de carácter social y sostenibles, la financiación del transporte público, de los sectores estratégicos, parar la destrucción ambiental y territorial, construir un Pacto por la cultura andaluza desde las instituciones educativas, culturales, de innovación y conocimiento. Disputar las inversiones en industrialización, fomentar la agroecología y la soberanía alimentaria. En definitiva, acabar con el papel subalterno y periférico de Andalucía en la economía política del Estado.
Además la disputa del Estado amplía nuestra capacidad de incidir en la batalla cultural, abordar los debates mediáticos y las narrativas de la andaluzofobia que existen en la mayoría de espacios económicos, políticos, culturales, televisivos y periodísticos en el conjunto del Estado. La batalla cultural andaluza, no se da sólo en Andalucía. Es una batalla por el reparto del poder y se da allí donde está el poder.
La vuelta a casa: Andalucismos de ida y vuelta
Pero la transformación social de Andalucía no se va a dar únicamente entre aquellos espacios, actores, organizaciones y movimientos que actualmente construyen andalucismo político. Los andalucistas tienen la obligación de liderar los procesos de trasformación y de ocupar posiciones que profundicen en determinados procesos y conflictos sociales, como son la reivindicación de la cultura andaluza, el derecho a la vivienda, las luchas contra la destrucción del territorio, la defensa de la sanidad y de la educación pública. Las andalucistas y los andalucistas hoy tenemos la tarea estratégica de unificar conflictos, articular luchas y pensarlas en clave de país. Por lo tanto, el debate sobre las estrategias de alianzas no será un debate cerrado. Las andalucistas y los andalucistas debemos construir país, pero con el país, con la gente, con las clases populares y trabajadoras independientemente del grado de concienciación de éstas. Por ello una andalucista no puedo construir solo junto a andalucistas. Debemos ampliar la base del andalucismo político, justamente construyendo y colaborando en los frentes sindicales, culturales y en las plataformas en defensa de lo público. Pero también en los ayuntamientos, en el Parlamento Andaluz, en el Congreso de los Diputados en Madrid o en Bruselas. Es responsabilidad de los y las andalucistas construir acuerdos, marcos y estrategias como país, junto a los andaluces y a las andaluzas.
Las elecciones municipales y las generales han de ser confrontadas desde esta estrategia de ampliación y de articulación. Se necesita una construcción de propuestas políticas como pueblo y como sociedad. Es necesario construir propuestas y programa en marcha, colectivamente y desde abajo, una campaña permanente que lleve el mensaje allí donde antes no llegaba. Estas propuestas tienen que organizarse con vecinas y vecinos allí donde antes no había organización. Articular todos los conflictos en una sola disputa. Construir en todos los frentes como un solo pueblo, como un solo corazón. Andalucistas son los que sirven a la causa del país. El proyecto es ese, ser, vivir, pensar y construir desde Andalucía.
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Este artículo fue originalmente publicado en el Diario Enandaluz: https://www.enandaluz.es/opinion/22941-seguir-adelante-la-batalla-andalucista-y-sus-bifurcaciones/