Opinión
Apuñalar a un cadáver (¿debió dimitir toda la dirección de Podemos Galicia?)

La desafección ciudadana con respecto al espacio que representaban las mareas era un clamor, un letrero luminoso en letras colosales que solo aquellos que únicamente tenían ojos para sí mismos podían no ver.

Marea Galicia
Dani Gago Mitin de Galicia en Común durante las autonómicas de 2020.

En las pasadas elecciones gallegas, Unidas Podemos y su coalición de batiburrillos de marca impronunciable perdieron todos y cada uno de sus 16 diputados. No casi todos ni muchos: todos. En poco más de una legislatura, los 408.000 votos obtenidos por la primera Marea quedaron reducidos a apenas 50.000, lo que constituye un hito en la democracia española y el mayor derrumbe sufrido jamás por una fuerza política en unas elecciones autonómicas. Otra cosa quizá no, pero sus responsables han hecho historia.

Cataclismo en griego significa “inundación, catástrofe producida por el agua”, y podría haber sido un término adecuado para describir estos resultados, dado el gusto de sus protagonistas por la palabrería marina. O quizá, “catástrofe”, que significa literalmente, “cambiar las cosas para peor” y que podía encajar como un guante para quienes afirmaban que “iban a cambiarlo todo”.

En su lugar, el cabeza de lista y candidato a la presidencia, Tone Gómez Reino, fue mucho más modesto y los calificó únicamente como “malos” para afirmar que “los asumía en primera persona”.

¿En qué consistió esa asunción personal? A día de hoy es un misterio. Quizá en algún tipo de introspección espiritual, retiro místico o penitencia privada, pero nada en la esfera pública. Y nada parecido, desde luego, a lo que comúnmente conocemos como “asumir responsabilidades”. ¿Tendría que haberlo hecho?

¿Qué es la responsabilidad?

Tomemos, por ejemplo, la definición que da Kant. Para el filósofo, a una persona se le pueden imputar las acciones de las que es autora, si tuvo además la posibilidad de actuar de otro modo.

La ejecutiva actual de Podemos Galicia lleva en su puesto desde 2018. Concurrió en este tiempo a cinco procesos electorales, y obtuvo en cada ocasión resultados sustancialmente peores que en la precedente. Sin embargo, sería injusto circunscribir su responsabilidad solo a este intervalo temporal, ya que la mayoría de los nombres que la conforman lleva en cargos relevantes desde el nacimiento de la formación, siendo protagonistas principalísimos en todas y cada una de sus miserias. Y, como protagonistas, responsables: actores de sus actos. Pero, ¿tuvieron además la posibilidad de actuar de otro modo?

Para responder a esto debemos detenernos un instante y explicar el funcionamiento de Podemos en Galicia, que me temo que no diferirá mucho de lo que ocurre en otros territorios.

El nacimiento de una oligarquía

Según Michels, el destino de toda organización política es terminar gobernada por una casta oligárquica o trust. Esta casta de líderes siempre se defiende a sí misma, se cierra y restringe el acceso al núcleo de poder del partido para eliminar toda posible competencia.

Pero si en otras fuerzas políticas este proceso es el resultado de una evolución paulatina y dinámica, no exenta de tensiones, en Podemos Galicia es el explícito modelo de funcionamiento desde el primer día. La marca de la casa.

En partidos como el PP o el PSOE, las estructuras locales suponen una cierta vivificación, una cantera permanente de dirigentes que tienen mecanismos y canales para su promoción política, funcionando además como una intrincada red de contrapoderes que debe ser tenida en cuenta. En Podemos Galicia, al demoler deliberadamente todas las organizaciones locales, la única estructura superviviente es la estructura dirigente.

Esto, desde luego, garantiza la pervivencia de los integrantes de ese núcleo esclerotizado al tiempo que impide cualquier tipo de tránsito o movimiento oxigenador.

Hagamos un esfuerzo e intentemos imaginar ahora que el inaudito caso de que una persona brillante y armada con las mejores intenciones tuviese la extravagante idea de participar en Podemos Galicia. ¿A dónde podría acudir? No tendría espacios regulados en donde participar. Sin bases, sin juventudes, sin círculos, sin agrupaciones locales, su única opción sería tratar de arrimarse a este o aquella con la esperanza de caer en gracia y poder ser cooptado.

La historia de Podemos en Galicia está protagonizada por apenas un puñado de nombres, autorreclutados de este modo sectario

Para entendernos, y a falta de otra terminología mejor, usaremos la de la Cosa Nostra. Nuestro mirlo blanco podría empezar como associato, que define a aquellas personas externas a la “familia” que tienen relación con ella. El associato pasará por sucesivas pruebas, que consisten básicamente en formar parte de grupos de Telegram (algunos incluso diseñados ad hoc para estudiarlo) donde deberá exhibir lealtad y sumisión a las directrices establecidas, compitiendo con otros associati por ver quién escribe los más arrebatados y elogiosos ditirambos en honor al líder.

En organizaciones así, el bien más preciado no es el talento ni la capacidad sino la mayor o menor cercanía a lo alto de la pirámide. Y el poder de los cargos secundarios es tanto como su capacidad de intermediación con el Líder.

Desde el principio, el núcleo que configuró y configura hoy la casta dirigente en Galicia comprendió el valor de estas relaciones, cribando, traficando y dosificando el acceso a los dirigentes principales cuyas visitas constituían una oportunidad para ir gratificando a los meritorios con selfies, apretones de manos, o posados en segunda línea con la V de la victoria cuando, tras aprobar sus exámenes de vasallaje, el día de la ceremonia de aceptación era llegado. Cualquier otro camino a los centros de decisión está cegado.

Rompedientic destrona a Clorhidric quien a su vez depone a Abolladic…

La historia de Podemos en Galicia está protagonizada por apenas un puñado de nombres, autorreclutados de este modo sectario, que se repiten una y otra vez como protagonistas de las inacabables guerras intestinas de clanes que terminaron con la victoria definitiva del clan que hoy dirige Gómez Reino. Los contendientes ni siquiera se tomaron la molestia de exhibir coartadas ideológicas que camuflasen la lucha por el poder. En Galicia, sitio distinto, la disputa entre errejonistas y pablistas no motivó los fieros encontronazos y escisiones de otros lugares y aquí fueron categorías líquidas que uno podía cambiar a conveniencia sin penalización. Unos fueron una cosa y luego otra y al revés. Sic transit gloria mundi, debieron de pensar, en el país donde lo único que permanece sólido es la lluvia. 

En el transcurso de estos años, sus comportamientos fueron la antítesis de lo que consideraríamos una ética de servicio público. La relación de estos actos deberá buscarla el lector en otro lugar, pues la inabarcable profusión de conductas reprobables vuelve su narración imposible. Se puede narrar un crimen, pero ¿cómo narrar un millón? La abundancia de iniquidades se tapa a sí misma, tal como ocurre con esos maltratadores que tras años de tortura diaria a su pareja, cuando ésta por fin los abandona preguntan: “¿Pero qué hice?”, y la víctima no sabe ni por dónde empezar.

Ese modelo de partido que solo tiene estructura en su nivel dirigente y que premeditadamente se aísla, inarticula y desarbola cualquier organización de base que pudiese fiscalizarlo, tiene la ventaja de la impunidad pero ofrece una desventaja notable: la responsabilidad se vuelve entonces personal. Y son responsables, con nombres y apellidos, no la organización política, que como tal no existe, sino las personas individuales que integran la casta oligárquica. Estas personas, ¿actuaron de un modo que podemos calificar como pernicioso y que destruyó un instrumento de cambio social? Sí. ¿Sus conductas son directamente responsables de que continúen políticas que dañan gravemente la vida? Sí. ¿Decepcionaron dolorosamente las esperanzas de cientos de miles de personas? Sí. ¿Pudieron actuar de otro modo? También.

Entonces, siguiendo a Kant: deben asumir su responsabilidad personalmente.

No lo sabían

La noche electoral de los “malos resultados”, Gómez Reino también los calificó de “inesperados”. En su rostro y el de sus colaboradores se reflejaba la estupefacción y parecían pedir a gritos que alguien les despertase de una pesadilla.

En La insoportable levedad del ser, el personaje de Tomás escribe un artículo sobre los dirigentes comunistas de Checoslovaquia que se reclamaban inocentes de los horrores del estalinismo porque no los conocían. Defendían así su limpieza interior. Tomás los compara con Edipo, “el más inocente de los culpables”, quien, cuando comprendió el alcance de sus actos involuntarios se arrancó los ojos y abandonó Tebas. Y vosotros pregunta Tomás, que sois capaces de ver el daño que habéis causado, ¿cómo no os arrancáis los ojos? ¿Cómo aún seguís aquí?

Kundera, por boca de su personaje, reflexiona aquí acerca de la responsabilidad que tenemos sobre los efectos de nuestros actos, incluso aunque no hubiese habido voluntariedad. En el caso de la ejecutiva de Podemos Galicia, la estupefacción, la incapacidad para ver lo que estaba ocurriendo ante sus ojos no arrancados, pero igualmente ciegos, retrata inexorable y trágicamente a un grupo de personas aislado del mundo, que ha roto todo vínculo entre el representado y el representante y, peor aún, se ha colocado a una distancia sideral, cósmica, de la ciudadanía a la que aspiraba a dar voz. ¿No tenían amigos? ¿No tenían familiares? ¿No iban a los bares? La desafección ciudadana con respecto al espacio que representaban las mareas era un clamor, un letrero luminoso en letras colosales que solo aquellos que únicamente tenían ojos para sí mismos podían no ver. No lo sabían. ¿Y no hay una culpa evidente en ese no saber?

Si en Galicia hoy existiese un Tomás, este tendría que gritarles: ¿Cómo podéis contemplar la devastación que habéis causado? ¿No veis el daño que habéis hecho? ¿Cómo tenéis aún ojos? ¿Cómo aún seguís aquí?

Tal vez ellos piensen que la exigencia ética de Edipo sea desproporcionada. En ese caso, quizá podrían conformarse con alcanzar el nivel de Albert Rivera.

Responsabilidad, ¿ante quién?

Los desastrosos resultados electorales no produjeron ninguna reacción. Como dice la canción: nadie salió, no hubo curiosos, no hubo preguntas, nadie lloró. Ni los responsables dimitieron ni nadie pidió su dimisión. En un espacio tan proclive a la puñalada trapera y a la conspiración, ni siquiera en estos meses ha habido movimientos para plantear una dirección alternativa.

La suerte de Podemos Galicia y el espacio político de las mareas parece no preocupar a nadie.

Solo uno de los miembros de la dirección de Gómez Reino renunció a su cargo, pero su ejemplo no fue seguido. Otros continúan cobrando sus salarios tan merecidamente ganados. En lo que quizá haya quien considere una total falta de respeto, tampoco se molestaron en analizar públicamente las causas del desastre ni en dar explicaciones a las 52.000 personas que, pese a todo, les habían votado. Sospecho, de todos modos, que a estas alturas no quedan tantas y una enorme mayoría de ellas ya se dio de cabezazos por no haber votado al BNG.

En todo caso, ¿no merecen esas personas, las pocas que resten, algún tipo de explicación? Quizá un pequeño análisis hubiese estado bien, aunque fuese por vergüenza politóloga. En su lugar, anunciaron una conferencia política “para septiembre” (tras suspender en junio) cuya organización se encargaron a sí mismos, pues quién mejor que ellos para diseñar el futuro. De tal conferencia, a día de hoy, 30 de septiembre de 2020, nada se sabe y tampoco hay voces que la reclamen. O tal vez ya se haya celebrado y el mundo no se ha enterado. Ni le importa. Da igual. Vale que ninguno teníamos la expectación del Congreso de Tubinga ni aguardábamos grandes logros, pero que sus promotores demostrasen un mínimo interés estaría bien, aunque solo fuera por no perseverar en este bochornoso comportamiento negligente que se parece demasiado a apuñalar, una y otra vez, a un cadáver que ya no sangra ni se queja.

El tedio, la indiferencia y la desconexión sentimental me alcanzaron a mí también que concebí este artículo en junio y solo hoy me animé a escribirlo. Motivado no por la vana esperanza de que su publicación vaya a tener alguna utilidad, sino por una cita de Castoriadis que un buen amigo me recordó y que viene al caso: “mientras dure esta hipnosis colectiva, existe para los que entre nosotros tienen el pesado privilegio de poder hablar, una ética y una política provisionales: develar, criticar, denunciar el estado de cosas existente. Y para todos: intentar conducirse y actuar de una manera ejemplar en donde uno se encuentre. Somos responsables de lo que depende de nosotros”.

Este es el quid de la cuestión. Somos responsables de lo que depende de nosotros.

Hoy imagino yo a Gómez Reino como el Rey solitario de un planeta minúsculo a la espera de que llegue un súbdito; el Rey que mira desde su torreón de cartón piedra un reino desolado que se extiende allá donde alcanzan sus ojos, aún abiertos. Los pasillos reproducen el eco de sus pasos que resuenan, el viento bate los cortinones en las estancias vacías, paños blancos protegen del polvo los salones, ahora hogar de fantasmas.

Parafraseando a Sabina, ya no tienen que pedir perdón. ¿Para qué?, si les vamos a perdonar porque ya no nos importa. Son responsables, sí, pero ya no queda nadie ante quién rendir cuentas. Nos hemos ido.

Contestamos entonces a la pregunta que iniciaba este artículo. ¿Debió dimitir la dirección de Podemos Galicia? Sí. O no. O da igual. Y no porque las gentes de Galicia no sepamos hacia dónde mira la escalera, sino porque, francamente, queridos, nos importa un bledo.

Cargando valoraciones...
Ver comentarios 19
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Cargando relacionadas...

Crisis climática
¿Es posible el bienestar humano en un planeta finito? Sí, pero con “cambios extraordinarios”
El modelo económico dominante está desestabilizando las sociedades y el planeta, advierten especialistas en economía sustentable. Aclaran, no obstante, que el “catastrofismo” es evitable y que el bienestar a finales de siglo todavía es posible.
Racismo
Miles de personas por todo el Estado se concentran contra la ola racista de Torre Pacheco
Convocados por diversas asociaciones antirracistas y colectivos sociales, varios miles de personas se concentraron este sábado por todo el Estado español en respuesta a las agresiones de ultras en la Región de Murcia.
Crisis climática
Friederike Otto
“La industria fósil tiene un lobby; los trabajadores que mueren bajo el sol no”
La climatóloga alemana y cofundadora del World Weather Attribution (WWA) lanza un nuevo libro que pone el foco en quienes sufren, mueren, o pierden por la emergencia climática; víctimas, en su mayoría, aún invisibles para el mundo.
Psicoactivos
Psiquedélicos, patentes y trumpismos: el campo antagonista que inaugura el renacimiento psiquedélico
Vivimos un momento de transición en el que algunos intereses empresariales ya están invirtiendo en psiquedélicos sin pillarse los dedos y siempre bajo las lógicas capitalistas.
Galicia
Las embarazadas de Ourense exigen dar a luz con seguridad mientras la Xunta maniobra para trasladar el paritorio
Demandan que se detenga el traslado a la ubicación temporal y que el Sergas tenga en cuenta sus demandas.
Economía social y solidaria
Cuando el arte se organiza: economía social y solidaria frente a la precariedad de la cultura
Artistas y gestoras culturales encuentran en cooperativas y asociaciones una alternativa para combatir la inestabilidad laboral, pero también para desarrollar proyectos con un trasfondo social.
Extrema derecha
Nuria Alabao
“Frente a la lógica reaccionaria que explota el odio, una política cara a cara y apoyo mutuo”
La periodista analiza en su primer libro, 'Las guerras de género. La política sexual de las derechas radicales', los elementos centrales de este movimiento ultraconservador global, desde su lucha contra los valores de la contracultura del 68 hasta el presente, en relación con las cuestiones de género.
Análisis
La descentralización de la guerra y el fin de la Agenda de Paz Internacional
El hecho de que desde 2017 no se hayan aprobado nuevas operaciones de mantenimiento de la paz por parte de ONU pone de manifiesto que la Agenda de Paz Internacional está en retirada.
Río Arriba
Núria Soto (Riders X Derechos)
“Ver salir del juzgado con ojeras al CEO de Glovo es una victoria”
Nueva entrevista en Río Arriba sobre la uberización de la economía, capitalismo de plataforma y sus nuevas vías de explotación laboral, pero también de sindicalismo, cooperativas y economía social.

Últimas

Comunidad El Salto
El Salto estrena nueva página: una web como una casa
Después de un año de trabajo, lanzamos en julio la nueva web de El Salto, con un nuevo diseño, pero, sobre todo, con una nueva Zona Socias llena de ventajas para las personas que hacen posible El Salto con su apoyo.
El Salto n.79
Galicia dice 'no' al capitalismo verde y en el último número de la Revista El Salto te lo contamos
Ya está disponible el número 79 de nuestra revista, en el que destacamos la investigación y el rechazo social que encuentra el proyecto de macrocelulosa de la multinacional Altri.
Portugal
Portugueses en los dos lados de la Guerra Civil española
Mientras Salazar prestó desde julio de 1936 apoyo a Franco, muchos antifascistas lusos vieron en la República la oportunidad de liberar a sus país del fascismo.
Galicia
Todo lo que podría ser el género y cómo deshacerlo desde el escenario
La compañía Disiden.cia rompe los moldes de la identidad con ‘Bipedestrucción’ en la Mostra Internacional de Teatro de Ribadavia, que cumple 41 ediciones con una apuesta radical por la diversidad, la memoria y el pensamiento crítico.
La vida y ya
Romper todas las fronteras
Buena música que lleva al norte de África. Aunque el lugar donde está el altavoz es un barrio a las afueras de Girona. Uno de esos barrios donde las calles están llenas de ropa tendida esperando a secarse al sol y al viento.
Siria
Drusos: tierra, honor y armas
En el sur de Siria, la comunidad drusa mira con desconfianza el nuevo Gobierno de transición y, aunque no quiere la independencia, sí pide más autonomía.
Más noticias
Francia
Calais, lugares de vida en la frontera
Segunda crónica desde la Caravana Abriendo Fronteras-Mugak Zabalduz, desde el paso fronterizo de Calais, lugar de paso entre Francia e Inglaterra.
Asturias
Las Seis de la Suiza consiguen el tercer grado penitenciario a la espera del indulto prometido por el Gobierno
Las sindicalistas podrán cumplir su condena en régimen de semilibertad y durmiendo en la cárcel. Se prevé que las manifestaciones continúan a la espera del indulto prometido por la vicepresidenta Yolanda Díaz, aún sin fecha de posible aprobación.
Portugal
La derecha y la extrema derecha portuguesas acuerdan una ley antimigrantes sin precedentes
El Parlamento luso aprueba una ley que endurece los requisitos para la obtención de nacionalidad a los extranjeros, incluyendo a los lusófonos, y limita extraordinariamente los supuestos de reagrupación familiar.

Recomendadas

Siria
Wael Tarbieh
“Israel hace que tu vida sea un infierno para que huyas por tu cuenta”
El ejército israelí, que ocupa los Altos del Golan desde 1967, amplía la ocupación a nuevos territorios sirios. Grupos locales denuncian que los soldados israelíes echan a la población civil de sus pueblos.
Laboral
Legislación laboral en condiciones de calor extremo: existe pero ¿se aplica?
Los sindicatos y expertos demandan mejoras en los reglamentos, que muchas veces dejan en manos de la buena voluntad de las empresas aplicar medidas de protección en alertas meteorológicas.
Pensamiento
Nuria Romo
“Los procesos de medicalización no son neutros, se hacen sobre todo hacia las mujeres”
Catedrática de Antropología Social y Cultural, Nuria Romo Avilés lleva más de dos décadas compaginando la investigación con perspectiva de género acerca de drogodependencia con la docencia en la Universidad de Granada.
Comunismo
Jodi Dean
“Sin organización, los movimientos surgen y desaparecen como setas”
La politóloga e historiadora Jodi Dean ha estado en Barcelona para reivindicar el poder de las organizaciones políticas y de la camaradería. En la actualidad trabaja sobre el neofeudalismo y la reconfiguración de la clase trabajadora.
Comentarios 19

Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.

Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!

Cargando comentarios...